La España Liberal de Isabel II: Década Moderada y Bienio Progresista (1844-1856)

La Década Moderada (1844-1854): Consolidación del Liberalismo en España

El gobierno estuvo presidido por el General Ramón María Narváez, quien impuso una política basada en los principios del liberalismo moderado. Su pretensión era clausurar la etapa revolucionaria y normalizar el funcionamiento de las instituciones liberales, creando una legislación básica que debía basarse en el predominio del orden y la autoridad, combinando la reforma política con la estabilidad. Contaron con el apoyo de la burguesía terrateniente, la Corona y el Ejército.

La Constitución de 1845: Pilar del Moderantismo

Esta Constitución recogió las ideas básicas del moderantismo:

  • La soberanía conjunta entre el Rey y las Cortes.
  • Ampliación del poder ejecutivo del Rey y disminución de su poder legislativo.
  • Restricción del derecho al voto (sufragio censitario).
  • Constitución de un Senado no electivo, de designación real.

Los ayuntamientos y las diputaciones quedaron sometidos a la administración central, y fue suprimida la Milicia Nacional. Además, se declaró a España como Estado confesional católico y se acordó el mantenimiento del culto y clero. El Rey era quien nombraba a los ministros, tenía el poder de vetar leyes, disolver las Cortes y designar el Senado.

Control y Restricción de Libertades

  • Un decreto de 1845 reguló la libertad de imprenta, lo que significó el control gubernamental sobre la prensa.
  • En 1846 se aprobó un sufragio censitario muy restringido, que no superaba el 1% de la población.
  • Se aceptó el sistema de distritos uninominales, que favorecía el predominio del voto rural sobre el urbano, lo que facilitaba la intromisión del gobierno en las elecciones y el falseamiento electoral.

El Concordato de 1851 y la Iglesia

En 1851 se firmó el Concordato con la Santa Sede, por el cual se establecía la suspensión de la venta de los bienes eclesiásticos y la devolución de los bienes no vendidos. A cambio, la Santa Sede reconocía a Isabel II, mientras que el Estado se comprometía al mantenimiento del culto y clero, se concedían a la Iglesia competencias en educación y se restablecían las órdenes regulares.

Reformas Administrativas y Legislativas

Los moderados querían consolidar la estructura del nuevo Estado liberal bajo los principios del centralismo, la uniformidad y la jerarquización.

  • Reforma Fiscal: Se emprendió la necesaria reforma fiscal con la Ley de Mon-Santillán de 1845, que centralizó la administración y estableció una contribución directa basada en la propiedad, para aumentar los ingresos de la Hacienda Pública.
  • Unificación Legislativa: Se aprobó el Código Penal de 1848 y se elaboró un proyecto de Código Civil que recopilaba las leyes anteriores.
  • Administración Pública: Se reorganizaron los cargos del Estado y se creó una ley de funcionarios que regulaba el acceso.
  • Administración Local: La Ley de Administración Local de 1845 dispuso que los alcaldes de municipios de más de 2000 habitantes y las capitales de provincia serían nombrados por la Corona, y el resto de alcaldes por el gobernador civil. En el País Vasco y Navarra se mantuvieron los ayuntamientos forales por temor a una segunda guerra carlista.

Conflictos y Estabilidad: La Segunda Guerra Carlista y la Guardia Civil

  • La Segunda Guerra Carlista (1846-1849): El pretendiente fue Carlos Luis de Borbón, hijo de Carlos María Isidro, quien había abdicado en él en 1845. Las tropas, dirigidas por Cabrera y Tristany, se hicieron fuertes en Cataluña, Navarra y País Vasco, pero fueron derrotadas por Gutiérrez de la Concha. Fueron apoyados por la Iglesia rural y por los campesinos. También se conoce como la Guerra dels Matiners.
  • Otras Medidas: En 1845 se aprobó la Ley Pidal, que impulsó la creación de los institutos de segunda enseñanza. También se adoptó el sistema métrico decimal. Se disolvió la Milicia Nacional y se creó la Guardia Civil en 1844.

Crisis del Gobierno Moderado y el Fin de la Década

La inestabilidad en el gobierno, debido a las camarillas, provocó que la política estuviera al margen de la vida parlamentaria. El autoritarismo se acentuó durante el gobierno de Bravo Murillo en 1852, quien propuso una reforma constitucional que transformaba el Estado en una dictadura tecnocrática. Esta reforma contemplaba la posibilidad de gobernar por decreto y de suspender de manera indefinida las Cortes, a la vez que restringía aún más el censo electoral. Así, despreciaba el sufragio y el parlamentarismo, y consideraba que una administración eficiente y el fomento de la riqueza eran las únicas condiciones para un buen gobierno. En definitiva, buscaba la desaparición del régimen parlamentario y volver a un sistema parecido al del Estatuto Real de 1834.

La propuesta fracasó y se acentuó la descomposición interna del partido, aumentando el descontento de amplias capas sociales. De esta manera, una nueva revolución en 1854 permitió que los progresistas volvieran al poder.

El Bienio Progresista (1854-1856): Reformas y Conflictos Sociales

El autoritarismo del gobierno moderado contó con la oposición de los progresistas, demócratas y algunos sectores moderados descontentos. Esta unión desembocó en el pronunciamiento de Vicálvaro en 1854, liderado por el general O’Donnell, quien fundó la Unión Liberal. Los insurrectos colaboraron en el Manifiesto de Manzanares, en el que se demandaba la reforma de la ley electoral, la reducción de impuestos, la reinstauración de la Milicia Nacional y una nueva Constitución. Las elecciones fueron convocadas según la legislación de 1837. La presidencia recayó en Espartero y O’Donnell fue nombrado ministro de Guerra.

Plan de Reformas Económicas

La actuación de mayor trascendencia fue el plan de reformas económicas en defensa de los intereses de la burguesía urbana y de las clases medias.

  • Ley Desamortizadora de Madoz (1855): Afectó a los bienes del Estado, de la Iglesia, de las órdenes militares, de instituciones benéficas y, sobre todo, de los ayuntamientos (bienes propios y comunales). Pretendía conseguir recursos para la Hacienda y la modernización económica de España.
  • Desarrollo Ferroviario: Una buena parte de los ingresos se invirtió en crear una red de ferrocarriles, ya que se consideraba básica para el desarrollo industrial.
  • Impacto Agrícola: Aumentó la producción agrícola, pero empeoraron las condiciones de vida de los campesinos con pocas tierras, ya que obtenían de estas: leña, frutas, pastos, etc.
  • Ley General de Ferrocarriles (1855): Dio incentivos a las capitales extranjeras que invirtieran en España.
  • Comercio Exterior: Las exportaciones de productos agrícolas e industriales se vieron favorecidas por la Guerra de Crimea (1853-1856), que enfrentó a Reino Unido, Francia y Turquía contra el Imperio Ruso.
  • Fomento Económico General: Se fomentó el desarrollo económico de España, lo que se vio reflejado en una legislación a favor de las reforestaciones, la puesta en funcionamiento del telégrafo, la ampliación de la red de carreteras, el fomento del crecimiento de las sociedades por acciones y de la banca, y el desarrollo de la actividad minera.
  • Constitución de 1856: Se preparó una nueva Constitución en 1856 (non nata) que no llegó a ser promulgada.

Crisis del Bienio Progresista

Las medidas reformistas no solucionaron la crisis de subsistencia de 1854 y se generó un clima de grave conflictividad social.

  • Huelgas Obreras: En Cataluña se produjeron huelgas obreras en 1855, donde los trabajadores pedían una reducción de impuestos y la eliminación de las levas, mejoramiento de salarios y reducción de la jornada laboral.
  • Motines Rurales y Urbanos: El malestar social también provocó motines en el campo y en las ciudades de Castilla.
  • Ley del Trabajo: El gobierno acabó presentando la Ley del Trabajo, que permitía las asociaciones de obreros pero no solucionaba los problemas de fondo.
  • Discrepancias Gubernamentales: Además, surgieron discrepancias dentro de la coalición gubernamental, especialmente entre la Unión Liberal (O’Donnell) y los progresistas (Espartero). Finalmente, Espartero abandonó el gobierno y la reina nombró a O’Donnell, quien sofocó las revueltas, poniendo fin al Bienio Progresista.