Diferencias Económicas y Sociales entre el Paleolítico y el Neolítico: Causas del Cambio
Se pueden distinguir tres etapas principales en el Paleolítico:
- Paleolítico Inferior: Desde hace aproximadamente 1.200.000 años hasta hace 100.000 a.C.
- Paleolítico Medio: Del 100.000 al 35.000 a.C.
- Paleolítico Superior: Del 35.000 al 5.000 a.C.
Las principales diferencias en la economía y la organización social de ambas etapas son:
La economía del Paleolítico se basaba en la caza y la recolección de productos silvestres, mientras que el Neolítico se caracterizó por el dominio de la agricultura y la ganadería. Por tanto, la economía del Paleolítico es depredadora (consumen los recursos del medio), mientras que la del Neolítico es productora (producen sus propios alimentos).
Mientras los humanos del Paleolítico utilizaban instrumentos de piedra (industria lítica, como la denomina la arqueología) muy rudimentarios y apenas tallados, durante el Neolítico se utilizaron instrumentos de piedra más desarrollados, con tendencia al microlitismo (hacerlos más pequeños) y pulimentados, lo que aumentaba su eficacia.
La organización social del Paleolítico era muy básica, formando grupos poco numerosos, de no más de 30 o 40 individuos, dentro de los que no había ninguna diferenciación social significativa; serían grupos comunales. Se trasladaban continuamente en busca de alimento y refugio (cuevas o abrigos naturales), por lo que se trata de grupos nómadas. En cambio, en el Neolítico, el dominio de la agricultura y la ganadería implicó la sedentarización de las comunidades, que se establecieron en un lugar fijo y fueron más numerosas. Esto quiere decir que aparecen los primeros poblados estables y construidos. Además, se organizaron de forma tribal, diferenciándose roles como guerreros (dedicados a la defensa de la comunidad) y trabajadores (agricultores, ganaderos, artesanos). Apareció la artesanía, principalmente de cerámica y textil, como una necesidad derivada de la agricultura y la ganadería. Surgieron también las primeras creencias religiosas, con figuras como los chamanes o brujos, y se desarrolló la división social del trabajo.
La Romanización en la Península Ibérica: Concepto y Medios
El proceso de Romanización de la Península Ibérica se prolongó desde el 218 a.C. hasta el 19 a.C. La Romanización es un proceso de aculturación de los pueblos indígenas de la Península, a los que los romanos impusieron su cultura: su religión (la religión clásica romana), su lengua (el latín), sus modos económicos (economía monetaria basada en el denario), sus costumbres y modos de vida (vestimenta, tradiciones, etc.).
Medios Empleados para la Romanización
Los medios utilizados por los romanos para dicho proceso fueron diversos:
La vida urbana: Se impuso la fundación y desarrollo de ciudades frente a la organización tribal y los poblados amurallados (castros) de los indígenas. Las ciudades romanas constituían centros administrativos y de poder político, además de estar comunicadas por una eficaz red viaria (calzadas) cuyo fin era principalmente estratégico-militar. También eran el centro de las actividades económicas, sobre todo comerciales. Los romanos impusieron este modo de vida urbano a los indígenas como método para su asimilación cultural.
El ejército: Al ejército romano se sumaban aquellos indígenas que pactaban someterse a la autoridad romana de forma voluntaria. El servicio militar fue otro de los métodos utilizados para la asimilación cultural. Una vez terminado el servicio militar como tropas auxiliares de las legiones romanas, se podía obtener la ciudadanía romana e incluso lotes de tierras que se repartían entre los soldados licenciados. Muchos campamentos militares romanos se convirtieron en núcleos urbanos espontáneos, que con el tiempo llegaron a ser ciudades estables. Las legiones romanas eran numerosas y, en muchos casos, se trasladaban con las familias de los militares. Los indígenas que se resistían violentamente a la dominación romana eran esclavizados.
La lengua y la religión: Los romanos introdujeron su lengua, el latín, y su religión como instrumentos para la asimilación cultural. El Imperio Romano, especialmente tras la oficialización del cristianismo (aunque inicialmente promovió su panteón clásico), tendió a unificar las prácticas religiosas y lingüísticas.
El Derecho Romano: El Ius Civile o Derecho Romano fue otra de las herramientas que los romanos utilizaron para este proceso de aculturación de los pueblos autóctonos de la Península, imponiendo sus modos y normas legales sobre las tradiciones jurídicas iberas y celtas.
La concesión de la ciudadanía romana: Otorgaba a quienes la obtenían una serie de derechos y privilegios, lo que también fue un instrumento de la romanización al incentivar a los indígenas a obtenerla para mejorar su estatus social y jurídico.
Pintura Rupestre en la Península Ibérica: Diferencias entre la Cantábrica y la Levantina
La primera diferencia importante, aunque no siempre se aprecie directamente en las imágenes aisladas, es la cronología de ambas manifestaciones artísticas. La pintura Cantábrica se desarrolló aproximadamente entre el 40.000 y el 10.000 a.C., durante el Paleolítico Superior, mientras que las manifestaciones de pintura rupestre Levantina (sobre roca natural, a menudo en abrigos poco profundos) se datan generalmente entre el 7.000 y el 4.000 a.C., es decir, en el Mesolítico y Neolítico inicial.
Otras diferencias clave son:
En la pintura Cantábrica aparecen representados principalmente animales, característicos de una fauna fría (bisontes, caballos, ciervos, etc.), y signos abstractos o manos impresas (en positivo o negativo). En la pintura Levantina, en cambio, aparece con frecuencia la figura humana, representada de forma esquemática y estilizada, formando escenas.
Se considera que la pintura Cantábrica tenía un propósito mágico-religioso, posiblemente relacionado con rituales para favorecer la caza. La pintura Levantina, por su parte, representa escenas de la vida cotidiana: caza, recolección, danzas, enfrentamientos, etc., con un carácter más narrativo.
En la pintura Cantábrica predominan los colores rojizos (óxidos de hierro) y negros (carbón vegetal o manganeso), a menudo aprovechando los relieves de la roca para dar volumen (naturalismo). En la Levantina, aunque también se usan estos colores, hay una mayor variedad cromática, incluyendo ocres y marrones, y las figuras son más planas y monocromas o bicromas.
Las pinturas de la zona Cantábrica se encuentran generalmente en el interior de cuevas profundas y oscuras. Las de la zona Levantina suelen aparecer en abrigos rocosos o paredes exteriores relativamente protegidas, lo que sugiere un clima más benigno en esta última zona y una función social diferente del arte.
La Unión Dinástica de Castilla y Aragón bajo los Reyes Católicos y las Características del Nuevo Estado
En 1469, el príncipe Fernando, heredero al Trono de Aragón, e Isabel, hermana del rey de Castilla Enrique IV y también aspirante al trono castellano, contrajeron matrimonio. Su intención era consumar una Unión Dinástica, que consistiría en la fundación de una casa real única que reinaría sobre los reinos de la Corona de Castilla y la Corona de Aragón, aunque cada reino conservaría sus propias leyes, instituciones y costumbres.
En 1474, al morir Enrique IV de Castilla, se desató una guerra civil por la sucesión entre los partidarios de su hija Juana, apodada «la Beltraneja» (ya que una parte de la nobleza la consideraba hija ilegítima de Beltrán de la Cueva y no del rey), y los de Isabel. Juana representaba la continuidad de un modelo de monarquía pactista, en la que la nobleza conservaría su independencia y poder tradicional. Isabel, en cambio, representaba un modelo de monarquía autoritaria, basada en la concentración de poder en los reyes. Tras la victoria de Isabel en la guerra, ella y Fernando se convirtieron en soberanos de sus respectivos reinos, estableciendo que los herederos de ambas coronas serían comunes. Una vez Isabel ocupó el trono de Castilla, inició junto a Fernando un proceso de fortalecimiento del poder real, sentando las bases de lo que se ha denominado el origen del Estado moderno en la Península. Esas medidas incluyeron:
Sometimiento de la nobleza y el clero y creación de un ejército permanente: Se obligó a la nobleza y al clero a disolver sus ejércitos privados (bandas armadas) y se creó un ejército real permanente, bajo el mando único de los monarcas. En Castilla, este ejército se organizó en parte en torno a los Tercios (unidades militares que combinaban infantería, caballería y artillería). Se reorganizó la Santa Hermandad, una especie de cuerpo policial rural para mantener el orden público, también bajo control real.
Reorganización del sistema de gobierno: Se crearon o reformaron los Reales Consejos, órganos de asesoramiento de los monarcas cuyos miembros eran elegidos directamente por ellos. Esto restó poder a las Cortes del Reino, que a partir de entonces serían convocadas por los monarcas principalmente para jurar al heredero o aprobar subsidios extraordinarios. Los principales consejos que se constituyeron o consolidaron fueron: el Real Consejo de Castilla (para el gobierno de Castilla), el Consejo de la Real Hacienda (para la administración de los impuestos), el Real Consejo de Aragón (para el gobierno de los territorios de la Corona de Aragón) y, posteriormente, el Real Consejo de Indias (para los asuntos de gobierno de América y las colonias de ultramar).
Control de la administración territorial y de justicia: Se nombraron funcionarios reales como corregidores, que actuaban bajo poder delegado de los monarcas en las principales ciudades y municipios de Castilla, presidiendo los ayuntamientos y ejerciendo funciones gubernativas y judiciales. Asimismo, se establecieron tribunales reales en ciudades importantes del reino, llamados Audiencias Reales, cuyos jueces (oidores o justicias) eran nombrados por los monarcas. Además, se consolidaron dos tribunales de apelación supremos en Castilla, las Chancillerías, con sedes en Granada (con jurisdicción al sur del río Tajo) y Valladolid (con jurisdicción al norte del Tajo).
1492: Causas y Consecuencias de sus Hechos Más Relevantes
Los hechos más relevantes de 1492 fueron:
- El Descubrimiento de América por la expedición de Cristóbal Colón.
- La expulsión de los judíos de los reinos de Castilla y Aragón.
- La incorporación del último reino musulmán de la Península Ibérica (el Reino Nazarí de Granada) a la Corona de Castilla.
El Descubrimiento de América
Causas: La causa principal fue la búsqueda de nuevas rutas comerciales hacia las Indias Orientales (Asia), de donde se importaban productos de lujo como la seda y las especias. La ruta tradicional por el Mediterráneo había quedado obstaculizada por la expansión del Imperio Otomano, especialmente tras la toma de Constantinopla en 1453. Otra causa fue la mentalidad de la época, influida por el humanismo renacentista, que fomentaba la curiosidad científica, el afán de descubrimiento y la capacidad del ser humano para explorar lo desconocido, junto con los avances en las técnicas de navegación (carabela, astrolabio, brújula).
Consecuencias: El descubrimiento tuvo consecuencias trascendentales, como el impresionante aumento del poderío de la Corona de Castilla y, posteriormente, de la Monarquía Hispánica, que conquistó y colonizó vastos y ricos territorios en el nuevo continente, muchas veces más grandes que la propia Castilla. Se abrieron nuevas rutas comerciales, llegaron a Europa nuevos productos (patata, tomate, maíz, cacao, tabaco) y metales preciosos (oro y plata), lo que transformó la economía europea. También tuvo un enorme impacto demográfico, cultural y social tanto para Europa como para América.
La Expulsión de los Judíos
Causas: La causa principal fue el deseo de los Reyes Católicos de lograr la unificación religiosa de sus reinos, considerándose defensores del catolicismo. Se buscaba la cohesión social en torno a una única fe y eliminar la influencia que, según algunos sectores, ejercían los judíos sobre los conversos (judíos convertidos al cristianismo).
Consecuencias: La principal consecuencia fue la marcha forzada de unas 150.000 a 200.000 personas de los reinos de Castilla y Aragón. Esta población se caracterizaba a menudo por su alto nivel cultural y su dedicación a actividades económicas productivas (comercio, finanzas, artesanía especializada), por lo que su expulsión tuvo efectos demográficos y económicos negativos a medio y largo plazo para los reinos hispánicos.
La Incorporación de Granada a Castilla
Causas: La causa fundamental fue el deseo de los Reyes Católicos de completar la unificación territorial de la Península Ibérica bajo la fe cristiana, poniendo fin al largo proceso histórico de la Reconquista. También buscaban consolidar su autoridad y prestigio.
Consecuencias: El rey nazarí de Granada, Boabdil, tras una guerra de diez años (1482-1492), negoció la entrega de la ciudad. Esta se formalizó en las Capitulaciones de Santa Fe, firmadas en el campamento militar homónimo de los Reyes Católicos. La conquista de Granada significó el fin de la presencia política musulmana en la Península Ibérica y la incorporación de este rico territorio a la Corona de Castilla, fortaleciendo el poder de los monarcas.
Proyectos Destacados del Conde-Duque de Olivares
El Conde-Duque de Olivares, Gaspar de Guzmán y Pimentel, fue el valido (ministro principal con gran poder delegado por el rey) de Felipe IV, quien reinó de 1621 a 1665. Olivares pretendió llevar a cabo un ambicioso programa de reformas con el objetivo de restaurar la hegemonía de la Monarquía Hispánica en Europa y fortalecer el poder real. Sus principales proyectos incluyeron:
Unificación y Centralización
Olivares buscó una mayor cohesión y centralización de los diversos reinos que componían la Monarquía Hispánica. Pretendió extender las leyes e instituciones castellanas a los demás reinos (especialmente a los de la Corona de Aragón) y que todos contribuyeran de manera más equitativa a las cargas del imperio, siguiendo un modelo más unitario, similar al que se ejercía sobre Castilla desde tiempos de Isabel la Católica. Este proyecto se plasmó en el conocido como Gran Memorial de 1624.
La Unión de Armas
Como parte de su política de unificación de esfuerzos, Olivares propuso la «Unión de Armas» en 1626. Este proyecto pretendía crear un ejército permanente de 140.000 hombres, sostenido por todos los reinos de la monarquía en proporción a su población y riqueza, y no solo principalmente por Castilla. El objetivo era que todos los territorios colaboraran de forma similar en el esfuerzo bélico de la Monarquía, especialmente en el contexto de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), un conflicto por la hegemonía europea en el que la Corona de España estaba profundamente implicada para mantener su posición.
Consecuencias y Crisis de 1640
La política autoritaria y centralizadora de Olivares, junto con la enorme presión fiscal y militar derivada de la guerra, generó un gran descontento en varios territorios. Esto culminó en la grave crisis de 1640, con importantes sublevaciones:
- La sublevación de Cataluña: Iniciada con el «Corpus de Sangre» (7 de junio de 1640), los catalanes, hartos de los abusos de las tropas castellanas acantonadas en su territorio y de las exigencias de Olivares, se rebelaron y llegaron a nombrar al rey de Francia, Luis XIII, como conde de Barcelona. La guerra se prolongó hasta 1652, cuando las tropas de Felipe IV lograron restablecer el orden, aunque se mantuvieron los fueros catalanes.
- La independencia de Portugal: Portugal, que formaba parte de la Monarquía Hispánica desde 1580, también se sublevó en diciembre de 1640. Los portugueses expulsaron a la virreina Margarita de Saboya y proclamaron rey al duque de Braganza (Juan IV de Portugal), con el apoyo de potencias rivales de España como Francia e Inglaterra. La independencia de Portugal fue finalmente reconocida por España en el Tratado de Lisboa de 1668.
Estas revueltas, junto con otras en Andalucía, Aragón y Nápoles, debilitaron enormemente a la Monarquía Hispánica y contribuyeron a la caída de Olivares en 1643.
Tratados de Paz y Pérdidas Territoriales
La participación de la Monarquía Hispánica en la Guerra de los Treinta Años y sus conflictos derivados concluyeron con importantes tratados de paz que supusieron pérdidas territoriales y el declive de su hegemonía:
- La Paz de Westfalia (1648): Puso fin a la Guerra de los Treinta Años en el Sacro Imperio Romano Germánico. Por este tratado, la Corona española reconoció formalmente la independencia de las Provincias Unidas del Norte (Holanda), donde la casa de Orange ostentaba el poder.
- El Tratado de los Pirineos (1659): Firmado con Francia para poner fin a la guerra entre ambas potencias (que continuó después de Westfalia), España cedió a Francia los territorios del Rosellón, el Conflent, el Vallespir y parte de la Cerdaña, situados al norte de los Pirineos, así como algunas plazas en Flandes y Luxemburgo. Este tratado marcó la emergencia de Francia como potencia hegemónica en Europa.