España: Nacionalismos Regionales y Lucha Obrera durante la Restauración

La Restauración Borbónica (1874-1902): Nacionalismos y Movimiento Obrero en España

El sistema bipartidista de la Restauración Borbónica distinguió siempre entre partidos dentro y fuera del sistema. Los principales opositores fueron los carlistas, los republicanos y nuevos movimientos culturales y lingüísticos que surgieron en diferentes regiones: el Regionalismo inicial, que poco a poco fue adquiriendo tintes políticos, transformándose en Nacionalismo.

El Nacionalismo reivindicaba formas de autogobierno en territorios con lengua propia, señas de identidad y tradiciones peculiares y arraigadas. Sus focos principales fueron el País Vasco, Cataluña y Galicia. Sus bases sociales iniciales fueron la pequeña burguesía, el campesinado y algún sector del clero, a los que se unieron, ya en el siglo XX, la alta burguesía y el proletariado (este último en Cataluña).

El Nacionalismo Catalán

El catalanismo (nacionalismo catalán) tuvo su origen en la Renaixença cultural romántica, en la que se exaltaba la lengua y un pasado común. Otro rasgo propio fue la protección de los intereses industriales. Atravesó por distintos momentos:

  • El catalanismo político-prenacionalista, coincidiendo con la caída de la Primera República y la derrota del carlismo.
  • Una transición del regionalismo al nacionalismo, con Valentí Almirall, fundador del Centre Català, una organización burguesa que unía un proyecto político, liberal y laico. Su documento más conocido fue el “Memorial de Greuges”, presentado a Alfonso XII buscando protección para la industria catalana, una amplia autonomía y, a cambio, fidelidad a la corona.
  • Finalmente, un catalanismo católico y conservador, que rechazó las ideas de Almirall y que en 1887 fundó la Lliga de Catalunya. Esta pedía una mayor autonomía y, finalmente, en 1891 se uniría al Centre Català, resultando así la Unió Catalanista, en la que Prat de la Riba formularía la doctrina nacionalista que se recogería en las “Bases de Manresa”, un documento que exponía las competencias propias de Cataluña y las que debía asumir el Estado español.

El Nacionalismo Vasco

El nacionalismo vasco tiene su origen en la defensa de los fueros, ya que el centralismo de Cánovas sustituyó los fueros de los territorios vascos por conciertos económicos. A diferencia del catalanismo, el nacionalismo vasco se caracterizó por una ausencia de base literaria (la lengua vasca no tuvo un desarrollo histórico comparable) y la inexistencia de un pasado histórico vasco unificado. Sus bases iniciales fueron el clero, el campesinado y la pequeña burguesía.

Su ideólogo, Sabino Arana, fundó el PNV (Partido Nacionalista Vasco) en 1895, donde proclamaba la defensa de una raza propia, su antiespañolismo, un profundo catolicismo, la normalización y extensión del euskera, y la restauración de los fueros. Arana renunciaba, por considerarlos enemigos de la sociedad vasca, a la industrialización (daba valor a la masa rural vasca frente al fenómeno urbano e industrial), a la llegada de inmigrantes y a un Gobierno central español. Su lema “Dios y Ley Vieja” alude al tradicionalismo e integrismo católico.

Desde 1898, con la entrada del naviero De la Sota en el PNV, se incorporó la burguesía moderna e industrial, lo que generó tensiones entre los defensores de la autonomía (burgueses industriales que financiaban el partido) y de la independencia (las bases radicales, que acabaron aceptando la política moderada como forma de alcanzar algún día la independencia).

El Regionalismo Gallego

El regionalismo gallego tuvo su origen en el Rexurdimento cultural, apoyado en la lengua y en la literatura de Rosalía de Castro, entre otros. No se llegó a crear un partido galleguista debido a la existencia de dos corrientes ideológicas:

  • La tradicionalista, antiliberal y de raíces carlistas, con planteamientos ruralistas.
  • La liberal-democrática, con una base social urbana y crítica con la política centralista y también con el atraso de Galicia.

El Movimiento Obrero y Campesino en la Restauración

Orígenes y Desarrollo

El principal opositor al sistema fue el movimiento obrero, que surgió por las pésimas condiciones laborales y de vida del proletariado: bajos salarios, jornadas superiores a quince horas, trabajo infantil, falta de prestaciones sociales, despido libre, etc. La mala alimentación, el escaso descanso y los accidentes reducían la esperanza de vida del proletariado a unos treinta años. Todo esto repercutía en revueltas constantes.

Desde sus inicios, el movimiento obrero se mostró defensor de la actividad política y social de obreros y campesinos. Ya en 1830 se crearon las primeras asociaciones obreras con fines asistenciales, solo legales con gobiernos progresistas. Las manifestaciones luditas (destrucción de las máquinas por los obreros) fueron reprimidas por los moderados, y la huelga general se produjo por primera vez en 1855, durante el Bienio Progresista.

La participación española en la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) se inició tras “La Gloriosa” durante el Sexenio Revolucionario, pero tras el golpe de Estado de Pavía en 1874, fue disuelta por Serrano.

Anarquismo y Marxismo

Anarquismo y Marxismo (representados por Bakunin y Marx, respectivamente) se enfrentaron en 1871 en el seno de la AIT por la forma de llevar a cabo los mismos objetivos: la mejora de la vida de la clase obrera. Sagasta aplicó una política represiva contra la sección española de la AIT y, tras el golpe de Estado de Pavía en 1874, fue disuelta por Serrano. Por ello, anarquistas y marxistas se movieron en la clandestinidad y radicalizaron su ideología y sus medios de acción.

Tendencias Anarquistas

La tendencia anarquista (traída a España por Giuseppe Fanelli) se focalizó en Madrid y Barcelona. En esta última ciudad se fundó la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE). Los anarquistas mostraron diferencias entre sí: los partidarios de la acción sindical y los que veían el atentado terrorista como vía de reivindicación. Ejemplos de estos últimos fueron los atentados contra Martínez Campos, la bomba en el Liceo de Barcelona, otra en la misma ciudad durante la procesión del Corpus y la muerte de Cánovas del Castillo a manos de Angiolillo en un balneario de Guipúzcoa. Todos ellos fueron duramente reprimidos con penas de muerte. Desde 1894 se establecieron leyes antiterroristas con cuerpos especiales de policía en Madrid y Barcelona. Hasta el siglo XX, el movimiento anarcosindicalista no tendría plena proyección con la creación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).

Desarrollo del Marxismo

En Madrid, en cambio, triunfó la sección marxista gracias a la presencia de Paul Lafargue (yerno de Marx). Con una base de intelectuales y obreros tipógrafos expulsados de la FTRE, se fundó la Asociación del Arte de Imprimir, en la que ingresaría Pablo Iglesias como presidente. Siguiendo el consejo de Marx en la AIT (creación de partidos obreros nacionales), en 1879 se creó el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) en la clandestinidad, bajo la presidencia de Pablo Iglesias, con el objetivo de tomar el poder por la clase trabajadora, abolir la propiedad privada y establecer una sociedad sin clases. Su participación en el sistema político burgués tuvo que esperar a 1910 para obtener un diputado por Madrid, el propio Pablo Iglesias.

En 1888 se fundaría la Unión General de Trabajadores (UGT) en Barcelona, un sindicato cuyo fin era económico, no político: mejorar las condiciones de vida de los trabajadores mediante la negociación con los empresarios y la huelga. A finales del siglo XIX, coincidiendo con la Segunda Internacional, se reivindicó la jornada de 8 horas y en 1890 se celebró por primera vez el 1 de Mayo.