España 1902-1931: Caída de la Monarquía, Crisis Económica y Auge Social

Alfonso XIII: La Crisis de la Restauración y el Camino a la Segunda República (1902-1931)

El periodo del reinado de Alfonso XIII (1902-1931) estuvo marcado por la profunda crisis de la Restauración, un sistema político que finalmente colapsaría, dando paso a la Segunda República Española.

De la Monarquía a la Segunda República

El Gobierno de Berenguer y el Pacto de San Sebastián

Tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera, Alfonso XIII nombró jefe de gobierno al general Dámaso Berenguer. Su gobierno no supo afrontar la grave situación económica, que empeoraba conforme se deterioraba la economía mundial a raíz del Crack de 1929. El resultado fue un mayor hundimiento de la producción, un aumento del paro y una creciente exasperación tanto de los industriales como de los obreros.

A lo largo de 1930, la oposición al rey creció exponencialmente, aglutinando a republicanos de izquierda y derecha, nacionalistas y el movimiento obrero. Estas fuerzas opositoras comenzaron a organizarse. Los republicanos, los catalanistas de izquierda y el PSOE acordaron la firma conjunta del Pacto de San Sebastián en agosto de 1930. Mediante este pacto, se comprometían a proporcionar una alternativa a la monarquía, constituyendo un Comité Revolucionario, encabezado por Niceto Alcalá Zamora, que debería convertirse en el gobierno provisional de la futura República.

Desde entonces, se preparó un golpe militar para el 15 de diciembre. Sin embargo, tres días antes, los capitanes Fermín Galán y García Hernández se adelantaron y se pronunciaron en Jaca a favor de la República. Ambos fueron ejecutados. La mayor parte del Comité Revolucionario fue detenida y encarcelada, mientras el resto pasó a la clandestinidad.

Mientras se instruían los procesos por la sublevación, los sindicatos y la FUE (Federación Universitaria Escolar) desataron una oleada de movilizaciones. En enero y febrero, la opinión pública giró decisivamente a favor de la oposición.

Muy pocos estaban dispuestos a colaborar con el rey, por lo que Berenguer presentó su dimisión el 14 de febrero de 1931. El nuevo jefe de gobierno, el almirante Juan Bautista Aznar, convocó elecciones municipales. Sus resultados fueron abrumadoramente favorables a las candidaturas republicanas en las principales ciudades.

Ante la situación, el rey decidió ceder “para evitar una guerra civil”. El Comité Revolucionario se presentó en el Ministerio de la Gobernación, donde proclamó formalmente la Segunda República Española el 14 de abril de 1931.

El fin de la monarquía se consumó de forma pacífica, marcando un hito en la historia de España.

Evolución Económica en España (1900-1931): De la Gran Guerra a la Dictadura

Características Generales de la Economía Española a principios del Siglo XX

El primer tercio del siglo XX fue una etapa de crecimiento económico en España, aunque en el marco de una política fuertemente proteccionista.

En 1900, España era predominantemente un país agrario. La producción agrícola creció entre 1900 y 1931, si bien la productividad se mantuvo por debajo de la media europea.

En cuanto a la industria, la siderúrgica fue la más protegida, aumentando su producción, concentrada principalmente en Vizcaya. Se desarrollaron nuevos sectores, como el eléctrico, el cementero o el químico.

No obstante, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), los países beligerantes se vieron obligados a suspender gran parte de sus actividades productivas anteriores, convirtiéndose en demandantes de materias primas y productos manufacturados de los países neutrales, como España. Se produjo así una fase alcista del ciclo económico español por diferentes razones:

  1. El mercado español quedó libre de la competencia de productos extranjeros.
  2. Creció significativamente la demanda exterior de productos españoles.
  3. La economía nacional se vio forzada a aumentar su producción para compensar la disminución de las importaciones en el mercado interior y atender la creciente demanda exterior.

La guerra europea supuso para la economía española unos resultados muy positivos en la balanza comercial y un gran volumen de beneficios empresariales. Sin embargo, también tuvo efectos negativos que generaron una gran conflictividad social, como la escasez de productos y la subida de precios. Todo cambió con el fin de la guerra y la recuperación de las economías europeas. Cayeron drásticamente las exportaciones españolas y la producción nacional tuvo que disminuir, con los consecuentes efectos depresivos sobre la economía española.

De la Crisis a la Euforia de los Años 20: Economía durante la Dictadura de Primo de Rivera

Los años de la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) se caracterizaron por una política nacionalista y de dirigismo estatal. Esta combinó elementos intervencionistas con un notable impulso al desarrollo industrial, especialmente en los sectores de bienes de inversión. El Estado asumió un gran protagonismo económico a través de ambiciosas obras públicas y la aprobación de un Decreto de Protección de la Industria Nacional, que preveía la concesión de ayudas estatales a las empresas que no podían competir con el exterior. Se concedieron monopolios y se otorgó la exclusividad en la importación. Todo esto comportó un crecimiento del déficit presupuestario y un acusado endeudamiento del Estado. Además, las malas cosechas y el Crack de 1929 provocaron el hundimiento de la producción, un aumento del paro y una creciente exasperación de industriales y obreros.

La Dictadura también implementó un modelo de regulación del trabajo que pretendía eliminar los conflictos sociales mediante la intervención estatal, la integración de los sectores moderados del movimiento obrero y la represión de las organizaciones más radicales. Se creó la Organización Corporativa Nacional para la reglamentación de salarios y condiciones de trabajo, así como para la mediación y arbitraje en caso de conflictos laborales.

Sociedad Española (1900-1930): Transformaciones y Conflictividad Social

Población y Demografía

La población española creció de forma lenta pero continua en el primer tercio del siglo. Este crecimiento se debió principalmente a la caída de la tasa de mortalidad, gracias a las mejoras sanitarias y sociales.

Aun así, las enfermedades infecciosas siguieron constituyendo un problema significativo, destacando la epidemia de gripe de 1918-1919, que causó la muerte de aproximadamente 230.000 personas. Otra causa importante de cambio demográfico fue la emigración desde las zonas agrarias hacia las ciudades industriales de la periferia y, en menor medida, a América Latina. Por último, hubo un notable proceso de crecimiento urbano. Hacia 1930, la población urbana representaba la mitad del total, y la vida en la ciudad iba marcando cada vez más el pulso de todo el país.

Evolución Social entre 1900 y 1930

A principios del siglo, se agudizaron las diferencias de riqueza y se consolidó una estructura social compleja:

  • Clase dirigente: Adquirieron cada vez más peso los grupos industriales y bancarios. También se incorporaron nuevos ricos, que hicieron fortuna gracias a los negocios propiciados por la Primera Guerra Mundial. Esta clase se ancló en el inmovilismo político y en el pánico frente a las reivindicaciones sociales.
  • Clases medias: Aumentaron al inicio del siglo XX. Sin embargo, muchos sufrieron el efecto de la inflación de los años de la guerra europea, lo que radicalizó a los sectores más conscientes. Gran parte de las clases medias giró hacia los partidos de la oposición, como los liberales de izquierda, los republicanos y, en menor medida, hacia el movimiento obrero.
  • Clases populares: El campesinado, especialmente, vivía en una situación de miseria permanente, provocada por los bajos salarios y el paro estacional. La única salida para muchos era la emigración. En regiones como Andalucía y Extremadura, optaron por la movilización y la protesta.

Auge de las Organizaciones Obreras en los Inicios del Siglo XX

En el primer tercio del siglo XX, se produjo un significativo crecimiento de las organizaciones obreras y de su capacidad de movilización. Este proceso arranca con la Guerra de Cuba, pero fue la oleada continua de huelgas, a partir de 1902, lo que llevó a los trabajadores a afiliarse masivamente a los sindicatos socialistas y anarquistas.

El protagonismo del movimiento socialista continuó con la oposición a la Ley de Jurisdicciones y su participación en la huelga que desembocó en la Semana Trágica de Barcelona (1909). Antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, el PSOE y la UGT habían agrandado considerablemente sus filas, sobre todo en Asturias, País Vasco, Madrid y zonas de Andalucía.

Los sindicatos anarquistas habían sido duramente perseguidos. Las huelgas desembocaron en la Semana Trágica. En 1910, se convocó un congreso en Barcelona del que surgió la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) en 1911. Se definía como revolucionaria y presentaba una ideología basada en la independencia del proletariado respecto de la burguesía y del Estado, la necesidad de la unidad sindical de los trabajadores y la voluntad de derribar el capitalismo. Sus líderes más destacados fueron Salvador Seguí, Ángel Pestaña y Joan Peiró.

Otra vía de asociación obrera fueron los sindicatos católicos. En 1917, se agruparon en la Confederación Nacional Católico-Agraria.

Movimiento Obrero entre la Primera Guerra Mundial y la Dictadura

La Primera Guerra Mundial profundizó las diferencias entre la oligarquía y los trabajadores. Así, la conflictividad social fue aumentando hasta la crisis de 1917. La recesión económica de la posguerra provocó una nueva oleada de huelgas, la mayoría de ellas ganadas por los sindicatos. Las organizaciones obreras llegaron a paralizar el trabajo en el campo andaluz y extremeño en 1918. La respuesta violenta de la patronal en Barcelona y los atentados no consiguieron impedir que la fuerza del movimiento obrero se consolidara. El temor de la clase dirigente influyó decisivamente en la decisión de llevar adelante el golpe de Estado de 1923.

Mientras esto se daba en el ámbito sindical, el PSOE experimentó una fuerte crisis interna en torno a la disyuntiva de sumarse al movimiento comunista internacional. En 1917, la revolución había triunfado en Rusia, y en 1919 el gobierno soviético decidió organizar la Tercera Internacional (Comintern), llamando a sumarse a todos los partidos socialistas del mundo. En el PSOE, las bases se dividieron entre los adscritos a la Internacional Socialista y los terceristas, quienes finalmente abandonaron el partido y fundaron el PCE (Partido Comunista de España). A pesar de esta escisión, el PSOE consiguió un notable éxito electoral en 1923.

Durante la Dictadura de Primo de Rivera, el movimiento obrero estuvo casi inactivo debido a la represión. Tras la muerte de Pablo Iglesias en 1925, Julián Besteiro pasó a dirigir el partido y se impuso la tesis de enfrentarse al régimen.

El anarquismo permaneció debilitado por el enfrentamiento interno entre quienes proponían la lucha pacífica y quienes defendían la insurrección armada. Estos últimos fundaron clandestinamente en 1927 la FAI (Federación Anarquista Ibérica), que tendría una gran influencia en la Segunda República.