El Siglo XVII en España: Crisis, Sociedad y el Reinado de los Austrias Menores

El siglo XVII, especialmente en su segunda mitad, fue una época de profunda crisis para el Imperio de los Austrias. La corona recayó en tres reyes, los Austrias Menores, que no resistieron la comparación con sus antepasados. Se registró, además, la pérdida progresiva de la hegemonía política de la Monarquía Hispánica en todos los territorios europeos. Por otra parte, este declive político coincidió con la decadencia económica de Castilla, núcleo esencial de la Monarquía, y con una grave crisis social y política en el conjunto del territorio peninsular.

La Crisis del Siglo XVII en España: Despoblación y Declive Económico

Crisis Demográfica y Económica Generalizada

El siglo XVII se caracterizó en toda Europa por una fuerte crisis demográfica y económica: pestes, malas cosechas, guerras, parálisis del comercio y de la industria, etc. En los territorios hispánicos, los bajos rendimientos de tierras marginales puestas en cultivo en el siglo anterior se sumaron a las malas condiciones meteorológicas y produjeron una larga serie de malas cosechas que desembocó en una situación generalizada de desnutrición. Las bajas defensas de la población la expusieron a todo tipo de epidemias y el número de habitantes de la península disminuyó desde unos ocho millones y medio de habitantes en 1600 a siete millones y medio en 1700. Otras causas del retroceso demográfico fueron:

  • La expulsión de los moriscos a comienzos de siglo.
  • Las migraciones a América.
  • Las guerras.

No obstante, la situación no afectó por igual a todas las regiones y en el último tercio del siglo hubo una cierta recuperación.

Impacto en la Producción Agrícola, Industria y Comercio

El descenso demográfico afectó, sobre todo, a la población agraria y la despoblación de las tierras supuso una caída de la producción agrícola; hasta la Mesta padeció la reducción del ganado por la falta de pastos y las destrucciones provocadas por las guerras. La crisis agraria y el aumento de los impuestos con el que se trataba de compensar, comportaron la pérdida del poder adquisitivo del campesinado y se tradujeron en la depresión de la industria y el comercio. La artesanía se vio afectada, además, por la competencia de los productos extranjeros, que también se fueron introduciendo en el mercado americano.

Las Finanzas Públicas y el Sistema Fiscal

Las finanzas públicas estaban marcadas por una corte que despilfarraba y por las necesidades de las guerras. Ni el aumento de los impuestos, ni las devaluaciones de la moneda (la llamada moneda de vellón), ni la emisión de deuda pública (sobre todo juros a corto plazo) pudieron salvar al Estado de la bancarrota. Además, se fueron agotando las minas de oro y plata de América y el sistema de flotas no consiguió acabar con la piratería. En cualquier caso, la base del problema era un sistema fiscal injusto (basado en impuestos indirectos como la alcabala y al que apenas aportaban los privilegiados) e ineficaz (con una recaudación irregular, entregada a menudo a particulares que la arrendaban o a los concejos de las poblaciones encabezadas).

La situación de crisis económica se prolongó durante buena parte del siglo. Sin embargo, en el último tercio del siglo ya había algunas regiones, como la zona cantábrica y la mediterránea, que daban síntomas de cierta recuperación.

Características de la Sociedad Española del Siglo XVII

La Sociedad Estamental y la Mentalidad Aristocrática

La sociedad española del XVII refleja lo que más adelante se denominaría Antiguo Régimen: un mundo dividido en estamentos con diferencias jurídicas y legales entre ellos y una escasa movilidad social.

Los valores dominantes los imponían la nobleza y el clero. El mantenimiento de una mentalidad aristocrática se extendía al conjunto de la sociedad, que aspiraba a alcanzar privilegios y estaba obsesionada por los orígenes familiares (diferencias entre cristianos viejos y nuevos; limpieza de sangre exigida para muchas actividades). Las únicas vías de ascenso que conducían a los estamentos privilegiados consistían en:

  • Casar a las hijas con miembros de la nobleza.
  • Emprender la aventura americana.
  • Seguir la carrera clerical.

Las riquezas provenientes de América fueron dedicadas a pagar las empresas imperiales de la Monarquía y a consolidar un modelo social nobiliario dedicado a la compra de propiedades y juros para obtener rentas o al gasto suntuario. Como consecuencia, la sociedad se caracterizó por la polarización, ya que apenas existían clases intermedias: había un grupo que acaparaba poder y riquezas y una gran mayoría (sobre todo, el campesinado) sometida y en situación de pobreza. El inmovilismo y el desprestigio del trabajo manual dieron lugar a una sociedad que no estimulaba la producción de riqueza, compuesta por figuras como: nobles, hidalgos, clérigos, pícaros, vagabundos, etc. Una serie de escritores e intelectuales como Cellorigo, De Mercado y Ortiz propusieron soluciones o arbitrios como la protección a la industria o la reforma del sistema impositivo, pero apenas tuvieron repercusión.

Religiosidad y Cultura en el Siglo de Oro

La otra característica de la sociedad de la época es su religiosidad. La población era profundamente católica y asumía los valores inculcados por la Iglesia, aunque también hubiera formas de religiosidad popular. Los españoles admitían el poder y lujo de la Iglesia, participando masivamente en manifestaciones religiosas cada vez más espectaculares, como las procesiones y los autos de fe. La Inquisición seguía vigilando a las familias de cristianos nuevos y perseguía las muestras de heterodoxia (herejías, brujería).

Al mismo tiempo, España vivió una época de esplendor cultural conocida como el Siglo de Oro, con nombres tan importantes como Lope de Vega, Quevedo, Calderón, Velázquez o Zurbarán. Algunas de estas manifestaciones culturales son un testimonio bastante fiel de aquella sociedad: la novela picaresca, el teatro o la pintura.

El Gobierno de los Válidos y los Conflictos Internos

Tras la muerte de Felipe II en 1598, se sucedieron los tres reinados de los Austrias Menores. Los reyes del siglo XVII renunciaron expresamente a ejercer las tareas de gobierno, que pasaron a manos de ministros omnipotentes, los validos o privados. El valido era un personaje de la alta nobleza, aunque también los hubo del clero, e incluso plebeyos, que desempeñaban las funciones de gobierno con la total confianza del rey. Muchos de ellos utilizaron el poder en su propio beneficio y aumentaron el nivel de corrupción e ineficacia de la administración de la Corona.