El Sexenio Democrático y la Restauración: Claves de la España Contemporánea (1868-1902)

El Sexenio Democrático (1868-1874)

La Revolución de 1868: El Estallido de La Gloriosa

La Revolución de 1868, conocida como La Gloriosa, fue impulsada por una profunda crisis económica, financiera y de subsistencia que azotaba España. Previamente, en 1866, se había firmado el Pacto de Ostende, un acuerdo clave que buscaba derrocar a la monarquía de Isabel II y establecer un nuevo régimen. A este pacto se unieron los unionistas liderados por el general Serrano. Aunque republicanos y obreros compartían el descontento general, sus aspiraciones iban más allá de las propuestas iniciales del pacto.

La inestabilidad social, exacerbada por el hambre y el desempleo, provocó un clamor popular que reivindicaba el sufragio universal, la supresión de las impopulares quintas (reclutamiento forzoso) y la eliminación de los consumos (impuestos indirectos sobre productos de primera necesidad).

El Triunfo del Levantamiento y las Juntas Revolucionarias

En septiembre de 1868, la escuadra naval al mando del almirante Juan Bautista Topete inició un pronunciamiento militar en Cádiz contra el régimen de Isabel II. Rápidamente, los generales Juan Prim y Francisco Serrano se unieron a los sublevados, logrando un amplio apoyo popular. Las tropas leales a Isabel II fueron decisivamente derrotadas en la Batalla de Alcolea. Ante esta situación, el Gobierno dimitió y la Reina se vio forzada a exiliarse en Francia, marcando el fin de su reinado.

Paralelamente, se formaron Juntas Revolucionarias en diversas ciudades, que desempeñaron un papel crucial en la organización del levantamiento. Estas juntas, reflejando las demandas populares, solicitaron la instauración de la soberanía nacional, la separación de la Iglesia y el Estado, y la consolidación del sufragio universal.

El Gobierno Provisional y la Constitución de 1869

En octubre de 1868, se constituyó un Gobierno Provisional, con el general Serrano como regente y el general Prim como presidente, integrado principalmente por progresistas y unionistas. Una de sus primeras acciones fue ordenar la disolución de las Juntas Revolucionarias, buscando centralizar el poder y legitimar su autoridad.

En noviembre, el Gobierno Provisional convocó elecciones a Cortes Constituyentes mediante sufragio universal masculino. La coalición gubernamental, mayoritariamente partidaria de la monarquía, resultó vencedora en estos comicios.

Una comisión parlamentaria redactó la Constitución de 1869, aprobada en junio de ese año, que se fundamentó en los principios del liberalismo democrático. Sus características principales fueron:

  • Una amplia declaración de derechos y libertades individuales.
  • La libertad de cultos.
  • El establecimiento de una monarquía parlamentaria democrática.
  • La soberanía nacional, con elecciones por sufragio universal masculino.
  • Una clara división de poderes:
    • El poder legislativo, ejercido por las Cortes, encargadas de promulgar las leyes.
    • El poder ejecutivo, ejercido por el Rey, quien nombraba a los ministros y podía disolver las Cortes.
    • El poder judicial, independiente y ejercido por los tribunales.

El Reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873)

Con la Constitución aprobada, el general Prim fue el principal artífice en la búsqueda de un nuevo monarca, eligiendo finalmente al príncipe Amadeo de Saboya, de la casa real italiana. Sin embargo, el asesinato de Prim en diciembre de 1870, poco antes de la llegada de Amadeo a España, supuso un duro golpe para la estabilidad del nuevo reinado.

El reinado de Amadeo I se encontró con una fuerte oposición desde diversos frentes. Los moderados, leales a los Borbones, y los carlistas, que defendían la candidatura de Carlos VII al trono, se opusieron frontalmente. Esta última oposición desencadenó la Tercera Guerra Carlista (1872-1876).

Además, en Cuba, se había iniciado la Guerra de los Diez Años (1868-1878), un conflicto colonial que desestabilizó aún más la situación política y económica de España.

La Abdicación de Amadeo I y la Proclamación de la Primera República

La crisis del reinado de Amadeo I se acentuó con la ruptura de la coalición gubernamental que lo apoyaba. En apenas dos años, se sucedieron seis gobiernos y se convocaron tres elecciones generales, reflejo de la profunda inestabilidad política. Finalmente, Amadeo I, desilusionado y sin apoyos, renunció al trono el 11 de febrero de 1873 y abandonó España.

El mismo día de su abdicación, las Cortes, en una sesión conjunta de Congreso y Senado, votaron la proclamación de la Primera República Española. Estanislao Figueras fue elegido como su primer presidente, cargo que ocupó hasta el 10 de junio de 1873.

Desafíos y Fragilidad de la Primera República

La Primera República Española nació con escasas posibilidades de éxito. A excepción de Estados Unidos y Suiza, la mayoría de los países europeos veían el sistema republicano como un régimen revolucionario e inestable, lo que dificultaba el reconocimiento internacional.

Internamente, la República se enfrentó a la oposición de las clases conservadoras y poderosas. Además, su propia división interna entre republicanos federales (partidarios de un estado descentralizado) y unitarios (defensores de un estado centralizado) contribuyó a su extrema inestabilidad y corta duración.

La República Federal y sus Presidentes

Tras la proclamación de la República, se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, en las que los republicanos obtuvieron una amplia mayoría, si bien la abstención fue muy elevada. En junio de 1873, las Cortes proclamaron la República Democrática Federal.

Durante este breve periodo, la República tuvo cuatro presidentes:

  • Estanislao Figueras (febrero-junio 1873): Su gobierno intentó consolidar el nuevo régimen y suprimió medidas impopulares como los impuestos de consumos y las quintas. Sin embargo, dimitió ante la creciente inestabilidad.
  • Francisco Pi y Margall (junio-julio 1873): Continuó con la elaboración de un proyecto de Constitución federal. Tuvo que hacer frente a la persistente insurrección carlista y a la Guerra de Cuba. El proyecto de Constitución federal contemplaba la integración de Cuba y Puerto Rico como territorios de la Federación Española. Durante su mandato estalló la insurrección cantonal, un movimiento federalista radical. Pi y Margall, opuesto a la represión militar, acabó dimitiendo.
  • Nicolás Salmerón (julio-septiembre 1873): Le sucedió Nicolás Salmerón, quien, aunque logró sofocar gran parte de la insurrección cantonal, dimitió al negarse a firmar las penas de muerte impuestas a los cantonalistas.
  • Emilio Castelar (septiembre 1873-enero 1874): Destacado dirigente del republicanismo unitario, Castelar adoptó una política de orden y autoridad para restaurar la estabilidad.

El Fin de la República: El Golpe de Pavía

En enero de 1874, el gobierno de Castelar fue derrotado en las Cortes. Ante esta situación, el general Manuel Pavía, Capitán General de Madrid, dio un golpe de Estado, asaltando las Cortes y poniendo fin a la Primera República. El poder pasó a un gobierno provisional presidido por el general Serrano, que intentó restaurar el orden, pero sin el apoyo popular ni la legitimidad de las Cortes.

La Restauración Borbónica: El Sistema Canovista (1874-1902)

El Retorno de la Monarquía y el Papel de Cánovas

Tras el convulso Sexenio Democrático, se inició la Restauración Borbónica en la figura de Alfonso XII, hijo de Isabel II. El artífice de este retorno fue Antonio Cánovas del Castillo, un político conservador que buscaba poner fin a la inestabilidad política del periodo anterior.

En 1874, Cánovas redactó el Manifiesto de Sandhurst, un documento en el que Alfonso XII exponía su visión de una monarquía constitucional y conciliadora. Aunque Cánovas prefería un retorno civil y gradual, el general Arsenio Martínez Campos, mediante el Pronunciamiento de Sagunto en diciembre de 1874, proclamó rey a Alfonso XII, acelerando el proceso de Restauración.

Los Pilares del Sistema Canovista

Cánovas diseñó el sistema canovista, un modelo político de carácter conservador que buscaba la estabilidad y el orden. Se asentaba en un sistema parlamentario liberal, pero con fuertes elementos de control, y pretendía acabar con la inestabilidad crónica del Sexenio Democrático. Sus pilares fundamentales fueron:

  • La Corona: Compartía la soberanía con las Cortes, actuando como árbitro y garante del sistema.
  • El Bipartidismo: Dos partidos dinásticos, el Partido Conservador y el Partido Liberal, se alternaban pacíficamente en el poder. Ambos defendían la monarquía y la Constitución de 1876.
    • El Partido Conservador, liderado por Cánovas (y posteriormente por Francisco Silvela), era más cercano al inmovilismo político y la defensa del orden.
    • El Partido Liberal, liderado por Práxedes Mateo Sagasta, estaba inclinado a reformas más progresistas.
  • El Ejército: Pasó a ser el garante del orden público, alejado de la intervención política directa que había caracterizado el periodo anterior.

Este sistema excluía a los partidos y movimientos considerados “antisistema”: carlistas, republicanos (en sus diversas facciones), nacionalistas y socialistas, que quedaban al margen del juego político oficial.

La Constitución de 1876: Marco Legal de la Restauración

El sistema canovista se fundamentó en la Constitución de 1876, de carácter moderado y con claras influencias de la Constitución de 1845. Sus principales características fueron:

  • Establecimiento de una monarquía constitucional.
  • Soberanía compartida entre las Cortes y la Corona.
  • Cortes bicamerales, organizadas en Congreso de los Diputados y Senado.
  • Colaboración entre los tres poderes del Estado.
  • Confesionalidad católica del Estado, con el mantenimiento del culto y clero a cargo del presupuesto público.
  • Amplia declaración de derechos y libertades, aunque su ejercicio fue regulado posteriormente por leyes ordinarias, a menudo restrictivas.

Esta Constitución, la más longeva de la historia contemporánea de España, estuvo en vigor durante 47 años (hasta 1923), proporcionando un marco de estabilidad política.

El Turno Pacífico y el Caciquismo

Para garantizar la alternancia en el poder y evitar pronunciamientos militares, se estableció el turno pacífico o alternancia regular entre el Partido Conservador y el Partido Liberal. Cuando el partido en el poder sufría un desgaste o se consideraba necesario un cambio, el Rey, aconsejado por el presidente del gobierno saliente, convocaba elecciones que ya estaban “pactadas” para asegurar la mayoría parlamentaria al partido que debía entrar en el gobierno.

Este proceso electoral era controlado y manipulado por el Ministerio de la Gobernación (a través del “encasillado”, la asignación previa de escaños) y por los caciques locales, quienes, mediante la coacción, el clientelismo y el fraude (el “pucherazo”), aseguraban los resultados deseados. Era, en esencia, un sistema electoral profundamente corrupto que garantizaba la estabilidad a costa de la democracia real.

Gobiernos de la Restauración: Primeros Años

El primer gobierno conservador (1875-1881), liderado por Cánovas, se centró en consolidar el poder del Estado y el nuevo régimen. Durante este periodo, se logró el fin de la Tercera Guerra Carlista (1876) y se puso fin a la Guerra de los Diez Años en Cuba mediante la Paz de Zanjón (1878). La Paz de Zanjón prometía el fin de la esclavitud y reformas políticas en Cuba, promesas que no fueron cumplidas en su totalidad, lo que llevó al estallido de la Guerra Chiquita en 1879.

El primer gobierno liberal (1881-1884), presidido por Sagasta, anuló algunas leyes restrictivas y adoptó una política más librecambista. Durante este periodo, se produjo la persecución de dirigentes anarquistas, especialmente en Andalucía, vinculados a la supuesta organización secreta La Mano Negra, acusada de actos violentos contra terratenientes. En 1885, Cánovas volvió al poder, pero en noviembre de ese mismo año, el rey Alfonso XII falleció prematuramente a causa de la tuberculosis.

La Regencia de María Cristina y el Parlamento Largo (1885-1902)

Tras la muerte de Alfonso XII, asumió la regencia su segunda esposa, María Cristina de Habsburgo-Lorena, hasta la mayoría de edad de su hijo Alfonso XIII en 1902. Para asegurar la estabilidad del sistema durante la minoría de edad del futuro Alfonso XIII, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto de El Pardo (1885). Este acuerdo consolidó el turno pacífico y, con ello, el caciquismo y el sistema electoral corrupto y manipulador.

Cánovas, en un gesto de responsabilidad de Estado, aconsejó a la regente que los liberales asumieran el poder, dando inicio al conocido como Parlamento Largo (1885-1890), el gobierno liberal más duradero de la Restauración. Durante este periodo, Sagasta aplicó un ambicioso programa de reformas liberales, introduciendo leyes clave como:

  • La Ley de Servicio Militar Obligatorio (1885).
  • La Ley de Asociaciones (1887), que legalizó sindicatos y partidos políticos.
  • La Ley de Sufragio Universal Masculino (1890), que extendió el derecho al voto a todos los hombres mayores de 25 años.
  • La promulgación del Código Civil de 1889.

Tras el Parlamento Largo, Sagasta fue sustituido por un gobierno conservador (1890-1892) liderado por Cánovas, que implementó el Arancel de 1891, una medida proteccionista que favorecía la producción nacional de trigo y las industrias vasca y catalana. Las divergencias internas entre los conservadores llevaron a un nuevo turno, y un gobierno liberal (1892-1895) asumió el poder. Durante este periodo, se propusieron reformas para Ultramar y una ampliación del cuerpo electoral, que no llegaron a aprobarse.

Sin embargo, la década de 1890 estuvo marcada por una creciente crisis política y social, acentuada por la intensificación de la Guerra de Cuba y el trágico asesinato de Cánovas del Castillo en 1897.

El Fin de Siglo y el Regeneracionismo

Tras el desastre de 1898, el conservador Francisco Silvela (1899-1901) asumió la presidencia, iniciando un programa regeneracionista que daba prioridad a las reformas sociales y educativas. Para ello, se creó el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. En 1901, Sagasta volvió a dirigir el gobierno, en un último intento de revitalizar el sistema.

La pérdida de los últimos territorios coloniales (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) en 1898, conocida como el Desastre del 98, y la creciente ineficacia del sistema canovista, impulsaron un fuerte movimiento regeneracionista en España. Con la mayoría de edad de Alfonso XIII en 1902, se inició una nueva etapa de la Restauración, marcada por un intento de modernización y un espíritu reformista, aunque los problemas estructurales del sistema persistirían.