El Reinado de Isabel II: Moderados, Progresistas y la Crisis de la Monarquía (1844-1868)

La Década Moderada (1844-1854)

1. Bases del régimen moderado

En las elecciones de 1844, los moderados consiguieron una amplia mayoría y el general Narváez formó un nuevo gobierno con el objetivo de implantar un régimen basado en la autoridad, el orden y la represión. Se trataba de establecer un sistema liberal moderado que garantizase el dominio de la oligarquía.

Para ello, elaboraron la Constitución de 1845, que asentaba los principios del moderantismo, y una ley de 1845 reguló la libertad de imprenta. La Ley Electoral de 1846 estableció un sufragio censitario restringido al 1%. Solo votaban los grandes contribuyentes y la ley facilitaba el falseamiento de los resultados.

2. Desarrollo del Estado liberal moderado

Para mejorar la relación Estado-Iglesia se firmó un Concordato con la Santa Sede (1851), por el que el Papado reconocía a Isabel II y aceptaba el proceso desamortizador. El Estado se comprometía a sostener la Iglesia, otorgaba competencias en educación y moral pública, y se reconocía el catolicismo como religión oficial del Estado.

Se llevó a cabo una reforma fiscal (Ley Mon-Santillán, 1845) que establecía la contribución directa sobre la propiedad y creaba el impuesto sobre el consumo. Asimismo, se aprobaron el Código Penal (1848) y el Código Civil (1850).

Por otro lado, se reformó la administración pública, provincial y municipal, de modo que los alcaldes de los municipios de más de 2000 habitantes fueran elegidos por la Corona. El temor a que la centralización diera lugar a otro levantamiento carlista propició que una ley de 1844 acordara mantener en el País Vasco y Navarra las Juntas Generales y los ayuntamientos forales.

Otra serie de medidas incluyó el establecimiento de un sistema que regulaba los niveles de enseñanza y creaba planes de estudio estatales. Se creó la Guardia Civil (1844) para el mantenimiento del orden público, se impuso el servicio militar obligatorio y se adoptó el sistema métrico decimal.

3. Crisis del moderantismo

Los gobiernos moderados no lograron dar estabilidad política, teniendo que hacer frente a diversos conflictos y a las acciones de demócratas y republicanos. Los carlistas protagonizaron un levantamiento en Cataluña en apoyo de la candidatura del segundo pretendiente carlista, el conde de Montemolín, hijo mayor de Carlos María Isidro y conocido como Carlos VI.

Por otra parte, las divisiones internas propiciaron la inestabilidad gubernamental: en 1846 hubo 3 gobiernos y en 1847 hubo 5. La vida política se desarrollaba al margen de las Cortes. La marginación de las Cortes culminó con la reforma de 1852, por la que el gobierno de Bravo Murillo estableció un sufragio aún más reducido y la capacidad de suspender las Cortes. Esto provocó la oposición de un sector de los moderados y acentuó la desintegración del partido.

El Bienio Progresista (1854-1856)

1. La Revolución de 1854

La deriva autoritaria del régimen moderado dio lugar a levantamientos. La acción se inició en Vicálvaro (1854) con el pronunciamiento de O’Donnell. La incorporación de los progresistas al movimiento, que publicaron el Manifiesto de Manzanares (de carácter reformista), desencadenó la revuelta popular en las ciudades. Isabel II se vio obligada a aceptar el restablecimiento de la Milicia Nacional.

La emergente alianza entre progresistas y moderados condujo a la formación de la Unión Liberal. Las elecciones dieron una amplia mayoría a unionistas y progresistas, y por primera vez hubo una minoría de 20 diputados demócratas. Las nuevas Cortes proclamaron una nueva Constitución en 1856 (aunque no llegó a promulgarse).

2. Acción de los gobiernos

El gobierno impulsó importantes reformas que dieron lugar a una etapa de expansión. Las Cortes aprobaron una nueva ley de desamortización civil y eclesiástica (1855), obra de Madoz, que afectó a los bienes del Estado, la Iglesia y, sobre todo, de los ayuntamientos. Con su venta se consiguieron recursos para la Hacienda pública.

También se aprobó la Ley de Ferrocarriles, que incentivaba la construcción de líneas y ofrecía ventajas a las empresas constructoras. Se puso en marcha el telégrafo, la ampliación de la red de carreteras y el desarrollo de la minería.

3. Problemas sociales

El nuevo gobierno tuvo que hacer frente a graves problemas sociales. Se produjo una crisis de subsistencias que afectó a las clases populares, lo que provocó un levantamiento del campesinado en Castilla.

También se generó una conflictividad obrera, que pedía la reducción de impuestos de consumo y la eliminación de las quintas. Aunque el gobierno adoptó medidas conciliadoras, los métodos represivos del capital en Cataluña provocaron importantes huelgas obreras. La mediación del gobierno permitió la vuelta al trabajo.

4. Crisis del Bienio

Ante la conflictividad social, algunos jefes militares promovieron diversas medidas que provocaron el enfrentamiento con el gobierno de Espartero, quien estaba en desacuerdo. La intervención de la reina a favor de O’Donnell proclamó el estado de guerra.

La protesta de un grupo de diputados fue insuficiente y se produjeron movimientos a favor del gobierno progresista, con un gran protagonismo de la Milicia Nacional. Se puso fin al Bienio, se cerraron las Cortes, se suprimió la Milicia y se destituyeron los ayuntamientos, anulándose la libertad de prensa.

La Desintegración de la Monarquía (1857-1868)

1. La reacción moderada

Tras el golpe de 1856, O’Donnell restableció la Constitución de 1845, pero perdió la confianza de Isabel II, quien nombró a Narváez como nuevo presidente del Consejo de Ministros. Este intentó volver a la situación anterior a 1854. Los comicios estuvieron llenos de irregularidades, donde la victoria moderada fue aplastante. Este gobierno reformó el Senado (1857) para incorporar reformas que favorecieran a un sector reducido.

Para disminuir el analfabetismo, se aprobó la Ley de Instrucción Pública del ministro Moyano (1857), que dividía la educación en tres grados. Narváez fue destituido por cuestiones internas de palacio. Entonces se abrió un periodo de inestabilidad que se cerró con el nuevo nombramiento de O’Donnell, quien consolidó su poder en torno a la Unión Liberal.

2. El gobierno unionista de O’Donnell

Este gobierno duró cuatro años y fue relativamente tranquilo, ya que no hubo pronunciamientos. O’Donnell liberalizó la Constitución de 1845, pues disminuyó el control de prensa, aumentó la autonomía de los ayuntamientos y reforzó el poder judicial.

Hasta 1866, la economía se expandió y se incrementaron los recursos de la Hacienda, utilizados para una activa política exterior. España participó en diversas operaciones militares, que pretendían rehacer su imagen y estimular el patriotismo. Hubo triunfos en guerras exteriores, pero no pudieron esconder el desgaste de la coalición gubernamental. O’Donnell incorporó a Prim al gobierno y, finalmente, tuvo que dimitir.

3. Crisis del sistema

Varios factores acabaron por desnaturalizar el sistema liberal y provocar una gran inestabilidad gubernamental. Progresistas, republicanos y demócratas responsabilizaron a Isabel II y solo vieron el pronunciamiento como forma de alcanzar el poder. En 1866, la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil provocó que Narváez cerrara las Cortes e implantara una dictadura.

Esta situación empeoró a raíz de la crisis de subsistencias, que provocó el aumento de precios y el descontento popular. Progresistas y Demócratas firmaron el Pacto de Ostende para acabar con la monarquía de Isabel II y formar un gobierno provisional.