El Reinado de Carlos V: Desafíos Internos y Conflictos Europeos
A la muerte de Fernando el Católico, quedaron como regentes de Castilla y Aragón (ante la incapacidad mental de Juana y la muerte de Felipe) el Cardenal Cisneros y Alfonso de Aragón. Joven, con desconocimiento del idioma y de las costumbres de los reinos a los que iba a gobernar, Carlos I de España y V de Alemania desembarcó en septiembre de 1517 rodeado de una corte extranjera formada por sus amigos flamencos y alemanes.
En 1518 se celebraron las primeras Cortes en Castilla, en Valladolid, para jurar respeto y fidelidad a las leyes. Posteriormente, se desplazaría a los reinos de la Corona de Aragón para realizar lo mismo. Juró los fueros en Zaragoza y Barcelona, pero allí recibió noticia de la muerte de su abuelo paterno, Maximiliano I, y la necesidad de marcharse a Alemania para optar a la corona imperial.
Política Interior de Carlos V: Revueltas y Conflictos
Las Comunidades de Castilla (1520-1521)
La elección como Emperador le había supuesto a Carlos V una importante suma de dinero. El rey convocó Cortes en Santiago y La Coruña con la intención de obtener las rentas necesarias antes de partir hacia Alemania.
Antes de su partida, Carlos dejó como gobernador de Castilla a Adriano de Utrecht, y los principales cargos y dignidades fueron ocupados por extranjeros de su séquito, a pesar de estar destinados a los castellanos. Nada más partir Carlos V hacia Alemania, se inició la revuelta de las Comunidades o ciudades castellanas, protagonizada por la pequeña y mediana burguesía en ciudades como Ávila, Toro, Toledo y Segovia.
Este movimiento, cuyos líderes principales fueron Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, reclamaba:
- Protección de la industria nacional.
- Defensa frente a la competencia extranjera.
- Respeto a las leyes del reino.
- Defensa del patrimonio de la Corona frente a las pretensiones de la nobleza.
- Que el rey permaneciese en Castilla, se casara y educara al heredero en Castilla.
El regente Adriano de Utrecht, en ausencia del rey Carlos, reunió un ejército que derrotó definitivamente a los comuneros en la Batalla de Villalar (1521).
Las Germanías de Valencia y Mallorca (1519-1523)
Se trató de revueltas antiseñoriales que, en parte, prolongaron las que habían sido frecuentes en el siglo XV. Los brotes de descontento social surgieron con fuerza en Valencia y Mallorca. En ambas regiones, la sublevación contó con la participación activa de los artesanos de las ciudades, los campesinos más pobres y el bajo clero. Las causas de este descontento incluían:
- La ausencia del rey, que no vino en persona a estos reinos a jurar los fueros.
- La corrupción generalizada en la clase municipal dirigente.
- El hambre debido a la escasez de trigo.
- Los efectos causados por una intensa peste.
- La existencia de piratería berberisca en sus costas, que provocaba inseguridad y descontento.
En Valencia, el rey apoyó este movimiento en sus inicios, y el pueblo se armó; la nobleza, mientras tanto, abandonaba la ciudad para evitar la peste. Ello provocó un vacío de poder que fue aprovechado por los agermanados, quienes establecieron un gobierno colegiado que se rebeló contra la nobleza y el patriciado urbano.
Germana de Foix fue nombrada virreina de Valencia e inició una represión contra los agermanados hasta 1528, año en que se declaró una paz general.
Política Exterior de Carlos V: Un Imperio en Constante Lucha
Conflictos con Francia: La Rivalidad con Francisco I
Al tradicional antagonismo de Francia y España se unió la rivalidad personal entre Carlos V y Francisco I por la posesión de Italia y la corona imperial.
La primera guerra estalló en 1521. Los franceses invadieron Navarra y trataron de asegurar su hegemonía en el norte de Italia. Fueron derrotados en la Batalla de Pavía (1525), y Francisco I fue hecho prisionero de Carlos V. Se firmó la paz con el Tratado de Madrid, por el que Francia renunciaba al Ducado de Borgoña y a sus pretensiones sobre Italia.
Francia no cumplió las condiciones y formó la Liga Clementina (aliándose con el Papa, Inglaterra y varias ciudades italianas) contra Carlos V. El enfrentamiento llevó al triunfo a Carlos V tras el Saqueo de Roma (1527), la deserción de Génova de la Liga y la Paz de Cambrai, que supuso de nuevo la renuncia francesa a Italia y la de Carlos V a Borgoña.
Las luchas con Francia se reanudaron en 1536 en Italia y en las fronteras de Flandes y los Países Bajos. Las hostilidades se prolongaron durante veinte años.
La última de las guerras franco-españolas del reinado de Carlos V se libró tras su abdicación en 1556. Culminó con la victoria de Felipe II en la ciudad francesa de San Quintín (1557). La Paz de Cateau-Cambrésis (1559) estableció de forma duradera la hegemonía española en Italia y en toda la Europa occidental.
Enfrentamientos con el Imperio Otomano y el Dominio del Mediterráneo
El Imperio Otomano inició una ofensiva por los Balcanes que le llevó a la conquista de Hungría (Batalla de Mohács) y al asedio de Viena. Ante la amenaza de invadir Austria, el Emperador hizo frente.
En el Mediterráneo, tuvo éxitos aislados, pero también sufrió importantes derrotas. Al final de su reinado, Carlos V hubo de reconocer la hegemonía turca sobre el Mediterráneo.
La Crisis de la Reforma: Enfrentamientos con los Protestantes
La ruptura de la unidad católica por la rebelión religiosa se denominó Reforma Protestante. El fraile agustino Martín Lutero había propuesto la reforma de la Iglesia Católica en sus 95 Tesis de Wittenberg, en las que criticaba algunas prácticas de la Iglesia.
Lutero contó con las simpatías de algunos príncipes alemanes, que veían en el desmantelamiento de la Iglesia católica un excelente medio de independizarse más del Emperador. Carlos V celebró la Dieta de Worms (1521), que presidió el Emperador y en la que se pidió a Lutero que se retractara; pero este se negó y se puso bajo la protección de Federico de Sajonia, el primer príncipe alemán que aceptó las ideas de Lutero.
Los príncipes protestantes formaron la Liga de Esmalcalda, una coalición política y militar que se enfrentaría al Emperador y a los católicos. En la Batalla de Mühlberg (1547) triunfó el Emperador, pero el entendimiento fue imposible; los protestantes se aliaron con el nuevo rey francés, Enrique II.
En 1555 se concertó la Paz de Augsburgo, que estableció la división entre católicos y protestantes. Para reorganizar el catolicismo y evitar la propagación del protestantismo, se celebró el Concilio de Trento (1545-1563).
Tras la derrota moral, Carlos V se retiró al Monasterio de Yuste después de renunciar a la corona imperial y al reino de Austria a favor de su hermano Fernando I. La corona hispana, junto a las posesiones de Italia, el Franco Condado de Borgoña y los Países Bajos, quedaron en manos de su hijo Felipe II.