Filósofo de la Sospecha: Nietzsche y la Crítica a la Cultura Occidental
Nietzsche sostiene que el ser humano se ha equivocado, culpando principalmente al cristianismo. Por ello, puede ser considerado un filósofo de la sospecha, junto a pensadores como Marx y Freud.
Critica la cultura occidental, que se ha extendido durante siglos, por haber envenenado y pervertido al ser humano y, en consecuencia, su modo de vida. En Occidente (particularmente en Europa), los valores predominantes son la benevolencia, la resignación y la debilidad.
La imagen de un “mundo del más allá” surge de la insatisfacción con el mundo en el que vivimos. Nietzsche augura un futuro basado en el nihilismo. Sus aportaciones denuncian la decadencia de la cultura europea y sientan las bases de la denominada filosofía de la vida.
El Vitalismo: La Vida Más Allá de los Conceptos Racionales
La corriente vitalista considera que la vida está compuesta de instintos, pasiones y afectos, y que carece de una esencia puramente racional. Para esta perspectiva, la intuición y la imaginación son más válidas que el intelecto.
Nietzsche, como vitalista, critica la metafísica y desprecia el racionalismo, pues sostiene que los conceptos deforman la realidad. La tragedia, según él, conforma el verdadero fundamento de la vida. Fenómenos como el nacimiento y la muerte no pueden percibirse a través de conceptos, sino mediante el sentimiento trágico de la vida.
El vitalismo concibe la vida como algo en continua transformación; el racionalismo, por el contrario, la percibe como algo inmóvil y estático.
Dioniso y Apolo: Fuerzas Contrapuestas en la Existencia Humana
Nietzsche utiliza las figuras de Dioniso y Apolo para representar dos fuerzas fundamentales en la vida:
- Dioniso: Encarna la postura irracional, el desorden, el desenfreno y la embriaguez; es el dios de la noche y de las pasiones.
- Apolo: Representa la postura racional, la medida, la armonía y la claridad; es el dios de la luz y la forma.
Aunque uno no puede existir sin el otro, la tradición filosófica europea ha dictado que la razón (Apolo) debe prevalecer por encima del placer y la pasión (Dioniso). Nietzsche rechaza esta actitud y proclama la necesidad de recuperar el equilibrio entre ambas visiones para una vida plena.
Conocimiento y Voluntad de Poder
Para Nietzsche, el factor decisivo para el desarrollo humano no es el ansia de saber, sino la voluntad de poder. Dioniso, en este sentido, hace un llamamiento a liberar la voluntad de nuestros deseos para que podamos gozar plenamente de la vida. La filosofía racional, especialmente después de Sócrates y Platón, ha situado el alma por encima del cuerpo, considerando el entendimiento como el fin último del ser humano, una visión que Nietzsche cuestiona profundamente.
Crítica a la Metafísica: La Falsedad de los Conceptos Estáticos
Para Nietzsche, explicar el significado profundo de la vida mediante conceptos es una falsedad, dado que la vida es inherentemente variable y efímera. La metafísica, al intentar negar la variabilidad de la realidad, niega la propia existencia. Además, desprecia el mundo físico y considera como “real” un mundo nacido de la imaginación.
El Lenguaje y sus Trampas
Hemos asignado nombres a los conceptos para facilitar la comprensión mutua. El artista es consciente de que la supuesta invariabilidad es un engaño. El científico, por el contrario, se autoengaña al creer que los conceptos son inmutables. Un ejemplo de esta transformación constante es el ciclo del gusano a la mariposa, que desafía la idea de una esencia fija.
Negación de la Trascendencia
Nietzsche sostiene que la metafísica, la religión y la moral son las principales causantes de la decadencia de la humanidad. El ser humano debe buscar en su interior la finalidad de su vida, en lugar de dejarse llevar por imposiciones externas. Argumenta que la ilusión de un “más allá” puede ser, en realidad, el resultado de un deseo intrínseco de superarse a uno mismo.
Moral de los Esclavos y Moral de los Señores: Una Genealogía de los Valores
En su crítica de la moral, Nietzsche emplea el método genealógico, que investiga el origen psicológico de los valores morales. Distingue dos tipos fundamentales:
- Moral de los Señores: Surge del amor a la vida y la satisfacción de vivir; por ello, es la única que considera aceptable. Lo “bueno” se asocia con el individuo fuerte, dominante y orgulloso, como el soldado.
- Moral de los Esclavos: Emana del resentimiento, el odio, la envidia y la impotencia. Lo “bueno” se identifica con aquellos que sufren. Este grupo busca dominar al poderoso e imponer sus propios valores (ejemplificados en el cristianismo y el socialismo). Nietzsche llega a afirmar que, en la moral de los esclavos, el “bueno” y el “tonto” prácticamente coinciden.
La conciencia moral, según Nietzsche, surge del interior del ser humano con el fin de limitar los deseos y los impulsos individuales. En lugar de exteriorizar sus instintos, el ser humano los reprime. La nueva moral, por tanto, debe ser una afirmación de la vida.
La voluntad de poder es la fuerza creadora de valores, impulsando al ser a ser cada vez mejor y más fuerte. Se postula la necesidad de una vida sana, fuerte y afirmativa, similar a la moral de los señores.
El Superhombre: Más Allá de la Muerte de Dios
Con la proclamación de que “Dios ha muerto”, Nietzsche introduce la figura del Superhombre (Übermensch). Zaratustra nos habla de la esperanza del Superhombre, en contraste con el “último hombre”, carente de idealismo, fuerza creativa o motivación. Habiendo perdido la iniciativa frente a cualquier proyecto, la pasividad del ser humano deriva hacia el nihilismo.
El Superhombre expresa la voluntad humana de mejorar y de superarse a sí mismo. El deseo de alcanzar esta figura pone de relieve la insatisfacción con el estado actual y el intento de lograr un mejor nivel de vida. Para ello, el ser humano necesita concebir su estancia en la Tierra como un lugar para vivir plenamente (no como un mero lugar de paso) si desea realizar sus aspiraciones.
La figura del “loco” simboliza el impacto y la confusión que conlleva la muerte de Dios. Aunque todos contribuimos a esta “muerte”, el primero en darse cuenta del vacío que deja es el loco, quien no puede creerlo. Sin la figura de Cristo o Dios, el ser humano debe reivindicar el progreso de la humanidad por sí mismo.
Tras la muerte de Dios, Nietzsche plantea dos situaciones:
- Una negativa: La desorientación y el desconcierto moral, ante los peligros de un mundo sin trascendencia. Todos somos, en cierto modo, el “último hombre” porque vivimos hasta la muerte; por tanto, el último hombre es también nihilista.
- Una positiva: El ser humano puede plasmar sobre la Tierra los sueños y aspiraciones que antes había proyectado en un mundo trascendente.
El Proceso de Transformación del Espíritu
Nietzsche describe un proceso de transformación del espíritu humano a través de tres metamorfosis:
- El Camello: Representa la ley moral y la obediencia. Lleva una carga por respeto a esa ley, vive con resignación y el deber es su vida, sin espacio para el disfrute.
- El León: Consigue liberarse de la carga. Piensa que la moral ha sido injusta con él (cuando era camello) porque lo estaba oprimiendo. Su voluntad se antepone a la ley moral, buscando la libertad.
- El Niño: Se convierte en niño porque, habiéndose liberado, ahora puede crear nuevos valores. Dice “sí” a lo desconocido, con la inocencia y la creatividad de un juego nuevo.
La Voluntad de Poder: Afirmación y Superación
La naturaleza humana es inherentemente libre, impulsada por el deseo de progresar y por la voluntad. El conocimiento, para Nietzsche, es un recurso de la voluntad de poder, cuyo fin último es controlar y dar forma a la realidad. Intentamos captar una realidad en continuo movimiento mediante conceptos fijos, lo que implica que no existe una verdad absoluta. La filosofía, a menudo, ha ideado ficciones, ya que resulta más cómodo vivir en un mundo estable, sin cambios ni sobresaltos.
La voluntad de poder no se limita a someter a los débiles, sino que es, fundamentalmente, la conciencia de la propia fuerza y la capacidad de afirmarla. Cuanto más fuerte sea un individuo, mayores diferencias existirán entre los seres humanos, ya que Nietzsche no cree en la igualdad como ideal. Es esencial manifestar esta voluntad de poder, ya sea superándose a uno mismo o, en ocasiones, dominando a otros.
Los envidiosos y los engreídos, por su parte, impiden que los demás desarrollen su propio ámbito de poder para así mantener el suyo. A través de esta voluntad, el ser humano busca que sus derechos y su singularidad le sean reconocidos y afirmados.