La Filosofía de Karl Marx: Trabajo, Alienación e Ideología
Alienación en Marx
Procede del vocablo latino “alienus” (otro). Con Marx, adquiere un significado peyorativo, ya que viene a significar “estar fuera de uno mismo”. Estar alienado significa no reconocerse (identificarse) a uno mismo; por tanto, es sinónimo de deshumanización. El trabajador sufre alienación cuando no es valorado y no siente que aquello que realiza sea suyo (el producto). El producto se acaba convirtiendo en mercancía que, con su salida al mercado, se transforma en capital. El mismo producto que el obrero ha generado con su fuerza de trabajo le esclaviza y es un instrumento de explotación en el sistema capitalista. Paradójicamente, el obrero fabrica su propia opresión.
Fuerza de Trabajo
La fuerza de trabajo forma parte de las fuerzas productivas, junto con los medios de producción. El obrero pone su fuerza de trabajo a cambio de un salario.
El Trabajo del Proletariado y la Lucha de Clases
La sociedad capitalista se divide en clases sociales, y Marx señala que surge una contradicción fundamental entre las dos principales: la burguesía y el proletariado. La burguesía posee la propiedad privada de los medios de producción, mientras que el proletariado solo posee su fuerza de trabajo, su praxis, que debe vender a la burguesía para sobrevivir. De esta manera, se produce la explotación de una clase sobre otra, lo que da origen a la lucha de clases.
Esta explotación en el capitalismo se fundamenta en la alienación en el trabajo. En el sistema capitalista, el proletariado es la negación de lo humano y de la racionalidad del sistema, que le obliga a vender su praxis, impidiéndole realizarse como un sujeto auténticamente racional y creativo.
La Esencia Humana: El Trabajo como Actividad Liberadora
Para Marx, nuestra naturaleza humana radica en nuestra capacidad de trabajo. Su teoría otorga una importancia crucial al trabajo humano. Según Marx, lo que nos diferencia de los demás animales es fundamentalmente la capacidad humana de transformar la naturaleza de manera creativa: el trabajo. La forma en que los seres humanos intervenimos en el mundo que nos rodea es única, distinta a cómo los animales modifican su entorno.
Solo las personas somos capaces de planificar con antelación el modo en que vamos a transformar la realidad, sin seguir ciegamente los instintos. El proceso del trabajo implica el uso de la imaginación, la razón y la creatividad. En definitiva, modificamos el entorno para cubrir nuestras necesidades y deseos materiales. Marx concibe el trabajo como una actividad liberadora y creativa, donde se manifiesta nuestra verdadera condición humana, realizándonos como personas.
La Praxis: Transformación Teórico-Práctica de la Realidad
Para Marx, el auténtico conocimiento es la praxis, la actividad teórico-práctica a través de la cual el ser humano transforma la realidad. Si se transforma racionalmente la realidad en la mente o el pensamiento como actividad teórica, es para después aplicar una sensibilidad activa que transforme empíricamente la realidad de forma concreta, mediante la actividad práctica. Es decir, la teoría no debe quedar en lo abstracto, sino que debe encontrar un anclaje empírico en la realidad. En definitiva, solo se podrá afirmar la verdad de lo pensado cuando se haya realizado en el mundo.
La Ideología como Instrumento de Dominación y Alienación
Marx era consciente de que su concepción ideal del trabajo no se correspondía con la cruda realidad de los obreros en las fábricas. Explicó que esta discrepancia no era un error en su teoría, sino el resultado de una problemática profunda arraigada en la asimilación de las relaciones laborales en el mundo contemporáneo.
Por ejemplo, cuando un artesano fabrica un objeto, vuelca en esa actividad toda su energía y creatividad, que quedan plasmadas en el producto final, como un jarrón. El objeto fabricado contiene el fruto de su esfuerzo, y el artesano puede contemplarlo satisfecho porque le pertenece.
Marx explica que la explotación de los obreros se mantiene mediante el dominio de la ideología, que ofrece una interpretación deformada de la realidad y manipula la conciencia de los individuos. Su pretensión es justificar el dominio de los poderosos. Cuando las personas interiorizan la ideología dominante, terminan por aceptar el orden social y la forma de vida establecida como si fuesen naturales e imposibles de cambiar. En esto consiste la alienación ideológica.
Marx: El Maestro de la Sospecha
En conclusión, para Marx, el poder de la ideología se basa en el modo secreto y silencioso con el que domina la conciencia de la gente: la ideología no es transparente y no resulta fácil desentrañar su mecanismo de manipulación y condicionamiento. Por eso decimos que Marx es un maestro de la sospecha, por su insistencia en desvelar la carga ideológica que esconde nuestra habitual forma de pensar.
La Filosofía de Friedrich Nietzsche: La Afirmación de la Vida
La Crítica a la Razón y el Desprecio del Cuerpo
Todo el pensamiento de F. Nietzsche es una afirmación del valor irrepetible de la vida individual. El punto de partida para comprender al ser humano debe ser la vida, experimentada en toda su plenitud. Las personas no somos esencialmente racionales, como han sostenido los filósofos racionalistas; hay otra dimensión del ser humano que debe tenerse en cuenta: los elementos instintivos e irracionales (sentimientos). Esto es decisivo para el ser humano y, por tanto, muy importante en su estudio.
La crítica de Nietzsche se dirige hacia la filosofía occidental porque se ha negado a reconocer la importancia de la vida como experiencia filosófica, al no admitir que no todo es razón. Los filósofos a los que Nietzsche critica son aquellos que se han centrado en lo ultramundano, que han despreciado la vida, centrándose en el alma (considerada la parte más noble) mientras que la parte material (el cuerpo) quedaba despreciada. Para el filósofo, el principal culpable del desprecio a la vida fue Platón; este siempre insistió en la prioridad del espíritu sobre la materia, condenando todo lo corporal como pernicioso e inferior. Se atribuía al cuerpo material el origen de las imperfecciones y limitaciones de los seres humanos.
La Razón como Herramienta y el Peso de lo Irracional
En definitiva, la razón para Nietzsche no es un instrumento para alcanzar la verdad, sino que, si nos sirve, es únicamente para elaborar mentiras provechosas. Antes que seres racionales, somos vida e instinto. Más allá de la razón, existen impulsos irracionales que explican lo que somos. Nietzsche es un filósofo de la sospecha (término que introdujo Paul Ricoeur), junto con la insistencia en el peso de lo irracional en el ser humano.
Los “Despreciadores del Cuerpo”: Una Crítica Radical
Nietzsche se refiere con los “despreciadores del cuerpo” a toda aquella tradición de la historia de la filosofía occidental que ha apostado únicamente por la defensa del alma en desprecio del cuerpo. Todo este error comenzó con Platón y luego se acrecentó con la llegada del cristianismo.
La teoría que sostienen estos “despreciadores del cuerpo” es aquella que se centra en lo ultramundano: han despreciado la vida, centrándose en el alma (considerada la parte más noble) mientras que la parte material (el cuerpo) quedaba despreciada. Nietzsche nunca estará de acuerdo con ellos porque desprecian la vida; lo instintivo y lo irracional ha sido negado por la filosofía racionalista: la importancia de nuestros instintos más primarios. Nietzsche quiere recuperar esta dimensión de la vida, instintiva e irracional, ya que es fundamental para el ser humano; no se puede negar una parte central de nuestra existencia.
El Superhombre y la Voluntad de Poder: La Afirmación de la Vida Terrenal
La visión que aceptan los “despiertos” y “sapientes” es que únicamente somos cuerpo. El alma no será otra cosa que algo que pertenece al cuerpo; esto conlleva que solo somos cuerpo. Cuando se asuma esto, se habrá llegado a asumir la teoría del superhombre. En definitiva, el alma es un mero complemento accesorio del cuerpo, sin ninguna importancia para Nietzsche.
Quienes no aceptan esta visión se enojan porque sienten envidia de quienes sí han conseguido dar ese salto hacia el superhombre: aceptar la voluntad de poder y transmutar los valores anteriores (que desprecian el cuerpo) en unos nuevos. Esto significa que no aceptan este mundo, el terrenal, que es el único que tenemos. Por ello, se enojan “contra la vida y contra la tierra”, porque están más pendientes del mundo venidero y de la muerte que de lo único que realmente tenemos: cuerpo y vida.