La Acción Humana: Un Viaje Filosófico por la Libertad y la Responsabilidad
El punto de partida de este documento es que el ser humano habita en el mundo. Cuando se refiere a “mundo”, no es sencillamente el entramado total de causas y efectos, sino la “palestra llena de significados” en la que actuamos. Habitar el mundo significa actuar en él, y actuar no es solo responder ante los estímulos que encontramos en el medio, sino también inventarlo y demostrarlo sin pauta genética previa, es decir, sin instintos que determinen nuestra respuesta.
Por lo tanto, el ser humano pertenece a una especie que es “abierta” y “creándose” a sí misma sin cesar, tal y como postula el renacentista Pico Della Mirandola. La cuestión a dilucidar es la siguiente: si crear el mundo es igual que actuar en el mundo, entonces, ¿qué es la acción y qué significado tiene en el mundo?
¿Qué es la Acción Humana? Distinciones y Voluntad
O lo que es lo mismo:
- ¿Qué es la acción humana y cómo se diferencia de los demás seres, incluso de otros gestos que también hacemos los humanos?
- ¿No será una mera ilusión creer que somos capaces de actuar y no simplemente de responder ante lo que nos rodea?
A propósito del revisor y el billete, Savater distingue entre:
- Lo que meramente nos pasa.
- Lo que hacemos sin darnos cuenta y sin querer.
- Lo que hacemos sin darnos cuenta, pero según una rutina voluntariamente adquirida.
- Lo que hacemos dándonos cuenta y queriendo. La “acción” es un acto voluntario.
Por lo tanto, ¿cómo sabemos si un acto es voluntario o no?
- Savater nos habla de la Ética Nicomáquea de Aristóteles, donde se problematiza la noción de acto voluntario o propósito, a propósito también del ejemplo del “capitán de navío”: a veces actuamos voluntariamente contra nuestra voluntad.
- También recoge la opinión de Wittgenstein en sus Investigaciones Filosóficas, que viene a decirnos, según Savater, que si nada nos impide externa o fisiológicamente mover el brazo, querer levantarlo y levantarlo son el mismo hecho. Pero Savater insiste en que hay algo más: tan capaz soy de mover el brazo como de no moverlo.
A la posibilidad de hacer o de no hacer, de dar el “sí” o el “no” a ciertos actos que dependen de mí, le llamamos libertad.
Libertad y Determinismo: ¿Una Ilusión?
¿Es una ilusión la libertad que nos hacemos sobre nuestras posibilidades reales? Después de todo, dice Savater, y según la doctrina determinista, uno de los puntos de vista filosóficos más persistentes desde la antigüedad, todo cuanto ocurre tiene su causa determinante de acuerdo con las leyes de la naturaleza. Por lo tanto, solo nuestra ignorancia acerca de cómo están las cosas en el momento A justifica nuestra sorpresa ante lo que ocurre en el momento B. Luego, ¿dónde queda entonces el “sí” o el “no” de la libertad? ¿No será el acto libre aquel que no podemos prever?
Según Savater, ni el determinismo fuerte de Laplace ni el indeterminismo de Heisenberg o Prigogine pueden responder a la pregunta sobre la libertad humana. Porque la cuestión acerca de la libertad no se dirime en el ámbito de la física, sino en el ámbito de la acción humana, un ámbito en el que hay que barajar variables tan difíciles de manejar como la voluntad, la intención, los motivos, la previsión, etc. Lo físico o fisiológicamente determinado no tiene por qué excluir la emergencia de la acción libre.
Precisiones sobre la Noción de Libertad
¿Por qué la libertad no puede provenir de formas estrictamente determinadas?
- La libertad no supone un acto sin causa previa; no es un milagro, sino que tiene otro tipo de causa.
- Su causa es un sujeto capaz de “querer”, de “elegir” y de realizar intenciones, de poner en práctica proyectos.
- No se trata de una ruptura en la cadena de la causalidad, sino de una nueva línea de consideración práctica que la enriquece.
Distintos Usos y Perspectivas de la Libertad
Acepciones del Término Libertad
- La libertad como “disponibilidad” para actuar según deseos o proyectos. Este primer uso implica cierta probabilidad de lograr lo que me propongo o, dicho de otro modo, ante lo imposible nadie es realmente libre.
- La libertad de querer lo que quiero y no solo de hacer o intentar hacer lo que quiero. A este segundo uso los estoicos la llamaron “la invulnerable libertad de la voluntad humana”.
- La libertad de querer lo que no queremos y de no querer lo que de hecho queremos. No es idéntico lo que quiero hacer ahora y lo que quiero ser: “veo lo mejor y lo apruebo, pero sigo haciendo lo peor”.
Schopenhauer, Freud y Sartre: Visiones de la Voluntad y la Existencia
Arthur Schopenhauer niega la tercera acepción de libertad. A principios del siglo XIX, según él, un filósofo vitalista, los seres humanos, como el resto de los seres en distinto grado, estamos formados básicamente de voluntad; estamos formados de querer vivir, devorar… Somos lo que queremos porque estamos constituidos íntimamente por nuestros deseos. Por tanto, somos libres en el segundo sentido, somos libres de querer lo que queremos, pero no podemos elegir nuestra voluntad ni modificarla a nuestro gusto. Somos voluntad, somos nuestros deseos. Somos el conjunto de esos deseos, no el resultado de los mismos.
En conclusión, según Arthur Schopenhauer, es compatible la libertad más radical (“soy lo que quiero ser”) con el más estricto determinismo (“no tengo más remedio que ser lo que soy”). Uno puede hacerse ilusiones sobre lo que le gustaría ser hasta que un motivo irresistible nos demuestra lo que realmente somos y queremos. Freud compartió gran parte de esta perspectiva schopenhaueriana sobre las motivaciones inconscientes de la actuación humana.
En el siglo XX, Sartre acuñó toda una metafísica radical de la libertad según la tercera acepción: el existencialismo, según el cual el ser humano existe sin esencia ni carácter inmutable alguno que lo predetermine. Somos lo que anhelamos ser: la capacidad de desmentir lo que previamente hemos sido. Seres abiertos a transformaciones, capaces de cambiar de camino, seres libres, pues, de querer. El sentido radical de la libertad humana según Sartre: la libertad humana es la vocación de negar lo que nos rodea y de proyectar otra realidad alternativa a partir de nuestros deseos o pasiones libremente asumidas. Estamos condenados a la libertad, ya que esta nos define como seres humanos.
En cualquiera de sus usos teóricos, reconocer que somos seres libres supone admitir que los seres humanos orientamos nuestra actividad según intenciones que agrupan una serie de actos concatenados. ¿Sobre qué aspecto (intenciones-acciones concatenadas para tales fines) recae el peso de la libertad?
Libertad, Responsabilidad y Convivencia Social
Filósofos como Davidson solo reconocen como acciones verdaderas (libres) los movimientos corporales voluntarios. Por otra parte, según el “sartriano” más radical, nadie negará que los apetitos instintivos nos empujen a actuar en ciertas ocasiones. También parece evidente que, además de apetitos, podemos señalar “motivos”, “razones” o consideraciones a más largo plazo que buscan ser compatibles con nuestros semejantes, sin los cuales no es posible comprender verdaderamente la acción humana. Pero la comprensión de la acción humana exige además una perspectiva interna al sujeto agente, que reconozca una conexión entre lo que pensamos y lo que hacemos: entre nuestro universo simbólico y nuestro desempeño vital en el mundo físico.
La Importancia de la Libertad para el Ser Humano
En cualquier caso, ¿por qué es tan importante para el ser humano la cuestión de la libertad? Según Hume (siglo XVIII), porque permite atribuir responsabilidades, sin las cuales no se puede articular la convivencia en ningún tipo de sociedad. La asunción de responsabilidad marca la diferencia entre seres libres o no. Se es libre cuando se puede asumir la responsabilidad que conlleva la libertad. O al menos es lo que cree E. Fromm en su obra El miedo a la libertad.
En la antigüedad no conocían el segundo y el tercer sentido de libertad, solo el primero: libertad como disponibilidad. Pero no como libertad de querer lo que quiero y no solo de hacer o intentar hacer lo que quiero, o el tercer uso de la libertad de querer lo que no queremos y de no querer lo que de hecho queremos. Según Sófocles, trágico griego, lo que nos hace responsables es la reflexión sobre lo que hemos hecho, no lo que hacemos y tampoco lo que proyectamos hacer.
En la modernidad, la responsabilidad es la contrapartida necesaria de la libertad, su reverso: Macbeth es libre de asesinar a Duncan para coronarse como deseaba, pero no para desprenderse de sus consecuencias. En la actualidad, se dice: “todos somos culpables de todo, luego nadie es culpable de nada”. Frente a esta concepción actual de la responsabilidad, Savater se opone a la disolución de la responsabilidad individual que esta conlleva. En cuyo caso no estaríamos hablando de acciones humanas, sino de accidentes fatales. A propósito de lo cual Savater se pregunta: ¿no será la libertad el accidente fatal de la vida humana en sociedad?
Perspectivas Orientales: Desapego y Acción
En La canción del señor, incluido en el Mahabharata, la gran epopeya hindú, el dios Krishna alecciona al rey Arjuna sobre lo siguiente: a cada uno le corresponde actuar como lo que es, pero la sabiduría consiste en no experimentar apego por los frutos o consecuencias de la acción. Nos corresponde, pues, actuar sin dejarnos perturbar por el deseo, la ira, el temor o la esperanza.
Krishna es un dios difícil de entender para la mentalidad cristiana. La misma idea de entregarse con pleno “desinterés” a la acción es contraria a cuanto significa “proyecto”, “intención”, así como el “éxito” y “fracaso” de lo emprendido. Aunque el peso de la responsabilidad de la acción se alivia con el chocante razonamiento de que hay que actuar sobre lo inevitable como si fuera evitable.
Podemos encontrar paralelismos entre esta perspectiva oriental y la forma de pensar de los estoicos o de Spinoza, aunque desembocan en reglas prácticas muy distintas: en el pensamiento occidental, el entramado causal dentro del que actuamos permite “entender” mejor la acción, pero nunca nos desentendemos de ella, es decir, de sus objetivos y consecuencias. Octavio Paz, en su obra Vislumbres de la India, reprocha a Arjuna que su heroísmo espiritual no revele su amor al prójimo. Arjuna no salva su alma a nadie más que a sí mismo; Krishna predica un desinterés sin filantropía: la acción es desinteresada.
Y sin embargo, todos buscamos algo que nos aligere de la gravosa carga de la libertad. El ser humano parece ser el único animal que puede estar descontento consigo mismo. ¿Cómo puede arrepentirse uno de aquello que hace su libertad natural? ¿Cómo puede crearnos conflictos íntimos el natural desarrollo de lo que realmente somos? ¿Cuál es nuestra naturaleza, qué sentido tiene la noción de naturaleza para nosotros?