La Filosofía de Immanuel Kant
Immanuel Kant (Königsberg, Prusia) fue un filósofo prusiano de la Ilustración. Fue el principal representante del criticismo y precursor del idealismo alemán. Es considerado uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal. Además, es uno de los últimos pensadores de la modernidad, anterior a la filosofía contemporánea, cuyo origen suele situarse en 1831, tras la muerte de Hegel.
Preguntas Fundamentales y Obras Capitales
Kant distinguió tres preguntas filosóficas a las que dedicó sus obras capitales:
- «¿Qué puedo conocer?» en la Crítica de la razón pura.
- «¿Qué debo hacer?» en la Crítica de la razón práctica.
- «¿Qué puedo esperar?» en la Crítica del juicio.
Estas tres preguntas pueden resumirse en una: «¿Qué es el hombre?» Asimismo, Kant propuso que la metafísica tradicional podía reinterpretarse a través de la epistemología, al considerar que los problemas metafísicos podían abordarse al entender y relacionar la fuente con los límites del conocimiento.
Aportaciones y Síntesis Filosófica
Kant realizó importantes aportaciones en los campos de la ciencia, el derecho, la epistemología, la moral, la religión, la política y la historia, logrando incluso una síntesis entre el empirismo y el racionalismo. Aceptó que, si bien todo nuestro conocimiento empieza con la experiencia, no todo procede de ella, dando a entender que la razón juega un papel importante. Kant argumentaba que la experiencia, los valores y el significado mismo de la vida serían completamente subjetivos si no hubiesen sido subsumidos por la razón pura, y que usar la razón sin aplicarla a la experiencia nos llevaría inevitablemente a ilusiones teóricas.
Con Kant, culmina el pensamiento ilustrado y supo, como nadie, hacer honor al lema de este movimiento: Sapere aude (atrévete a saber). Así, Kant aseguraba que la Ilustración suponía la salida del ser humano de su minoría de edad, es decir, la autonomía de la razón, sinónimo de libertad.
La filosofía crítica de Kant supuso una síntesis o superación del racionalismo y el empirismo, poniendo fin a un debate que había durado siglos. A esta etapa corresponden sus obras fundamentales: Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica y Crítica del juicio.
A diferencia de David Hume, Kant rechazó el escepticismo y, en su lugar, decidió empezar de cero. Aquí precisamente reside uno de los mayores logros del filósofo ilustrado: haber sido capaz de replantearse toda la historia del pensamiento filosófico.
La primera obra, desarrollada en la Crítica de la razón pura, busca la fuente, el origen y los límites del conocimiento. La segunda, abordada en la Crítica de la razón práctica, establece reglas de actuación. La tercera, analizada en la Crítica del juicio, se relaciona con la esperanza. La cuarta, que resume las tres anteriores, intenta averiguar el sentido de la existencia humana.
El Pensamiento de Friedrich Nietzsche
Friedrich Wilhelm Nietzsche fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, cuya obra ejerció una profunda influencia en el pensamiento mundial contemporáneo y en la cultura occidental.
Nietzsche escribió sobre temas tan diversos como el arte, la filología, la música, la historia, la religión, la ciencia y la tragedia. Realizó una crítica de la cultura, la religión y la filosofía occidental mediante la genealogía de los conceptos que las integran, basándose en el análisis de las actitudes morales (positivas y negativas) hacia la vida.
La Crisis de la Cultura Occidental
Toda la cultura occidental tiene sus raíces en la Grecia Clásica y en la racionalidad defendida por Sócrates y Platón. Sin embargo, Nietzsche interpretó esta etapa como el fin de la Grecia arcaica, una fase filosófica que entendía la vida en sus dos aspectos fundamentales, representados en la tragedia griega por Apolo y Dioniso. El primero representaba el orden, la razón, la mesura; mientras que el segundo representaba lo irracional, lo instintivo, lo biológico.
Pero a partir de Sócrates, se olvidó toda la dimensión dionisíaca de la realidad, en favor de la apolínea. Desde ese momento, todo fue luz, belleza y armonía. Por eso, para Nietzsche, la crisis de la cultura occidental comenzó con Sócrates y Platón, quienes negaron el mundo de la vida, de la tierra y del cuerpo, e inventaron un mundo racional, al que consideraron el único real, identificando el mundo biológico como el no-ser o lo no-real.
La crisis de la cultura occidental alcanzó su máximo esplendor con la tradición judeocristiana, al considerar que la creencia en un único Dios constituía la máxima perversión de la misma. El ataque de Nietzsche a la tradición occidental se dirigió a:
- La filosofía, entendida como metafísica.
- La religión.
- La moral.
- La ciencia.
Estos ámbitos de la vida fueron inventados y corrompidos. El triunfo de lo apolíneo sobre lo dionisíaco supuso, para Nietzsche, el fin del espíritu griego arcaico. Nietzsche no negó el conocimiento, pero defendió su carácter relativo, el subjetivismo y el perspectivismo.
El Concepto de Dios en Nietzsche
Para comprender el pensamiento de Nietzsche, es fundamental entender la concepción que el filósofo tenía sobre Dios.
«Dios ha muerto» y, con él, los viejos prejuicios de la tradición griega-judeocristiana-occidental, lo que implicó el abandono de la idea de la existencia de verdades absolutas.
Con la «muerte de Dios», ya no había dónde asirse. Dios era la forma de aceptar todos los males de la vida, al no poder aceptar que la vida también tiene una dimensión trágica. Dios representaba el Absoluto, el asidero donde todos encontraban una falsa seguridad. Dios representaba la verdad y el bien, la objetividad. Una vez «muerto», fue sustituido por otros aspectos de la existencia como la Naturaleza, el Progreso o la Ciencia, que, al entenderse en sentido absoluto, podían ser comparados con el mismo Dios. Pero solo aceptando la «muerte de Dios», asumiendo que no hay más fundamento de la moral que el ser humano, negando lo absoluto y aceptando el perspectivismo y la posibilidad de vivir en el devenir, se daría la condición esencial para el nacimiento del superhombre. Este último es aquel que ha alcanzado un estado de madurez espiritual y moral superior al del «último hombre» y al del hombre común. Es capaz de generar su propio sistema de valores, identificando como bueno todo lo que procede de su genuina voluntad de poder.
El Nihilismo de Nietzsche
Toda la cultura occidental es nihilista al creer en la existencia de unos valores absolutos como el bien o la verdad, depositando todas sus esperanzas en algo que no existe y rechazando así la única realidad existente: el mundo de la vida, el mundo sensible. En este sentido, se trata de un nihilismo negativo.
Por otro lado, el nihilismo como conciencia de la «muerte de Dios» puede ser pasivo o activo. El primero, una vez que Dios ha «muerto», no encuentra ningún sentido a su vida y cae en la desesperación. El segundo es el de aquel capaz de invertir los valores, acabar con los antiguos e inventarse unos nuevos.
Este es el nihilismo defendido por Nietzsche al proponer, con su filosofía del martillo, la destrucción de todos los valores tradicionales y su sustitución por otros totalmente nuevos, siendo una condición necesaria para el surgimiento del superhombre.
Cuando Nietzsche habla de destruir los valores, no se refiere en ningún momento a vivir sin ellos, sino a invertirlos. Se trata de superar la antigua tradición que condenaba la vida y su aspecto irracional, proponiendo valores que supongan la afirmación de la vida. Esto sería la superación de esta «moral de esclavos», en favor de la «moral del amo», lo que permite el triunfo de la moral del superhombre.
Conceptos Clave: Eterno Retorno y Voluntad de Poder
El eterno retorno de lo mismo consiste en aceptar que todo lo malo y lo bueno de la vida —el pasado, el presente y el futuro— se repetirá hasta el infinito (y más allá). Esta es la máxima afirmación de la vida. La vida es nacer y morir, es fugacidad, devenir. «Todo cambia, nada permanece», como decía Heráclito, quien añadía: «lo único permanente es el cambio». Solo existe el instante, y ese instante es el que hay que querer repetir.
No significa que el instante no se acabe, sino el deseo de que no se acabe, de que dure eternamente, sin fin. He aquí la única permanencia. Y esto conduce a la voluntad de poder.
La voluntad de poder es el punto de partida de toda realidad, la fuerza vital que impulsa al ser humano a superarse. Nietzsche consideraba que todo lo que existe tiene voluntad de vivir, y que esa voluntad es irracional. Por ello, la razón constituye únicamente una parte de la realidad, ya que en esta existen el caos, la muerte, lo múltiple y el cambio.
La razón, para este pensador, está sometida a lo irracional, al instinto, a las emociones. La voluntad, esa fuerza vital, lo dirige todo, aunque brevemente, y está presente en todos los seres humanos. No tiene sentido ni finalidad. Es el principio y fin de la existencia y de la vida.
Profundizando en el Nihilismo de Nietzsche
Para entender el nihilismo de Nietzsche en su totalidad, primero debemos analizar su significado y su origen. Etimológicamente, el término procede del latín nihil = nada. Por tanto, desde su origen ha sido asociado con aquel individuo que no cree en nada y para quien la vida carece de sentido.
En la actualidad, Nietzsche es el máximo exponente del nihilismo, el cual se fundamenta bajo dos grandes premisas:
La Filosofía del Martillo
La Filosofía del martillo es aquella que establece la destrucción de todos los valores tradicionales y su sustitución por otros nuevos. Esos nuevos valores, según Nietzsche, deben ser creados por el filósofo, destruyendo a golpe de martillo los valores tradicionales. Así, la filosofía se erige como una acción liberadora mediante el martillo, que se aleja de la filosofía dogmática, teórica y tradicional (metafísica). Con ella, se fragua la «muerte de Dios» y nace la nueva filosofía.
«Dios ha muerto» y el Nacimiento del Superhombre
«Dios ha muerto» / Nace el superhombre: Con la «muerte de Dios», Nietzsche se refiere a la desaparición de los valores supremos, las verdades absolutas y los prejuicios de la cultura y tradición clásica-judeocristiana-occidental. Es decir, ya no hay referentes o asideros, porque todo ello estaba representado en la figura de Dios (lo absoluto). Por tanto, al «morir» se crea un enorme vacío que se sustentaba en la falsa seguridad que nos proporcionaba Dios.
Ahora bien, una vez «muerto Dios», ¿qué sucede? Según Nietzsche, es sustituido por la ciencia, el progreso y la naturaleza. Con la evolución de nuestra cultura e historia occidental, los valores se invierten o se reconstruyen, y nace un nuevo tipo de hombre: el superhombre.
El superhombre sustituye a Dios y es aquel que posee una moral superior al hombre anterior, capaz de crear su propio ideario y sistema de valores, que ha alcanzado una madurez espiritual y que afirma la vida. En definitiva, Nietzsche establece que la cultura occidental ha llegado a su propia ruina porque sus valores se han devaluado y han entrado en decadencia (la metafísica, el cristianismo y la vieja moral se han agotado), ya que no sirven para dar respuesta a las grandes incógnitas. Así, la función del nihilismo sería negar para afirmar y destruir para crear.
Características del Nihilismo de Nietzsche
Las principales características que definen el nihilismo de Nietzsche son:
- Cuestionamiento de nuestra propia existencia y de nuestra percepción del mundo: La llegada del nihilismo supone el cuestionamiento, derrumbe y desvalorización de los valores supremos (Dios, la verdad y el bien), válidos hasta el momento y carentes de sentido. Es decir, nos ayuda a cuestionar y a cambiar nuestra percepción del mundo y de nuestra propia existencia. Por tanto, supone la «muerte de Dios» y el nacimiento del superhombre.
- El nihilismo se basa en la historia de la posición de los valores: La cual se divide en tres etapas:
- Instauración de los valores.
- Destitución de los valores (aparece el nihilismo).
- Transvaloración de los valores.
- Crítica a la filosofía / metafísica: Para Nietzsche, la filosofía es la historia del error y la metafísica es la gran culpable de haber fomentado y creado un mundo dividido en grandes categorías ficticias, sustentado en los valores superiores.
- La filosofía occidental debe ser una instauradora de valores: A través de un proceso de desvalorización-transvaloración de los valores, lo que se conoce como la Filosofía del martillo.
- El nihilismo forma parte de un proceso histórico: Es fruto de un proceso histórico que descubre que detrás de nuestra forma de interpretar el mundo no hay nada y cuestiona los valores supremos.
- El nihilismo no es decadencia de valores, sino inversión: No supone la decadencia de los valores, sino que propicia la inversión de los valores creados por el propio hombre.
Crítica a la Cultura Occidental
Moral
Para Nietzsche, lo más importante es el individuo y la vida en la tierra. Lo contrario —el amor al prójimo, la piedad, la misericordia— va en contra de los intereses del propio individuo y, por lo tanto, son valores negativos. Pero para el cristianismo, que se apoya en el platonismo y es la base de la cultura occidental, son valores positivos. La fuerza, el valor, el placer, valores propios de las culturas antiguas, son también los propios del superhombre (*Übermensch*), el nuevo ser humano que surgirá tras la «muerte de Dios». Porque el ser humano es, por encima de todo, voluntad de poder.
Nietzsche parte de dos conceptos para su crítica de la cultura occidental: lo apolíneo y lo dionisíaco, términos relacionados con dos importantes figuras de la mitología griega, Apolo y Dioniso. El primero simboliza el equilibrio, lo racional, la sobriedad; mientras que el segundo representa el caos, lo irracional y la embriaguez. Y en esta contradicción se apoya toda la cultura clásica. Estos conceptos aparecen por primera vez en su obra El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música. El superhombre de Nietzsche es aquel que ha cambiado la «moral de siervos» por la «moral de señores»; es decir, ha sustituido los valores propios de una moral decadente por unos valores que tienen en cuenta al ser humano como lo que es: una persona con un cuerpo, el cual tiene necesidades y que vive en la tierra, en el mundo sensible. Este es el único mundo que hay; poner las esperanzas en algo que no existe significa perder la vida y el tiempo. Lo fundamental es el individuo, el yo, y su propia moral.
Metafísica
Con el platonismo y el cristianismo, aseguraba Nietzsche, la filosofía se convirtió en negadora de la vida, despreciando el mundo terreno y el cuerpo, y defendiendo la pureza del mundo espiritual y el alma. El dualismo ha llevado a hablar de lo bueno y de lo malo en sentido absoluto y en función de unos valores que no tienen en cuenta esta vida, las pasiones del ser humano y su parte irracional, que es precisamente lo esencial en todo ser humano.
Al negar la vida, el individuo encuentra que su vida carece de sentido, toma conciencia del vacío de la existencia y cae en el nihilismo. Por otro lado, Nietzsche defendió el nihilismo de aquel que ha «matado a Dios» y que no lo necesita como norma moral; el de aquel que se impone a sí mismo sus propios valores, el del superhombre, quien sucederá al «último hombre». Este último es aquel que, si bien acepta la «muerte de Dios», se encuentra perdido sin él, cayendo en el nihilismo pesimista. Los cristianos defienden la existencia del cielo, al igual que Platón la del mundo inteligible. Pero Nietzsche aseguraba que después de la Tierra, solo queda la Tierra; no hay otra cosa. El eterno retorno es algo más que una afirmación total de la vida en la Tierra; además, cumple una función ética. Aceptar el eterno retorno de lo mismo supone una asunción de los propios actos, una responsabilidad, y por ello, sirve como advertencia. El arrepentimiento no tiene ningún sentido, independientemente de las consecuencias o de los sentimientos provocados por las acciones individuales.
Religión
Nietzsche afirmó que el origen del cristianismo y de todas las demás religiones es el miedo y la angustia. Además, las religiones no tratan de buscar la verdad, sino que asumen que la única verdad existente es Dios y el más allá. Es decir, al igual que la metafísica, hacen suya la trascendencia.
El filósofo alemán atacó en su crítica, especialmente en El Anticristo, la tradición judeocristiana-medieval-moderna, que va en contra de lo dionisíaco del mundo clásico y se inventa un mundo irreal en el que hay que depositar toda esperanza.
El cristianismo, aseguraba Nietzsche, no es más que un «platonismo del pueblo», vulgar y dirigido a personas débiles, aquellos que tienen una «moral de esclavos». Los valores que promueve esta religión son aquellos propios del «rebaño», como el sacrificio, la misericordia, la resignación, la humildad, la benevolencia; es decir, los de los esclavos. Además, se inventa un mundo en la otra vida, completamente separado de esta. La inmortalidad implica que esta vida no es más que un camino de transición a la vida eterna en el más allá, en el mundo ideal.
Es, por tanto, fundamental para este filósofo, una inversión de los valores: acabar con los valores propios del «rebaño» y empezar a construir unos propios. Esto es lo que significa la «muerte de Dios»: dar la vuelta a los valores convencionales. El «último hombre» es aquel que ha aceptado la «muerte de Dios», pero todavía no se ha liberado. Una vez «muerto Dios», el ser humano se encuentra perdido, sin nada a lo que asirse, y por eso puede caer en la angustia del nihilismo.
Una Filosofía Afirmadora de la Vida
En La gaya ciencia y Así habló Zaratustra, Nietzsche desarrolló la idea del eterno retorno, que simboliza la afirmación de la vida hasta el punto de querer que todo lo que ha pasado se vuelva a repetir.
Para ello, hace falta Amor fati, o lo que es lo mismo, amor al destino, de tal forma que el ser humano no solo acepte, sino que desee, el eterno retorno de lo mismo. Que todo lo que ha pasado —todas las penas, las alegrías, la humillación y la victoria— se integre en el devenir creador y destructor del mundo. El ser humano es un ser inacabado; el eterno retorno permite superar todo pensamiento y toda acción, ir más allá del conocimiento.
El eterno retorno no consiste en una repetición de lo mismo, porque en la misma repetición, lo mismo ya no es lo mismo, sino que todo cambia. Solo existe el devenir, en su crear y destruir el mundo. Esto significa que cada instante es único y eterno, y este es el sentido de toda existencia.
La doctrina del eterno retorno intenta ser una llamada a la voluntad humana, ya que el eterno retorno se construye con cada decisión, para que cada instante posea un significado completo, un sentido total.
Nietzsche afirmó que la incapacidad para aceptar el eterno retorno nace del resentimiento contra la vida, de no poder asumir que todo lo que fue ha sucedido porque así lo hemos querido. Esto es lo que significa querer el eterno retorno.