Introducción al Pensamiento de Friedrich Nietzsche
Friedrich Nietzsche nace en Röcken (Alemania) en 1844. Estudió filología clásica y teología, lo que demuestra su interés por el mundo griego, tan importante en su filosofía. En esos años lee a Schopenhauer, quien le influirá enormemente, y conoce a Wagner, con quien mantendría durante años una gran amistad. Su estilo filosófico destaca por ser muy literario, en ocasiones incluso poético, con numerosos aforismos y metáforas. Entre sus obras más importantes se encuentran: El Anticristo, La gaya ciencia y Así habló Zaratustra.
La Crítica Nietzscheana a la Cultura Occidental
En primer lugar, Nietzsche radicaliza la crítica ya presente en otros filósofos de la sospecha como Marx, al cuestionar los valores de la cultura occidental, pues esta cultura está viciada desde su origen. Esta decadencia se debe a que en Occidente se ha impuesto lo apolíneo (el equilibrio y la racionalidad) sobre lo dionisíaco (lo irracional e instintivo del ser humano, su voluntad de vivir). Es decir, la cultura occidental es una cultura racional y dogmática y, por ello, decadente, porque se opone a la vida, a los instintos, y está empeñada en instaurar la racionalidad a toda costa. Esta autosatisfacción de Occidente se basa en una ficción que Nietzsche se ha propuesto desenmascarar. Para ello, utiliza un método peculiar: el método genealógico, que consiste en rastrear los orígenes de los conceptos básicos de la cultura occidental con el fin de denunciar los instintos que subyacen en ellos. Este método es una «filosofía a martillazos», destructora de valores.
La Moral Contemporánea: Una Genealogía del Resentimiento
Con respecto a la **moral contemporánea**, Nietzsche aplica el método genealógico y opina que esta no es más que un síntoma de la decadencia de la cultura occidental. Históricamente, el judaísmo y el cristianismo son los responsables de la transmutación de los valores, adoctrinando a la masa al elogiar la debilidad frente a la fortaleza de ánimo y generando en ella el resentimiento. Cuando este resentimiento se vuelve «creador de valores», entonces, según Nietzsche, aparece la moral tradicional, la moral de los esclavos (voluntad de igualdad), que ha invertido los valores de la moral de los señores (voluntad de poder).
Crítica a la Filosofía Tradicional
La Metafísica Platónica y el Devenir
En su crítica a la filosofía, se distingue una **crítica a la metafísica** instaurada por Platón, quien afirmaba la existencia de un mundo ultraterreno perfecto, absoluto, habitado por ideas, consideradas como algo estático e inmutable. Sin embargo, Nietzsche se opone a esta primitiva metafísica platónica al afirmar que esas ideas no existen; solo existe el devenir (de ahí que Nietzsche admire a Heráclito y a Hegel y critique a Kant por la distinción noúmeno-fenómeno). En definitiva, el platonismo, para Nietzsche, intenta fallidamente encontrar un sentido a la existencia del ser humano, aunque también existen otros grandes dispensadores de sentido en la cultura occidental, como el progreso o el cristianismo.
Verdad, Perspectivismo y Crítica a la Ciencia
Además, critica la dimensión lógico-epistemológica y ontológica: Nietzsche rechaza el antagonismo verdad-error, pues existen errores irrefutables y verdades contradictorias. La categoría ontológica de «verdad» no es una propiedad de la realidad, sino una mera valoración subjetiva que es condición necesaria de supervivencia del ser humano; por tanto, la verdad solo puede ser entendida como un acuerdo social, aunque en el fondo todas las posibles interpretaciones sobre la realidad son igualmente válidas (perspectivismo).
De esta forma, se entiende que Nietzsche afirme que la voluntad de verdad de la ciencia engaña al intentar crear un mundo aparentemente objetivo y riguroso, el cual, en el fondo, se opone a la vida. En resumen, critica a la ciencia, considerándola una interpretación, una pálida copia de la vida, pues el universo es un caos de fuerzas; no existe ninguna ley que regule el comportamiento de las cosas.
La Religión Cristiana y la Muerte de Dios
Por otro lado, también **critica la religión** cristiana por ir en contra de los valores clásicos. Afirma que la religión nace del miedo y del horror que el ser humano tiene de sí mismo, es decir, nace de la incapacidad del ser humano de asumir su propio destino y atribuir a otro ser más poderoso (Dios) la batuta de dicho destino. Debido a esto, la religión trae la alienación del ser humano y, por su carácter decadente, lo encierra en una ficción mezquina, fomentando así valores propios de la moral de los esclavos. Por tanto, la religión nunca podrá acarrear verdades. Así, interpreta el cristianismo como una moral vulgar, y Dios es un obstáculo contra la vida y hay que acabar con él.
El Nihilismo y la Transvaloración de los Valores
La crítica anterior conduce a afirmar la muerte de Dios, por eso Nietzsche afirma: «Dios ha muerto, y nosotros lo hemos matado». Esta afirmación significa el derrumbamiento de todos los pilares de la cultura occidental. Así, se entiende que no hay lugar para Dios en la cultura moderna, pues con su muerte comienza de verdad una nueva historia y una nueva cultura en la que el ser humano será el creador de su propio destino. Esta nueva época que se inaugura se caracterizará por el nihilismo, un movimiento histórico peculiar de la cultura occidental que se da cuenta de la inconsistencia de la existencia al haber suprimido los valores inadecuados procedentes de Dios. Este nihilismo tiene dos sentidos: uno negativo, símbolo de decadencia y desintegración de valores, es el nihilismo pasivo; y uno positivo, en el que los valores no se derrumban por sí solos, sino que son destruidos directamente por la «voluntad de poder», la cual además crea valores nuevos que manifiestan el sí a la vida del superhombre.
La Antropología Nietzscheana: El Superhombre
Con respecto a la **antropología**, para Nietzsche el ser humano actual es algo que se debe superar para así poder convertirse en un superhombre, el cual supone la afirmación suprema de la vida. Esta transformación de ser humano a superhombre pasa por tres estados: el camello (se inclina ante Dios y la ley moral), el león (se niega a aceptar la carga moral y los viejos valores racionales, aunque no es todavía capaz de crear sus propios valores), y finalmente el niño (el cual es libre, pues crea sus ideas y valores rigiéndose por sus instintos; de aquí surge el superhombre).
La Voluntad de Poder y el Eterno Retorno
Esta afirmación de la vida propia del superhombre es una afirmación de la voluntad de poder, un impulso de la vida que desea perpetuarse, una fuerza vital y racional.
Con la **voluntad de poder**, el superhombre afirma tanto la vida que desea que se repita eternamente (*amor fati*): es el eterno retorno. Esta teoría se trata de una crítica a la concepción temporal cristiana. Establece que el tiempo es eterno y en el tiempo las posibilidades de la vida se repiten, de forma que cada instante ya ha sucedido y todo sucederá; todo se repite.
Conclusión: El Vitalismo de Nietzsche
En definitiva, Nietzsche inaugura el vitalismo, movimiento caracterizado porque se opone al positivismo y al intelectualismo, afirma la vida como realidad radical, defendiéndola frente a los conceptos absolutos «inventados» por la razón y los convierte en el criterio para jerarquizar los valores de lo bueno y lo malo. Su pensamiento surge en una época de crisis en la que el ser humano lucha por entender el mundo en el que vive, pues su seguridad ha quedado destruida al poner en tela de juicio los principios de las anteriores generaciones (metafísica, moral, religión, ciencia…). De ahí que parta de: una situación (la Europa del nihilismo); un horizonte (la transvaloración de todos los valores); una tarea (filosofar a martillazos, derribando ídolos); y un método (el genealógico).