Filosofía Cartesiana: Razón, Duda y la Existencia de Dios y el Alma

La Filosofía de René Descartes: Conceptos Fundamentales y Argumentos Clave

1. El Conocimiento en la Filosofía Cartesiana

1.1. Ideas Centrales y su Significado para Descartes

Este texto aborda el conocimiento para Descartes, hablando especialmente del alma y de Dios. Siendo estos conceptos de los cuales no hay una experiencia directa. Sin embargo, son verdades alcanzables si se emplea correctamente la razón. De esta manera, rechaza indirectamente el conocimiento aristotélico-tomista, el cual establece que todo debe partir de la experiencia y, por tanto, de los sentidos. En su lugar, Descartes establece la razón como base de su filosofía y deja de lado toda impresión procedente de los sentidos, siendo, según él, una filosofía más efectiva y que no deja lugar a debate.

2. Términos Clave del Pensamiento Cartesiano

2.1. Explicación de Conceptos Fundamentales

  • Ideas claras y distintas: Base del segundo método, es decir, del análisis. Ha de descomponerse todo en ideas simples, evidentemente verdaderas y que no den pie a confusión o mezcla con otras.
  • Intuición: Sensación o creencia de que algo es de una determinada manera sin haberlo sometido previamente a un estudio o método.
  • Análisis: Segundo método cartesiano, basado en la división de todo en ideas simples para estudiarlas por separado. Aunque podría ser criticado bajo el argumento de que el conocimiento de las partes no implica un conocimiento correcto del conjunto.
  • Verdad: Afirmación innegable y cierta con toda certeza. Para Descartes, la primera de ellas es que existo y que soy un ser pensante.
  • Certeza: Seguridad total de que algo es cierto, por haber sido estudiado empleando un método.
  • Duda metódica: Primer método de Descartes, basado en dudar de todo, especialmente de los sentidos (si estamos en un estado de vigilia o no) y del posible engaño de un genio maligno. A partir de esa duda de todo lo sensible, Descartes va estructurando su filosofía enfocada en la razón.
  • Cogito: Es el ser pensante, lo que constituye al ser humano; es la primera verdad alcanzada por Descartes. Dudando de todo, se dio cuenta de que “Pienso, luego existo” y denominó a esa existencia pensante como “res cogitans”.
  • Res extensa: Es la realidad cartesiana: todo aquello que no sea el cogito o Dios, es decir, todo lo físico, que está regido y ordenado por las leyes de la física. Descartes acepta la existencia de lo extenso, ya que, al ser Dios bueno, no puede engañarnos siempre.

3. Las Ideas Innatas en Descartes: Argumentos y Reflexión

3.1. Argumentos a Favor y en Contra de las Ideas Innatas

Descartes establece que existen las ideas innatas, que no han sido adquiridas a través de los sentidos o de alguna clase de operación. Dentro de su filosofía, el ejemplo más claro es Dios, llamado más tarde “res infinita”. Según Descartes, la idea de perfección ha de ser impuesta por un ser perfecto en el ser imperfecto; es decir, que está impuesta por Dios.

Este argumento sería criticado por filósofos como Aristóteles o Santo Tomás de Aquino, ya que, a su juicio, todo conocimiento ha de partir inicialmente de la experiencia. Si bien ambos fueron capaces de llegar a conceptos como el alma o Dios empleando la razón, es evidente que ninguno de ambos se puede percibir por los sentidos.

Por otra parte, vemos ejemplos de ideas innatas desde tiempo atrás. La conciencia común de Sócrates es una idea innata alcanzable por todo hombre. Las ideas de Platón podrían considerarse innatas, pero requieren de una experiencia o conocimiento de las mismas para ser recordadas, por lo que no funcionan exactamente de la misma manera.

3.2. Opinión Personal sobre las Ideas Innatas

En mi opinión, veo bastante sentido a este argumento cartesiano; veo lógico que los humanos, como criaturas imperfectas, tengamos una noción de Dios impuesta por Él mismo. Sin embargo, me sigue convenciendo mucho la manera tomista de demostrar la existencia de Dios partiendo de la experiencia y empleando la razón.

4. La Existencia de Dios y la Noción del Alma en Descartes

4.1. Demostración Cartesiana de la Existencia de Dios

Descartes inicia su filosofía con su primera verdad: “Pienso, luego existo”, de la que forma la “res cogitans”. A partir de ahí, va sacando más verdades, siendo la segunda de ellas la existencia de Dios.

Somos seres que dudamos; dudar es propio de un ser imperfecto. Como somos imperfectos, no podemos tener por nosotros mismos la idea de un ser perfecto; por tanto, esta ha debido de ser impuesta en nuestra alma por el propio Dios.

Este argumento, si lo analizamos, tiene bastantes diferencias con el empleado por Santo Tomás con las cinco vías. Estas partían de la experiencia y recurrían a la imposibilidad de sucesión al infinito para sostener que debe haber un Dios. El argumento cartesiano, en cambio, emplea únicamente la razón. Descartes no aceptaría las vías tomistas debido a su desconfianza hacia los sentidos.

4.2. La Noción del Alma para Descartes

El alma para Descartes es el ser pensante, primera verdad de su filosofía y lo que constituye al ser humano como tal. Mediante el método de la duda, llega a ella con el famoso “Pienso, luego existo”, estableciéndose así la “Res cogitans”.

Sin embargo, esto significa que solo destaca esa parte espiritual o intelectiva del humano, siendo la que nos constituye como tales. Lo que pasa es que el cuerpo queda reducido a mera “res extensa” y metido en el mismo saco que los objetos y animales, estableciendo que todo esto está subordinado a meras leyes físicas. Esto acarrea muchos problemas, como la dificultad para afirmar la vida en los animales y una falta total de relación entre el alma y el cuerpo, lo que lleva a numerosas incongruencias, como no poder explicar por qué factores del cuerpo afectan al alma y viceversa.

En el caso de la noción clásica de alma, esta es algo mucho más ligado al cuerpo, que le da la forma y lo constituye, aportándole cualidades de nutrición, crecimiento, locomoción, etc., aparte de una capacidad más espiritual e intelectual, relacionada con operaciones del intelecto, etc.