Explorando la Estética y las Dimensiones Filosóficas del Arte

Ámbitos y Problemas de la Estética

Larousse define estética como «rama de la filosofía que se ocupa de lo bello en general y de las condiciones en que se percibe y crea la belleza, así como los criterios para juzgarla».

La estética es presentada como una disciplina teórica y normativa; teórica, en cuanto que se ocupa de lo bello al definirlo; normativa, en cuanto que reflexiona sobre las condiciones en que esa belleza es percibida y creada, y los criterios que se utilizan tanto para percibirla como para crearla. La belleza, especialmente en el arte, ha sido objeto de la reflexión filosófica desde la antigüedad. Platón fue el primero en plantear la pregunta «¿Qué es lo bello?» y vinculó su respuesta con sus presupuestos metafísicos: la pregunta correcta es «¿Qué es la belleza en sí?». La respuesta: la belleza es el reflejo de la idea de Bien, lo sumamente perfecto. Platón inaugura una tradición estética en un sentido ontológico. Lo bello no puede estar separado de lo real en sí. Pasarían varios siglos para considerar la belleza desde la propia visión del sujeto, desde un punto de vista subjetivo. Con Kant, esta subjetividad queda fundamentada filosóficamente, una subjetividad que se mantiene hasta nuestros días.

Lo Bello y lo Feo

En el fragmento de la República de Platón se recogen algunas observaciones sobre la objetividad de la belleza. La belleza es objetiva en cuanto que es reflejo de la idea de belleza en el Mundo de las Ideas. Al mismo tiempo, la belleza debe identificarse con el Bien, idea suprema en la ontología platónica. El buen arte es mímesis. En la propuesta platónica, el buen artista realiza una doble copia en su proceso creativo: copia algo del mundo sensible que, a su vez, es copia de su idea correspondiente. Aristóteles mantiene el carácter objetivo y mimético de la belleza. No obstante, al suprimir el dualismo ontológico platónico, nos ofrece una aproximación más tangible de lo que es la belleza. Al observar El Hombre de Vitruvio, de Leonardo da Vinci, ¿respeta Leonardo los cánones clásicos de belleza descritos? ¿Es bello el retrato Dos viejos comiendo sopa, de Goya? En el siglo XVI, se introduce lo feo como categoría estética; por ejemplo, el bufón Don Diego de Acedo. No obstante, no es hasta la aparición del arte moderno cuando la fealdad adquiere el rango definitivo de categoría estética. Lo feo, al provocar emociones intensas, cumple con el objetivo por el cual la obra fue creada.

Lo Sublime y lo Grotesco

Lo sublime hace referencia a aquello que supera los ámbitos propios de la belleza para convertirse en algo majestuoso, excelso, inabarcable. El ser humano experimenta su finitud ante aquello que le supera. Existe una clara diferencia entre lo sublime y lo bello. La belleza tiene sus límites; lo sublime, en cambio, carece de ellos. A través de lo sublime, el artista intenta atrapar el misterio, ya que no hay otra manera posible de hacerlo si no es con el arte. Es posible también reflejar aquello que no es sublime ni bello: lo grotesco. Con esto se eleva aquello que, por su vulgaridad, no podría alcanzar tal grandiosidad. Alcanza su máxima expresión en el Romanticismo: frente a la luminosidad de la Ilustración, hace «brillar» el mundo de las tinieblas. Quasimodo encarna lo grotesco y la realidad de las existencias grotescas. Víctor Hugo hace que Quasimodo sea la apariencia de un alma grande, posibilitando que lo feo revele la belleza.

Lo Trágico y lo Cómico

Lo trágico está relacionado con la existencia humana, que se ve abocada a una situación dramática sin solución posible: fracaso, derrota, sufrimiento sin tregua, aniquilación. Lo trágico es una transmutación de lo sublime. La tragedia es la imitación de la vida en su vertiente fatal. Solo hay desgracia. El protagonista se muestra como un héroe que asume su destino. El espectador libera su propia carga existencial y la deja a los pies de ese personaje que sufre con heroicidad: la catarsis. Nada como la tragedia para liberar la propia tensión interior. Arthur Schopenhauer es uno de los filósofos que más ha profundizado en lo trágico y en la existencia trágica del ser humano. La finalidad de nuestra existencia es el dolor. Si no hay dolor, no hay razón de ser. La vida no ha de ser disfrutada, sino soportada. Sin embargo, no todo es trágico, ni la propia existencia tiene por qué serlo. Lo cómico, que al ofrecernos la risa se contrapone a lo trágico, tiene también cabida como categoría estética. Kant define la risa como «una emoción que nace de la súbita transformación de una espera ansiosa que se resuelve en nada». Algo parecido a esto es lo que nos ocurre cuando nos reímos con un chiste.

El Arte y sus Implicaciones Filosóficas

Introducción: Distintas Concepciones del Arte

  1. Hasta el Romanticismo, el arte se entendía como mímesis. El artista intenta reflejar con fidelidad la realidad que se le presenta ante sus ojos; la realidad canaliza el esfuerzo creativo, pues el artista debe adaptarse a ella. El Naturalismo y el Realismo son ejemplos de esta concepción del arte.

  2. A partir del Romanticismo, el artista gira su mirada creativa hacia la expresión de sentimientos y de emociones. La realidad, por tanto, queda en segundo plano y se prima la subjetividad del artista. Al mismo tiempo, se propicia el esfuerzo comprensivo del espectador: el arte requiere un mayor compromiso interpretativo por parte del observador. Esta concepción prima la expresión.

  3. A partir del siglo XIX, el artista comienza a preocuparse por la forma de su creación artística. La palabra forma debe entenderse como lo opuesto a mímesis. Lo apremiante es el juego de los colores, la estructuración de lo creado, la abstracción absoluta. Las vanguardias predominan: el Cubismo, el Futurismo, el Dadaísmo.

  4. En nuestros días, la creación artística gira en torno al propio proceso creativo del artista. En la actualidad, prima la concepción artística que antepone la plasmación de ideas (arte conceptual) a la copia, la expresión o la forma.

Función Interpretativa (o Subjetiva) de la Realidad

Nietzsche, en su obra Crepúsculo de los Ídolos, escribió: «Sin la música, la vida sería un error».

  • Error para el artista, ya que la música no podría encauzar adecuadamente su necesidad creativa ni su genio creador.

  • Un error para el observador, ya que no podría comprender varios sucesos de su vida, como los sentimientos.

  • Un error para la propia realidad, ya que sin el arte no podría traducirnos su belleza, su fealdad, su tragedia.

El arte cumple y ha cumplido, por ser cultura, la función interpretativa de la realidad y del ser humano. Así lo afirma Albert Camus al decir: «Si el mundo fuera claro, el arte no existiría». Martin Heidegger expresa esta relación entre arte (poesía) y conocimiento al afirmar que el lenguaje poético es en sí un pensar. La esencia poética del pensar guarda el reino de la verdad del ser. El arte es la verdadera ciencia, es el verdadero conocimiento.

El Arte como Catarsis

Aristóteles, en su obra Política, nos dice que el arte (la música) debe ser usado para la educación y para la catarsis. El arte como válvula de escape de pasiones humanas que permiten encauzarlas mediante el goce y la contemplación. La catarsis es la purificación de todo aquello que nos convertiría en brutos en lugar de seres humanos. Moebius nos dice que el arte es la cura de la humanidad. Esta nos permite gritar, saltar y canalizar toda la ira en forma de baile, música, danza…

El Arte como Expresión de la Libertad

Theodor Adorno eleva al arte a la categoría fundamental de toda reflexión filosófica y nos dice que el arte es la máxima expresión de libertad humana, y por tanto, esta no puede estar sujeta a ningún condicionamiento: social, político, económico, racional. Someterlo a estos condicionamientos supone anular la libertad humana. Solo mediante esta autonomía podrá cumplir su función de denuncia y compromiso social. Max Horkheimer dedica una reflexión a los dibujos animados y cómo estos son un método de manipulación.

El Arte y el Aura

Walter Benjamin, en «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica», propone una serie de reflexiones sobre lo que es el aura de una obra de arte y cómo esta queda afectada si, debido a los progresos técnicos, el arte es reproducido cuando se quiere y cómo se quiere. Cuando una obra se reproduce, se pierden las coordenadas espacio-temporales y su función de culto, para convertirse en una obra exhibida. Como el valor actual de la fotografía: no importa mucho el «qué» en sí, sino los «me gusta» que tiene la foto. Las reflexiones de Adorno y Benjamin cobran plena actualidad en nuestros días, ya que un arte mediatizado por los intereses políticos y económicos no puede llevar a cabo su función de crítica social. Un arte mediatizado por la reproductibilidad no es que no pueda cumplir con esa función, sino que pasa a ser otra cosa.