Iconos del Barroco: Éxtasis de Santa Teresa y Las Meninas

El Éxtasis de Santa Teresa de Bernini

La escultura del Éxtasis de Santa Teresa se encuentra situada en la Capilla Cornaro, dentro de la iglesia romana de Santa María de la Victoria.

La obra fue encargada por el patriarca de Venecia, el cardenal Federico Cornaro, quien decidió construir su capilla fúnebre en esta pequeña iglesia.

La escena representada se ajusta a la descripción que la propia santa hizo de su éxtasis. El artista utiliza esta fuente literaria como motivo de inspiración.

Concebida dentro de un marco arquitectónico, es un perfecto ejemplo de la integración de las artes, logrando la creación de verdaderas escenografías teatrales capaces de sorprender al espectador. El tratamiento de la luz contribuye a reforzar el poderoso impacto visual del conjunto, y los distintos materiales utilizados crean un ambiente extraordinariamente rico y suntuoso.

El Éxtasis de Santa Teresa se encuentra en el interior de una hornacina, sobre el altar, flanqueada por columnas dobles que sustentan un rico entablamento curvo. La tonalidad oscura de los materiales contribuye a realzar la escena central.

El grupo de mármol blanco parece estar suspendido en el aire, como si fuera una aparición divina.

En la bóveda, se finge pictóricamente un cielo con un grupo de ángeles entre nubes adorando al Espíritu Santo. De allí ha descendido el ángel que forma parte del grupo escultórico, como si el mundo celestial penetrase realmente en el mundo terrenal.

La luz celestial se materializa en los rayos de bronce dorado. En las paredes laterales de la capilla y en el interior de una arquitectura ilusionista, aparecen representados los miembros de la familia Cornaro arrodillados tras unos reclinatorios, observando la escena.

Descripción de las Figuras Principales

La Figura de la Santa

La figura de la santa se encuentra sobre una nube en actitud desvanecida. Su mano izquierda cae insensible y sus pies descalzos quedan suspendidos en el aire. Su cuerpo está envuelto en ropajes voluminosos que acentúan el movimiento.

El Ángel

El ángel es el perfecto contraste de la santa. Aparece sonriente, de pie frente a ella; con su mano izquierda le toma el manto y con la derecha eleva la flecha que acaba de clavar en su pecho. La túnica que le cubre parte del cuerpo se ciñe a su anatomía, aparentando una gran ligereza.

Composición y Expresividad

Las figuras parecen moverse en el espacio, en una composición muy dinámica (basada en dos diagonales), en la que contrastan el movimiento ascendente de la santa que se eleva y la ligereza del ángel que desciende.

Es magistral la expresividad extraordinaria del rostro de la santa, que refleja un estado de trance ante la contemplación de la divinidad.

La obra representa, sin duda, el éxtasis ante la contemplación de lo sobrenatural, aunque para la expresión de lo espiritual el artista se valga de un lenguaje sensible y terrenal.

Las Meninas de Diego Velázquez

El cuadro de Las Meninas fue pintado para el despacho de verano del rey Felipe IV en el Real Alcázar de Madrid.

Contexto y Escenario

La escena se sitúa en un aposento del Alcázar, específicamente en el taller de Velázquez:

  • Es una pieza amplia con varias ventanas en el muro de la derecha, de las que solo dos dejan entrar la luz exterior y entre las cuales cuelgan cuadros.
  • Al fondo, se abre una puerta que da a una escalera muy luminosa, en la que destaca la figura de un hombre vestido de negro, con capa, sombrero en una mano y que con la otra aparta una cortina. Se trata de José Nieto Velázquez, aposentador real. Junto a la puerta, un espejo de ancho marco negro refleja las imágenes del rey Felipe IV y la reina Mariana de Austria bajo una cortina. Este recurso establece un punto de referencia tras los propios espectadores, quienes quedan así incluidos en el desarrollo de la escena.
  • La parte izquierda está ocupada por el dorso de un enorme lienzo, ante el que se encuentra el artista mirando hacia nosotros. En la mano derecha lleva el pincel y en la izquierda un tiento y la paleta. El pintor va vestido de negro, y la cruz roja de la Orden de Santiago fue añadida posteriormente, según la tradición. Velázquez no está pintando, sino en actitud de pensar y mirando al frente.
  • En el centro de la escena se encuentra de pie la infanta Margarita, mirando a sus padres o al espectador. A ambos lados, sus doncellas, llamadas “meninas”, que han dado nombre al cuadro. A la izquierda, arrodillada, doña Agustina Sarmiento, que ofrece a la niña un búcaro de barro rojo; y a la derecha, levemente inclinada en señal de respeto, doña Isabel. Junto a ella, una enana macrocéfala, Maribárbola, y el enano Nicolás con el pie sobre un perro. También dirige su mirada hacia el espectador un hombre vestido de negro apenas abocetado, un guardadamas a quien habla una mujer vestida de dueña, que se encuentran en segundo plano.

Interpretación y Simbolismo

El argumento principal del cuadro es la irrupción de la infanta Margarita en el taller donde Velázquez probablemente pinta un retrato de los reyes. La obra, pese a su aparente claridad, esconde, sin embargo, un gran número de enigmas.

Composición y Técnica

Composición

El cuadro se divide en dos zonas principales: la mitad superior de la escena está ocupada por las ventanas y los enormes cuadros del fondo, mientras que la mitad inferior es donde se desarrolla la escena y se sitúan todos los personajes.

Velázquez combina el uso de la perspectiva lineal y aérea para crear una auténtica sensación de profundidad espacial.

La Luz

La luz incide sobre los personajes de primer plano y envuelve en la penumbra a los que están detrás, cuyos contornos aparecen desdibujados.

Reflexión sobre la Pintura

En la obra hay además una clara alusión a la defensa de la nobleza de la pintura frente a la artesanía y los oficios manuales. La actividad del pintor es idear, inventar. En esta actitud pensante se autorretrata Velázquez, elevando el estatus del arte.