Un sindicato es una asociación de trabajadores creada para defender y mejorar sus condiciones laborales. Su origen moderno se encuentra en la Revolución Industrial, cuando los obreros comenzaron a organizarse frente a la explotación y a los cambios productivos, aunque existían antecedentes en los gremios y en movimientos como el ludismo. En España, los sindicatos más representativos son CCOO y UGT, que actúan tanto en la empresa a través de comités y secciones sindicales como en el ámbito sectorial y territorial. Su función no es solo laboral, sino también social y política, dada su participación en la negociación colectiva y en órganos institucionales. Frente a ellos se sitúa la patronal, es decir, las asociaciones empresariales que representan los intereses de los empleadores. Surgieron históricamente como reacción a la organización sindical y en la práctica funcionan como grupos de presión ante el Estado. En España, tras la desaparición del sindicato vertical franquista, la patronal se estructuró en organizaciones como la CEOE y la CEPYME, que agrupan a grandes y pequeñas empresas respectivamente. Su papel es esencial en la negociación colectiva y en el diálogo social, donde buscan defender la flexibilidad empresarial, la competitividad y la reducción de costes laborales.
La huelga es un instrumento de presión de los trabajadores que consiste en la interrupción colectiva del trabajo. En España tiene reconocimiento constitucional y se utiliza para reclamar mejoras laborales, denunciar recortes de derechos o influir en decisiones políticas. Aunque es una herramienta clave, también presenta problemas actuales, especialmente en el sector servicios: aunque suelen ser más pequeñas y descentralizadas, generan un gran impacto en terceros, lo que provoca rechazo social. Las huelgas de controladores aéreos o de transporte público en momentos de máxima demanda son ejemplos paradigmáticos. Del lado empresarial, existe la figura del cierre patronal, mediante el cual el empresario paraliza la actividad para presionar o protegerse en un conflicto.
La negociación colectiva es el proceso mediante el cual sindicatos y patronales acuerdan las condiciones de trabajo a través de convenios. Representa la institucionalización del conflicto laboral, pues limita la soberanía unilateral del empresario y fija normas comunes que trascienden el mercado. Los convenios pueden ser de empresa o sectoriales, con eficacia general o limitada. En España, los convenios sectoriales han favorecido la igualdad y la reducción de la conflictividad, mientras que los intentos de descentralización —impulsados por gobiernos o grandes empresas— buscan adaptar salarios y condiciones a la productividad, lo que genera controversia y desigualdad entre trabajadores. En cuanto a la confrontación entre sindicatos y empresarios, esta no es un fenómeno uniforme ni permanente, pero constituye un eje central de las relaciones laborales. Los sindicatos defienden la protección de los trabajadores, la estabilidad del empleo y la ampliación de derechos, mientras que las patronales buscan flexibilidad, competitividad y menores costes laborales. La tensión se agudiza en contextos de crisis económica o de cambios estructurales, como la precarización, la temporalidad o la transición hacia sectores de servicios y modelos postfordistas. Hoy los sindicatos encuentran dificultades para representar a una clase trabajadora más heterogénea y con empleos menos estables, mientras que los empresarios han ganado peso social y político. Aun así, la conflictividad ha disminuido porque gran parte de las discrepancias se canaliza mediante la negociación colectiva y el diálogo social.
Taylorismo: Frederick W. Taylor sostenía que no existía una verdadera oposición entre empresarios y trabajadores, ya que ambos compartían los mismos intereses: mejorar la productividad y obtener mejores resultados. Consideraba que una empresa solo podía funcionar bien si tanto los directivos como los empleados se encontraban en buenas condiciones. Por este motivo desarrolló la Organización Científica del Trabajo (OCT), cuyo objetivo era estudiar científicamente las tareas y aumentar la eficiencia y la productividad del trabajo.
Escuela de relaciones humanas: Surgió como reacción frente al taylorismo. Esta corriente defendía que las personas no trabajan únicamente por dinero, sino que también necesitan sentirse valoradas, integrarse en un grupo y tener buenas relaciones sociales. Sus estudios demostraron que la productividad mejora no solo mediante incentivos económicos, sino también a través de la participación, la motivación, el bienestar emocional y las buenas condiciones sociales dentro del trabajo.
Jerarquía de las necesidades de Maslow: Maslow sostiene que las personas nos motivamos según un conjunto de necesidades organizadas por niveles, las cuales él representa en una pirámide. Por lo que, según él, las personas se esfuerzan más cuando sus necesidades a cualquier nivel son satisfechas dentro de la organización. Necesidades según Maslow: fisiológicas, seguridad, sociales, de estima y autorrealización.