Claves del Teatro y la Poesía del Barroco Español: De Lope a Quevedo

El Teatro Barroco: La Fórmula de Lope de Vega y su Arte nuevo

En pleno auge del teatro del Siglo de Oro, surgió la figura de Lope de Vega, quien encontró una fórmula dramática que gozó del favor unánime del público y con la que produjo miles de obras. Los rasgos que definen esta nueva manera de hacer teatro fueron expuestos por el propio Lope en su obra Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo (1609).

Características de la Comedia Nueva

  • Mezcla de lo trágico y lo cómico: Junto a momentos de gran tensión dramática, se incluyen otros en los que el espectador se relaja y se ríe, creando la tragicomedia.
  • Ruptura de las unidades clásicas: La acción se desarrolla en varios lugares (ruptura de la unidad de lugar) y no se limita a un solo día (ruptura de la unidad de tiempo). A menudo se entrelazan una historia principal y una secundaria.
  • División en tres actos: La obra se estructura en tres jornadas o actos, que tradicionalmente se corresponden con el planteamiento, el nudo y el desenlace. La intriga es el elemento esencial para mantener la atención del espectador.
  • Pocas acotaciones: La información sobre el escenario, los gestos o las acciones llega al público principalmente a través de los diálogos de los personajes.
  • Uso del verso (polimetría): La comedia se escribe íntegramente en verso. Se utiliza una gran variedad de metros (polimetría) para adecuar el lenguaje a la situación. El octosílabo es el preferido para los diálogos, pero también aparecen metros italianos como el endecasílabo.
  • Decoro poético: El lenguaje debe atenerse a las reglas del decoro, de modo que cada personaje se exprese como le corresponde según su condición social: el noble hablará de forma culta y el rústico o el criado lo hará con un lenguaje coloquial.
  • Final feliz: El desenlace es generalmente feliz, excepto en las piezas de carácter trágico.

Personajes Arquetípicos

Los personajes de las comedias no suelen ser individuos complejos, sino arquetipos. Las figuras clave son:

  • El galán y la dama: El galán es un caballero apuesto y de buena familia, cuyas preocupaciones giran en torno al amor, los celos y el honor. La dama, igualmente bella y aristocrática, vive para alcanzar su amor. En el teatro del Siglo de Oro abundan las mujeres decididas, dispuestas a romper con las convenciones sociales si es preciso.
  • El gracioso: Junto al galán, aparece una de las figuras clave del teatro español. Es un personaje simpático y enredador que actúa como contrapunto cómico del protagonista. Sirve de puente entre el escenario y el público, representando el sentir popular y la visión pragmática de la vida. Su paralelo femenino, la criada de la dama, es mucho menos importante.
  • El antagonista o poderoso: Personajes como el padre, el marido, el hermano o un noble poderoso encarnan las normas sociales y a menudo se oponen a la relación de los protagonistas, generando el conflicto principal.

Tipos de Obras Teatrales del Barroco

Piezas Cómicas

  • Comedias de capa y espada: También denominadas de costumbres. Tratan sobre enredos amorosos entre nobles de clase media en un ambiente urbano contemporáneo. Ejemplos son La dama boba, de Lope de Vega, y Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina.
  • Comedias palatinas: Discurren en ambientes aristocráticos y palaciegos, con personajes de alta alcurnia. Destacan El perro del hortelano, de Lope de Vega, y El vergonzoso en palacio, de Tirso de Molina.

Tragicomedias y dramas trágicos

Estas obras tuvieron un éxito inmenso. Suelen tratar un conflicto de honor o el enfrentamiento entre el poder (un noble o el rey) y el pueblo. Eran espectaculares por sus bailes, canciones y escenas pintorescas. Algunos ejemplos son Fuenteovejuna, de Lope de Vega, o El alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca.

En otros casos, se funde lo histórico con lo religioso o se debaten problemas teológicos o filosóficos. Un apartado especial merecen los dramas de honor, que reflejan la traumática relación entre la intimidad del individuo y la presión social, como en El castigo sin venganza, de Lope, o El médico de su honra, de Calderón.

Géneros Teatrales Menores

Llamados así por su menor extensión, gozaron de una gran aceptación popular y se representaban en los entreactos de las comedias principales:

  • El auto sacramental: Obra alegórica en un acto en la que se exalta el sacramento de la Eucaristía. Las representaciones se hacían el día del Corpus Christi en las plazas públicas. Buscaban reforzar la fe y la moral. Calderón de la Barca fue su máximo representante.
  • El entremés: Pieza breve de carácter cómico que se representaba entre la primera y la segunda jornada de las comedias. Podían ser de enredo, de costumbres o de carácter. Luis Quiñones de Benavente contribuyó de forma decisiva a su fijación.
  • La loa: Especie de prólogo o saludo que hacía la compañía para silenciar a los espectadores y captar su benevolencia. Algunas consistían en una alabanza del lugar donde se desarrollaba la representación.
  • El baile: Pieza de argumento muy leve en la que los elementos principales eran la música, el canto y la danza. Era de carácter alegre y popular. Quiñones de Benavente fue su principal cultivador.
  • La jácara: (De jaque: ‘rufián’ o ‘chulo’). Obra breve que recreaba el ambiente del hampa y la delincuencia, con sus personajes y su jerga. Se le atribuye a Quevedo la formación del género.
  • La mojiganga: Especie de mascarada grotesca y carnavalesca que surgió para festejar acontecimientos públicos. Se acompañaba de instrumentos musicales lo más estridentes posible.

La Poesía Barroca: Conceptismo y Culteranismo

En la poesía barroca se dan tres tendencias importantes:

  • Clasicismo: Aunque pocos, algunos autores continúan la senda del Renacimiento, buscando la armonía y el equilibrio, pero sin poder escapar del pesimismo barroco. Uno de sus representantes es Lope de Vega, quien destacó por un vitalismo extremo, volcando en su poesía todas sus experiencias personales (que fueron muchas, especialmente en el ámbito amoroso).
  • Conceptismo: Rompe el equilibrio entre forma y contenido, dando prioridad al segundo. Su lema es «decir lo máximo con las mínimas palabras». Para ello, recurre a juegos de palabras, dobles sentidos, comparaciones y metáforas ingeniosas. Aunque no descuidan la forma, el interés principal reside en la agudeza del pensamiento y las ideas. Sus máximos representantes son Francisco de Quevedo y Baltasar Gracián.
  • Culteranismo: También rompe el equilibrio renacentista, pero en este caso predomina la preocupación por la forma. Busca crear un mundo de belleza absoluta mediante un lenguaje sensorial y colorista. Para ello, utiliza de forma exagerada recursos como la metáfora y la hipérbole, un léxico culto lleno de neologismos y latinismos, y una sintaxis compleja caracterizada por el hipérbaton (alteración del orden lógico de la frase). El resultado es una literatura que busca sorprender al lector por su dificultad y su belleza formal, alejada del lenguaje común. Su máximo representante es Luis de Góngora.

Francisco de Quevedo: Genio y Contradicción

«Mejor vida es morir que vivir muerto». Esta cita define bien a su autor, Francisco de Quevedo (1580-1645). Escribió tanto obras narrativas como dramáticas, pero es universalmente conocido por su obra poética, de la que se conservan casi un millar de poemas.

La vida de Quevedo fue tan compleja y rica en acontecimientos como su obra, marcada por profundos contrastes. Manuel Hidalgo dice de él en un artículo publicado en el diario El País:

«Intrigante, ambicioso y mordaz, pisó muchos callos con sus pies deformes y tuvo enemigos en todas partes». Fue desterrado e incluso encarcelado por los líos en los que se metió. Pero no siempre se le juzgó con justicia. («Donde hay poca justicia es un peligro tener razón»).

Conocida es su pública enemistad con el poeta Luis de Góngora. Parodiaba sus poemas y se burlaba de su presunta homosexualidad: «Yo te untaré mis obras con tocino / porque no me las muerdas, Gongorilla». Góngora respondía sin nombrarlo o rebautizándole con el hiriente apodo de «Quebebo», que aludía a la afición del escritor por el alcohol. Esta íntima rivalidad duraría toda la vida y contrasta con la admiración que Quevedo profesaba a Lope de Vega y Miguel de Cervantes.

Una Personalidad Compleja

Francisco de Quevedo tenía un carácter de complicados contrastes: fue un hombre muy conservador, que loaba las glorias pasadas de la monarquía hispánica, y profundamente religioso. De hecho, escribió varios libros dedicados a santos del catolicismo y perseguía con su pluma a ateos, judíos y homosexuales. Por conseguir poder político no dudó en conspirar, adular o reprender, según le convenía, a los poderosos. Conquistó la gloria, pero también supo lo que era hundirse en el infierno.

A pesar de todo ello, ha pasado a la memoria popular como un rebelde, crítico y de humor cínico y escatológico, rasgos que también estaban marcados a fuego en su carácter. Solo hay que mencionar, para entenderlo, el título de una de sus obras: Gracias y desgracias del ojo del culo (1626).

Quizá esta personalidad de contrastes se forjó en su infancia. Sus padres pertenecían al servicio del Rey. Siempre estuvo cerca del poder, pero sin disfrutar de sus privilegios. Además, tenía un físico poco agraciado: cojeaba y padecía una marcada miopía que trataba de paliar con gruesos lentes (los quevedos). Estos rasgos le convirtieron en diana para las burlas de otros niños. El resentimiento acumulado esculpió un carácter fuerte, ambicioso y cínico, pero especialmente lúcido.

Maestría Literaria

Quevedo fue un hombre de vasta cultura, profundo conocedor de los autores clásicos grecolatinos y de la tradición literaria española. A menudo, sus obras dialogan con poemas o sentencias de estos autores. Fue una persona apasionada en todos los ámbitos de su vida, y esta vehemencia se trasladó a su escritura. Nunca rehuyó la polémica, lo que le granjeó numerosos enemigos tanto en el mundo literario como en el político. Esta misma pasión le permitía componer los más bellos poemas de amor y, al mismo tiempo, los más feroces y burlescos ataques satíricos.

En conclusión, Quevedo fue un autor de personalidad única, capaz de manejar el lenguaje con una maestría inigualable para expresar sus ideas, creando un estilo inconfundible.

Su obra poética fue recopilada póstumamente en 1648 bajo el título El Parnaso español y contiene poemas amorosos, políticos, filosóficos y burlescos. Sus poemas muestran su desconfianza hacia el ser humano y su escepticismo barroco. Le obsesionaba el tema de la muerte y, a pesar de su declarada misoginia, escribió algunos de los más magníficos poemas de amor de la literatura española.