El Arte Bizantino: Esplendor y Simbolismo
El arte bizantino se desarrolla a partir del siglo IV, tras la división del Imperio Romano y la fundación de Constantinopla en 330 como capital del Imperio Oriental. Su principal época de esplendor coincide con el reinado de Justiniano (siglo VI), cuando se consolida una cultura basada en la tradición romana, la filosofía griega y el cristianismo. Esta etapa también está marcada por el conflicto iconoclasta, que prohibió y luego restauró el culto a las imágenes, influyendo directamente en la pintura y escultura. Entre los siglos IX y XI Bizancio vivió un período de expansión territorial y cultural, que permitió la difusión de su arte hacia Venecia, Kiev y otros centros, mientras que a partir del siglo XI comenzó una larga decadencia debido a invasiones y el cisma con Roma, hasta la caída de Constantinopla en 1453.
Arquitectura Bizantina: La Cúpula sobre Pechinas
En arquitectura, el arte bizantino se caracteriza por:
- El uso de plantas centralizadas, preferiblemente de cruz griega.
- La construcción de cúpulas sobre pechinas, que permiten pasar de un espacio cuadrado a uno circular.
- El empleo de muros gruesos y contrafuertes para sostener las grandes cúpulas, creando interiores amplios, continuos y luminosos.
- Los materiales principales son piedra y ladrillo, con interiores ricamente decorados con mosaicos dorados que refuerzan la dimensión espiritual.
- El exterior inicialmente es sobrio y adquiere riqueza decorativa en épocas tardías.
Los elementos litúrgicos incluyen nártex, iconostasio y tribunas, que organizan el espacio según la función religiosa.
Obras Arquitectónicas Destacadas
Entre las obras más destacadas de arquitectura se encuentran:
- Santa Sofía de Constantinopla (532–537), con su gran cúpula sobre pechinas, semicúpulas que equilibran la estructura y un interior unificado y luminoso cubierto de mosaicos.
- San Vital de Rávena (538–547), con planta octogonal y mosaicos excepcionales.
- En la segunda edad de oro (siglo XI): San Marcos de Venecia y Santa Sofía de Kiev, que muestran la difusión y adaptación del estilo bizantino.
La pintura y escultura bizantinas comparten esta misma lógica: la decoración simbólica, el uso de mosaicos o relieves dorados, y la función didáctica y religiosa, buscando transmitir la autoridad divina y la espiritualidad más que el realismo anatómico.
Pintura y Escultura Bizantinas: El Triunfo del Mosaico
En el arte bizantino la escultura pierde importancia, limitándose a pequeños objetos de marfil y piezas de orfebrería, mientras que la pintura y, sobre todo, el mosaico se convierten en las principales manifestaciones artísticas desde el siglo VI. Los mosaicos se utilizan principalmente para decorar el interior de los templos, creando un ambiente lujoso y espiritual, en contraste con muros exteriores sobrios. Siguiendo una estética de influencia oriental, predominan la abstracción, el simbolismo, el lujo decorativo y el horror vacui, sin dejar espacios vacíos.
Las superficies verticales de muros y cúpulas se cubren de mosaicos que buscan elevar el espíritu hacia lo divino y exaltar la grandeza del emperador, organizando la decoración de forma jerárquica:
- Zona inferior: motivos vegetales y geométricos.
- Zona media: santos, vírgenes y personajes sagrados.
- Zona superior: la divinidad, destacando al Pantocrátor.
Las figuras son hieráticas y arquetípicas, representadas de manera rígida, frontal y simétrica, sin interés por la individualidad, y los fondos dorados simbolizan el cielo y otorgan un efecto atemporal y sobrenatural. Entre los mosaicos más destacados se encuentra San Vital de Rávena, con el cortejo de la emperatriz Teodora y la representación solemne de Justiniano y su corte, en actitud de ofrenda y solemnidad.
Tipos Iconográficos Principales
Los tipos iconográficos principales incluyen:
- El Pantocrátor: Cristo sentado en majestad, rodeado de ángeles y apóstoles.
- La Virgen María: representada en tres modos: Theotokos o Kiriotissa (Madre de Dios en trono con el Niño), Eleusa (tierna, afectuosa con el Niño) y Blachernitissa (orante, con brazos en alto).
- La Deesis: que muestra a Cristo flanqueado por la Virgen y San Juan Evangelista.
Estas iconografías tuvieron una gran influencia en el arte románico y medieval occidental.
El Arte Hispanomusulmán: Lujo y Abstracción en Al-Ándalus
El arte hispanomusulmán se desarrolla en Al-Ándalus desde el siglo VIII hasta el XV, combinando influencias de las culturas romana, visigoda, bizantina y copta. Predomina la arquitectura, mientras que la escultura casi desaparece y la decoración adquiere un papel central. La religión islámica, anicónica, prohíbe representar figuras humanas o divinas, lo que favorece la decoración geométrica, vegetal (ataurique) y epigráfica. Los edificios muestran interiores riquísimos y exteriores sobrios, siguiendo una estética de lujo, abstracción y simbolismo, con el horror vacui como tendencia.
Características de la Arquitectura Hispanomusulmana
La arquitectura se caracteriza por:
- El uso de materiales sencillos como ladrillo, mampostería, yeso y madera.
- Volúmenes bajos e integrados al paisaje.
- Cúpulas semiesféricas o de crucería.
- El empleo de columnas delgadas y techumbres ligeras de madera.
- Arcos de herradura o polilobulados, dovelas bicolores, alfices y albanegas decoradas con lacerías.
- Bóvedas variadas: mocárabes, concha, falsas o esquifadas, creando efectos decorativos complejos y simbólicos.
En la arquitectura religiosa, la mezquita combina sahn (patio con fuente), minarete, haram (sala de oración orientada a la quibla), mihrab (nicho sagrado), mimbar (púlpito) y maxura (recinto para el califa o imán). La arquitectura civil incluye alcazabas defensivas, palacios organizados en torno a patios y jardines, uso del agua como elemento sensorial y simbólico, y baños públicos heredados de las termas romanas.
Etapas Político-Artísticas Relevantes
Entre las etapas político-artísticas destacan:
- Califato de Córdoba: (Mezquita de Córdoba, Medina Azahara, Mezquita Bab-el-Mardum).
- Reinos de Taifas: con palacios decorativos como la Aljafería de Zaragoza.
- Almorávides y Almohades: con desarrollo del mocárabe, arcos lobulados y paños de sebka (Giralda, Torre del Oro).
- Reino Nazarí de Granada: (Alhambra y Generalife), caracterizado por decoración exuberante, arcos mixtilíneos, lacerías, alicatados policromos y bóvedas de mocárabes.
El Arte Románico: Feudalismo, Peregrinaciones y Didactismo
El arte románico surge en Europa occidental entre mediados del siglo XI y finales del XII, coincidiendo con la consolidación de la sociedad feudal y la estabilidad tras invasiones normandas y musulmanas. La religiosidad y el miedo al fin del milenio impulsan la construcción de iglesias y monasterios, especialmente por los cluniacenses. Las peregrinaciones a Santiago, Roma y Jerusalén fomentan intercambios culturales y la difusión artística, mientras la Iglesia controla la vida espiritual y social. La población, en su mayoría analfabeta, recibe enseñanzas morales y religiosas mediante la iconografía escultórica y pictórica de los templos, reflejando un mundo teocéntrico y funcional.
Arquitectura Románica: Solidez y Bóvedas de Cañón
En arquitectura, el Románico se caracteriza por su función religiosa y defensiva, y por los siguientes elementos:
- Uso de piedra labrada en sillares.
- Planta basilical de una o tres naves con ábside semicircular, transepto formando cruz latina o griega y girola alrededor del altar mayor.
- Cubiertas: bóvedas de cañón en la nave central, bóvedas de arista en laterales y de horno en ábsides.
- Sistema de sustentación: columnas, pilares simples o cruciformes, arcos de medio punto y contrafuertes.
- Decoración concentrada en portadas, arquivoltas, tímpanos, jambas y parteluz.
Los monasterios, centros de vida religiosa y cultural, se organizan alrededor de claustros, sala capitular, refectorio, biblioteca y dormitorios, con capiteles decorados.
Variantes Regionales en la Arquitectura Románica
Las características nacionales muestran variantes regionales:
- Francia: Cluny y Vézelay destacan por monumentalidad; Provenza por ornamentación clásica; Normandía por torres cuadradas y sobriedad.
- Italia: el norte sigue influencia francesa y lombarda; Toscana aporta elegancia y color; el sur integra influencias árabes y bizantinas.
- Alemania: predominan torres esbeltas y dobles ábsides.
- Inglaterra: estilo normando sólido con decoración geométrica.
- España: Cataluña conserva el primer románico (Ripoll, San Vicente de Cardona), mientras el Camino de Santiago y el siglo XII muestran diversidad regional con grandes hitos como Jaca, Frómista y Santiago de Compostela, y ciudades como Zamora, Toro, Salamanca, Segovia, Ávila y Soria.
Escultura Románica: El Libro de Piedra
La escultura románica está integrada en la arquitectura, apareciendo en portadas, capiteles y claustros, con una función didáctica y simbólica para enseñar episodios bíblicos.
Su estilo evoluciona del rígido y estático siglo XI al siglo XII, más estilizado y con indicios de naturalismo. Predomina el horror vacui, y los rostros y cuerpos son hieráticos, antinaturalistas, con isocefalia y jerarquía de tamaños. Los principales emplazamientos son:
- Tímpanos: (Pantocrátor, Tetramorfos, Juicio Final).
- Arquivoltas, jambas y parteluz: (apóstoles y santos).
- Claustros: con escenas narrativas.
También se desarrolla la escultura exenta en crucificados y Vírgenes con Niño, policromadas en madera o piedra.
Obras Escultóricas Representativas
En cuanto a las características nacionales, en Francia destacan portadas muy decoradas como Moissac y Conques; en Italia, obras de Benedetto Antelami como el Descendimiento de Parma; y en España, San Isidoro de León, Ripoll, Santa María la Real de Sangüesa, la Cámara Santa de Oviedo y San Vicente de Ávila, culminando en el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela (Maestro Mateo, 1188). Entre las obras representativas se incluyen La duda de Santo Tomás (Santo Domingo de Silos), el tímpano del Juicio Final (Santa Fe de Conques) y el capitel de la Última Cena (claustro de San Juan de Peña).
Pintura Románica: Fresco y Narrativa
La pintura románica está integrada con la arquitectura y la escultura, utilizando principalmente fresco y temple sobre muro, y temple sobre tabla en retablos. Las figuras son frontales, jerárquicas y antinaturalistas, con contornos definidos, color simbólico, pies en “V”, isocefalia y repetición de gestos. No hay perspectiva ni volumen, predominando el carácter narrativo y didáctico. Los temas principales incluyen Pantocrátor, Tetramorfos, Virgen con Niño, apóstoles, profetas y escenas bíblicas.
En España destacan la escuela catalana, con frescos como San Clemente y Santa María de Tahull (siglo XII) de clara influencia bizantina, y la escuela castellana, con mayor naturalismo y sentido narrativo, como en el Panteón Real de San Isidoro de León. También se desarrolló la pintura sobre tabla, especialmente en retablos de tres calles, con el espacio central ocupado por el Salvador o la Virgen, en lugares como Seo de Urgell, Ripoll y Vich. Obras representativas incluyen el Pantocrátor del ábside de San Clemente de Tahull y la Anunciación a los pastores del Panteón Real de San Isidoro de León.
Grandes Maestros de la Escultura Clásica y Medieval
Héroes del Clasicismo Griego
Mirón (500-440 a. C. aprox.) fue un escultor griego del Periodo Clásico temprano, originario de Eleuteras, y conocido por su trabajo en bronce junto a autores como Policleto. Destacó por estudiar el movimiento, mostrando el instante antes de la acción con gran naturalidad. Su obra más famosa, el Discóbolo, representa a un atleta a punto de lanzar un disco con un rostro sereno típico del ideal clásico. Sus figuras suelen ser atléticas, equilibradas y con tensión contenida. Mirón influyó en el desarrollo del arte clásico por su interés en la anatomía y la acción. Su estilo contrasta con el de Policleto, que se centró más en las proporciones.
Fidias (490-430 a. C. aprox.) fue un escultor ateniense del Periodo Clásico, maestro del idealismo y director artístico del Partenón. Trabajó junto a otros grandes como Policleto y Mirón, aunque su estilo es más espiritual y majestuoso. Creó grandes imágenes de dioses, como la Atenea Partenos, hecha en oro y marfil. Sus esculturas destacan por la perfección del cuerpo y los pliegues de las ropas, llamados “paños mojados”. Supervisó los relieves del Partenón, llenos de armonía y movimiento. Su obra marcó el momento de mayor esplendor del arte griego e influyó en toda la escultura posterior.
Praxíteles (395–330 a. C. aprox.) fue un escultor ateniense del Clasicismo tardío, conocido por un estilo suave y elegante, muy distinto del dramatismo de Skopas. Se centró en la gracia juvenil y en posturas curvas y relajadas, como la famosa “curva praxiteliana”. Buscó una belleza delicada y algo sensual, influida por ideas hedonistas. Su obra conservada más importante es Hermes con Dionisos niño, donde muestra a los dioses de forma cercana y humana. También destacó con la Afrodita de Cnido. Influyó mucho en el arte posterior por su naturalidad y su tono de elegancia.
Lisipo (390-305 a. C. aprox.) fue un escultor griego del paso al Helenismo, nacido en Sición y relacionado con autores como Policleto, de quien fue discípulo. Cambió el canon clásico haciendo figuras más esbeltas y dinámicas. Fue el escultor favorito de Alejandro Magno, a quien representó con rasgos típicos como la cabeza inclinada y el cabello en mechones. Su obra más conocida es el Apoxiomenos, pensado para verse desde todos los ángulos. Representó héroes y atletas con movimiento continuo. Su estilo marcó el inicio del naturalismo helenístico.
El Maestro de la Transición Medieval
El Maestro Mateo (1130-1200 d. C. aprox.) fue un escultor y arquitecto de Galicia, representante del Románico tardío, relacionado con la transición hacia el Gótico. Su obra principal es el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago, un conjunto monumental destinado a los peregrinos del Camino. Sus figuras presentan rostros expresivos, cuerpos más naturales y un estilo avanzado respecto al románico anterior. Combina escultura y arquitectura en un programa religioso muy completo. Representa apóstoles, ángeles y profetas con gran detalle. Su influencia se extendió por la escultura medieval española.
Geología y Relieve de la Península Ibérica
El relieve actual es el resultado de un proceso de formación y modelado a lo largo de la historia geológica. La tectónica de placas explica que la litosfera está fragmentada en placas rígidas que flotan sobre el manto y se mueven, generando dorsales, montañas, volcanes, fosas y terremotos según sus bordes. Los pliegues pueden ser anticlinales (convexos, rocas más antiguas en el núcleo) o sinclinales (cóncavos, rocas jóvenes en el núcleo); la erosión puede invertir sus alturas. Las estructuras plegadas afectan a rocas sedimentarias y las falladas, sobre materiales rígidos, generan horst y graben, con fallas normales, inversas o de rumbo.
Evolución Geológica de la Península
La evolución geológica de la Península comenzó en el Precámbrico con el mar Thetis y pocos relieves al oeste. En el Paleozoico, la orogenia herciniana creó la Cordillera Herciniana, Pirineos centrales y Béticos centrales; al final, la erosión dejó el zócalo herciniano, base de la Meseta. Durante el Mesozoico hubo calma orogénica y erosión; Pirineos y Béticas eran fosas oceánicas. En el Terciario, la orogenia alpina elevó Pirineos, Béticas y Baleares, fracturó el zócalo formando horst y graben (Sistema Central, Montes de Toledo, Duero, Tajo y Guadiana) y abrió las depresiones del Ebro y Guadalquivir; el vulcanismo creó Canarias. En el Cuaternario se formaron glaciares en las montañas altas, creando valles en U, circos y morrenas, y los avances y retrocesos marinos formaron golfos.
Litología y Configuración del Relieve
La litología determina los paisajes:
- Materiales silíceos (granito, pizarra, cuarcita) en el centro y macizos generan formas redondeadas.
- Materiales calizos en Z invertida (Pirineos, Cantábrica, Ibérico, Béticas) producen relieve kárstico.
- Materiales arcillosos (arcillas, margas) en depresiones fluviales dan páramos, vegas, cárcavas y badlands.
La configuración general del relieve peninsular es maciza, con altitud media elevada (660 m) y costa rectilínea. La Meseta se divide en submeseta norte y sur por el Sistema Central, y esta última por los Montes de Toledo; sus cuencas interiores son Duero, Tajo y Guadiana. Alrededor están los rebordes montañosos (Macizo Galaico-Leonés, Cantábrica, Ibérico, Sierra Morena), cordilleras exteriores (Pirineos, Montes Vascos, Costero-Catalanas, Béticas) y depresiones exteriores (Ebro y Guadalquivir). Estas montañas frenan la influencia marítima y aíslan el interior.
Unidades Morfoestructurales
Las grandes unidades morfoestructurales son:
- Zócalos: (mesetas de cordilleras paleozoicas, rígidos, oeste peninsular).
- Macizos antiguos: (Sistema Central, Montes de Toledo, Galaico-Leonés, Cantábrica occidental, Sierra Morena).
- Cordilleras de plegamiento: (alpinas: Pirineos y Béticas; intermedias: Sistema Ibérico y Cantábrica oriental).
- Depresiones sedimentarias: (de zócalo: Duero, Tajo, Guadiana; prealpinas: Ebro y Guadalquivir).
El relieve condiciona las actividades humanas: determina el poblamiento (valles, llanuras), la agricultura (zonas bajas y llanas), aporta recursos minerales y energéticos, dificulta el transporte entre Meseta y litoral y favorece el turismo (montañas alpinas, relieve kárstico, volcanes de Canarias).