De la Regeneración al Desastre: España bajo Alfonso XIII y el Camino a la Dictadura

I. Introducción: El Reinado de Alfonso XIII y el Regeneracionismo

El reinado de Alfonso XIII (1902-1931) se divide en tres etapas fundamentales:

  • 1902-1914: Los intentos de regeneración interna del sistema.
  • 1914-1923: La crisis del sistema político de la Restauración.
  • 1923-1931: La dictadura del general Primo de Rivera.

El regeneracionismo fue una corriente política y cultural que se extendió a raíz de la crisis del 98, como alternativa al sistema de la Restauración, representando la opinión de amplios sectores de las clases medias y de la pequeña y mediana burguesía. Podemos agrupar el regeneracionismo en dos grandes categorías:

  • Un regeneracionismo desde dentro del sistema, representado por Silvela o Maura (Partido Conservador) y por Canalejas (Partido Liberal), quienes criticaban solo los aspectos más negativos del sistema.
  • Un regeneracionismo al margen del sistema, con figuras como Joaquín Costa, quien promovía la idea de modernizar la economía y la sociedad al considerar la Restauración un “organismo enfermo” y “degenerado”.

Además, esta crisis dio cohesión a la Generación del 98, quienes criticaron el atraso peninsular y plantearon una profunda reflexión sobre España y su Historia.

El Revisionismo Político y la Crisis del Bipartidismo

La primera etapa del reinado de Alfonso XIII estuvo marcada por el espíritu regeneracionista. A la nueva actuación seguida desde el poder se denominó revisionismo, ya que pretendía adaptar el sistema a las nuevas demandas sociales y políticas, iniciándose el siglo XX con los intentos de reforma del sistema político de la Restauración.

Tras la muerte de Cánovas y Sagasta (fundadores de los dos partidos dinásticos), empezó la etapa del revisionismo político protagonizado por Maura y Canalejas.

Los primeros intentos de reforma los impulsaron gobiernos conservadores cuya intención era hacer la revolución desde arriba, aspirando a un saneamiento de la vida política sin alterar las bases del sistema.

Ese espíritu de cambio y la presión de las organizaciones obreras se tradujo en una tímida y lenta legislación laboral, creando el Instituto Nacional de Previsión, promoviendo una Ley de Reforma Electoral y adoptando una política exterior expansionista en Marruecos.

A partir de 1910 les tocó el turno a los liberales, presididos por Canalejas, quien intentó su propia revolución desde arriba, promulgando algunas leyes de contenido social como la jornada de nueve horas en las minas.

También se planteó la laicidad del Estado y promovió la denominada Ley del Candado.

La clave del éxito del sistema político de la Restauración era el bipartidismo y la alternancia pacífica entre ambos, pero los dos pilares empezaban a tambalearse.

Los dos partidos no eran partidos de masas, sino de notables, por lo que su fuerza radicaba principalmente en sus máximos dirigentes. Los nuevos líderes carecían de la talla política de Cánovas y Sagasta, agravándose aún más la situación con la muerte de Canalejas.

Esta crisis explica el protagonismo político que asumió Alfonso XIII.

La práctica del turno se hizo imposible de mantener al considerarse el Partido Liberal demasiado inclinado hacia la izquierda, comenzando un enfrentamiento entre los dos partidos dinásticos.

El espíritu regeneracionista, tras una década, comenzó su descomposición interna.

IV. Crisis Socioeconómicas y Políticas

Guerra de Marruecos y Semana Trágica

Debido al interés inglés de limitar la acción francesa en el norte de África, se le concedió a España el valle del Rif y un enclave en la costa Atlántica gracias a la Conferencia de Algeciras y al Tratado Hispano-francés.

El interés español en esta zona se debía a los beneficios económicos que podía aportar, la voluntad de restaurar el prestigio del ejército o la recuperación del prestigio nacional, entre otros motivos.

Bajo el gobierno de los conservadores comenzó la ocupación militar de la zona asignada, con la oposición de las tribus bereberes, lo que llevó a la derrota en el Barranco del Lobo, ocasionando bajas y el incremento de soldados españoles en el Rif con tropas de reservistas.

Este envío de reservistas provocó un movimiento de protesta popular, con huelgas y manifestaciones en Barcelona, que proclamaron el estado de guerra desatando la Semana Trágica. Este suceso trajo duras represiones y la dimisión de Maura.

Crisis General de 1917

La crisis general de 1917 tuvo diversas manifestaciones y fue el reflejo de un extendido descontento entre la sociedad.

Las Juntas Militares de Defensa eran asambleas militares creadas debido al malestar provocado por la pérdida de poder adquisitivo y por el favoritismo en la política de ascensos, promocionando a los militares destacados en Marruecos, a lo que se añadió el rechazo a exigir pruebas de aptitud para los ascensos.

El 1 de junio se inició la rebelión militar con la presentación del Manifiesto de las Juntas, que contenía todo un repertorio de quejas. El apoyo de Alfonso XIII a estas pretensiones fue determinante y el nuevo gobierno acabó por reconocerlas. En esta rebelión debemos destacar la propensión del monarca a inclinarse a favor de los militares y la revitalización del protagonismo militar.

La crisis del bipartidismo favoreció la oposición política. La Liga Regionalista convocó una asamblea ilegal donde se acordó solicitar al gobierno la convocatoria de unas Cortes Constituyentes con el fin de acabar con la Restauración y definir una nueva organización estatal que reconociera la autonomía de Cataluña.

Al mismo tiempo se invitaba a todos los parlamentarios españoles a una nueva reunión conocida como Asamblea de Parlamentarios, donde se ratificaron los acuerdos de la reunión anterior. El gobierno las declaró inconstitucionales, por lo que el movimiento se desarticuló debido a las divergencias y desconfianzas de los asambleístas.

En 1917, la UGT y la CNT prepararon una huelga general contra el régimen y contra el nivel de vida de los trabajadores, la cual no acabaría hasta la convocatoria de Cortes Constituyentes.

Pero la respuesta del gobierno fue muy enérgica, deteniendo al comité de huelga y resultando en más de setenta muertos.

V. La Descomposición del Sistema: El Desastre de Annual

La situación política y social se complicó tras el Desastre de Annual en Marruecos. Las tropas del general Fernández Silvestre recibieron un golpe muy duro, sufriendo más de 12.000 bajas por parte de los independentistas marroquíes.

La derrota dividió aún más a los políticos y a la opinión pública. Las responsabilidades del Desastre de Annual fueron recogidas en el Informe Picasso, que implicaba al Gobierno, a altos militares y al rey.

La acumulación de graves problemas y la crítica creciente de las fuerzas republicanas y de izquierda acabaron con la Restauración.

Finalmente, el 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera llevó a cabo un pronunciamiento, el cual fue sancionado por el rey, quien nombró a Primo de Rivera presidente de un directorio que gobernó durante siete años.

VI. Conclusión

El reinado de Alfonso XIII se inició con un clima marcado por el espíritu regeneracionista surgido tras la crisis del 98, proponiéndose los primeros gobiernos una renovación interna del régimen.

Con la Primera Guerra Mundial empezó una nueva fase que pareció prometedora: la neutralidad de España le permitió desempeñar un papel económico en Europa, pero solo benefició a unos pocos.

El descontento social desencadenó en los sucesos de 1909 y la crisis de 1917, a lo que se añadió la oposición política al régimen y la conflictividad social, llevando al golpe militar de Primo de Rivera, que impuso una dictadura.

Finalmente, se hundió el viejo sistema y arrastró en su caída al rey y a la propia monarquía.