Contextualización de Miguel Hernández
Miguel Hernández está considerado como el poeta más importante de su momento y uno de los mejores del siglo XX. Su vida es un ejemplo de tensión. Pese a las dificultades, consigue estudiar hasta los catorce años en las Escuelas del Ave María. Allí hace amistad con Ramón Sijé, que recomendaba lecturas a Miguel y cuyo influjo resultó fundamental en los primeros años del poeta, especialmente en la revista El Gallo Crisis, fundada por Sijé.
Así, irregularmente, sin método pero con enorme vocación, Hernández va completando su formación. Su producción literaria comienza con Perito en Lunas (1933), un libro de corte gongorino.
La Crisis Ideológica y la Obra Central
Esta es una época de crisis: asistimos a una división interior, entre el catolicismo (por influencia de Ramón Sijé) y las tesis revolucionarias de Pablo Neruda.
Posteriormente, publicará dos poemarios más durante la Guerra Civil: Viento del pueblo y El hombre acecha. También compondrá los poemas de su obra póstuma, Cancionero y romancero de ausencias.
El rayo que no cesa, obra a la que pertenece la Elegía a Ramón Sijé, escrito mayoritariamente en sonetos, supone la total asimilación de la retórica clásica y su amor insatisfecho, trágico e irrenunciable a la vez que, como un rayo incesante, hiere repetidamente las entrañas del poeta. La elegía dedicada a Ramón Sijé destaca como una de las mejores obras de este género en nuestra literatura.
El rayo que no cesa, como hemos apuntado, es un poemario que se centra en el tema amoroso. Cuando el libro estaba ya ultimado, se produce el fallecimiento de Ramón Sijé, que tanto había significado en la trayectoria del poeta. Hernández dejaba atrás su época católica y, en pleno proceso de crisis interna, había escrito poemas muy explícitos en los que renunciaba a su ideología anterior.
Tema Central de la Elegía
El poema es una elegía, cuyo tema central es el dolor por la muerte del amigo. Este dolor se expresa mediante hipérboles (ejemplos: «por doler, me duele hasta el aliento»; «siento más tu muerte que mi vida»).
El poeta se refiere a la muerte del compañero, como se observa en la alternancia de pronombres de primera y segunda persona, y mediante metáforas («manotazo duro», «golpe helado»…). El dolor es especialmente intenso por lo injusta que ha sido la muerte al llevarse a un hombre joven («temprano levantó la muerte el vuelo»).
Rebeldía y Transición al Consuelo
Ante tal injusticia, el poeta se rebela contra todo, no halla perdón y desea venganza. Incluso se plantea la locura de desenterrar al amigo para revivirlo.
A partir del duodécimo terceto, el tono cambia. Pasamos del presente al futuro, como se observa en el tiempo verbal «volverás». El dolor aparece ahora dulcificado y atenuado: se deja atrás la rabia y sus deseos, y se enfoca en el regreso del alma del amigo.
Este cambio se advierte en el vocabulario:
- Sustantivos: flores, almas, andamios, pájaros, arrullo, novia…
- Adjetivos: altos, colmenera, angelicales, enamorados…
- Verbos: volverás, pajareará, alegrarás…
El alma del amigo, vuelta de forma espiritual a la tierra, dará vida a todo lo que la rodea y el campo cobrará un nuevo sentido. La blancura se hace presente en esta parte final (de ahí las referencias a la blanca flor del almendro) y se termina con una invitación al amigo.
Justificación del Carácter Literario y Estilístico
Estructura Métrica
La estructura métrica del poema es la del terceto encadenado: quince estrofas de tres versos endecasílabos, con rima consonante y esquema ABA. El segundo verso de cada terceto se convierte en la base de la rima del siguiente (BCB), y así sucesivamente. La última estrofa es un serventesio, de forma que ningún verso quede suelto, sin rima.
El poema puede entenderse como una última carta de Hernández a Sijé. Desde el punto de vista métrico, destaca la riqueza de las rimas que emplea el oriolano. Por ejemplo, Hernández utiliza un verbo inusual en el lenguaje poético para rimar: estercolas-caracolas-olas.
Recursos Estilísticos
La hipérbole es uno de los recursos estilísticos más destacados del poema, especialmente en su primera parte.
Otros recursos notables incluyen:
- Metáforas: (ya referidas) manotazo duro, golpe helado, hachazo invisible, empujón brutal (cuatro seguidas para referirse a la muerte).
- Anáforas y paralelismos: (versos 19-32; 22-24).
- Aliteración de la ‘r’: A partir de la novena estrofa, abundan las aliteraciones de la ‘r’, que llevan el dolor a un punto extremo (obsérvese la abundancia de este sonido).
En la segunda parte, el dolor se torna en esperanza, introduciendo:
- Nuevas metáforas (adjetival, en «almendras espumosas»).
- Personificaciones («almas de las rosas»).
- Aliteración de la vocal ‘a’ (la más luminosa de todas: «Alas aladas almas…»).
- La epanadiplosis de palabras con la forma verbal «requiero».
Se abre paso a un consuelo, a una esperanza.
Relación entre el Autor y el Tema
Miguel Hernández atraviesa por dos estados de ánimo, como acabamos de comprobar: el paso de la desesperación y la rabia, a la esperanza y el consuelo.
Durante toda la primera parte de su vida, Hernández profesó un abierto catolicismo, en buena medida por el influjo del amigo cuya muerte ahora llora. Sin embargo, el catolicismo de Hernández va dando paso a nuevas actitudes vitales, rechazando radicalmente su pasado católico.
De hecho, las relaciones entre Hernández y Sijé no pasaban por su mejor momento cuando se produce la muerte; es notorio el enfriamiento de la amistad de ambos. No obstante, Hernández valora la amistad y sabe agradecer a su amigo todo lo que este había hecho por él.
Hernández salda su deuda con el amigo escribiéndole los versos más sentidos y doloridos, inmortalizando la figura de su compañero para la posteridad. El poema deja traslucir la creencia en la pervivencia de las almas, cuya compañía buscará el poeta para esas conversaciones pendientes que les quedaron en vida.
Reflexión sobre la Amistad y la Muerte
La amistad y la muerte son, sin duda, dos temas de enorme trascendencia. Nos limitamos a sugerir algunas ideas, que deben complementarse con las aportaciones individuales de cada comentarista.
No hay vida sin muerte, y cada uno de nosotros podemos contar con algunos amigos, compañeros del alma. Si difícil es ganar amigos de verdad, más difícil es aún sobrellevar la muerte de uno de estos amigos. Si la muerte ha llegado en plena crisis de esa relación de amistad, se produce una herida difícil de solucionar.
Conclusión
Miguel Hernández perdió a Ramón Sijé, pero quiso salvar su amistad por medio de la palabra poética, en el homenaje que un escritor le puede regalar a otro: su propia poesía.