La Transición Española: Del Franquismo a la Democracia Constitucional (1975-1982)

El Amanecer de una Nueva Era: La Proclamación de Juan Carlos I

Cuando en noviembre de 1975 fue proclamado rey Juan Carlos I, muy pocos confiaban en que su reinado pudiera traer al país un cambio democrático pacífico. Los franquistas no creían que esas fueran las intenciones del nuevo monarca y la oposición veía en él al continuador de Franco. Sin embargo, en un corto periodo de tiempo, el pueblo español fue capaz de realizar el cambio desde una dictadura a una constitución democrática plena, en un proceso que se ha denominado “la Transición”, y que se considera ejemplar por la manera pactada y no violenta en que se llevó a cabo.

Panorama Político Inicial

Las Fuerzas Políticas en el Franquismo Tardío

Dentro del franquismo, existía una división entre lo que se llamaba el “búnker”, los sectores inmovilistas, y los aperturistas, políticos jóvenes que no habían vivido la guerra y que se habían integrado en el Movimiento para hacer carrera política. Un personaje a destacar es Adolfo Suárez.

La Oposición Fragmentada

La oposición política estaba muy dividida. Por un lado, estaban los grupos de derecha democrática encabezados por Gil Robles. Y por otro, las fuerzas nacionalistas catalana (PDC) y vasca (PNV).

El Resurgimiento de la Izquierda

En la izquierda, destaca el Partido Comunista de España (PCE) dirigido por Santiago Carrillo, muy activo y con influencia en las calles gracias a su sindicato CCOO. El PSOE, en 1974, celebró un congreso en Suresnes, en el que fue elegido secretario general Felipe González. El Partido Socialista Popular de Tierno Galván se unió al PSOE.

El Reinado de Juan Carlos I y la Estrategia de Reforma

El 22 de noviembre, Juan Carlos I juró ante las Cortes como nuevo Rey. Su discurso decepcionó a quienes esperaban un mensaje aperturista y su presencia en los actos oficiales hizo pensar a muchos españoles que el Rey sería un continuador del franquismo. Sin embargo, en noviembre de 1975 el entorno del monarca tenía ya un diseño de lo que debía ser el proceso de cambio político: reformar desde dentro el sistema aprovechando las Leyes Fundamentales que había establecido el régimen franquista.

El Gobierno de Arias Navarro y la Necesidad de Cambio

El Rey optó por mantener a Arias Navarro como presidente para tranquilizar a los sectores más inmovilistas. El gobierno de Arias estuvo caracterizado por los enfrentamientos entre el jefe del gobierno, que frenaba cualquier cambio, y buena parte de los ministros reformistas (Fraga, Suárez…). El Rey se vio obligado a destituir a Arias Navarro en un ambiente de desconfianza militar, huelgas y manifestaciones y, Torcuato Fernández Miranda, como Presidente de las Cortes, le propuso a Adolfo Suárez como nuevo jefe de gobierno.

El Gobierno de Suárez y la Ley para la Reforma Política

El día 3 de julio de 1976 Adolfo Suárez fue designado por el Rey para desempeñar el cargo de jefe de gobierno. Este nombramiento fue recibido con desconcierto por la opinión pública; nadie creía que un falangista pudiera sacar adelante la reforma. El nuevo gobierno era consciente de que no podía retrasar más el proceso de cambios. Poco a poco el gabinete de Suárez fue cobrando protagonismo y credibilidad y anunció la celebración de elecciones generales antes del 30 de julio de 1977.

Medidas Clave para la Apertura

Acompañando estas ideas, Suárez puso en marcha algunas medidas reformistas:

  • Aprobación de una amnistía para presos políticos (salvo terrorismo).
  • Ampliación de la tolerancia pública que amplía la libertad de expresión.
  • Negociaciones para legalizar sindicatos y partidos políticos.

El 15 de diciembre del 76 se puso en marcha la Ley para la Reforma Política: establecía la soberanía popular, la inviolabilidad de los derechos individuales y la creación de unas Cortes. Al mismo tiempo, para poder llevar adelante el cambio, el gobierno de Suárez tuvo que dejar aislada a la extrema derecha y controlar el Ejército, punto central del franquismo.

Reorganización de las Fuerzas Políticas

Por su parte, la extrema derecha (los ultras) y los grupos terroristas nacionalistas (ETA y GRAPO), empleaban la violencia como medio para parar los cambios. Las fuerzas políticas, ante las medidas anunciadas por Suárez, inician un proceso de reorganización:

  • La derecha se unió en torno a Manuel Fraga formando la Alianza Popular (AP).
  • En el centro los democristianos y liberales formaron el Partido Popular (PP).
  • Las fuerzas de oposición se unieron en la Plataforma de Organismos Democráticos (la Platajunta).
  • En la izquierda el Partido Comunista.

La Legalización de Partidos y la Convocatoria Electoral

A partir del referéndum transcurren los meses más difíciles de la Transición política. La adopción de las medidas para garantizar las elecciones libres se vieron acompañadas de una continua tensión motivada por las acciones de grupos terroristas de extrema derecha como el GRAPO y ETA.

El Camino hacia la Pluralidad

Para entonces el presidente del Gobierno había comenzado las negociaciones con la oposición. Todos los partidos fueron legalizados excepto el PCE, por su resistencia ante un cambio. El 1 de abril el Gobierno decretó la disolución del Movimiento y el día 9 se legalizó el PCE. También se legalizaron los sindicatos y el regreso de los exiliados se aceleró. Entre tanto, Suárez había maniobrado para formar su propio partido, la Unión de Centro Democrático (UCD), una coalición formada por democristianos, liberales, socialdemócratas y hombres procedentes del Movimiento.

Las Elecciones de 1977 y la Constitución de 1978

El 15 de junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones democráticas en 40 años. Los resultados daban la primacía a las dos opciones centro-derecha (UCD) y centro-izquierda (PSOE), y dejaban como minorías significativas al PCE y a AP. Se constituyeron nuevas Cortes, y pronto quedó manifiesto el deseo de todos los grupos de elaborar una nueva Constitución. Para ello se formó la Comisión Constitucional, integrada por 17 miembros de los principales partidos políticos, encargados de redactar el texto. Finalmente, el proyecto fue aprobado el 31 de octubre de 1978.

Características Fundamentales de la Carta Magna

Su rasgo más definitorio es la voluntad de diseñar un marco válido para todas las opciones políticas y sociales, que permita una vida larga al régimen establecido en ella. Esta constitución define al Estado como social y democrático de derecho y establece un sistema de monarquía parlamentaria. Se establece la soberanía nacional, la división de poderes, cortes bicamerales, la no confesionalidad del estado y una declaración de deberes y derechos más amplia. El poder judicial está en los tribunales y se establece un Tribunal Constitucional. Pero, la principal novedad es la configuración de un Estado casi federal, formado por nacionalidades y regiones, mediante la libre constitución de Comunidades Autónomas.

El Final de la Etapa Constituyente

Una vez aprobada la Constitución, Suárez convocó elecciones generales para el 1 de marzo de 1979 y elecciones municipales para el 1 de abril. En las elecciones municipales UCD obtuvo el mayor número de concejales, pero la alianza PSOE – PCE y nacionalistas otorgaron la alcaldía al PSOE en la mayoría de ciudades. Suárez iniciaba esta nueva etapa constitucional con un partido en crisis (divisiones internas) y un país con una situación económica y social muy difícil. Esta situación provocó la dimisión de Suárez, al cual le sustituye Calvo-Sotelo. Sin embargo, el intento de golpe de Estado del general Tejero provocó la ruptura definitiva de la UCD, por lo que se convocaron elecciones en 1982. En estas elecciones el PSOE de Felipe González consiguió mayoría absoluta, cerrando así el proceso de Transición.

Conclusión

La Transición fue uno de los acontecimientos más importantes de la política española. Fue un proceso difícil por diversas causas: las reticencias de algunos sectores muy vinculados al franquismo, en especial el Ejército; el terrorismo; la gravísima crisis económica internacional… Sin embargo, estas dificultades pudieron ser superadas debido a la voluntad mayoritaria de cambio del pueblo español y de los partidos de la época, que supieron renunciar a algunos principios en pro del bien común. Esta valoración fue igualmente positiva a nivel internacional, enfatizando sobre el carácter pacífico del cambio de régimen.