Origen y Desarrollo del Castellano
La historia de las lenguas de España se fundamenta en dos hechos: la colonización romana que trajo consigo la unificación lingüística y la superposición posterior de la lengua árabe. Las cuatro lenguas que forman nuestro mapa lingüístico—castellano, catalán, gallego y vasco—experimentan entre ellas una especie de simbiosis.
1. Proceso de Formación de las Lenguas Peninsulares
1.1. La Etapa Prerromana
En el siglo II a.C., la península estaba poblada por una diversidad de pueblos y se caracterizaba por la falta de unidad lingüística. Cuando el latín entra en la península en el año 218 a.C., va anulando sus culturas y sus lenguas. De las lenguas prerromanas, el vasco es la única lengua que sobrevivió. Los rasgos que han perdurado en el castellano y que constituyen elementos de sustrato son de tipo fonético y morfológico (sufijos nominales –arro, -orro, -urro, -iego, -asco: “guijarro”). También en el léxico tenemos vasquismos: “boina”.
1.2. La Romanización
En el año 218 a.C., Roma emprende la conquista de Hispania. Este lento proceso mediante el cual los pueblos peninsulares se incorporaron al mundo cultural romano y adoptaron su lengua. La lengua que se impuso fue una forma de latín, el latín vulgar, que trajeron los colonizadores y los soldados. No se impuso radicalmente, sino a través de muchos años de bilingüismo, y hizo desaparecer poco a poco toda la diversidad lingüística anterior. Este proceso tiene especial relieve en la fragmentación lingüística peninsular, ya que, según su influencia, va a dar lugar a las diferentes lenguas.
1.3. La Fragmentación del Latín
A partir del siglo V, se producen las invasiones de la península por los pueblos germánicos. Trajeron consigo la disgregación lingüística; surgen las evoluciones autóctonas que generarían las diferentes lenguas románicas. Los visigodos son los que se asientan en la península. Con ellos, se logra la unidad religiosa, territorial y jurídica. La influencia germánica en nuestra lengua aparece, sobre todo, en el léxico administrativo, jurídico y militar, y también en la toponimia y la onomástica: “guerra”, “Fernando”, …
1.4. La Invasión Árabe
Con los musulmanes comienza un nuevo periodo histórico que presenta unos rasgos específicos lingüísticos. El elemento árabe es, sin duda, después del latín, la principal fuente de nuestro léxico. Unas cuatro mil palabras se adaptan a nuestro sistema. Pertenecen al campo matemático (“cifra”), de la medicina y la farmacia (“alcohol”), del comercio (“arroba”), de la arquitectura (“azulejo”), de la botánica (“azúcar”), de la vivienda (“almohada”), y topónimos como “Guadalajara”.
1.5. La Reconquista y los Romances Peninsulares
En el norte, comenzarían a gestarse los nuevos reinos cristianos. Queda así la península dividida en dos partes: una de dominio árabe y otra de dominio cristiano. Durante los siglos IX al XI, se van formando variedades lingüísticas, cada una de ellas pone de manifiesto la peculiar asimilación del latín y las influencias respectivas del sustrato.
En el sur y en el centro conviven en una situación de bilingüismo el árabe andalusí y las hablas mozárabes; en la cornisa cantábrica, entre el gallego-portugués y el vasco, surgen el astur-leonés y el castellano; en los Pirineos, el navarro-aragonés y el catalán.
2. Etapas de Formación del Castellano
La cuna del castellano se localiza en una franja vecina al País Vasco que ocupa parte de La Rioja, Burgos y Cantabria. Desde esta zona se expandió por la Península. Comenzó siendo un habla aislada, de transición, y se distinguió pronto por su carácter innovador, su extraordinaria vitalidad y la originalidad de las soluciones adoptadas.
2.1. El Español Medieval
El castellano medieval era una lengua en formación e inestable. En el nivel fonético se produjeron fenómenos como la transformación de algunos sonidos (“securu” > “seguro”). En el nivel gramatical existen numerosas vacilaciones, sobre todo, en la conjugación verbal. En el nivel léxico, la base latina se fue incrementando. Además, se incorporan galicismos (“dama”) y palabras procedentes del provenzal (“mensaje”). Las primeras manifestaciones escritas del castellano que conocemos datan del siglo X: Glosas Silentes y las Glosas Emilianenses. Las obras literarias contribuirán a ir consolidando la lengua, pero la aportación más importante se da con Alfonso X, que fija el idioma al hacerla oficial del reino y la convierte en lengua escrita. Alfonso X emprendió, junto a un amplio equipo de colaboradores reunidos en la Escuela de Traductores de Toledo, un ambicioso proyecto por el que se tradujeron al castellano numerosas obras escritas en árabe y en latín.
2.2. El Español en los Siglos de Oro
A finales del siglo XV, el nivel de prestigio se manifiesta en dos aspectos: la Gramática de la lengua castellana de Antonio de Nebrija. Durante los siglos XVI y XVII, la lengua se va perfilando. La imprenta y la labor de los humanistas renacentistas, con la difusión de las obras, contribuyen a darle homogeneidad y prestigio. Se producen los últimos grandes cambios (desaparece la f- inicial latina, las grafías x, g, j suenan ya como la actual j …); a nivel gramatical aún existen vacilaciones, y la lengua siguió enriqueciéndose con italianismos (“modelo”), americanismos (“patata”) y algunos rusismos (“caramelo”).
2.3. El Español en el Siglo XVIII
Este siglo se caracteriza por atender a la estabilización definitiva del idioma. Se funda la Real Academia Española (1713), que estableció las normas del castellano escrito con la publicación de tres obras: el Diccionario de Autoridades, la Ortografía y la Gramática. Se produce la entrada de numerosos galicismos (“hotel”) debido al auge francés. También se incorporan numerosos neologismos (“civilización”) surgidos a partir de la Ilustración.
2.4. El Español en los Siglos XIX y XX
El español es hoy una lengua bastante homogénea debido a la amplia difusión de los medios de comunicación y la implantación de la escuela obligatoria. Se crean Academias de la Lengua en los países hispanoamericanos. Es en el léxico donde el castellano ha sufrido una constante renovación. Son los préstamos del francés (“tren”) y del inglés (“fútbol”), así como los neologismos (“teléfono”). Cabe señalar la invasión de términos informáticos y la pérdida de palabras pertenecientes al ámbito rural (“artesa”).
La ortografía tiende a su simplificación y a adaptarla lo más posible a la pronunciación.