Orígenes del Pensamiento Racional: Cosmología Presocrática y el Giro Humanista de Sócrates

1. Caracteres Generales de la Cultura Griega (Tema 1)

La filosofía y la ciencia aparecen cuando se abandona el mito, sustituyéndolo por la explicación racional. Más concretamente, surgen cuando la razón o logos intenta explicar la realidad en toda su complejidad: el universo físico, la naturaleza del ser humano y la convivencia social con sus implicaciones de carácter político y moral. Todo esto ocurrió alrededor del siglo VI a.C.

Hay dos cuestiones fundamentales: «¿Por qué este hecho y en esta fecha?» y «¿En qué consiste el pensamiento mítico que se abandona y el pensamiento racional que se le opone?».

La Grecia anterior era una sociedad aristocrática, agrícola y guerrera, con una determinada estructura social y unos ideales morales definidos.

La carencia de libros sagrados y de un sistema educativo formal hizo que el papel educativo lo desempeñaran los poetas Homero y Hesíodo, cuyas obras se consideraban el libro de texto donde se aprendía moral, historia y geografía. La falta de libros sagrados y de una organización sacerdotal facilitó la crítica a los poetas, crítica que forma el punto de partida de la filosofía.

En el siglo VII a.C. se produce una profunda transformación en la sociedad. El comercio adquiere una importancia definitiva, ya que aparece la moneda y los viajes traen consigo nuevos conocimientos técnicos y geográficos, así como el contacto con otras civilizaciones y formas de vida. Esto provoca que los antiguos valores de origen religioso queden desfasados y que se empiece a pensar que la interpretación del universo y del hombre debe hacerse a partir de una explicación racional.

2. Naturaleza y Logos (Tema 1)

En las colonias griegas de Asia Menor surge un grupo de hombres que empiezan a mirar la realidad con ojos críticos. Son los presocráticos, los primeros filósofos que buscan respuesta al problema de la naturaleza (physis). Sus reflexiones contemplan el orden del cosmos, los cambios cíclicos de las cosas, la generación y corrupción de los seres, etc. Se preguntan no solo qué son las cosas, sino cuál es su principio, y buscan si debajo de las apariencias existe un principio estable y permanente.

Surge otra cuestión: «¿Cuál es el arjé de la physis?». Ellos entienden por physis a la naturaleza y buscan un principio o arjé: origen de todas las cosas, razón última de la existencia de todos los seres y principio del movimiento y de la vida.

Sustituyen las divinidades mitológicas que gobernaban de un modo arbitrario por un primer principio constituido por elementos naturales y fuerzas cósmicas que solo podía ser percibido por la inteligencia, a diferencia de los fenómenos cambiantes percibidos por los sentidos.

Para conocer el arjé utilizan la explicación racional. Quieren avanzar por medio de la razón, dando lugar a la filosofía.

Esta filosofía se centra en la naturaleza, por eso se la conoce como naturalista o cósmica. Lleva implícito el problema ontológico (el problema del ser) y también el antropológico, porque en última instancia su preocupación es relevante para el hombre.

3. Los Presocráticos y el Problema del Primer Principio o Arjé (Tema 1)

Los presocráticos plantean la necesidad de hallar el primer principio que explique la diversidad de la realidad. Cuando este principio es único, se les considera monistas; cuando son varios los elementos, pluralistas. Los más importantes son:

  • Tales de Mileto (S. VII-VI a.C.): El primer principio para él es el agua, siendo sustento de la vida. Según él, todo proviene del agua y todo finaliza en ella.
  • Anaximandro (S. VII-VI a.C.): El primer principio para él es el ápeiron, que significa lo que carece de límites. Es de naturaleza indefinida, divina e indestructible, una realidad trascendente.
  • Anaxímenes (S. VI a.C.): Su primer principio es el aire (algo infinito). Al igual que el alma nos da la vida, el aire nos sostiene y nos gobierna. Al estar en continuo movimiento, se adapta mejor para dar origen a las diversas cosas.
  • Heráclito (S. VI-V a.C.): Profundiza en el movimiento y afirma que todo fluye. Comparándolo con la corriente de un río, dice que no te puedes sumergir dos veces en el mismo río, expresando el constante devenir. Su principio material es el fuego, ya que considera que expresa las características del cambio continuo.
  • Pitágoras (S. VI a.C.): Es el primero en denominar cosmos al conjunto de todas las cosas debido al orden que hay en ellas. Consideraba los números como principio, porque dice que en todas las cosas existe una realidad numérica y el universo es una armonía numérica.
  • Parménides (S. VI a.C.): La cosmología se convierte en ontología (estudio del ser). Busca el ser de las cosas y niega el movimiento, afirmando que «solo el Ser es; el no Ser no es ni puede llegar a Ser».
  • Empédocles (S. V a.C.): Es pluralista porque considera como principios el fuego, la tierra, el aire y el agua. Hay dos fuerzas cósmicas que les dan actividad: el Amor, que genera unidad, y el Odio, que genera separación.
  • Anaxágoras (S. V a.C.): Su arjé son las homeomerías, que formaban una masa mezclada caóticamente hasta que el Nous (Mente o Inteligencia) hizo posible el paso del caos al cosmos.
  • Los Atomistas: Leucipo y Demócrito (S. V-IV a.C.): Introducen el concepto de átomo. Consideran que los átomos, el vacío y el movimiento son la explicación de todo. Su movimiento originario es caótico; lo que existe es el resultado de un encuentro mecánico de los átomos, consecuencia del azar, ya que dicen que la naturaleza funciona como una máquina.

Estas distintas interpretaciones llevaron a un escepticismo que cambió el mundo de la interpretación filosófica, centrándose en el hombre y en la sociedad.

4. Los Sofistas (Tema 2): El Giro Antropológico

Los sofistas aparecen en la segunda mitad del siglo V a.C. hasta finales del siglo IV a.C., durante la época de esplendor de Grecia, la Edad Clásica. Atenas era el centro de la cultura y se afianzaba la democracia gracias a las reformas de Pericles. La cultura y el saber se hicieron más populares, y los sofistas (expertos del saber) resultaron útiles a una nueva clase poderosa que aspiraba a gobernar.

Con ellos se inicia el desplazamiento de la búsqueda filosófica desde el cosmos hasta el hombre, marcando el periodo humanista de la filosofía antigua, donde los temas dominantes son la antropología, la política, la ética y la dialéctica.

Este giro antropológico fue motivado por dos cuestiones: el escepticismo ante las soluciones sobre la naturaleza y los nuevos fenómenos sociales, culturales, políticos y económicos que se dieron en esa época y que favorecieron la necesidad de los sofistas. Hubo una crisis en la aristocracia que aumentó el poder del pueblo. Esto permitió participar en política a ciudadanos que no eran de la nobleza. Se perdió la idea de que la virtud dependía del nacimiento y se popularizó la máxima de Protágoras: «El hombre es la medida de todas las cosas».

El movimiento sofista fue infravalorado, sobre todo por Platón y Aristóteles, quienes los criticaron por su relativismo escéptico, individualismo utilitarista, saber aparente y la peligrosidad de sus ideas morales.

4.1. La Relevancia de los Sofistas

Hay que tener en cuenta que los sofistas supieron captar a la perfección las demandas sociales. Fue importante que consiguieran alumnos, ya que con ellos la educación empezó a tomar relevancia. Se convirtieron en divulgadores de la idea de que el conocimiento y la virtud no dependen del nacimiento, sino del aprendizaje. Se les criticó que cobraran por sus enseñanzas y su apego a su propia ciudad, pero se convirtieron en los primeros maestros y se consideraban ciudadanos de toda Grecia, manifestando una confianza ilimitada. Eran llamados «ilustrados griegos».

Se pueden distinguir tres grupos:

  • Los grandes y célebres maestros de la primera generación: No carecían de criterios morales y Platón los consideraba dignos de respeto. Destacan Protágoras y Gorgias.
  • Los Artistas: Usaban el arte de vencer en los discursos sin considerar la verdad o falsedad de las afirmaciones (retórica erística).
  • Los sofistas políticos: Sus ideas tenían finalidades políticas y cayeron en excesos, llegando a justificar el imperialismo.

5. Sócrates (Tema 2): La Búsqueda de la Virtud

Sócrates nació aproximadamente en el 470 a.C. y murió en el 399 a.C. En su juventud estuvo en contacto con distintos filósofos naturalistas, a quienes rechazó porque, según él, se contradecían. También tuvo contacto con los sofistas, a quienes criticó, ya que consideraba que sus teorías eran relativistas y utilitaristas, pues disminuían el respeto a la ley y a la moral de la polis.

Su interés estaba centrado en el hombre. Buscó la virtud porque consideraba que el hombre es su alma, entendiendo por esta la sede de la actividad pensante y ética. Por eso, consideraba que la tarea fundamental de la educación es enseñar el cuidado de la propia alma.

5.1. Reflexión del Hombre sobre Sí Mismo

Sócrates invita al hombre a reflexionar sobre sí mismo. Afirmaba «Conócete a ti mismo», ya que esto te llevará a reconocer los propios límites y a hacer al hombre justo y virtuoso.

El reconocimiento de la ignorancia era fundamental en la sabiduría, ya que decía que solo quien sabe que no sabe busca saber: «Solo sé que no sé nada». Esto es la antítesis de los sofistas, quienes hacían profesión de sabiduría, mientras que Sócrates hacía profesión de ignorancia.

Esta invitación a reflexionar sobre sí mismo no es pura introversión, sino una invitación a sentir curiosidad para buscar dentro del alma la fuente de la verdad y de la conducta moral.

5.2. Conocimiento y Virtud: El Intelectualismo Socrático

La tarea fundamental del hombre es conocer su alma. El conocimiento, al estar tan unido al bien y a la virtud, se identifica con ellos. Hay dos consideraciones clave:

  • Las virtudes son conocimientos y el vicio es ignorancia.
  • Nadie peca voluntariamente; quien hace el mal es por ignorancia del bien.

Esto se resume en el intelectualismo socrático, que reduce el bien moral al conocimiento. Considera imposible conocer el bien y no hacerlo. Traslada el determinismo intelectual al campo moral, convirtiéndolo en determinismo voluntarista. El bien, que es lo útil para el individuo y la ciudad, influye de tal manera en la razón que quien lo conoce no puede hacer otra cosa que quererlo y buscarlo. Así, el conocimiento, la virtud y la felicidad son inseparables: saber para obrar bien y obrar bien para ser feliz.

5.3. Autodominio y Felicidad

La manifestación más significativa de la razón es el autodominio, que es el dominio de uno mismo en los estados de placer, dolor y cansancio, es decir, cuando se está sometido a las pasiones.

Sócrates identifica la libertad humana con este dominio de los instintos, y considera que la razón es suficiente. Según él, la felicidad no puede provenir de las cosas externas ni del cuerpo, sino solo del alma, que es la esencia del hombre.

El alma es feliz cuando está ordenada, y estar ordenada significa ser virtuosa. Esta es la dimensión ético-práctica que transmite el pensamiento socrático: la felicidad se consigue realizando el bien.

5.4. El Camino Socrático: La Dialéctica y la Ironía

Su método fue la dialéctica. Por medio de preguntas y respuestas, el interlocutor se ve obligado a la reflexión interior. Utiliza la ironía, que lleva a descubrir la ignorancia, sembrando la duda y la inquietud, y obligando a investigar para sacar a la luz las ideas.

La pedagogía socrática, frente al individualismo sofista, es el arte de la investigación en común, que significa un diálogo continuo con los demás y consigo mismo.