La Polis Griega y la Democracia Ateniense: Orígenes, Crisis y Filosofía

El Origen y la Estructura de la Polis Griega

La polis apareció tras el derrumbamiento de la civilización micénica, la cual conoció su esplendor entre los siglos XIV y XII a. C. La polis ya existía a partir del siglo IX a. C., y encontramos una descripción temprana de ella en la Odisea (VI, 259 y ss.), cuando Nausícaa describe su ciudad a Odiseo. La población se dividía fundamentalmente en tres categorías:

  • Ciudadanos: Con plenos derechos políticos.
  • Habitantes libres sin ciudadanía: Conocidos como metecos en Atenas, carecían de derechos políticos.
  • Esclavos: Considerados propiedad y sin ningún derecho.

La asamblea (Ekklesía) se convirtió en la expresión fundamental de la polis entendida como comunidad de ciudadanos, y la votación se consolidó como el sistema normal para expresar la voluntad de los reunidos.

La Democracia Ateniense: Auge y Desarrollo

En la democracia ateniense estaban garantizadas la libertad de expresión, de hacer propuestas y de expresar opiniones (isegoría), así como la igualdad de los ciudadanos ante la ley (isonomía). Este sistema fue el resultado de un proceso de sucesivas reformas que Solón, Clístenes, Efialtes y Pericles llevaron a cabo desde principios del siglo VI hasta mediados del siglo V a. C.

La Hegemonía de Atenas y las Reformas Democráticas

Con el establecimiento de la Liga de Delos (478 a. C.), Atenas se convirtió en la primera e indiscutida potencia marítima. Esto generó empleo en los astilleros y la consolidó como la principal potencia, con redes comerciales por todo el Mediterráneo.

En el 462 a. C., mientras Cimón se hallaba ausente en una expedición naval, Efialtes logró introducir reformas legales que limitaban el poder del Areópago, un consejo de origen aristocrático y tradicionalmente conservador. De este modo, el poder del demos (el pueblo) se hizo aún mayor. Se inauguraba así una década de reformas que, tras la muerte de Efialtes, continuarían políticos de su círculo, especialmente Pericles. Con él, la democracia se extendió y radicalizó: los magistrados y miembros del consejo pasaron a ser designados por sorteo directo, sin la lista previa que se usaba hasta entonces, y el arcontado se abrió también para los miembros de la tercera clase, los zeugitas.

El Imperialismo Ateniense y la Guerra del Peloponeso

Atenas estaba al frente de la poderosa Liga de Delos. La política imperialista ateniense se vio impulsada por sucesivas medidas tomadas bajo Pericles, elegido estratego —general supremo del ejército— por primera vez en el 454 a. C. Ocuparía el cargo durante quince años, en los cuales acometería grandes obras como la fortificación de la ciudad y la construcción de numerosos templos y edificios públicos.

El historiador Tucídides afirma que, al estallar la Guerra del Peloponeso, “la simpatía de la gente estaba, con mucho, a favor de los lacedemonios, tanto más cuanto que proclamaban su intención de liberar a Grecia… Tal era la indignación de la mayoría contra los atenienses”. La rivalidad entre Esparta y Atenas fue el verdadero desencadenante de la Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.), aunque el incidente concreto que provocó su estallido fuera una rebelión local.

El Papel de los Sofistas y los Demagogos

Al comienzo de la guerra, ya estaba muy difundida la teoría de los sofistas según la cual no hay más justicia que el dominio del más fuerte. Los demagogos eran políticos de una nueva generación, educados durante la democracia y en el espíritu de las enseñanzas sofísticas. Muchos culparon de todos los males de Atenas a la demagogia, es decir, al egoísmo irracional de estos políticos capaces de excitar y promover la irracionalidad de la masa que decidía en la asamblea.

Atenas salió derrotada de la Guerra del Peloponeso. El régimen democrático fue sustituido por el de los Treinta Tiranos, un gobierno antidemocrático impuesto por los espartanos. Había comenzado la decadencia del mundo griego.

Crisis y Restauración: La Tiranía de los Treinta y la Muerte de Sócrates

Los Treinta Tiranos instauraron un régimen de terror que duró dieciocho meses. Trasíbulo, general y líder demócrata, dirigió la resistencia contra este sangriento régimen. Tras la victoria, se instauró una democracia moderada que, sin embargo, algunos aprovecharon para saldar viejas cuentas o aniquilar a sus oponentes. En este convulso ambiente se produjo el juicio y condena a muerte de Sócrates en el 399 a. C. Poco antes de la ejecución de su maestro, Platón, temiendo ser perseguido también, abandonó Atenas e inició una serie de viajes.

Contexto Sociocultural de la Grecia Clásica

Hasta el siglo VIII a. C., la sociedad griega estaba dividida principalmente en dos clases: la nobleza, encargada de la defensa, y el pueblo, servidor de aquella y dedicado a las tareas agrícolas y ganaderas. El desarrollo de la agricultura, la producción de excedentes y la aparición de la moneda en el siglo VII a. C. impulsaron el comercio. Con ello surgió una nueva clase social, la de los comerciantes, que se independizó de la nobleza terrateniente y, mediante la colonización de nuevos territorios, fundó nuevas ciudades.

Democracia, Oligarquía y Crítica Política

Estas nuevas ciudades-estado adoptaban o bien la constitución democrática de Atenas, o bien creaban una nueva que respondía a los intereses de facciones poderosas, instaurando un sistema oligárquico. Por lo tanto, en el territorio griego coexistían regímenes democráticos con otros que no lo eran, lo cual fue determinante en el desarrollo de la cultura helénica.

En el debate político y moral de los siglos V y IV a. C. influyeron notablemente tanto los logros como, sobre todo, los fracasos de la democracia ateniense. Casi toda la literatura política de la época es hostil a la democracia, presentándola como una forma de demagogia alimentada por la irracionalidad y la carencia de principios éticos. Muchos consideraron al régimen democrático como el responsable de la derrota en la Guerra del Peloponeso. Es en este contexto en el que surgió el pensamiento político de Platón, quien, como lúcido testigo de las consecuencias del imperialismo ateniense, condenará tanto la tiranía como la democracia y propondrá una organización sociopolítica ideal en su obra.

El Debate Filosófico: Sócrates frente a los Sofistas

Las doctrinas de ilustres filósofos presocráticos como Heráclito y Parménides seguían siendo defendidas por discípulos como Crátilo y Zenón, respectivamente. Lo mismo ocurría con las teorías de pluralistas como Anaxágoras y, en menor medida, con el pitagorismo. Sin embargo, el debate ético-político entre Sócrates y los sofistas fue lo que realmente reflejó el espíritu de la época, marcando el llamado “giro antropológico” que experimentó la filosofía griega a mediados del siglo V a. C.

Los Sofistas: Maestros de la Virtud y la Retórica

Los sofistas acudieron a Atenas desde diversas polis, atraídos por su esplendor. Se presentaban como maestros de virtud (areté), capaces de desarrollar en sus discípulos las habilidades necesarias para triunfar en la vida política y social. Como profesionales del saber, cobraban por sus enseñanzas, orientadas a fines prácticos y no a la obtención de sabiduría. Enseñaban retórica (el arte del buen decir) y erística (el arte de la disputa) como métodos para triunfar en los debates públicos.

Consideraban que el ámbito del nomos o ethos (la ley y la costumbre) se contraponía al de la physis (la naturaleza), pues las leyes de la ciudad no siempre concuerdan con las leyes naturales. Frente a la noción presocrática de la verdad como desocultamiento (alétheia), los sofistas sostenían que no existe nada detrás de los fenómenos: las cosas son como aparecen. Esto les condujo al escepticismo en el conocimiento y al relativismo moral.

Sócrates: La Búsqueda de la Verdad Universal

Aunque Sócrates se opuso radicalmente a los planteamientos sofistas, muchos de sus conciudadanos lo consideraban uno más de ellos. Esto se debió a que compartían un marco intelectual común: el abandono de la cosmología presocrática (la búsqueda del arché) y un interés centrado en el ethos (cuestiones políticas y morales). Sin embargo, las diferencias eran fundamentales:

  • Finalidad del saber: Mientras los sofistas buscaban el éxito social y cobraban por enseñar, Sócrates buscaba la verdad y no aceptaba remuneración.
  • Verdad y conocimiento: Frente al relativismo y escepticismo sofista, Sócrates era antirrelativista, pues creía que el conocimiento de la verdad universal es posible.
  • Método: Los sofistas enseñaban la retórica para la disputa; Sócrates empleaba el diálogo (mayéutica) como método para aproximarse a la verdad.
  • Ética: Sócrates defendía un intelectualismo ético, donde saber y virtud se identifican: solo quien conoce el bien puede actuar bien.
  • Objeto del saber: Sócrates se enfocaba en alcanzar definiciones universales, válidas para todos los seres humanos, en contraposición al particularismo sofista.
  • Enfoque: Frente al interés sofista por el éxito externo del ciudadano, Sócrates se centraba en el auténtico ser del individuo, haciendo suyo el lema del templo de Apolo en Delfos: “Conócete a ti mismo”.