El Reinado de Fernando VII y la Emancipación Americana (1814-1833)
Sexenio Absolutista (1814-1820)
Este periodo se caracterizó por el Manifiesto de los Persas y la derogación de toda la obra legislativa de las Cortes de Cádiz. España era un país empobrecido por la guerra y sufría una grave crisis demográfica. Las riquezas de América no llegaban, ya que las colonias se encontraban en plena lucha por su independencia. El pronunciamiento del general Riego en Cabezas de San Juan (Cádiz) logró triunfar, dando paso a una nueva etapa.
Trienio Liberal (1820-1823)
Los continuos enfrentamientos entre los liberales y el rey llevaron a Fernando VII a solicitar la ayuda de las potencias absolutistas europeas, agrupadas en la Santa Alianza, para recuperar su soberanía. El ejército francés, apodado los Cien Mil Hijos de San Luis, obtuvo una fácil victoria y restauró a Fernando VII como rey absoluto.
La Cuestión Sucesoria
Se propuso al rey un cuarto matrimonio con su sobrina María Cristina de Borbón. La reina quedó embarazada, pero si nacía una niña, la Ley Sálica impedía que una mujer accediera al trono. El 29 de marzo de 1830, Fernando VII aprobó la Pragmática Sanción, que permitía heredar a las hijas siempre que no hubiera un hijo varón. Los apostólicos se opusieron y negaron la validez de la Pragmática Sanción.
Nació una niña, Isabel, lo que dejaba fuera de la sucesión a don Carlos. Sin embargo, los realistas, disconformes y aprovechando la enfermedad del rey, protagonizaron un levantamiento, los Sucesos de la Granja, logrando la derogación de la Pragmática. No obstante, la reina defendió los derechos de su hija y, una vez restablecido Fernando VII, anuló la revocación de la Pragmática. Los realistas fueron derrotados y don Carlos salió de España.
Fernando VII volvió a enfermar y murió en noviembre de 1833, subiendo al trono su hija Isabel II bajo la regencia de su madre. Carlos María Isidro declaró a su sobrina usurpadora y se proclamó rey con el nombre de Carlos V. Entró en España y, con el apoyo realista, se enfrentó a los liberales, dando comienzo a la Primera Guerra Carlista.
El Reinado de Isabel II (1833-1868): La Minoría de Edad y las Regencias (1833-1843)
La Primera Guerra Carlista (1833-1840)
Más que un pleito dinástico, fue un conflicto ideológico en el que los tradicionalistas lucharon contra la revolución liberal. Carlos María Isidro acaudilló el movimiento tradicionalista, o carlista, reivindicando sus derechos dinásticos frente a su sobrina Isabel.
El carlismo era partidario del realismo exaltado, del absolutismo y del Antiguo Régimen, del integrismo religioso y la defensa de los Fueros. Un grupo importante de la sociedad urbana, y sobre todo rural, apoyó al bando carlista. Los isabelinos o cristinos pretendían liquidar el Antiguo Régimen e implantar un sistema político liberal. La guerra estalló el 1 de octubre de 1833 y finalizó en 1840. Se desarrolló sobre todo en dos áreas: el territorio vasco-navarro y el Maestrazgo.
Se desarrolló en las siguientes fases:
Etapa de Iniciativa Carlista (1833-1835)
Los liberales lograron frenar a los carlistas en las ciudades. En una de ellas, Bilbao, murió el general carlista Zumalacárregui.
Extensión del Conflicto (1835-1837)
Se puso de manifiesto el escaso apoyo al carlismo, que no fue capaz de cohesionar territorios, fracasando en la toma de Madrid y Bilbao, defendida por el general Espartero.
Victoria Liberal (1837-1840)
El carlismo se dividió en fracciones: una derecha intransigente, reacia a la rendición, y otra que firmó la Paz o Convenio de Vergara.
El final de la guerra significó el triunfo del liberalismo. Lugares como Navarra y el País Vasco, que conservaban sus Fueros a pesar de los Decretos de Nueva Planta, sufrieron la restricción foral.
Regencia de María Cristina de Borbón (1833-1840)
Al inicio de la regencia de María Cristina, se inició la redacción de una ley de bases de funcionamiento de las Cortes, que cristalizó en el Estatuto Real de 1834. Algunos sectores pretendían imponer la Constitución de 1812. Debido a lo anterior, se produjo la Revolución de 1835, urbana y burguesa, que surgió para acabar con el carlismo y con el gobierno moderado.
La reina encargó el gobierno a un progresista, el extremeño José María Calatrava, quien centró su obra en un texto constitucional acorde con los tiempos: la Constitución de 1837. De 1837 a 1840 se sucedieron en el gobierno las fracciones liberales, hasta que en 1840 se desató una crisis a causa de la Ley de Ayuntamientos. El conflicto enfrentó directamente a la Regente con Espartero (líder progresista), lo que culminó con la renuncia de María Cristina, quien se exilió a Francia.
Regencia del General Baldomero Espartero (1840-1843)
Gracias a su prestigio, se produjo una activa participación de los militares en el gobierno del país. Se produjeron revueltas en Barcelona en 1842. Una manifestación acaudillada por otro general, Narváez (moderado), derrotó a Espartero. Este vacío de poder llevó a adelantar la mayoría de edad de Isabel II, haciendo posible su coronación.
El Reinado Efectivo de Isabel II (1843-1868)
La Década Moderada (1844-1854)
Bajo el liderazgo del general Narváez, el Partido Moderado dominó la política durante los diez años siguientes, dando nombre a la Década Moderada. En este período se elaboró la Constitución de 1845, que proclamaba la soberanía compartida y anulaba algunas conquistas del liberalismo progresista. Entre estas reformas destacan la nueva división provincial, la administración centralizada y la creación de la Guardia Civil.
El Concordato de 1851 con la Santa Sede aseguró la presencia de la Iglesia en la enseñanza y paralizó el proceso de venta de bienes nacionales pendientes. El 10 de octubre de 1846 se celebró el enlace de la reina con su primo Francisco de Asís de Borbón, una elección desacertada que fue la única candidatura viable dada la presión internacional. El matrimonio fracasó en los primeros meses.
La Revolución de 1854 y el Bienio Progresista (1854-1856)
A finales de junio de 1854 tuvo lugar el pronunciamiento de los generales O’Donnell y Dulce. O’Donnell exigía reformas políticas y unas Cortes Constituyentes para hacer posible una auténtica regeneración liberal. Se inició una nueva etapa progresista: la reina entregó el poder a Espartero y O’Donnell, y se aprobaron importantes leyes económicas como la Ley de Ferrocarriles, las leyes bancarias y de sociedades, y se retomó la desamortización.
Pascual Madoz promulgó el 1 de mayo de 1855 la Ley General de Desamortización, cuyo objetivo era culminar el proceso desamortizador. La venta se realizó en subasta y el pago en metálico, aplazado a 14 años. Las diferencias entre Espartero y O’Donnell se agudizaron cuando este último fundó la Unión Liberal. Aparecieron las primeras huelgas e incidentes en el mundo rural, que acabaron desgastando la figura de Espartero.
La Vuelta al Moderantismo y el Final del Reinado (1856-1868)
La reina recurrió a O’Donnell para restablecer la Constitución de 1845, suavizada con un Acta Adicional. Narváez gobernó durante el bienio de 1856-1858. Bajo su mandato se aprobó la Ley Moyano. O’Donnell inició un periodo de cierta calma política, caracterizado por una gran prosperidad económica y una intensa actividad en política exterior. Un nuevo gobierno intentó atraer de nuevo a los progresistas con una tímida reforma política.
Tras la batalla de Alcolea, triunfó la revolución. Isabel II fue destronada y marchó al exilio, iniciándose el Sexenio Democrático.
El Sexenio Democrático (1868-1874)
Aspectos Generales
La Revolución de septiembre de 1868, conocida como la Gloriosa, supuso la instauración de un régimen democrático. El Sexenio aportó la primera Constitución democrática del siglo XIX. Se caracterizó por una rápida sucesión de fases: el destronamiento de Isabel II, el Gobierno Provisional, la Monarquía democrática de Amadeo I y la Primera República. El Sexenio sufrió problemas políticos y sociales. Entre ellos, destacaron las lacras y los excesos de la centralización y, sobre todo, tres conflictos de envergadura: la Guerra Cubana, la Guerra Carlista y la sublevación cantonal.
La Gloriosa: Septiembre de 1868
Entre las causas de la revolución pueden citarse: la crisis financiera internacional de 1866, a la que se añadió una crisis de subsistencias por las malas cosechas, el agotamiento del régimen político moderado por la corrupción, la unión de los partidos de la oposición y la muerte de O’Donnell. Se formaron juntas revolucionarias que dividieron el poder entre ellas (Demócratas y Republicanos) y el Gobierno Provisional (Progresistas y Unionistas).
El Gobierno Provisional (1868-1871)
Estuvo compuesto por unionistas y progresistas. La forma de gobierno, monarquía o república, debía ser decidida por unas Cortes Constituyentes, las primeras elegidas por sufragio universal. Los partidarios de una monarquía democrática lograron que Prim fuera nombrado jefe de gobierno y Serrano declarado regente. La labor más importante fue la desarrollada por Laureano Figuerola en materia económica.
La Constitución de 1869
Fue la primera constitución democrática española y recogía las siguientes características:
- Establecía un régimen de monarquía de soberanía nacional.
- Recogía una amplia declaración de derechos y libertades.
- Sufragio universal y directo.
- División de poderes y cierta descentralización.
- Las Cortes eran bicamerales.
- El ejecutivo era desempeñado por los ministros.
- Aseguraba la independencia y la democratización de la justicia.
- Se reemprendió la desamortización y se suprimieron los consumos.
El mayor problema era encontrar un rey.
La Oposición al Gobierno Progresista
Los mayores problemas a los que se tuvo que enfrentar el gobierno fueron el descontento de los republicanos, la crisis agraria de 1867-1868 y la Guerra de Cuba, un movimiento secesionista dirigido por Céspedes.
Monarquía de Amadeo de Saboya (1871-1873)
Amadeo I, con el rechazo aristocrático y popular, tuvo que enfrentarse a graves problemas. En el seno del partido más sólido de la coalición, el Progresista, se produjo una ruptura. Por un lado, Sagasta, con la parte constitucionalista, y por el otro, Ruiz Zorrilla, con el sector más radical. El carlismo inició una Tercera Guerra Carlista a favor de Carlos VII. La fuerte inestabilidad política llevó a su abdicación en febrero de 1873.
La Cuestión Cubana
El Marqués de Manzanedo fue uno de los principales inspiradores del movimiento antiabolicionista. Entre la sociedad cubana y la española, las diferencias eran crecientes. Se daba más importancia a los EE. UU. como mercado natural. Existían tensiones entre criollos y peninsulares. El Capitán General tenía poderes que equivalían a los de un monarca absoluto. Francisco Lersundi adoptó una política de dura represión.
La Tercera Guerra Carlista (1872-1876)
Existían dos tendencias: unos defendían la actuación dentro de la legalidad (Cándido Nocedal y sus neocatólicos) y otros abogaban por la sublevación militar.
La Primera República (Febrero 1873 – Enero 1874)
Se formó una coalición de radicales y republicanos, presidida por Estanislao Figueras. Se encontraron con una doble oposición (radicales e intransigentes). En Andalucía, estos brotes revolucionarios desembocaron en graves disturbios, como el de Montilla, en Córdoba. Un nuevo gobierno fue presidido por Pi i Margall, quien propuso un proyecto de constitución según el ideario federalista.
La Constitución de 1873 declaraba la total separación Estado-Iglesia y el matrimonio civil, establecía un poder de relación, una estructura federal con 17 estados y mantenía derechos similares a los de la Constitución de 1869. No llegó a aprobarse debido al estallido de los movimientos cantonalistas, la conflictividad social, la extensión de la Guerra Carlista y el problema cubano. Pavía dio un golpe de Estado en las Cortes mientras se votaba la sustitución de Castelar.
El Movimiento Cantonal
El cantonalismo buscó la formación de poderes locales fuertes y autónomos como medida para contrarrestar el centralismo. Puntos destacados de la sublevación cantonal fueron Alcoy, Sanlúcar y, especialmente, Cartagena. Militares monárquicos, como los generales Martínez Campos y Pavía, acabaron con el movimiento cantonal durante el verano de 1873.
Hacia la Restauración Borbónica
El ejército propuso a Serrano como jefe de Estado. Cánovas del Castillo redactó el Manifiesto de Sandhurst. Este manifiesto se comprometía a implantar un régimen constitucional y parlamentario estable.
Política Económica del Sexenio
Hubo un crecimiento económico. Se creó la nueva unidad monetaria, la peseta. Se intentó realizar una reforma fiscal que suprimiera los ‘consumos’. La Ley de Sociedades Anónimas y la Ley de Minas permitieron conseguir inversiones extranjeras y la entrada de capitales para financiar el crecimiento.
La Crisis de la Monarquía Borbónica, Guerra de Independencia y la Constitución de 1812
Crisis de la Monarquía Borbónica y Reinado de Carlos IV
Carlos IV cerró fronteras y detuvo los programas ilustrados para evitar la propagación de las ideas revolucionarias. Napoleón convocó una asamblea de notables que redactó el Estatuto de Bayona, una carta otorgada que establecía que los poderes legislativo y ejecutivo residían en el rey.
La Guerra de Independencia (1808-1814)
Fue una respuesta nacional a la invasión francesa. Tuvo un carácter interno, debido a la crisis del reinado de Carlos IV que desembocó en la presencia francesa en España. También tuvo un carácter internacional, pues España formaba parte del proyecto hegemónico de Napoleón, al que se oponían otras potencias como Inglaterra.
Desarrollo del Conflicto
Fue una guerra internacional, por la intervención de Inglaterra y Portugal en el conflicto español contra los franceses. Fue también una guerra civil, ya que algunos españoles apoyaban la presencia francesa. Además, fue un proceso revolucionario, ya que las juntas de defensa se negaron a obedecer y asumieron la soberanía del país. Esto llevó a la convocatoria de las Cortes de Cádiz y a la elaboración de una Constitución.
Reinado de José I y su Política Reformista
Contó con el apoyo de españoles que esperaban que Bonaparte trajese los ideales ilustrados y de la Revolución Francesa. José Bonaparte propició algunas reformas de tipo ilustrado. Sin embargo, las medidas se vieron dificultadas por la falta de autonomía del rey frente a Napoleón.
Consecuencias de la Guerra de Independencia
- Pérdidas humanas y económicas.
- Significó la primera acción revolucionaria en la España contemporánea en la lucha por la soberanía nacional.
- Primer proyecto reformista en la España contemporánea.
- Crisis del Antiguo Régimen e implantación del ideario liberal y revolucionario.
- Debilitación del peso internacional de España y favorecimiento de la independencia de las colonias americanas.
Las Cortes de Cádiz: Composición y Actuaciones
Estaban compuestas por absolutistas, jovellanistas/reformistas y liberales. Las Cortes se declararon depositarias de la soberanía nacional. Plantearon acabar con el Antiguo Régimen e impulsaron un sistema económico basado en el liberalismo.
La Constitución de Cádiz de 1812
Sus principales características fueron:
- Soberanía nacional.
- División de poderes.
- Cortes unicamerales.
- Limitación del poder real.
- Igualdad ante la ley.
- Sufragio universal masculino indirecto.
- Catolicismo como religión oficial.