La Marca Hispánica y los Orígenes de los Reinos Cristianos
En la parte nororiental de la península y en la Septimania goda, los godos que habían huido al reino de los francos pidieron ayuda a estos. Así, Carlomagno emprendió una serie de campañas militares con la intención de establecer un territorio de distensión militar, más conocido como marca. La Marca Hispánica se constituyó a principios del siglo IX para evitar la penetración musulmana en el territorio del Reino de los Francos. Así, los francos dividieron ese territorio en diversos condados, donde señores feudales de origen franco o godo representaban al rey de los francos, lo que propició un desarrollo algo diferente al experimentado por los reinos cristianos ibéricos occidentales.
Estos condados, en pleno proceso de feudalización, se emanciparían de facto del dominio franco después de la crisis carolingia del siglo IX, al empezar a transmitirse hereditariamente. No obstante, hasta 988, los condes de Barcelona renovaron el pacto de vasallaje con los reyes francos.
El Esplendor y Decadencia de Al-Ándalus
Los siglos VIII y IX significaron un creciente poderío musulmán en la península, a pesar de la oposición de los núcleos cristianos del norte. A fines del siglo VIII, el omeya Abderramán I, huido de Siria, convirtió a al-Ándalus, en lo político, en un emirato independiente del Califato de Damasco.
En el siglo X, Abderramán III convirtió a al-Ándalus en un califato independiente de Damasco, ya con autonomía religiosa y no solo política, como hasta entonces. Fue una época de pujanza cultural, gracias a las innovaciones en las ciencias, las artes y las letras, con una especial atención dedicada al desarrollo de las ciudades. Las ciudades más importantes fueron:
- Valencia
- Zaragoza
- Toledo
- Sevilla
- Córdoba
Esta última, durante el siglo X, con al-Hakam II, llegó a ser la mayor ciudad de Europa Occidental, contando con 500.000 habitantes y el mayor centro cultural de la época. Sin embargo, la decadencia de los territorios musulmanes comenzó en el siglo XI, cuando las pugnas entre las distintas familias reales musulmanas provocaron la desmembración del califato en un mosaico de pequeños reinos, conocidos como taifas.
Consolidación de los Reinos Cristianos Peninsulares
Nacimiento de Navarra y Aragón
Mientras tanto, cerca de los Pirineos, aparecieron otros dos reinos cristianos: Navarra y Aragón.
Evolución del Reino Asturleonés y el Surgimiento de Castilla
Con el avance de la expansión cristiana por la península, el que hasta entonces había sido el Reino de Asturias, con su capital fijada en Oviedo desde el reinado de Alfonso II el Casto, se transformó en el Reino de León en 910 con García I, tras el reparto de territorios de Alfonso III el Magno entre sus hijos. Años después, en 914, tras la muerte del rey, Ordoño II de León subió al trono, aglutinando bajo su corona los territorios de Galicia, Asturias y León, fijando definitivamente en esta ciudad su capital y confirmando su supremacía como Reino de León.
El avance de las conquistas hacia el sur y la aglutinación en torno a León de un territorio cada vez más amplio trajo consigo el nacimiento de «subunidades» político-territoriales en su interior: es el caso de Castilla. Este territorio sería adquirido por el rey navarro Sancho III el Mayor, quien a su muerte lo dejaría en herencia a su hijo Fernando.
Casado Fernando con la hermana del rey leonés, formaría una coalición navarro-castellana que, tras una guerra y la muerte del rey de León en la batalla de Tamarón, le permitió acceder al trono de este último. Sin embargo, a su muerte, los territorios volvieron a ser repartidos entre sus hijos: el Reino de León, el Reino de Galicia, Castilla (que también adquirió rango regio) y la ciudad de Zamora.
La Corona de Castilla y el Nacimiento de Portugal
A lo largo de los siglos siguientes, estos territorios pasarían a manos del mismo o de distintos monarcas en sucesivas ocasiones, conformando la Corona de Castilla, con unas únicas Cortes. Los distintos territorios conservaban su carácter de reino y diversas particularidades jurídicas (el rey que aglutinaba bajo su corona todos estos territorios se titulaba Rey de León, de Castilla, de Galicia… añadiendo sucesivamente los de los nuevos territorios que se iban conquistando), sin que, sin embargo, conservaran una autonomía similar a la de la Corona de Aragón.
Asimismo, de León nacería otra unidad territorial de gran trascendencia posterior: Portugal, que se constituiría como reino. Cabe señalar, por último, como uno de los momentos más destacados de los reinados de Alfonso VI y Alfonso VII en León, la adopción del título de emperador: el primero como “Emperador de las Dos Religiones“, y el segundo como “Emperador de España“.