I. Al-Ándalus: Reinos de Taifas y las Invasiones Norteafricanas
1. Los Primeros Reinos de Taifas (Siglo XI)
La guerra civil que desembocó en un Consejo de Notables originó los primeros reinos de taifas, dominados por árabes, bereberes y eslavos. Estos reinos compitieron económica, militar y culturalmente entre sí, lo que les permitió gozar de una notable prosperidad económica y cultural. Sin embargo, su sistema político era inestable y su fuerza militar, escasa, lo que los obligó a pagar parias a los reinos cristianos.
2. La Intervención Almorávide
Alfonso VI hizo evidente la amenaza cristiana con la conquista de Toledo (1085). Ante esta situación, los almorávides acudieron en ayuda de los taifas y derrotaron a los castellanos en la batalla de Sagrajas (1086). Sin embargo, tras esta victoria, los taifas se desunieron y establecieron pactos con el rey cristiano, lo que llevó a los almorávides a iniciar su conquista de Al-Ándalus, considerándolos traidores al islam.
Los almorávides lograron unificar Al-Ándalus con el Magreb Occidental. No obstante, no pudieron evitar su posterior desintegración frente al avance cristiano, lo que dio lugar a los segundos reinos de taifas.
3. La Unificación Almohade y la Caída de Al-Ándalus
Los almohades, un pueblo bereber, conquistaron la mayoría de los segundos reinos de taifas en el siglo XII, logrando una nueva unificación de Al-Ándalus. Su apogeo se alcanzó tras vencer a los cristianos en la batalla de Alarcos. Sin embargo, su desintegración se precipitó tras su decisiva derrota frente al rey castellano Alfonso VIII en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Como consecuencia, surgieron los terceros reinos de taifas, de los cuales solo sobrevivió el Reino Nazarí de Granada. Este fue el último Estado musulmán de Al-Ándalus, y finalmente, los Reyes Católicos (RRCC) lo conquistaron en 1492.
II. El Régimen Señorial y la Sociedad Estamental
El Régimen Señorial fue una característica intrínseca de la monarquía feudal. La feudalización de la sociedad se debió a la erosión del poder monárquico, el fortalecimiento de la nobleza y la inexistencia de un poder centralizado del Estado. En Castilla, la nobleza y la Iglesia se apropiaron de vastas extensiones de tierra y sometieron a los campesinos. En Navarra, a los campesinos se les arrebataron sus propiedades y fueron obligados a pagar rentas. Este Régimen Señorial estructuró la sociedad en un sistema estamental, dividido en:
- Privilegiados: Nobleza y clero, exentos de impuestos y con derechos especiales.
- No privilegiados: Campesinos, artesanos y burgueses, que constituían la mayoría de la población, trabajaban y soportaban la carga fiscal.
III. La Reconquista y los Procesos de Repoblación en la Península Ibérica
Tras la invasión musulmana de la península ibérica, surgieron reinos cristianos en el norte. Estos reinos iniciaron la Reconquista, un proceso que abarca desde la legendaria batalla de Covadonga (722) hasta la conquista de Granada (1492). Las motivaciones de este proceso fueron complejas, incluyendo causas políticas, religiosas y, de manera fundamental, económicas. Paralelamente a la Reconquista, se desarrolló un crucial proceso de repoblación de los territorios recuperados.
1. Fases de la Repoblación
Fase 1: Siglos VIII-X (Presura)
Durante este periodo, los cristianos ocuparon territorios escasamente poblados (como la Cuenca del Duero o Galicia) debido a la superioridad militar musulmana en otras zonas. La repoblación se llevó a cabo principalmente mediante el sistema de presura, por el cual nobles e Iglesia podían explotar la tierra directamente, o cederla a campesinos libres a cambio del pago de foros. También se formaron aldeas dependientes de un señor.
Fase 2: Siglos XI-Mediados del XII (Repoblación Concejil)
La crisis del Califato y la aparición de los reinos de taifas facilitaron el avance cristiano. Eventos clave incluyeron la conquista de Toledo (1085). Además, Alfonso I el Batallador tomó Zaragoza (1118), extendiendo el dominio cristiano hasta el valle medio del Ebro y, posteriormente, hasta Tortosa. La repoblación de estas zonas se encomendó a los concejos (o concejiles) de las ciudades, a los que se les concedía un fuero para garantizar ciertas libertades y derechos.
Fase 3: Mediados del Siglo XII-Siglo XIII (Órdenes Militares y Latifundios)
Inicialmente, las disputas entre los reyes cristianos frenaron el avance conquistador. La repoblación continuó siendo obra de los concejos en áreas como el Guadiana Medio, el Guadalope Medio y la cuenca baja del Turia. A las tierras despobladas y fronterizas se les concedieron encomiendas, y ante la escasez de repobladores castellanos, comenzaron a surgir los primeros latifundios.
Fase 4: Siglo XIII-1492 (Repartimientos y Fin de la Reconquista)
A partir del siglo XIII, la unión de los reinos cristianos permitió una victoria decisiva sobre los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Este triunfo impulsó el avance final de la Reconquista, que culminó con la toma del Reino Nazarí de Granada (1492). En esta fase, se aplicó el sistema de repartimientos, donde las órdenes militares y los nobles recibieron grandes extensiones de tierra (conocidas como donadíos), mientras que la nobleza baja obtenía heredamientos. Durante este periodo, el Régimen Feudal se consolidó aún más.
IV. La Organización Política de los Reinos Cristianos Peninsulares
En el siglo XI, los reinos cristianos peninsulares se configuraron en entidades como el Reino de Navarra, el Reino de León y los Condados Catalanes. Posteriormente, en el siglo XII, se consolidaron la Corona de Aragón y la Corona de Castilla.
1. El Modelo de Monarquía Feudal y sus Instituciones Generales
El modelo político predominante era la monarquía feudal, donde el rey era considerado el primus inter pares (primero entre iguales) y actuaba con una concepción patrimonialista del territorio. El poder real estaba limitado por la autonomía de los señoríos y los privilegios de la nobleza y la Iglesia. Para asistir al monarca en el gobierno, existían diversas instituciones, destacando la Curia Real. De la Curia ordinaria derivó el Consejo Real, un grupo de personas que aconsejaban al rey. La Curia extraordinaria, por su parte, dio origen a las Cortes, asambleas convocadas por el monarca.
2. La Corona de Castilla: Centralización y Control
En Castilla, la reintroducción del derecho romano sirvió para reforzar la autoridad del rey, aunque esta centralización generó insatisfacción y, en ocasiones, rebeliones por parte de la nobleza. En la administración territorial, se consolidó la división en comarcas y merindades, así como en ciudades con autogobierno de la nobleza regulado por fueros. En la administración local, la Corona extendió progresivamente su control sobre los Concejos. Aunque inicialmente los alcaldes podían ser hereditarios, los reyes finalmente lograron controlar los Concejos mediante la figura del Corregidor.
3. La Corona de Aragón: Confederación y Pactismo
La Corona de Aragón era una confederación de reinos y territorios (Aragón, Valencia, Mallorca y Cataluña), cada uno con sus propias leyes, fueros y, en ocasiones, un virrey. Se caracterizaba por ser una monarquía descentralizada, donde el poder real estaba significativamente limitado por la nobleza y las instituciones propias de cada reino. Sus principales organismos incluían el Consejo Real, la Audiencia, la Real Hacienda, la Generalitat (en Cataluña y Valencia) y la figura del Justicia de Aragón. Territorialmente, Aragón se dividía en veguerías, con un veguer al frente, y en ciudades con autogobierno de la burguesía.
4. El Reino de Navarra: Monarquía Pactista Aislada
Por su parte, el Reino de Navarra era una monarquía marcadamente pactista, donde el rey debía jurar el Fuero General y las Cortes, aunque no tenían plena capacidad legislativa, poseían importantes prerrogativas. Aislada al norte y con el liderazgo de Castilla y Aragón en la Reconquista, Navarra se vio obligada a establecer una estrecha relación con la dinastía francesa.