La Proclamación e Instauración de la II República y la Constitución de 1931
El 14 de abril, tras conocerse el resultado de las elecciones municipales del 12 de abril, la República fue proclamada en diversas ciudades españolas. Alfonso XIII suspendió la potestad real y partió al exilio. El Comité Revolucionario republicano se convirtió en el Gobierno Provisional de la República. La República fue recibida con un gran entusiasmo popular y con la esperanza de un cambio radical: crear un auténtico sistema democrático, iniciar amplias reformas económicas y sociales, y desarrollar formas culturales más libres. Sin embargo, nació en circunstancias difíciles, marcadas por la crisis económica de los años 30 y el ascenso del fascismo.
En España, sus bases sociales eran amplias pero diversas. Apoyaron la República sectores de las clases medias de las ciudades más dinámicas y los obreros socialistas. En el Gobierno Provisional de la República, había ministros de la derecha republicana (Niceto Alcalá Zamora, presidente del Gobierno), republicanos de centroderecha (Alejandro Lerroux, ministro de Estado), republicanos de izquierda (Manuel Azaña, ministro de Guerra), nacionalistas catalanes, republicanos galleguistas y miembros del PSOE (Indalecio Prieto, Largo Caballero, ministro de Trabajo).
El Gobierno concedió la amnistía política, restableció las libertades y convocó elecciones a Cortes Constituyentes para el 28 de junio, las cuales fueron ganadas por la Conjunción Republicano-Socialista. Las Cortes elaboraron la Constitución de 1931, de carácter democrático-social, promulgada el 10 de diciembre.
Características de la Constitución de 1931
- La declaración de derechos del ciudadano era amplísima.
- Se declaraba que el Estado era integral (unidad de España), pero reconocía el derecho de autonomía de las regiones.
- Se creaban unas Cortes unicamerales, base del sistema y representantes de la Soberanía Nacional, con un amplio poder legislativo, elegidas por Sufragio Universal (incluyendo a las mujeres) por un período de cuatro años. Tenían Diputación Permanente y voto de censura contra el Gobierno.
- El poder ejecutivo se repartía entre el Gobierno (que necesitaba la doble confianza del Presidente de la República y de las Cortes) y el Presidente de la República (Jefe del Estado), quien era elegido por seis años mediante el voto conjunto de las Cortes y de unos compromisarios, iguales en número a los diputados, elegidos por Sufragio Universal. El Presidente era un poder moderador del sistema.
- Con respecto al poder judicial, se establecían un Tribunal Supremo y un Tribunal de Garantías Constitucionales.
- Se declaraba que el Estado era laico, sin religión oficial, y se garantizaba la libertad de conciencia y de cultos.
- La educación y la cultura eran una obligación del Estado, que debía garantizarlas y extenderlas.
Aprobada la Constitución, Niceto Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República.
El Bienio Reformista (1931-1933): Las Principales Reformas
La coalición republicano-socialista que proclamó la República y constituyó el Gobierno Provisional presidido por Alcalá Zamora se fue desintegrando. Primero la abandonó la derecha republicana de Alcalá Zamora, quien, al no apoyar los artículos constitucionales de carácter religioso, dimitió como presidente del Gobierno Provisional y fue sustituido por Manuel Azaña (octubre de 1931). Aprobada la Constitución (diciembre de 1931), el Partido Radical de Lerroux no quiso formar parte del primer Gobierno Constitucional de la República, por oponerse a la presencia de ministros socialistas.
De diciembre de 1931 a septiembre de 1933, Manuel Azaña presidió una serie de gobiernos reformistas que representaban una alianza más reducida que la que instauró la República, aunque más homogénea (republicanos de izquierda y socialistas). Los distintos gobiernos del Bienio Reformista emprendieron una serie de reformas que afectaban a todos los órdenes de la vida política y social, y que podían conllevar cambios radicales en el Estado y en la sociedad española. Se abordaron problemas que atenazaban el desarrollo de la sociedad española desde comienzos del siglo XIX. Las principales reformas fueron:
La Ley de Reforma Agraria (1932)
Que, frente al predominio del latifundio en el sur de España, pretendía redistribuir las tierras para terminar con la miseria jornalera y con la escasa productividad. La Ley permitía expropiar trece tipos de fincas (antiguos señoríos, deficientemente cultivadas). El Instituto de la Reforma Agraria (IRA) indemnizaba a los propietarios expropiados y facilitaba el asentamiento de los campesinos. La reforma se aplicó con muchas limitaciones (escasos recursos). Muchos propietarios, opuestos a la Reforma Agraria, se aliaron contra el régimen. Los campesinos, decepcionados por sus resultados, adoptaron posturas revolucionarias (ocupación de tierras).
Las Reformas Laborales del Ministerio de Trabajo de Largo Caballero
Se estableció la obligación del contrato de trabajo y la jornada de ocho horas. Se crearon los jurados mixtos (nombrados de forma paritaria por las asociaciones obreras y patronales), encargados de elaborar las bases de trabajo. Esta legislación laboral provocó la oposición de la patronal y de la CNT.
La Reforma del Ejército
El problema militar radicaba en un ejército con excesivos oficiales, mal dotado y organizado. Azaña, como Ministro de la Guerra, el 23 de abril, estableció el juramento de fidelidad de los militares hacia la República. Quienes no lo hicieran causarían baja en el Ejército. El 25 de abril, se publicaba el decreto de retiros que permitía pasar al retiro a los militares que lo pidieran, conservando el sueldo. Estas reformas no crearon un Ejército adepto a la República. Por el contrario, la revisión de los ascensos por méritos de guerra en África creó gran malestar.
Las Reformas Religiosas
La Constitución declaró la aconfesionalidad del Estado, la libertad de cultos y la supresión del presupuesto de culto y clero. Se permitió el divorcio y el matrimonio civil. Se prohibió la enseñanza y las actividades económicas a todas las órdenes religiosas. La jerarquía católica se opuso a estas medidas y movilizó a la opinión católica en su contra.
Nota: La Iglesia seguía teniendo gran influencia entre las clases medias rurales y sectores de la burguesía urbana provinciana.
La Reforma Educativa
Se adoptó un modelo de escuela mixta, laica, obligatoria y gratuita. Se promovió el desarrollo cultural de sectores sociales populares (las Misiones Pedagógicas, encaminadas a difundir la cultura en las zonas rurales con bibliotecas, cines y teatro; las Universidades Populares, que ligaban la enseñanza con los ámbitos obreros).
La Autonomía Regional
La Constitución reconocía la personalidad de las regiones y el derecho a la autonomía. En 1932, se aprobó el Estatuto de Cataluña, con Gobierno y Parlamento propios, con competencias económicas, sociales, educativas y culturales, y se reconocía la cooficialidad del catalán. Las primeras elecciones autonómicas las ganó ERC y Macià fue elegido presidente de la Generalitat. En el País Vasco, el Estatuto de Autonomía no se aprobó hasta octubre de 1936, en plena Guerra Civil.
Adversarios del Reformismo y Conflictividad Social: El Fin del Bienio Reformador
El régimen republicano encontró la oposición de los sectores más afectados por las reformas (la Iglesia, el Ejército, los propietarios agrarios y las organizaciones patronales). Se crearon nuevas organizaciones políticas en la derecha no republicana:
- La CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), coalición de la derecha católica, dirigida por Gil Robles.
- Los monárquicos alfonsinos fundaron Renovación Española, liderada, desde su vuelta del exilio en 1934, por José Calvo Sotelo.
- Los carlistas se agrupaban en Comunión Tradicionalista.
- Los grupos fascistas: las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, 1931), unidas en 1934 a Falange Española (creada en 1933), dirigida por José Antonio Primo de Rivera, formándose así FE de las JONS.
La oligarquía de la Restauración (aristocracia y gran burguesía) fue el grupo social más perjudicado por las reformas republicanas. Sin embargo, en su oposición a la República, encontró el apoyo de sectores de las clases medias rurales y de ciudades de provincia (temerosas de la transformación de la propiedad y de la política religiosa del primer bienio de la República).
Un sector del Ejército, dirigido por el general Sanjurjo, protagonizó un golpe de Estado para forzar el viraje de la República hacia la derecha (agosto de 1932), pero fracasó. En 1933 se creó la UME (Unión Militar Española), organización clandestina de militares derechistas y antirreformistas.
La lentitud de las reformas provocó una gran conflictividad social. La CNT y la FAI protagonizaron las sublevaciones anarquistas (en el Alto Llobregat, 1932, y en Andalucía, Casas Viejas, 1933). A lo largo de 1933, la crisis de la coalición republicano-socialista y el desgaste del Gobierno de Azaña, desacreditado por la dura represión en Casas Viejas, fueron cada vez mayores. Alcalá Zamora retiró su confianza a Azaña y forzó su dimisión como presidente del Gobierno (septiembre de 1933), disolvió las Cortes y convocó elecciones para noviembre de 1933.