René Descartes: El Fundamento del Pensamiento Moderno y la Búsqueda del Conocimiento Cierto

René Descartes: Pionero de la Filosofía Moderna

René Descartes (1596-1650), quizás el filósofo francés más influyente de la historia, nació en La Haye, Turena, y falleció en Suecia. Fue una figura polifacética: matemático, óptico, filósofo y, para muchos, el verdadero iniciador de la filosofía moderna. Su formación en el célebre colegio jesuita de La Flèche le permitió empaparse de las enseñanzas escolásticas, aunque pronto manifestó su desacuerdo con sus tesis y, por extensión, con las de Aristóteles. Su pensamiento filosófico fundamental se encuentra expresado, sobre todo, en Reglas para la dirección del Espíritu (1628) y en su famoso Discurso del Método (1637).

La Obsesión Cartesiana por el Método

Descartes mostró un interés casi obsesivo por el método. A diferencia de la tradición aristotélica, con su Órganon, y la escolástica, donde el método se aplicaba a la fase posterior a la obtención de las primeras intuiciones o a los momentos iniciales de cada doctrina, Descartes, insatisfecho con los sistemas filosóficos precedentes por considerarlos imprecisos e inconsistentes, aplicó el método a la intuición misma, al saber primario, al momento fundacional de todo filosofar. Consideraba que sus predecesores habían errado y descuidado este punto crucial. En este sentido, su filosofía se erige como una verdadera propedéutica filosófica, una teoría del conocimiento.

Hasta Descartes, los filósofos se habían dedicado a la metafísica, la ética, la teodicea e incluso la física, pero ninguno había reflexionado tan concienzudamente como él sobre el modo en que debemos conducirnos para que nuestros conocimientos sean válidos y fiables. Descartes se propuso construir un edificio del saber sólido, evitando la incertidumbre y el error, así como el trabajo inútil y penoso. Por ello, buscó un camino (un método) fácil, sencillo, claro y accesible a todos, que lo preservara del error. En sus propias palabras:

“Por método entiendo las reglas ciertas y fáciles, las cuales el que las observe exactamente nunca admitirá lo falso como verdadero, y, sin malgastar inútilmente su ciencia, llegará al verdadero conocimiento de todas las cosas de que es capaz.”
— René Descartes, Reglas para la dirección del Espíritu, Regla V.

Con Descartes, como se ha señalado, se inicia la filosofía moderna, una filosofía que se sustenta en la razón subjetiva. Se atrevió a cuestionar las verdades establecidas hasta entonces. Además, mientras que la filosofía había sido fundamentalmente metafísica, con Descartes, y posteriormente con Immanuel Kant y Edmund Husserl, la primacía recae en la gnoseología. El foco se desplaza al análisis de la relación entre el sujeto y el objeto, entre la conciencia y el mundo exterior.

El Método en el Contexto de su Época

El interés de Descartes por el método no era un fenómeno aislado; de hecho, era una preocupación central en su tiempo, especialmente en el ámbito de las ciencias experimentales. Su enfoque, sin embargo, buscaba trascender las limitaciones de la observación empírica para establecer un fundamento más seguro.

El Discurso del Método: La Búsqueda de un Fundamento Indubitable

Si consideramos El Discurso del Método la obra cumbre de Descartes, observamos que en ella el autor expresa su profundo desencanto con las filosofías anteriores. El motivo de esta insatisfacción radica en la falta de fundamento de lo que él consideraba una sucesión inacabada de opiniones, a menudo contrapuestas. Por ello, se propuso reconstruir el edificio del saber, partiendo de una base segura, de un conocimiento indubitable y cierto. Esta ambición lo llevó a la necesidad de eliminar previamente todas las posibles fuentes de error, lo cual constituye la finalidad y el sentido último de su método.

Dualismo Cartesiano y la Primacía del Entendimiento

Descartes parte de una antropología marcadamente platónica, que postula una visión dualista del ser humano como un compuesto de alma y cuerpo. Sin embargo, también recupera elementos de la “psicología” aristotélica al identificar una serie de facultades del alma: sentidos externos, sentido común, memoria, imaginación y entendimiento.

Todas estas facultades, a excepción del entendimiento, funcionan en virtud de la unión de la mente y el cuerpo. Los sentidos dependen de la acción de los objetos exteriores, y las demás facultades también dependen, en cierta medida, de lo corpóreo. Solo el entendimiento escapa a esta limitación, al ser de naturaleza espiritual y poder funcionar de forma separada del cuerpo.

¿Por qué se considera esto una “limitación”? Porque Descartes había comprobado que la información recibida a través de los sentidos es, en muchos casos, errónea. La única fuente fiable de conocimiento, por tanto, provendrá del entendimiento mismo, desligado de los sentidos. El entendimiento es la única facultad capaz de intuir de manera clara y distinta las ideas o las “naturalezas simples”.

Descartes prescinde así de la experiencia sensible como punto de partida. Para alcanzar la “primera verdad”, confía únicamente en la razón recluida en sí misma, “a puerta cerrada”, desconectada de todo contacto con el mundo exterior. Aquí reside la novedad fundamental de su sistema: no se parte de la realidad para llegar a las ideas sobre ella, sino que se parte de la idea para llegar a la realidad. Esta inversión metodológica inaugura una nueva forma de hacer filosofía, una que será retomada en todo su potencial por Immanuel Kant y, posteriormente, por otros autores como Edmund Husserl.