Investigación del Conocimiento en Hume: Fundamentos y Alcance
David Hume era muy consciente de las dificultades que implica la búsqueda de un conocimiento seguro, sobre todo en el ámbito de la filosofía, donde las contradicciones y los replanteamientos son constantes. Por este motivo, consideraba que antes de iniciar cualquier indagación, es indispensable investigar el conocimiento mismo para establecer una base firme que lo sostenga.
Ahora bien, dado que el sujeto de conocimiento es siempre el ser humano, la investigación del conocimiento tiene como paso previo el estudio de la naturaleza humana. Dicho de otra manera, todas las ciencias son productos humanos, obras que dependen de la capacidad mental. Por consiguiente, la filosofía ha de estudiar en primer lugar al ser humano y sus facultades; solo de esta manera puede saberse si sus producciones tienen o no garantía. Según Hume, la primera ciencia que debe elaborarse es la ciencia de la naturaleza humana. Pretende realizar en este campo lo que Newton hizo con la física.
El Origen de las Ideas en la Filosofía de Hume
Para Hume, todos nuestros contenidos mentales son percepciones. Y todas las percepciones provienen de la experiencia, ya que no existen ideas ni representaciones mentales que sean previas a aquella. El innatismo es falso.
Hume clasifica nuestras percepciones, según su grado de vivacidad, en dos tipos: impresiones e ideas.
- Las impresiones son las sensaciones inmediatas de la experiencia: imágenes, pasiones y emociones.
- Las ideas, en cambio, son imágenes o copias difusas de las impresiones. Son productos de la imaginación y de la memoria que no consiguen imitar el grado de intensidad de los originales. Una cosa es sentir un frío intenso (impresión) y otra muy diferente recordar aquel frío que pasé un día (idea).
Además de la clasificación por vivacidad, Hume organiza las percepciones siguiendo otros criterios. Así, según su procedencia:
- Percepciones de sensación: Son aquellas que provienen de los sentidos.
- Percepciones de reflexión: Son estados exclusivamente mentales.
Según su composición, las percepciones se clasifican en:
- Simples: No pueden dividirse en otras menores.
- Complejas: Pueden distinguirse y dividirse en otras más simples.
La Asociación de Ideas
¿De dónde provienen las ideas simples? Todas las ideas simples provienen de sus correspondientes impresiones simples.
¿Las ideas complejas son también una copia de impresiones complejas? Así ocurre en algunos casos: la idea de manzana proviene de la impresión compleja de manzana. Sin embargo, existen otros tipos de ideas que no son estrictamente copias de impresiones complejas. Las ideas complejas son fruto de la combinación y unión fantasiosa de impresiones simples que realiza la imaginación.
La imaginación crea ideas complejas siguiendo ciertas leyes y regularidades. Y es que determinadas ideas parecen conducir de modo natural a otras. Estas tendencias son lo que Hume llamó leyes de asociación de ideas.
- Semejanza: Hay algo en nuestra mente que la impulsa a asociar ideas con algún grado de similitud.
- Contigüidad en el espacio y en el tiempo: Una idea nos conduce naturalmente a otra cuando entre ellas existe una relación de proximidad, ya sea espacial o temporal.
- Relación causa-efecto: Ante los fenómenos que acostumbran a sucederse temporalmente, nuestro entendimiento crea una expectativa de futuro; espera que ciertos hechos sigan a otros al igual que ha sucedido en el pasado.
Relaciones de Ideas y Cuestiones de Hecho: Los Tipos de Juicios en Hume
Todos estos juicios que conforman el edificio del conocimiento pueden clasificarse en dos tipos: relaciones de ideas y cuestiones de hecho.
- Relaciones de Ideas: Se trata de afirmaciones del tipo “la suma de los ángulos del triángulo siempre da 180º” o “todos los solteros no son casados”.
- Cuestiones de Hecho: Son afirmaciones del tipo “Marta hace gimnasia” o “las nubes traen lluvia”. Se establecen relaciones entre hechos que hemos de comprobar mediante la observación y la experiencia. Son contingentes y probables: lo que afirman es así ahora, pero podría no serlo.
El Problema de la Causalidad en Hume: Crítica al Principio de Conexión Necesaria
El principio empirista de Hume establece que para toda idea o creencia se ha de comprobar de qué impresión es copia; en el caso de que no se halle el original, esta debe ser rechazada por ilegítima.
Después de este análisis, Hume concluye que la idea de conexión necesaria es fruto de la imaginación. Al observar en innumerables casos cómo un fenómeno va seguido de otro, tendemos a considerar, llevados por la costumbre o el hábito, que siempre sucederá así. Esta proyección del pasado hacia el futuro resulta muy útil para vivir, ya que, sin ella, el mundo se volvería caótico e imprevisible. Ahora bien, a pesar de la utilidad que Hume le reconoce, constata que una costumbre solo puede proporcionar creencias, pero nunca conocimiento universal y necesario.
Las impresiones simples de la sensación son el elemento primario de todo el conocimiento. Aunque las impresiones de la reflexión pueden derivar de las ideas al revivirse estas, las ideas en último término proceden de impresiones y sensaciones.
La Probabilidad de la Ciencia según Hume: Creencias y Costumbre
Según Hume, los enunciados científicos no pueden identificarse con leyes universales, válidas en cualquier momento y en cualquier circunstancia. En realidad, estas supuestas leyes son simplemente creencias apoyadas en la costumbre y en la tradición. La comprobación repetida de un fenómeno proporciona a nuestra razón la confianza para creer en la infalibilidad de estos principios. Sin embargo, no debe olvidarse que efectivamente solo se trata de creencias, y que las creencias no son ni universales ni necesarias; como mucho, son probables.
El Emotivismo Moral de Hume: Fundamentos Éticos y Sentimientos
Frente a quienes consideran la razón como responsable de nuestras decisiones, Hume sostiene que, en realidad, toda acción descansa en la emoción y los sentimientos. Es cierto que reflexionamos y razonamos antes de tomar decisiones, pero estos razonamientos están motivados por creencias en las cuales tienen un peso fundamental las emociones.
La razón no puede impulsar a la acción, solo el sentimiento puede. “La razón es, y solo puede ser, la esclava de las pasiones.”
Nuestras acciones en última instancia están motivadas por los sentimientos de atracción o aversión que nos producen ciertos comportamientos. Esta atracción o aversión surge del placer o del dolor que determinadas acciones nos provocan. Según Hume, buscamos y apreciamos lo que nos causa placer, y aborrecemos y rechazamos lo que nos ocasiona dolor.
Los sentimientos de placer y dolor están en la base de los juicios morales; el bien no es otra cosa que lo que nos complace, mientras que el mal consiste en el disgusto y el dolor que determinadas acciones nos provocan. El placer no debe entenderse como algo egoísta; la justicia, la benevolencia, la gratitud y la amabilidad son actitudes que me gustan. Así, cuando el placer y la felicidad afectan al máximo número de personas, me complacen y me proporcionan tanto placer como mi propio provecho. La ética de Hume es, en este sentido, una ética utilitarista que concibe como bien aquello que proporciona placer y es útil a la mayoría.
También el poder político se fundamenta en la utilidad y el intentarlo.