Los Reinos Cristianos en la Península Ibérica Medieval: Origen, Evolución y Reconquista

Introducción

La llegada de los musulmanes en el 711 d. C. a la Península Ibérica se tradujo en el reparto del espacio geográfico en dos zonas: una extensa al sur, Al-Ándalus, y otra muy reducida en los valles cantábricos del norte peninsular. Durante tres siglos, los cristianos del norte aprovecharon el desinterés de los musulmanes por aquellas tierras marginales.

En un principio, su objetivo fue la resistencia, pero desde mediados del siglo IX comenzaron la Reconquista (proceso político-militar de recuperación de las tierras, partiendo de los cuatro núcleos de resistencia: astures, vascones, aragoneses y la Marca Hispánica, frontera hispano-franca). La Repoblación es el proceso económico de recuperación de las tierras conquistadas a los musulmanes.

De entre los primeros núcleos de resistencia nacerán los primeros reinos cristianos que van a competir por el dominio peninsular y experimentaron un largo proceso de unificación y disgregación que en el siglo XIII se concluirá en cinco reinos: Castilla, Aragón, Portugal, Navarra y Granada.

Origen y Evolución de los Primeros Núcleos Cristianos de Resistencia: El Nacimiento de León y Castilla

El Reino Astur fue el núcleo más importante de la resistencia cristiana hasta el siglo X por su extensión, fuerza militar y estructura política. Esa relevancia pasó posteriormente al Reino de León desde el 910 hasta el 1037, para finalmente convertir al Reino de Castilla en la gran potencia de la Península Ibérica desde el siglo XI. Además, existieron otros reinos peninsulares como los que conformaron la Corona de Aragón.

Reino Astur

En el 718, un grupo de nobles cristianos (visigodos) refugiados en las montañas cantábricas aceptaron que Pelayo (noble visigodo) se convirtiese en su jefe, el rey. Cuatro años más tarde, tuvo lugar una escaramuza contra los musulmanes en Covadonga (722), que contribuyó a asegurar su poder y su autoridad. En este contexto, los cronistas cristianos tomaron esta batalla como el inicio de un proceso llamado Reconquista. Las fuentes cristianas lo presentan como un milagro, mientras que los musulmanes lo describen como una pequeña batalla.

Don Pelayo fue el primer rey asturiano y, a partir de él, nació el reino astur-leonés con Alfonso I (739-756). Este monarca realizó la primera delimitación del reino y, aprovechando los conflictos musulmanes, llevó a cabo incursiones por la meseta del Duero, trasladando población hispano-visigoda para poblar estas tierras.

Alfonso II (792-842) dio la estructura definitiva al reino y llevó a cabo una política militar agresiva, ensanchando fronteras por Galicia y Álava. Aprovechó los conflictos internos de Al-Ándalus realizando expediciones con un doble objetivo: debilitar la economía de Al-Ándalus y conseguir un buen botín. En lo político, instauró la capital en Oviedo, impulsó la vuelta al derecho visigodo (el Fuero Juzgo) y en su reinado tuvo lugar un fenómeno muy importante: el descubrimiento de los restos del apóstol Santiago en Compostela (Campus Stellae), fundamentando la religión cristiana.

Alfonso III el Magno (866-911) fue decisivo para la consolidación del reino, ya que supo aprovechar la debilidad de los emires cordobeses para avanzar por la meseta hasta el Duero, fortificando ciudades como Toro, Simancas y Zamora, entre otras.

Reino de León

García I, entre el 910 y 914, heredó de su padre Alfonso III León, Navarra y Castilla, formando el primer intento de Reino Leonés. Sin embargo, tras su pronta muerte, Ordoño II, que había heredado Galicia, unificó su territorio con el de su hermano García I para consolidar el Reino de León, constituido en 914 al trasladar la capital de Oviedo a León. Esto permitió controlar mejor las nuevas tierras adquiridas, que serían pobladas por gallegos, cántabros, vascos y mozárabes huidos de Al-Ándalus.

A lo largo del siglo XI, el Reino de León se expandió hacia el Duero y el Sistema Central, llegando a alcanzar territorios de la actual Extremadura. En 1035, Fernando I, hijo de Sancho III el Mayor de Navarra, heredó el Condado de Castilla. Fernando I, quien a su vez estaba casado con Sancha, hermana del rey de León Bermudo III, se enfrentó a Bermudo III, a quien venció y se hizo con la corona leonesa, a pesar de la oposición de la nobleza y la población leonesa.

A la muerte de Fernando I (1065), la herencia se repartió entre sus hijos: Sancho, que se intitularía como Sancho I de Castilla al hacer del Condado su reino; Alfonso VI, que se quedó con León, el territorio más valioso por las parias que cobraba; García, con Galicia; y Urraca, con Zamora. Alfonso y Sancho se aliaron para atacar Galicia. Pero, no contento Sancho con la mitad de Galicia, pretendió hacerse con León. Las huestes de Alfonso se resguardaron en Zamora, donde sufrieron el asedio castellano. Al aguantar el envite y morir el rey Sancho a manos del noble Vellido Dolfos, las fuerzas leonesas recuperaron el mando y Alfonso VI reconstruyó un gran reino formado por Galicia, León y Castilla. El Papa Gregorio VII reconoció a Alfonso VI como Emperador de los Reinos Hispanos.

Con la figura de Alfonso VII, todos los reyes de Hispania y de los Francos le reconocieron como su señor y ellos como vasallos, en lo que sería el esplendor imperial leonés. En poco tiempo, con Fernando II en León y Sancho III en Castilla, el imperio entró en declive por los conflictos fronterizos y la independencia de Portugal del reino de León. Alfonso IX fue el monarca leonés más afamado por constituir las primeras cortes europeas en León en 1188. También su reinado fue expansionista, pero a su muerte, Fernando III se hizo con el poder del Reino de León, pasando a partir de ese momento a formar parte del llamado Reino de Castilla.

Reino de Castilla

Castilla, en sus orígenes, no fue más que la frontera oriental escasamente poblada del Reino de León, la zona más expuesta a los ataques musulmanes que, desde el valle del Ebro y desde la plaza fuerte de Medinaceli, intentaban atacar. En esta zona predominan las llanuras, por lo que fue necesario levantar fortalezas defensivas (castella). Los monarcas leoneses repoblaron con cántabros y vascos, quienes no habían asumido la cultura romana y visigoda, eran amantes de la libertad individual y reaccionaban al poder que se les impusiera. Dispuestos a compaginar el trabajo con la lucha, la población se concentraba en núcleos urbanos que facilitaban la defensa y en los que las decisiones importantes las tomaban los ciudadanos en la asamblea.

Los sucesores de la nobleza visigoda y los mozárabes huidos de Al-Ándalus no mostraron ningún interés por instalarse en un escenario tan peligroso, por lo que en Castilla surgió una conciencia de diferenciación política y las primeras muestras del particularismo castellano ya están documentadas a mediados del siglo IX. La literatura épica es una mezcla de historia y leyenda acerca de las tensas relaciones entre castellanos y leoneses, donde se nos narra la prisión de los condes castellanos por parte de Ordoño II y las constantes desobediencias y falta de apoyo de los condes castellanos a los reyes leoneses. Los castellanos preferían desentenderse de los problemas de León y centrarse en los suyos, como defender sus fronteras y territorios.

El Conde Fernán González fue considerado artífice de la independencia de Castilla en 980. Logró unificar los diferentes condados y, aprovechando las disputas internas del reino leonés, gobernó Castilla como un señor independiente y transmitió a su hijo García González el Condado de Castilla como herencia. Pronto pasó a formar parte del Reino de Navarra y nacería como reino a partir del testamento de Sancho III el Grande, quien nombraría a su hijo Fernando I como primer Rey de Castilla.

En la historia posterior de Castilla y de León se sucedieron numerosas uniones y separaciones hasta que en 1230 reinó Fernando III el Santo, dando lugar al gran Reino de Castilla. Dominó el valle del Guadalquivir, conquistó Murcia en 1243, entre otras plazas.

Le sucedió su hijo Alfonso X el Sabio, quien consolidó los territorios del sur peninsular, llegando a conquistar Cádiz en 1264. Su reinado realizó una importante labor codificadora y legislativa, en documentos que constituyen la base del derecho castellano.

Reinos Orientales

En el área pirenaica, los núcleos cristianos aparecieron en principio integrados y dependientes del Imperio Carolingio, cuyo emperador, Carlomagno, para protegerse de los ataques de los musulmanes, creó una franja defensiva al sur de los Pirineos que llamó Marca Hispánica. De ella formaban parte núcleos cristianos que dieron lugar a los reinos de Aragón (Cataluña incluida) y Navarra.

Reino de Navarra

A comienzos del siglo IX, surgió en el norte de Navarra el Reino Vascón de Pamplona, cuyo primer titular fue Íñigo Arista, quien intentó liberar estas tierras del poder franco por el norte y del musulmán al sur. Con el rey Sancho Garcés I (905-925), Navarra comenzó su expansión hacia el sur, conquistando las tierras del Alto Ebro e incorporando el Condado de Castilla, por parte de León, y los Condados Aragoneses. Este mismo planteamiento lo continuaría Sancho III el Mayor (1005-1035). Fue este quien llevó a Navarra a su máxima expansión, incluso incorporando los condados de Sobrarbe y Ribagorza. Por el oeste, llegó a conquistar la ciudad de León. Además, añadió a sus dominios el Condado de Castilla debido a que su esposa era castellana y terminó por acceder a incorporarlo. Sancho tuvo relaciones estrechas con todos los reyes cristianos y fue uno de los promotores del Camino de Santiago, convirtiendo a Navarra en el reino más poderoso. Este poder se deshizo a su muerte, ya que dividió el reino entre sus hijos. De su testamento nacieron como reinos Castilla y Aragón, cuyo protagonismo aumentó a la vez que disminuyó el de Navarra.

Aragón

Tiene su origen en los condados de Aragón situados al norte, cerca de los Pirineos. Los condados más importantes son Sobrarbe y Ribagorza. Primero se deshicieron del dominio franco y el primer conde independiente en las primeras décadas del siglo IX fue Aznar Galíndez. Inicialmente, este condado comprendía un territorio pequeño y montañoso integrado en los valles de Canfranc. Jaca es el centro de estos condados.

A mediados del siglo X, el Condado de Aragón se incorporó al Reino de Pamplona y, por el testamento de Sancho III el Mayor, Aragón se convirtió en Reino bajo la dirección del rey Ramiro I. Es decir, que Aragón y Navarra volvieron a estar unidos de 1076 a 1134, cuando a la muerte de Alfonso I el Batallador se separaron definitivamente.

El Condado de Barcelona

En el noreste de la Península Ibérica, nacieron a finales del siglo VIII y principios del siglo IX diversos condados (Barcelona, Gerona, Besaló, Cerdeña) que estaban bajo la órbita de los reyes francos, interesados en defender la frontera al sur de los ataques musulmanes. Al principio, la alianza con los francos trajo importantes éxitos militares como la conquista de Barcelona en 801. Este fue el más importante; al frente estuvieron a veces condes francos y a veces condes autóctonos. La figura más destacada fue Wifredo el Velloso, quien llevó el primer avance repoblador y se hizo independiente de los condes francos. A partir de 877, por medio de los Capítulos de Quierzy, los feudos pasaron a ser hereditarios. El Conde Borrell II fue quien organizó una serie de campañas para frenar a Almanzor y rompió los últimos lazos con la monarquía franca. En el año 1137, el matrimonio de Doña Petronila con el Conde Ramón Berenguer IV unió Aragón y Cataluña, formando la Corona de Aragón, que sería una confederación porque seguían manteniendo bajo una misma corona instituciones particulares.

Expansión y Formas de Ocupación del Territorio: Modelos de Repoblación y Organización Social. La Mesta.

Expansión

La Reconquista, un término político-militar acuñado por los eclesiásticos, se produjo en la Edad Media en los territorios del norte peninsular. Se definió como la recuperación de las tierras conquistadas por los musulmanes y se le dio el concepto de cruzada religiosa contra el Islam. Cada uno de los núcleos de resistencia la llevó a cabo de forma independiente, de acuerdo con sus propios intereses, y no fue un proceso paralelo en el tiempo ni en el lugar geográfico.

A partir de la primera mitad del siglo IX, los reyes asturleoneses repoblaron el valle del Duero y aseguraron este río como frontera natural. Por la misma fecha, los condes de Barcelona repoblaron Vich.

Aún no se podía hablar de Reconquista porque estas tierras estaban abandonadas. Apenas se produjeron avances en el siglo X, ya que en los tiempos de Almanzor los reyes cristianos se vieron incapaces de frenar las razzias, manteniendo una actitud defensiva.

Entre los siglos XI y XIII sí tiene sentido hablar de Reconquista, que fue un largo proceso de cuatro etapas:

  1. Comienzo de la crisis del Califato y segunda mitad del siglo XI

    • El objetivo fue fortalecer la línea defensiva del Duero y lograr el dominio completo del valle.
    • El dominio correspondió a Sancho III el Mayor de Navarra y a su hijo Fernando I de Castilla.
  2. Ocupación de los Valles del Duero al Tajo y al Ebro

    • En el sector occidental, Alfonso VI, rey de Castilla, conquistó Toledo en 1085. Este hecho alarmó a los reyes de Taifas, quienes pidieron ayuda a los almorávides.
    • En el sector oriental, Alfonso I el Batallador, rey de Navarra y Aragón, conquistó el valle del Ebro y Zaragoza (1118). Los almorávides consiguieron algunas victorias y frenaron el avance cristiano, pero no pudieron recuperar ni Toledo ni Zaragoza. Ramón Berenguer IV completó la ocupación del Ebro, conquistando Tortosa en 1148 y Lérida en 1149.
    • Por su parte, Portugal se hizo independiente de Castilla después de 1128 y ocupó Lisboa.
  3. Ocupación del Valle del Guadiana

    • Por la zona castellano-leonesa, la conquista se desarrolló hasta la línea fronteriza natural del Guadiana y por los valles del Turia y del Júcar en la zona de Aragón.
    • Al-Ándalus recibió la ayuda de los almohades, quienes consiguieron frenar el avance cristiano, pero por poco tiempo, ya que Alfonso VIII, rey de Castilla, derrotó con ayuda de aragoneses, navarros y portugueses a los almohades en la Batalla de Las Navas de Tolosa (1212). Con esta victoria, los cristianos abrieron las puertas para entrar en el Valle del Guadalquivir.
  4. Ocupación del Valle del Guadalquivir (Siglo XIII)

    • El rey Fernando III el Santo unificó Castilla y León en 1230. Conquistó también Jaén, Córdoba y Sevilla.
    • En la zona oriental, el rey Jaime I el Conquistador, rey de Aragón, conquistó todo el litoral valenciano y la isla de Mallorca. Con esto, terminó la conquista de Aragón (lo que impulsó la política mediterránea de Aragón y su expansión por el Mediterráneo).
    • Castilla tendría pendiente la conquista del Reino de Granada y su actividad reconquistadora se paralizaría un par de siglos. Solo habría que destacar que Castilla conquistaría Algeciras con el fin de cerrar el estrecho a posibles invasiones norteafricanas. Se permitió que Granada siguiera siendo independiente por cuestiones económicas, ya que seguirían pagando parias a los Reyes Castellanos hasta 1492.

Formas de Ocupación

La Repoblación fue la ocupación pacífica de tierras que, como consecuencia de la Reconquista, se iban incorporando a los reinos cristianos. Múltiples factores (cantidad de efectivos para llevarla a cabo, peligrosidad de la zona, rapidez de las conquistas, etc.) hicieron que los sistemas de repoblación aplicados fuesen distintos:

  • Repoblación por Presura (Castilla) y Aprisio (Aragón y Cataluña): Se aplicó en la repoblación del Duero, Alto Ebro y Piedemonte Pirenaico. Este sistema consistía en ocupar las tierras despobladas y ponerlas en cultivo. Fue realizada por nobles, monjes, pero principalmente por campesinos, hombres libres que trabajaban pequeñas parcelas de su propiedad. El alto grado de libertad concedida por los reyes a estos pobladores se entiende por su doble función de agricultores y guerreros en un territorio fronterizo entre musulmanes y cristianos. Se agrupaban en villas o aldeas y se dio un cierto colectivismo en los pastos y bosques.

  • Repoblación Concejil: Predominó en la Meseta Norte (entre el Duero y el Sistema Central), la cuenca del Tajo y el Valle del Ebro. Se crearon Concejos que tenían por cabeza una ciudad o una villa y administraban una importante demarcación territorial (alfoz). Como eran zonas conflictivas, que a veces soportaban incursiones de los musulmanes, se les concedieron Fueros o Cartas Puebla (ejemplos: Salamanca, Segovia, Sepúlveda, Zaragoza, Calatayud, etc.), por los que se les concedía libertades y ventajas económicas. Se repartían parcelas en propiedad para trabajarlas y además tenían tierras comunales. En estos lugares predominó la pequeña y mediana propiedad. Se repobló con cristianos de los reinos del norte, pero también con inmigrantes ultrapirenaicos (francos, borgoñones, lombardos, etc.).

  • Repoblación por Repartimientos: Se aplicó en el valle del Guadiana, Guadalquivir, Extremadura, interior de Aragón (Teruel) y el litoral mediterráneo (Castellón). Se repartió en grandes latifundios, que eran concedidos por la Corona a la nobleza y las Órdenes Militares (Santiago, Calatrava, Alcántara, Montesa), como recompensa a su participación guerrera en la Reconquista. La base de este sistema radicó en la escasa población para repoblar y la rapidez de la Reconquista. La mayor parte de los habitantes (muchos de ellos musulmanes) trabajaron como colonos o braceros en los latifundios. En la zona del Levante (Región Valenciana), predominó el repartimiento entre los nuevos pobladores, por lo que predominó la pequeña y mediana propiedad. Esta situación se vio fortalecida con la presencia de musulmanes que trabajaron como siervos de los cristianos.

Organización Social

La sociedad era una sociedad estamental, jerarquizada, pero no tan cerrada como la sociedad europea del momento. Era eminentemente rural, basada en la agricultura y la ganadería. Vivían principalmente en pequeñas aldeas, a excepción de las ciudades que se agrupaban en el entorno del Camino de Santiago, las cuales constituyeron núcleos de actividades artesanales y de comercio. El Camino de Santiago fue uno de los tres centros de peregrinación de la cristiandad y sirvió como vía de entrada de nuevas ideas, costumbres, mercancías, etc.

La Nobleza y el Clero eran los estamentos privilegiados, con exención de impuestos y leyes propias; se era noble por nacimiento o por designación real, y clérigo por profesión. Estaban en la cúspide de la pirámide social porque tenían grandes propiedades, señoríos en los cuales tenían jurisdicción. De las relaciones de dependencia surgió el régimen señorial, donde los habitantes de un territorio quedaban ligados a su propietario. Había señoríos de realengo (propiedad del monarca), eclesiásticos o señoriales. En el caso de estos últimos, podían ser solariegos, donde el señor cobraba rentas por el uso de las tierras, o jurisdiccionales, si las prerrogativas de los señores eran mayores y podían cobrar impuestos, administrar justicia, llamar a filas, etc.

El Pueblo Llano incluía a campesinos (la mayor parte, con situaciones muy diferentes: libres, semilibres), artesanos, menestrales y pequeños burgueses. Todos estos tenían las mismas leyes y pagaban todos los impuestos. Los judíos y mudéjares eran grupos menos integrados socialmente, pero que convivieron muchos años con los cristianos.

La Mesta

Entre los siglos XI y XIII se produjo una fase de expansión demográfica y económica. La población creció y se superó la economía rural cerrada de los siglos anteriores. Así se reactivaron las vías de comercio en conexión con la fundación de nuevos centros urbanos. Estas nuevas ciudades se denominaron burgos, tuvieron funciones artesanales y comerciales, y en ellos se llevaron a cabo mercados y ferias por concesión real (fueros y cartas puebla).

La economía castellana se orientó claramente hacia la ganadería lanar más que hacia la agricultura. El negocio consistía en la lana que se vendía a buen precio en los mercados de Flandes e Inglaterra. Los rebaños de ovejas eran propiedad de los nobles y los grandes monasterios. Estos se organizaron en asociaciones cada vez más influyentes que regularon la trashumancia y cuidaron las cañadas. En 1273, Alfonso X fundó el Honrado Concejo de la Mesta, que unió a todas estas organizaciones ganaderas.

Entre los siglos VIII y X, la abundancia de tierras vacías permitió a los cristianos emigrar hacia el sur, de manera que dominaba la población libre sobre los nuevos territorios. Sin embargo, a partir del siglo XI, se fue extendiendo el feudalismo tanto en los territorios del norte como en los nuevos territorios repoblados. La nobleza y la Iglesia, claves en la Reconquista, se reforzaron ante el poder real al extenderse el señorío territorial y jurisdiccional. Este reforzamiento de la nobleza y la Iglesia generó el surgimiento de la sociedad estamental (dividida en brazos o estamentos con sus propias leyes y funciones). Estos dos estamentos dominantes, junto a las oligarquías urbanas, constituyeron las cortes a partir del siglo XIII.

La España de las Tres Culturas

Con el apelativo de Tres Culturas nos referimos a los cristianos, musulmanes y judíos que copaban la Península Ibérica en este momento. Los cristianos, seguidores de Jesucristo y Dios, ocupaban el norte de la península. Los musulmanes, seguidores de Alá y Mahoma, ocupaban el sur. Los judíos, que creen en un Dios y cuyo texto sagrado es la Torá, vivían en las juderías, apartados de la población cristiana. Eran comerciantes y artesanos, aunque la élite estaba compuesta por banqueros y prestamistas. Fueron perseguidos por los cristianos. Además, había otras minorías como los mozárabes y los mudéjares.

La cultura de la España cristiana se caracterizó por su modestia frente al panorama de Al-Ándalus en estas fechas. Estaba monopolizada por los eclesiásticos y sus fines eran de índole religioso.

Los centros más activos de la vida cultural eran los monasterios como Sahagún, San Millán de la Cogolla y Santa María de Ripoll. Destacó el trabajo de los copistas y también algunas creaciones originales como los Comentarios al Apocalipsis, las Glosas Emilianenses y las Glosas Silenses (donde aparecen las primeras referencias a la lengua romance castellana que se estaba gestando en esos momentos). Algunos monasterios catalanes enviaron monjes a Córdoba para copiar manuscritos científicos.

A partir del siglo XI, se intensificaron las relaciones entre la cristiandad europea y la hispana, gracias sobre todo al Camino de Santiago, por donde entraban personas, mercancías e ideas.

Pero, aunque hubo un predominio de la cultura y formas artísticas cristianas, fue muy importante en la Península la influencia de la cultura islámica, con la que convivió durante siglos, y el aporte de la culta comunidad judía de la España medieval. Un ejemplo claro de la colaboración de las tres culturas fueron las Escuelas de Traductores, de las que sobresale la de Toledo, creada en el siglo XII y que tuvo su momento de esplendor en el reinado de Alfonso X el Sabio (1252-1284). En ella participaron intelectuales cristianos, musulmanes y judíos. Se tradujeron obras al latín y posteriormente al castellano, tanto del árabe como del griego, abarcando temas literarios, filosóficos y científicos.

Con el renacimiento urbano, cobraron importancia las escuelas catedralicias y surgieron las primeras universidades: en el siglo XIII, Palencia y la más importante, Salamanca (1218).

Las lenguas romances (castellano, catalán, gallego) se consolidaron y, a partir del siglo XIII, se generalizó su uso como lenguas cultas, iniciándose las creaciones literarias (Poema de Mío Cid, Cantigas y crónicas de Ramón Muntaner) y como lengua usada en las documentaciones oficiales.

Finalmente, cabe indicar que durante la Edad Media existió una convivencia y tolerancia entre los grupos religiosos (mozárabes, mudéjares, judíos, etc.) y étnicos, que se alternó con épocas de confrontación e intolerancia debido a las mentalidades religiosas (cruzada cristiana y yihad islámica).

Arte Medieval en la Península Ibérica

Artísticamente, se desarrollaron dos principales movimientos: el Románico y el Gótico.

El Arte Románico

El arte de la Península en la Edad Media, en los territorios cristianos, estuvo influido por las corrientes europeas. Hasta el siglo XI, se dio el arte prerrománico de características más originales, pero por el Camino de Santiago llegaron los canteros que trajeron el nuevo estilo: el Románico. Fue un arte religioso, ligado a la construcción de iglesias y monasterios en los que se subordinaba la escultura y la pintura a la arquitectura. Se dio hasta el siglo XII. Las iglesias eran de piedra, de planta de cruz latina, con anchos muros y bóvedas de cañón y arista sujetas por arcos de medio punto (de ahí la referencia al arte romano). La escultura se situaba en los capiteles de las columnas, en las jambas y en los tímpanos. Los temas eran generalmente religiosos y existía una preferencia por el Juicio Final. La pintura utilizaba los mismos temas y se situaba en los ábsides y las bóvedas (pintura al fresco) o en los altares (temple sobre tabla). Tanto en escultura como en pintura se buscaba un fin didáctico y las representaciones eran hieráticas, había jerarquización en las figuras y un cierto antinaturalismo. El mejor ejemplo lo encontramos en la Catedral de Santiago de Compostela y su famoso Pórtico de la Gloria, cumbre del Románico.

El Arte Gótico

Fue el segundo arte cristiano europeo de la Edad Media. También religioso y centrado en la arquitectura. En este caso, se construyeron catedrales, pero también ayuntamientos y palacios (reflejo del resurgir de la vida urbana en la Baja Edad Media). Se inició en la segunda mitad del siglo XII y permaneció hasta los siglos XV y XVI en algunos casos. Se caracterizó por la búsqueda de la verticalidad y la luz, conseguido gracias al uso del arco apuntado y la bóveda de crucería. Los edificios alcanzaron gran altura. Los muros se hicieron más finos y se abrieron grandes ventanales en ellos que se cubrieron con vidrieras. La pintura se realizaba en retablos, colocados ante el altar, y la escultura se empleaba en tímpanos, jambas, gárgolas, etc. Las formas eran más naturales, los temas preferidos tenían que ver con la Virgen o la Pasión de Cristo (un concepto más humanista) y la técnica era mucho más perfecta.