España en Conflicto: La Segunda República y el Estallido de la Guerra Civil (1931-1939)

La Proclamación de la Segunda República: La Constitución de 1931 y el Bienio Reformista (1931-1933)

El triunfo republicano en las grandes ciudades precipitó el 14 de abril de 1931 la proclamación de la República. Ante esto, el rey Alfonso XIII se exilió y, de forma inmediata, se formó un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora y formado por republicanos de izquierdas y derechas, socialistas y nacionalistas, que dirigió el país hasta la creación de unas nuevas Cortes Constituyentes. Este Gobierno tuvo que responder desde un principio al ansia general de reformas, realizando las primeras medidas para la Reforma Agraria, laboral, militar, educativa, además de poner en marcha el Estatuto Provisional de Autonomía de Cataluña.

El ambiente social se encrespó inmediatamente, como muestra la campaña de huelgas promovidas por la CNT y los enfrentamientos entre la Iglesia y el Gobierno. El sector más conservador de la Iglesia, encabezado por el Cardenal Segura, puso todo tipo de trabas al nuevo ejecutivo. El viejo anticlericalismo afloró y en mayo de 1931 diversas iglesias y conventos fueron asaltados y quemados, alejando a los católicos del nuevo régimen republicano.

La Constitución de 1931

En junio de 1931, se celebraron las elecciones a Cortes Constituyentes, dando las urnas una clara mayoría a la coalición republicano-socialista. De manera inmediata se comenzó a redactar una nueva Constitución, que fue aprobada en diciembre de 1931, y reflejó las ideas de esta mayoría, entre las que destacan:

  • Soberanía Popular: Se declaraba al nuevo Estado español como una “República Democrática de Trabajadores de Todas Clases”.
  • Sufragio Universal Masculino y Femenino: Tras un largo debate, las mujeres obtuvieron el derecho de voto.
  • Extensa Declaración de Derechos y Libertades: Como el divorcio, la equiparación de hijos legítimos e ilegítimos, el derecho a la educación o a establecer Estatutos de Autonomía.
  • División de los Poderes del Estado:
    • Poder Legislativo: Quedó en manos de unas Cortes unicamerales.
    • Poder Ejecutivo: Repartido entre el Presidente de la República (con escasos poderes) y el Jefe de Gobierno, que, nombrado por el Presidente, debía contar con la aprobación de las Cortes.
    • Poder Judicial: En manos de los Tribunales de Justicia.
  • Cuestión Religiosa: Se establecía un Estado laico: separación de la Iglesia y el Estado. Como consecuencia, desaparecía el presupuesto de Culto y Clero, y se prohibía a la Iglesia ejercer la educación.

El Bienio Reformista (1931-1933)

Tras aprobarse la Constitución, se inició un nuevo periodo con un Gobierno presidido por Manuel Azaña y formado por republicanos de izquierdas y socialistas. En diciembre, Niceto Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República.

El Gobierno republicano-socialista emprendió un amplio programa de reformas en un contexto económico desfavorable, marcado por el ascenso del paro, entre las que destacan:

  • Reformas Laborales: Iniciadas desde el Ministerio del Trabajo por el socialista Largo Caballero, que favorecían a los trabajadores y sindicatos, y a las que se opusieron los empresarios.
  • Reforma Educativa: Con un amplio programa de construcción de escuelas y contratación de maestros. Se estableció la enseñanza mixta y la religión dejó de ser asignatura obligatoria, lo que agudizó el enfrentamiento con la Iglesia.
  • Reforma Militar: Buscando garantizar la fidelidad del Ejército al nuevo régimen y propiciar la reducción del excesivo número de mandos. Se exigió el juramento de fidelidad, pudiendo optar los que se negaran al retiro voluntario con paga completa.
  • Reforma Agraria: Aprobándose en 1932 la Ley de Bases de la Reforma Agraria. Con ella se buscaba el reasentamiento de campesinos sin tierra en latifundios insuficientemente explotados. Su aplicación fue un fracaso y muy pocos campesinos se beneficiaron de la ley.

Oposición y Conflictos

En cuanto a los grupos que se opusieron, hay que destacar que la derecha tradicional quedó desorganizada tras la proclamación de la República. La oposición conservadora quedó restringida a las asociaciones patronales como la Unión Económica Nacional y el Partido Radical de Lerroux, grupo de centro-derecha que dirigió la oposición en las Cortes.

Por otro lado, la izquierda revolucionaria no dio tregua al nuevo Gobierno. La CNT siguió la línea extremista marcada por los militantes de la Federación Anarquista Ibérica (FAI). El minoritario PCE se hallaba en una línea radical, defendida por el Komintern y Stalin.

La situación de crisis económica, el radicalismo de la CNT y la negativa de la patronal a las reformas provocaron fuertes tensiones sociales. Los enfrentamientos entre huelguistas y la Guardia Civil fueron frecuentes y violentos (Castilblanco, Arnedo, Baix Llobregat).

El debate en Cortes del Estatuto de Cataluña y la Ley de Reforma Agraria provocaron una gran oposición de la derecha, hasta el punto de recurrir a la insurrección militar. El General Sanjurjo intentó un golpe de Estado militar en Sevilla en agosto de 1932. La “Sanjurjada”, mal preparada y con desigual apoyo en el Ejército, fracasó.

Fin del Bienio Reformista

La reacción de las fuerzas que apoyaban al Gobierno fue inmediata. Las Cortes aprobaron la Ley de Reforma Agraria y el Estatuto de Autonomía de Cataluña, donde Esquerra Republicana de Catalunya, de Francesc Macià, triunfó en las primeras elecciones autonómicas. Pese al fracaso de Sanjurjo, el Gobierno republicano-socialista daba muestras de claro desgaste. En ese contexto, se produjeron los graves incidentes de Casas Viejas, en los que la Guardia de Asalto sitió y mató a un grupo de campesinos anarquistas. La crisis provocada por el hecho llevó al Gobierno a convocar nuevas elecciones en noviembre de 1933.

Para estas elecciones, la derecha se había reorganizado. Tres nuevos grupos se presentaron a los comicios:

  • La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), dirigida por Gil Robles, y apoyada por la Iglesia Católica.
  • Renovación Española, dirigida por el monárquico Calvo Sotelo.
  • Falange Española, versión española del fascismo, de José Antonio Primo de Rivera.

Mientras, la izquierda se presentó fragmentada y los anarquistas llamaron a la abstención. Las elecciones dieron la victoria a los grupos conservadores: la CEDA y el Partido Republicano Radical. Este resultado fue contestado por una insurrección anarquista que tuvo como resultado más de 100 muertos.

Tras las elecciones, Lerroux formó un gabinete conformado exclusivamente por miembros de su partido. La CEDA apoyó al Gobierno solo desde el Parlamento, viéndose Lerroux obligado a iniciar una política de rectificación de las reformas del bienio anterior.

Realizaciones Culturales de la República

En cuanto a las realizaciones culturales, la República recibió el apoyo de muchos intelectuales. En 1930 se formó la Agrupación al Servicio de la República con Ortega y Gasset y Marañón, que consiguieron el acta de diputados. Sin embargo, Unamuno y Pío Baroja, de la Generación del 98, se sintieron desplazados en una República que se decantó por una democracia de masas y que, terminó rechazando el propio Ortega.

Por otro lado, la Generación del 27, de Lorca, Alberti, Salinas, Buñuel… se sintieron plenamente identificados con el ideal republicano y formaron un compacto grupo vinculado a la Residencia de Estudiantes.

El Gobierno Provisional diseñó un plan educativo dirigido por Marcelino Domingo y Fernando de los Ríos, según el modelo de la Institución Libre de Enseñanza (escuela laica, mixta, obligatoria y gratuita). Desde la Revista de Occidente, de Ortega, se difundió lo más importante de la filosofía y la ciencia europea de la época. Destacan igualmente el teatro itinerante de “La Barraca” creada por Federico García Lorca y “El Búho”, dirigido por Max Aub, y las Misiones Pedagógicas creadas en mayo de 1931 para difundir la cultura en aldeas y villas. Igualmente destacaron las Universidades Populares y las Bibliotecas Ambulantes y Rurales.

La prensa alcanzó un notable desarrollo, destacando diarios como El Sol, El Debate, ABC, La Vanguardia y las publicaciones de las organizaciones políticas y sindicales: El Socialista, Solidaridad Obrera. También destacaron revistas como: Cruz y Raya, Leviatán, Octubre.


El Gobierno Radical-Cedista (1933-1935) y la Revolución de Asturias

Tras las elecciones de 1933, Lerroux formó un gabinete exclusivamente con miembros de su partido. La CEDA, ganadora de los comicios, apoyó desde el Parlamento, obligando a Lerroux a iniciar una política de rectificación de las reformas del bienio anterior. Esta política incluyó:

  • Paralización de la reforma agraria, expulsando de las tierras a miles de jornaleros.
  • Paralización de la reforma militar, designando a militares antirrepublicanos como Franco, Goded o Mola para puestos clave y amnistiando a los participantes en el golpe de Sanjurjo en 1932.
  • Conciliación con la Iglesia Católica.
  • Paralización de las reformas educativas, deteniendo la construcción de escuelas y anulando la enseñanza mixta.
  • Enfrentamiento con los nacionalismos periféricos, frenando el proyecto de Estatuto Vasco y enfrentándose con la Generalitat presidida por Lluís Companys, de ERC, desde enero de 1934.

Radicalización Política y la Revolución de Octubre de 1934

En un contexto de crisis económica internacional y de triunfo de los extremismos en Europa (Hitler en 1933 y consolidación de Stalin), la lucha política se radicalizó en España, polarizándose entre las “derechas” y las “izquierdas”.

Las Derechas:

  • La CEDA de Gil Robles, que agrupaba a las clases medias y populares católicas. Sus Juventudes de Acción Popular (JAP) ya tenían rasgos fascistas.
  • Renovación Española, de Calvo Sotelo, que agrupaba a los monárquicos, cada vez más extremistas y antidemocráticos.
  • Falange Española de José Antonio Primo de Rivera, que se fusionó en 1934 con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) de Ledesma, formando el núcleo fascista en España.

Las Izquierdas:

  • Izquierda Republicana de Manuel Azaña, que había optado por una política de reformas y de alianzas con el movimiento obrero.
  • El PSOE, dirigido por líderes a menudo enfrentados como Indalecio Prieto y Largo Caballero, que representaban el sector más moderado y más radical del partido. En general, el PSOE vivió un proceso de radicalización.
  • El PCE, que seguía las directrices del Komintern y buscaba una alianza de la izquierda contra el fascismo. El ascenso de Hitler había hecho rectificar a Stalin y buscar alianzas con todas las fuerzas de centro-izquierda.
  • La CNT, que seguía ligada a la acción revolucionaria, pese a quedar mermada tras el fracaso de la insurrección de diciembre de 1933.
  • Esquerra Republicana de Catalunya de Lluís Companys. Los enfrentamientos con el gobierno de Madrid propiciaron su giro a la izquierda.

La tensión entre derechas e izquierdas culminó con la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno en octubre de 1934. Esta actuación fue interpretada por la izquierda como el anuncio del triunfo inminente del fascismo. La izquierda (PSOE, UGT, CNT, PCE) llamó a la huelga general, obteniendo un seguimiento muy desigual. El movimiento fracasó en Madrid, donde el gobierno detuvo a los principales dirigentes socialistas y comunistas. En Barcelona, Companys, desde la presidencia de la Generalitat, dirigió una insurrección con claro matiz independentista que fue reprimida por el Ejército. No obstante, lo peor ocurrió en Asturias. Aquí, el triunfo de la huelga degeneró en una verdadera revolución social organizada por la UGT y la CNT, lo que llevó al gobierno a optar por una dura represión, encargada a la Legión, dirigida por el general Franco.

Consecuencias y Fin del Bienio Radical-Cedista

El balance de la Revolución de Octubre de 1934 fue aterrador: más de mil trescientos muertos, el doble de heridos, treinta mil detenidos, entre ellos Companys y los principales líderes del PSOE como Prieto o Largo Caballero. Incluso fue detenido Azaña, contrario al levantamiento.

La reacción del gobierno fue el endurecimiento de su política, suspendiendo el Estatuto de Cataluña y redactando una nueva Ley de Reforma Agraria, que en la práctica era una contrarreforma. Esta situación aumentó la crisis en el seno del gobierno. Un ejemplo fueron los nombramientos realizados por Gil Robles de militares antirrepublicanos para puestos clave en el ejército, como fue el caso de Franco, que se ocuparía del Estado Mayor.

No obstante, la crisis definitiva vino con el escándalo del Estraperlo, que provocó la convocatoria de nuevas elecciones en febrero de 1936.

El Frente Popular, las Elecciones de 1936 y el Nuevo Gobierno

En un ambiente de radicalización, se presentó una nueva coalición de izquierdas denominada Frente Popular: un pacto electoral firmado en enero de 1936 por Izquierda Republicana, PSOE, PCE, POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y Esquerra Republicana de Catalunya. La CNT, con muchos presos en la cárcel, apoyó a esta formación. La coalición de los grupos de derecha, CEDA y Renovación Española, acudió con un programa basado en el miedo a la revolución social, mientras que Falange y PNV se presentaron por su cuenta.

La victoria fue para el Frente Popular, que basó su triunfo en las ciudades, las provincias del sur y la periferia. Mientras, la derecha triunfó en el norte y el interior del país. Tras las elecciones, Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República. El objetivo era que Indalecio Prieto, del PSOE, ocupara la jefatura del gobierno, pero la negativa de este grupo hizo que se formara un gobierno exclusivamente de republicanos de izquierda con Casares Quiroga al frente.

El nuevo gabinete inició rápidamente la acción reformista, proclamando la amnistía para los represaliados de octubre de 1934, restableciendo el Estatuto catalán y alejando de Madrid a los generales sospechosos de golpismo (Franco a Canarias, Mola a Navarra y Goded a Baleares). A la vez, se reanudó la reforma agraria, medida que fue desbordada por la acción de los jornaleros que se lanzaron a la ocupación de fincas. También se iniciaron las tramitaciones de los estatutos de autonomía de Galicia y el País Vasco.

Hacia el Estallido de la Guerra Civil

Todas estas medidas se estaban tomando en un ambiente social cada vez más tenso, ya que la izquierda obrera había optado por vías revolucionarias y la derecha buscaba el fin del sistema democrático. Desde el mes de abril se sucedieron enfrentamientos callejeros entre falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas. Mientras, la conspiración contra el gobierno avanzaba tanto por parte de los líderes (Gil Robles, Calvo Sotelo y José Antonio Primo de Rivera) como por parte de generales (Mola, Franco, Goded, Fanjul, Varela…). Emilio Mola, destinado en Pamplona, se convirtió en el “director” del golpe. La salida antidemocrática tenía valedores internacionales con los que muy pronto se iniciaron los contactos (Mussolini y Hitler).

El 12 de julio fue asesinado por extremistas de derecha un oficial de la Guardia de Asalto, el teniente Castillo. La respuesta llegó la siguiente madrugada con el asesinato de José Calvo Sotelo por parte de un grupo de miembros de las fuerzas de seguridad. El gobierno de Casares Quiroga vio cómo el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión contra el gobierno de la República. El triunfo parcial del golpe desencadenó la Guerra Civil Española.



La Guerra Civil Española: Sublevación Militar, Estallido y Dimensión Internacional

La Sublevación Militar y el Estallido de la Guerra

La sublevación fue dirigida desde Portugal por Sanjurjo, quien desde Lisboa promovió la reunión en Madrid de Mola, Franco, Fanjul, Saliquet, Varela, entre otros, en marzo de 1936. Enterado el gobierno, estos fueron desplazados a Navarra, Canarias, Baleares… El objetivo de los conspiradores era terminar con el modelo de República existente, pero no había acuerdo sobre el nuevo régimen a imponer debido a las divergencias entre los grupos participantes. Los militares pretendían un régimen que preservara la unidad de España, bajo una república en el caso de Mola o una dictadura en el caso de Sanjurjo. En cuanto a los civiles, estaban de acuerdo con el ideario de los militares, pero las diferencias eran considerables entre los alfonsinos de Renovación Española de Calvo Sotelo, los falangistas de José Antonio, los tradicionalistas de Acción Española o la CEDA.

Tras el asesinato de Calvo Sotelo, se acordó el 18 de julio para el alzamiento, si bien este comenzó la tarde del 17 en Melilla y el 18 y 19 se extendió al resto del país. Mientras, el gobierno de Casares Quiroga reaccionaba con lentitud. El golpe triunfó en:

  • Galicia, Castilla y León, Navarra (con Mola).
  • Andalucía Occidental (con Queipo de Llano en Sevilla).
  • Baleares (con Goded).
  • Canarias (desde donde Franco se desplazó a Marruecos).
  • Enclaves aislados como Oviedo, Granada y Zaragoza.

El golpe fracasó en el resto del país, especialmente en Madrid, donde el nuevo presidente Giral entregó armas a las milicias obreras, y en Barcelona, donde la CNT colaboró con la Guardia Civil y la Guardia de Asalto. En general, exceptuando Navarra y Castilla y León, la sublevación no tuvo apenas respaldo popular y se basó en las fuerzas militares insurrectas.

División del País y Estructuras de Poder

El fracaso parcial del golpe dividió el país. La zona nacional contaba con el cereal y ganado de Castilla y Galicia, las minas de carbón leonés y de Riotinto y, ante todo, con el Ejército de África, la Legión y los Regulares.

En la zona republicana quedaron las regiones industriales, el trigo de La Mancha, la huerta levantina y el oro del Banco de España. Sin embargo, el ejército quedó desarticulado. La Armada, sin sus oficiales, y la Aviación permanecieron en manos del gobierno.

El golpe y el estallido de la guerra provocaron la destrucción de las estructuras estatales de la II República. En el bando nacional, el poder quedó en manos de un grupo de generales que, bajo Mola, establecieron un estado autoritario y militarizado. En el bando republicano, el gobierno de la República perdió el control y el poder en los comités obreros y partidos.

Represión Inicial y Dimensión Internacional del Conflicto

En los primeros momentos hubo una enorme represión en ambos bandos. La nacional se dirigió contra los militantes obreros y campesinos, y la republicana contra los sacerdotes y las clases adineradas. José Antonio Primo de Rivera, prisionero en Alicante, fue juzgado y ejecutado. Tras el caos inicial, la represión se atenuó.

La Guerra Civil fue uno de los conflictos del siglo XX que más repercusión internacional provocó, ya que coincidieron los intereses estratégicos y los compromisos ideológicos de las potencias del momento.

Apoyo a los Sublevados:

Las potencias fascistas decidieron desde un primer momento ayudar a los rebeldes de Franco. Mussolini y Hitler tendrían un aliado ideológico y podían conseguir beneficios estratégicos. Italia continuaba su expansión mediterránea y Alemania obtendría un aliado que amenazara la retaguardia francesa. Portugal se unió desde un principio a Franco.

Apoyo a la República:

La URSS se comprometió desde el principio con la República para enfrentarse a la expansión del fascismo y alejar el conflicto de sus fronteras.

Actitud de las Democracias:

Por el contrario, las democracias tuvieron una actitud más dubitativa. Gran Bretaña estaba decidida a mantenerse neutral. El gobierno británico veía con recelo que la influencia germano-italiana podía poner en peligro su base de Gibraltar; sin embargo, la orientación revolucionaria republicana alejó la posibilidad de una ayuda a la República. El gobierno francés, pese a estar conformado por el Frente Popular, siguió lo marcado desde Londres. El Reino Unido y Francia habían optado por tratar de evitar cualquier enfrentamiento con Hitler que pudiera llevar a una guerra general. El ejemplo de esta actitud fue la política de apaciguamiento, que alcanzó su cenit con el Pacto de Múnich en septiembre de 1938; desde ese momento, las esperanzas de la República desaparecieron. Otro ejemplo de esta actitud fue la política del gobierno norteamericano. Mientras el Congreso aprobaba la Ley de Neutralidad, el gobierno de Roosevelt permitía que sus compañías petrolíferas ayudaran a Franco.

El Comité de No Intervención:

El gobierno francés de Léon Blum, con el apoyo británico, promovió un pacto de no intervención en el conflicto español, creando el Comité de No Intervención al que se adhirieron todas las potencias. El Comité fue una farsa, ya que Francia y Gran Bretaña no ayudaron a la República, pero tanto Hitler como Mussolini sí apoyaron a Franco. La única potencia que apoyó a la República fue la URSS, lo que repercutió en los acontecimientos.

Ayuda Exterior Recibida:

La desigual ayuda exterior recibida por ambos bandos explica la victoria franquista.

  • Bando Nacional: Recibió desde un primer momento una decidida ayuda de Hitler y Mussolini. Destaca el apoyo aéreo para pasar el Ejército de África, los setenta mil soldados italianos, la munición y material de guerra y la Legión Cóndor alemana. A la vez, la colaboración de Portugal permitió el libre paso de armas para Franco por su territorio. Por último, se utilizaron las tropas marroquíes del ejército franquista como fuerza de choque.
  • Bando Republicano: La única ayuda que recibió de las democracias fueron las armas enviadas desde Francia en los primeros momentos. Tras la firma del Pacto de No Intervención, la ayuda desapareció. En cuanto a la ayuda soviética, llegó a tiempo para la defensa de Madrid (tanques, aviones, asesores militares); sin embargo, fue más dispersa y de menor calidad que la de Franco.

Una estimable ayuda fueron las Brigadas Internacionales, cuerpo de voluntarios reclutados por la Internacional Comunista que jugaron un importante papel en la defensa de Madrid y en las batallas del Jarama y Teruel. Las presiones del Comité de No Intervención y el desinterés de Stalin, que buscaba algún tipo de acuerdo con Hitler, hicieron que Negrín aceptase su salida de España a fines de 1938. De nuevo, el Comité de No Intervención fracasó en su intento de que las tropas italianas también salieran de España.



Fases Militares de la Guerra Civil Española

Avance Franquista y Resistencia Republicana (1936-1937)

Tras el levantamiento del 18 de julio, un elemento clave en la victoria franquista fue el “puente aéreo” con aviones alemanes e italianos para trasladar al Ejército de África, que inició un rápido avance hacia Madrid. El ejército hubo de detenerse en Badajoz, a la que el general Yagüe sometió a una feroz represión, y Franco se desvió para liberar el Alcázar de Toledo, suponiéndole un gran triunfo propagandístico. Mientras, Mola tomó Irún, aislando al País Vasco de Francia, e inició el camino hacia Madrid. El 18 de octubre, Varela tomó Alcorcón, Leganés y Getafe, lo que provocó que los partidos y sindicatos movilizaran al pueblo de Madrid, haciendo célebre el grito de “¡No Pasarán!”. Con todo, la moral aumentó con la llegada de las Brigadas Internacionales, los tanques y aviones rusos, y la columna del anarquista Durruti.

Tras no poder entrar en Madrid, Franco intentó cercar la capital, dando lugar a la Batalla del Jarama y Guadalajara, donde las tropas italianas fueron derrotadas. Mientras, los franquistas tomaban Málaga. El fracaso hizo que Franco optara por una nueva estrategia y atacara las zonas más débiles. De la primavera al otoño de 1937, fueron cayendo el País Vasco, Cantabria y Asturias. Durante esta campaña tuvo lugar el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor y, a la vez, Mola, único competidor de Franco, moría en accidente de avión.

Tratando de distraer a los nacionalistas de la campaña del norte, los republicanos organizaron la ofensiva de Belchite en Aragón, que se saldó con un estrepitoso fracaso.

Ofensivas Finales y Fin de la Guerra (1937-1939)

En diciembre de 1937, tuvo lugar una ofensiva republicana en Teruel que fracasó, ante lo cual Franco lanzó un ataque general en Aragón y el 15 de abril de 1938 las tropas nacionales llegaron a Vinaroz, quedando la zona republicana partida en dos. La última gran ofensiva republicana dio lugar a la Batalla del Ebro en julio de 1938. Esta fue la más cruenta de la guerra y agotó a la República. Tras esta (invierno de 1938-1939), los franquistas se dirigieron a Cataluña, llegando a la frontera francesa en febrero de 1939.

Ante la inminente derrota, el gobierno socialista de Negrín y los comunistas proponían la resistencia a ultranza. Contra esta posición, y defendiendo la negociación de la derrota con Franco, el coronel Casado dio un golpe contra el gobierno, pero Franco exigió la rendición incondicional. El 28 de marzo, los franquistas entraron en Madrid y el 1 de abril de 1939 se leía el último parte de guerra.

Evolución Política y Económica en las Dos Zonas

Zona Republicana: Revolución y Centralización

En la zona republicana, el fracaso del golpe desencadenó la revolución social, pasando los partidos y sindicatos a controlar la economía, transportes y suministros militares. En el campo, tuvo lugar una ocupación masiva de fincas, socializando o colectivizando la tierra en las zonas de hegemonía socialista o anarquista.

Los gobiernos de Casares Quiroga y Martínez Barrios (julio) dimitieron al negarse a entregar armas al pueblo, lo que sí hizo Giral, pero ante su incapacidad para controlar la situación dimitió en septiembre y se estableció un gobierno de unidad, presidido por el socialista Largo Caballero (septiembre 1936 – mayo 1937) con ministros del PSOE, PCE, Izquierda Republicana y grupos nacionalistas, incluyendo cuatro anarquistas, entre ellos Federica Montseny, la primera mujer ministra en España. El reto era recuperar una estructura de poder centralizada que pudiera dirigir la guerra. Los gobiernos autónomos eran otro factor de disgregación. Con discusiones internas, los vascos habían optado por la República y en octubre se aprobó su Estatuto.

En la zona republicana se enfrentaron dos modelos:

  • Por un lado, la CNT-FAI y el POUM pretendían “Revolución y guerra al mismo tiempo”.
  • Por otro lado, el PSOE y el PCE defendían “Primero la guerra y después la revolución”.

Ante esta situación, Largo Caballero fue sustituido por Negrín (mayo 1937 – abril 1939), que se inclinaba más hacia las posturas del PCE. La ayuda soviética había hecho que el PCE fuese una fuerza muy influyente. Los enfrentamientos entre estalinistas y trotskistas se reprodujeron en España. El POUM fue ilegalizado y su dirigente, Andreu Nin, “desapareció” estando en manos soviéticas. A partir de ese momento se impuso la centralización y se construyó el Ejército Popular, terminando con la indisciplina de las milicias.

Los acontecimientos internacionales (el Pacto de Múnich en septiembre de 1938, la retirada de las Brigadas Internacionales, la disminución de la ayuda soviética) y los internos (las disensiones y la caída de Cataluña) reforzaron la idea de que la guerra estaba perdida.

Zona Nacional: Centralización y Nuevo Régimen

En la zona nacional, tras la muerte de Sanjurjo el 20 de julio de 1936, se creó la Junta de Defensa Nacional en Burgos, que tomó medidas como el establecimiento del estado de guerra, la supresión de libertades y la ilegalización de los partidos, salvo Falange y los requetés carlistas. A la vez, se justificó el alzamiento contra la República por “marxista” y “antiespañola”, contando con el apoyo de la Iglesia, al catalogarla como Cruzada antiatea.

En el terreno económico, se cancelaron todas las reformas republicanas y, siguiendo los principios fascistas, el Estado intervino la economía. Así, en 1937, se creó el Servicio Nacional del Trigo para abastecer de trigo al país. La necesidad de una dirección única supuso que el 1 de octubre de 1936 Franco fuese designado Jefe del Gobierno debido a sus éxitos militares y el apoyo de Alemania.

En abril de 1937, se aprobó el Decreto de Unificación de falangistas y carlistas en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS: el MOVIMIENTO NACIONAL. La Ley de la Administración Central del Estado concentró en Franco el poder ejecutivo, legislativo y judicial. La Ley de Prensa estableció la censura y el Fuero del Trabajo puso fin a la libertad sindical. El nuevo régimen estableció un estado confesional denominado Nacional-catolicismo. En febrero de 1939, se aprobó la Ley de Responsabilidades Políticas, que designaba “rebeldes” a los que se hubieran enfrentado al Movimiento Nacional.

Consecuencias de la Guerra Civil Española

Consecuencias Económicas:

La guerra fue una verdadera catástrofe. La renta nacional y per cápita no recuperaría el nivel de 1936 hasta la década de 1950. El principal elemento de esa catástrofe fue la destrucción del tejido industrial, lo que llevó en los años cuarenta a una economía básicamente agraria. A esto hay que añadir la destrucción de viviendas, comunicaciones, infraestructuras. En las consecuencias económicas hay que incluir el aumento de la deuda externa y la pérdida de las reservas de oro del Banco de España, usadas por el gobierno de la República para pagar la ayuda soviética.

Consecuencias Sociales:

El resultado de la guerra supuso la recuperación de la hegemonía económica y social por parte de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera, y la pérdida de todos los derechos de los trabajadores. Moralmente, la guerra supuso una verdadera fractura del país. El régimen de Franco nunca buscó la reconciliación y siempre recordó y celebró su origen bélico. Las heridas de la Guerra Civil perduraron durante decenios y la persecución y represión de los vencidos fue un rasgo clave del franquismo.

Consecuencias Demográficas:

Se han dado cifras muy dispares. En este cómputo se incluyen los muertos en el frente, por la represión en la guerra y en la posguerra, el hambre, las epidemias y la reducción de la natalidad consiguiente. Los cálculos más aceptados estiman en quinientos mil muertos, de población joven. A estas pérdidas hay que añadir los exiliados republicanos. Ya durante el conflicto, los “niños de la guerra” fueron evacuados a países extranjeros, pero el gran éxodo tuvo lugar en enero y febrero de 1939, tras la caída de Cataluña. En conjunto, se calcula que hubo unos cuatrocientos cincuenta mil exiliados. Aunque algunos fueron retornando durante la dictadura, muchos no volvieron hasta la muerte del dictador en 1975. Este exilio supuso una importante pérdida, ya que incluía a gran parte de los sectores más preparados del país: las élites científicas, literarias y artísticas de la Edad de Plata.