La Restauración Borbónica: Emergencia de Nuevas Fuerzas Políticas (1874-1902)
Durante los años de la Restauración Borbónica (1874-1902), especialmente a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, aparecen terceros partidos cada vez más fuertes en oposición al turnismo político establecido por el Sistema Canovista entre conservadores y liberales.
Movimientos Obreros y Sociales
Destacan por un lado los trabajadores, sometidos a explotaciones en el campo y la ciudad hasta que en 1887 consiguen la legalización de las asociaciones, apareciendo una pluralidad de grupos políticos de izquierdas.
El Anarquismo
La ideología más arraigada en España será el Anarquismo, un movimiento intelectual y teórico introducido por el italiano Fanelli, que busca destruir el poder vigente y cree en la libertad total para el individuo. Con una tendencia radical y a menudo violenta en sus métodos, se extendió sobre todo por Andalucía, donde los jornaleros eran explotados, y en Cataluña, entre los obreros de las fábricas textiles. Por su deseo de aniquilar la sociedad burguesa, llevaron a cabo atentados y generaron un clima de terrorismo, desde la bomba en el Teatro del Liceo hasta los asesinatos de Canalejas, Dato y, principalmente, Cánovas del Castillo, asesinado por Angiolillo en 1897.
El Socialismo o Marxismo
El otro grupo de trabajadores en contra del poder del Estado es el Socialismo o Marxismo, en busca de la igualdad de clases sociales a través de una revolución violenta contra el mundo burgués. Esta ideología no fue introducida en España por su creador, Karl Marx, sino por Lafargue, quien la extendió por Madrid (sede del poder del Gobierno), Vizcaya (industria siderúrgica), Asturias (minas de carbón y altos hornos) y Cataluña (industria textil). Sin embargo, la revolución no fue inmediata, sino que se persiguieron objetivos a corto plazo a través de la acción sindical y política, a través del arma típica socialista: las huelgas. Resalta la consecución del Día del Trabajador (1 de mayo) como la primera fiesta laica en España. Además, crearon el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879, y un sindicato para defender temas laborales, no políticos, la Unión General de Trabajadores (UGT) en 1888, ambos con un fundador común, Pablo Iglesias. Un tercer grupo, los sindicatos cristianos, buscaban ayudar al trabajador sin criticar el poder, pues la Iglesia formaba parte de él.
Nacionalismos y Regionalismos
Por otro lado, destacan en la oposición los nacionalismos catalán y vasco.
El Nacionalismo Catalán
Cataluña planteó a mediados del siglo XIX un renacimiento literario, la Renaixença, la primera manifestación cultural y política diferenciada del resto de España, para recuperar la cultura propia catalana. Décadas después, los catalanistas redactaron las Bases de Manresa (1892), un documento que plasmaba la necesidad de un gobierno propio, diferenciado del centralismo de Madrid, redactado por Enric Prat de la Riba, quien además fundó en 1901 un partido propio, la Lliga Regionalista.
El Nacionalismo Vasco
Destaca paralelamente el nacionalismo vasco, con una vertiente más independentista que el catalán. Euskadi contaba también con lengua y cultura propias, por lo que enseguida crearon el Partido Nacionalista Vasco (PNV), en 1894, fundado por Sabino Arana. Se trataba de un partido de derechas, conservador, tradicional y católico que buscaba defender los fueros, pero racista y xenófobo en su afán de expulsar a los ‘maketos’ (castellanos), a quienes percibían como invasores que pretendían industrializar los campos verdes vascos. Sabino Arana creó también la bandera vasca actual, la “Ikurriña”, e introdujo el concepto de la Euskal Herria, que agrupara a Navarra y a las provincias francesas que compartían su lengua.
El Regionalismo Gallego y Otros
Finalmente, se dio en Galicia un regionalismo, que, a diferencia de los nacionalismos, no se centró primordialmente en el ámbito político, sino que buscó recuperar la literatura, la lengua y la cultura gallegas. Se llevó a cabo un proceso lento y tardío por la Asociación Regionalista Gallega, creada en 1889, donde destaca la gran labor de la poetisa Rosalía de Castro, quien fomentó en sus poemas la lengua regional. Paralelamente, otras regiones como Valencia, Asturias, Andalucía o Canarias también desarrollaron movimientos regionalistas, aunque de menor relevancia política.
El Republicanismo
Por último, son destacables los republicanos, que se oponían intelectualmente a la Monarquía. Eran minoritarios y herederos del fracaso que supuso la Primera República Española, por lo que tardarían en crecer y volver a desarrollarse. Sin embargo, alcanzarían en los años 30 del siglo XX su cenit durante la Segunda República Española.
La Crisis del 98: El Ocaso del Imperio Colonial Español
A finales del siglo XIX, durante la Restauración Borbónica (1874-1902), se produjo la pérdida por parte de España de las últimas colonias de ultramar: Cuba, Puerto Rico y Filipinas, las únicas que le quedaban tras la secesión de las colonias americanas en 1824.
El Proceso de Independencia de Cuba y Filipinas
Este proceso de independencia se inició en 1868, con el comienzo del Sexenio Democrático (1868-1874), aprovechando la crisis española tras la caída de Isabel II.
La Guerra de los Diez Años (1868-1878)
Se dio una primera guerra, la llamada Guerra de los Diez Años (1868-1878), centrada en Cuba y motivada por el propio colonialismo. Las principales causas que desembocaron en su estallido fueron la esclavitud de los propios cubanos, que junto al monopolio económico de blancos y criollos y el autoritarismo español, propiciaron el surgimiento de líderes en Cuba, destacando José Martí (escritor) y Carlos Manuel de Céspedes (militar). La guerra arrancó con el Grito de Yara (1868), y se sucedieron una serie de batallas y treguas que acabarían sin una victoria clara. Cánovas del Castillo, en su intento de cerrar las guerras abiertas y controlar al ejército, encargó al gobernador de Cuba, Martínez Campos, la firma de la Paz de Zanjón (1878). Esta establecía la abolición teórica de la esclavitud (1880), la amnistía de los presos de guerra, y ciertas libertades y partidos políticos. Sin embargo, el objetivo de los cubanos iba más allá, buscando una autonomía, que quedó sin concretar bajo la vaga promesa de un futuro autogobierno. Más tarde, tras el asesinato de Cánovas, Sagasta concedió a Cuba la autonomía (1897), casi 20 años después de firmar la paz.
La Guerra Hispano-Americana (1895-1898)
Por el descontento hacia los españoles, estalló la Segunda Guerra de Cuba (1895-1898), denominada por ellos la Guerra Necesaria. Sumada a la maduración independentista de los líderes José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, España cometió sucesivos errores, como el retraso de la concesión de la autonomía, los abusos laborales hacia los obreros indígenas y sobre todo, la despreocupación de Estados Unidos como posible aliado de Cuba.
Primera Etapa de la Guerra (1895-1897)
La primera etapa de la guerra (1895-1897) comenzó con el Grito de Baire (1895), y paralelamente, se extendió la rebelión en Filipinas en 1896, liderada por José Rizal. España implantó la vía negociadora a través de Martínez Campos, pero fracasó, por lo que envió a Cuba al general Valeriano Weyler, quien planteó una guerra total para acabar con las guerrillas cubanas, lideradas por los mambises. Llevó a cabo reconcentraciones (bloqueando las comunidades para evitar la formación de grandes ejércitos) y creó las trochas (secciones en las que dividía la isla para incomunicar a los fortines). Pese a todo, se dieron múltiples muertes por enfermedades y hambruna. Como la guerra se alargaba, se cambió la estrategia, y tras la concesión de autonomía por Sagasta, se envió al general Blanco para intentar conseguir la paz.
Intervención de Estados Unidos y Fin del Conflicto (1898)
La segunda etapa comenzó a principios de 1898, con la intervención de Estados Unidos, una potencia imperialista que buscaba extender su influencia por el continente. El presidente McKinley intentó mediar entre Cuba y España, pero, rechazado por esta última, ofreció comprar la isla a España, que de nuevo se negó. Sin embargo, Estados Unidos necesitaba un casus belli, un motivo por el que entrar en la guerra, por lo que el 15 de febrero de 1898, con la fortuita explosión del USS Maine en el puerto de La Habana, un barco acorazado norteamericano, Estados Unidos culpó a España. En mayo conquistó Filipinas con la toma de Cavite, y en junio desembarcó en Cuba. En julio, la flota española fue prácticamente hundida en Santiago de Cuba, con lo que en ese mismo agosto, con la capitulación de España, la guerra terminó.
Consecuencias de la Crisis del 98
Finalmente, se firmó la paz con el Tratado de París (10 de diciembre de 1898), por el que España cedió Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a Estados Unidos, por 20 millones de dólares. Para deshacerse definitivamente de las colonias ultramarinas, España vendió a Alemania las Carolinas y las Marianas (1899), poniendo fin así al imperio ultramarino español. La pérdida de las colonias fue reconocida como la Crisis del 98, con consecuencias significativas:
- Se dio una alta mortandad (de los 120.000 muertos, 50.000 fueron españoles, la mayoría de origen humilde).
- Como consecuencia demográfica, se perdieron los mercados coloniales (aunque se produjo la repatriación de capitales).
- Se afrontó una crisis política por la multiplicación de la oposición al gobierno, incluyendo movimientos antisistema, nacionalistas y obreros.
- Además, surgió una idea intelectual con Joaquín Costa como su principal promotor, el Regeneracionismo, que buscaba criticar y depurar el sistema desde dentro, poniendo fin al turnismo y al fraude electoral. Destaca en esta ideología el texto “España sin pulso”, redactado por quien fue presidente de gobierno a la muerte de Cánovas, Francisco Silvela.
- En el ámbito militar, resurgió la idea de la intervención castrense en la política, materializada más tarde con la dictadura de Primo de Rivera.
- Se dio una crisis psicológica y literaria que desembocó en la aparición de la Generación del 98, caracterizada por sus obras de tono trágico y reflexivo.
Por otro lado, supuso para las ex-colonias un cambio radical, pues pasaron a depender directamente de la superpotencia norteamericana, los Estados Unidos.