España en el Siglo XIX: Fernando VII y la Emancipación Americana

El Reinado de Fernando VII (1814-1833)

El regreso del rey planteó, en marzo de 1814, un problema: integrar al monarca en el nuevo modelo político definido por la Constitución de 1812. Fernando VII había abandonado el país como un monarca absoluto y debía regresar como un monarca constitucional.

La Restauración del Absolutismo (1814-1820)

Los liberales desconfiaban del monarca y de su voluntad para aceptar el nuevo orden constitucional. Los absolutistas –nobleza y clero– se organizaron rápidamente para demandar la restauración del absolutismo (Manifiesto de los Persas) y movilizaron al pueblo. Fernando VII, mediante el Real Decreto de 4 de mayo de 1814, anuló la Constitución y las leyes de Cádiz, anunciando la vuelta al absolutismo. Inmediatamente, los principales dirigentes liberales fueron detenidos o asesinados, mientras otros huyeron al exilio. La monarquía representó una vuelta al Antiguo Régimen.

Fernando VII y su gobierno intentaron un objetivo imposible: rehacer un país destrozado por la guerra, con la agricultura deshecha, el comercio paralizado y todas las colonias luchando por su independencia, todo ello debido a la vuelta al Antiguo Régimen. Por otro lado, la Hacienda entró en bancarrota por la falta de recursos económicos, muy especialmente porque la guerra en las colonias americanas exigió enormes gastos militares e impidió la llegada de nuevos ingresos. El campesinado había dejado de pagar las rentas señoriales; las protestas se sucedían ante la pretensión de volver a imponer los viejos tributos, y gran parte de la burguesía urbana reclamaba la vuelta al régimen constitucional. Por último, en el ejército se originó un sector liberal que protagonizaría numerosos pronunciamientos. Se produjeron numerosos pronunciamientos militares liberales (como los de Mina, Lacy y Porlier), algaradas en las ciudades y amotinamientos campesinos. La represión fue la única respuesta de la monarquía a las demandas políticas y sociales.

El Trienio Liberal (1820-1823)

En 1820, el coronel Rafael del Riego, al frente de los soldados pendientes de embarcar para combatir en las colonias americanas, se sublevó proclamando la Constitución de 1812. Obligaron al rey Fernando VII a aceptar la Constitución; inmediatamente se formó un nuevo gobierno y se convocaron elecciones a Cortes.

Los resultados electorales dieron la mayoría a los diputados liberales. Restauraron gran parte de las reformas de Cádiz, impulsaron la liberación de la industria y el comercio e iniciaron la modernización política y administrativa del país. Se formaron ayuntamientos y diputaciones electivos, y se reconstruyó la Milicia Nacional como cuerpo armado de voluntarios, formado por las clases medias urbanas. Las reformas suscitaron la oposición de la monarquía. Fernando VII había aceptado el nuevo régimen forzado por las circunstancias y conspiró contra el gobierno, buscando recuperar su poder mediante la intervención de las potencias absolutistas en España.

Las nuevas medidas provocaron el descontento de los campesinos, ya que no les facilitaban el acceso a la tierra. Los antiguos señores se convirtieron en los nuevos propietarios; además, no se produjo una rebaja de las rentas y de los diezmos. De este modo, los campesinos se sumaron a la agitación antiliberal, junto con la nobleza tradicional y la Iglesia, impulsando la revuelta contra los gobernantes del Trienio.

Entre los propios liberales, se dividieron en dos tendencias: los moderados, partidarios de reformas limitadas que no perjudicasen a las élites sociales; y los exaltados, que planteaban la necesidad de reformas radicales, favorables a las clases medias y populares.

La Década Ominosa (1823-1833)

Lo que provocó el fin del régimen liberal fue la acción de la Santa Alianza, que, atendiendo las peticiones de Fernando VII, encargó a Francia la intervención. En 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis irrumpieron en territorio español y repusieron a Fernando VII como monarca absoluto.

El Conflicto Dinástico

El nacimiento de la hija del rey, Isabel, parecía garantizar la continuidad borbónica. La Ley Sálica impedía el acceso al trono a las mujeres, pero Fernando VII derogó la ley mediante la Pragmática Sanción, que abrió el camino al trono de su hija y heredera.

La Independencia de la América Hispánica

La América española de finales del siglo XVIII poseía una próspera actividad económica y comercial. Este crecimiento económico propició el desarrollo de un poderoso grupo burgués criollo, de raza blanca pero nacido en América, que promovía proyectos de independencia.

Proceso de Independencia

Los criollos crearon Juntas semejantes a las de Cádiz que no reconocían la autoridad de la Junta Suprema Central (1810). Los focos más independentistas fueron: el Virreinato del Río de la Plata, donde José de San Martín proclamó en 1810 la independencia de la República Argentina en la ciudad de Buenos Aires; y el Virreinato de Nueva Granada y Venezuela, en el cual se encontraba al mando Simón Bolívar. Las revueltas de Fernando VII en 1814 provocaron el aumento de la intransigencia hacia las colonias y el auge del movimiento independentista.

De esta forma, Bolívar, por el norte, derrotó al ejército español en Boyacá (1819) y en la Batalla de Carabobo (1821). Agustín de Iturbide, en 1821, consiguió la independencia de México. Y finalmente, la Batalla de Ayacucho en 1824 puso fin a la presencia hispana en el continente, de tal forma que solo quedaban Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

Consecuencias de la Independencia

Las consecuencias originaron múltiples repúblicas, lo que puso fin al sueño de una gran América de Bolívar; los criollos subieron al poder, lo que produjo el abandono de indígenas, negros y pobres; y finalmente, también dieron lugar al dominio de Gran Bretaña y EE. UU. sobre las nuevas repúblicas.