Grandes Obras del Modernismo y Surrealismo: Arquitectura y Pintura Emblemática

Grandes Obras del Modernismo y Surrealismo

Este documento explora algunas de las obras más representativas de dos movimientos artísticos fundamentales del siglo XX: el Art Nouveau (o Modernismo) y el Surrealismo. A través de la arquitectura de Victor Horta y Antoni Gaudí, y la pintura de Joan Miró y Salvador Dalí, descubrimos las características distintivas y el impacto de estas corrientes en la historia del arte.

Arquitectura Art Nouveau y Modernista

Casa Tassel de Victor Horta (1892-1893)

La Casa Tassel, obra de Victor Horta (1892-1893) en Bruselas, es un referente clave del Art Nouveau o Modernismo, estilo que floreció en Europa entre 1889 y 1920. Presenta una planta longitudinal o rectangular y una fachada articulada en tres plantas. Horta combinó materiales clásicos, como la sillería de piedra en columnas, con innovaciones de la Revolución Industrial, como el hierro y el vidrio, integrados en una estructura de hierro.

La línea curva es la característica principal de su fachada, donde elementos sustentantes como columnas contrastan armoniosamente con las estructuras de hierro. Un elemento sustentado notable es el lucernario, que permite a la luz natural jugar un papel crucial en el interior. El color ocre amarillo de la piedra aporta calidez al conjunto. La fachada, proporcionada y armónica, tiende a la verticalidad. La ubicación central de la puerta principal fue una novedad, ya que tradicionalmente se situaba en un lateral. La casa fue encargada por el profesor Tassel, catedrático de geometría en la Universidad de Bruselas.

Casa Solvay de Victor Horta (1894-1903)

La Casa Solvay, otra obra maestra de Victor Horta (1894-1903), también se inscribe en el estilo Art Nouveau o Modernismo europeo (1889-1920). Al igual que la Casa Tassel, presenta una planta longitudinal o rectangular y una fachada de tres plantas. Horta empleó una combinación de materiales clásicos, como la sillería de piedra en columnas, y modernos, como el hierro y el vidrio, integrados en una estructura de hierro. La línea curva sigue siendo una característica distintiva de la fachada, con elementos sustentantes que contrastan con las estructuras metálicas.

A diferencia de la Casa Tassel, la puerta principal se sitúa en un lateral. Los sillares son de piedras en tonos grisáceos. Fue un encargo del industrial químico Solvay.

Casa Batlló de Antoni Gaudí (1904-1906)

La Casa Batlló, obra de Antoni Gaudí (1904-1906) en Barcelona, es un emblema del Modernismo o Naturalismo Catalán, movimiento que emergió en Europa a finales del siglo XIX y principios del XX. Es una reconstrucción de un edificio preexistente, al que Gaudí infundió su visión imaginativa. Presenta una planta rectangular y una fachada dividida en cuatro plantas y una azotea. Se emplearon materiales tradicionales como la piedra de arenisca, junto con innovaciones industriales como el hierro y el cristal.

La línea curva y ondulante domina la fachada, contrastando con las columnas óseas y la cerámica vidriada aplicada con la técnica del trencadís (azulejos rotos a modo de mosaico). Gaudí utilizó colores complementarios (rojos, verdes, azules) para aportar un vibrante cromatismo. Los balcones, con forma de antifaz, son un rasgo distintivo. La obra es armónica y proporcionada, concebida con un fuerte sentido escultórico y destacando las formas vegetales orgánicas y naturales.

Casa Milà (La Pedrera) de Antoni Gaudí (1906-1910)

La Casa Milà, popularmente conocida como La Pedrera, fue diseñada por Antoni Gaudí entre 1906 y 1910. Se inscribe en el Naturalismo Modernista Catalán, surgido en Europa a finales del siglo XIX y principios del XX. Destaca su planta irregular y una fachada donde la línea curva y ondulante es la protagonista. Articulada en seis plantas y una azotea, combina materiales tradicionales como la arenisca con industriales como el hierro y el cristal.

La piedra caliza utilizada le confiere un cálido color ocre amarillo. Al ser un edificio de esquina, presenta tres fachadas con sus características columnas óseas. Incorpora dos patios interiores para ventilación e iluminación, y fue pionero al incluir un aparcamiento para coches. Las chimeneas, con su diseño único, también poseen un marcado concepto escultórico.

Templo Expiatorio de la Sagrada Familia de Antoni Gaudí (Iniciada en 1881)

El Templo Expiatorio de la Sagrada Familia en Barcelona, iniciado en 1881 y aún en construcción, es la obra maestra de Antoni Gaudí y el máximo exponente de la arquitectura modernista española. La Sagrada Familia refleja la plenitud artística de Gaudí, donde culminó su estilo naturalista, sintetizando todas las soluciones y estilos explorados previamente. Alcanzó una perfecta armonía entre elementos estructurales y ornamentales, función y forma, contenido y continente, logrando la integración de todas las artes en un todo estructurado y lógico.

Desde 1915, Gaudí se dedicó exclusivamente a la Sagrada Familia. Tras la construcción de la cripta y el ábside en estilo neogótico, el resto del templo adoptó un estilo orgánico, imitando las formas de la naturaleza y abundando en formas geométricas. El interior evoca un bosque, con columnas arborescentes inclinadas que crean una estructura simple y resistente. Gaudí logró concebir un templo estructuralmente perfecto, armónico y estético.

La Sagrada Familia presenta una planta de cruz latina, con cinco naves centrales, un transepto de tres naves y un ábside con siete capillas. Cuenta con tres fachadas dedicadas al Nacimiento, la Pasión y la Gloria de Jesús y, una vez concluida, tendrá dieciocho torres.

Pintura Surrealista

El Carnaval del Arlequín de Joan Miró (1924-1925)

La pintura El Carnaval del Arlequín, creada por Joan Miró entre 1924 y 1925, es una representación de su mundo imaginario, caracterizada por un horror vacui propio del Surrealismo pictórico. Es un óleo sobre lienzo de pequeño formato. Miró utiliza una paleta de colores cálidos y fríos, incluyendo tonos piel, ocres amarillos, rojos y azules, creando contrastes por complementarios.

La luz es subjetiva, sin interés en el claroscuro tradicional. El volumen tampoco es una preocupación, predominando las formas planas. La composición es libre y dinámica, estructurada a partir de un eje vertical (humo blanco) y uno horizontal (humo negro), simbolizando ambos tipos de humo. El espacio, sin embargo, es más tradicional, con un ocre amarillo oscuro para el suelo y un ocre amarillo claro para la pared.

Elementos destacados incluyen una ventana hacia el exterior con un triángulo que simboliza la Torre Eiffel, una escalera como símbolo de huida y evasión, y una mesa en perspectiva con un globo terráqueo y seres como peces y gatos. Entre los objetos, se aprecian una guitarra, un dado y el arlequín con bigote y barba. La música está representada por la guitarra y la partitura.

La Persistencia de la Memoria de Salvador Dalí (1931)

La icónica pintura La Persistencia de la Memoria, también conocida como Los Relojes Blandos, fue creada por Salvador Dalí en 1931. Representa un paisaje marino onírico con objetos singulares. Esta obra se enmarca en el Surrealismo figurativo o pictórico. Es un óleo sobre lienzo de pequeño formato, donde predominan los colores cálidos, aunque también se aprecian fríos, como los amarillos y el azul del horizonte.

La luz juega un papel crucial en la definición de las formas, reflejando la dualidad de Dalí, quien se movía entre la tradición y la vanguardia. La composición es libre y dinámica, equilibrada por los contrapesos visuales entre la roca del fondo y los objetos de la izquierda, como los relojes. Una forma biomórfica central se interpreta como la cabeza de un ave o, para algunos, como el propio Dalí. El escenario es una tarde en Cadaqués, lugar de veraneo del artista.

Los relojes derretidos, inspirados en quesos fundidos en un día de agosto, evocan la teoría de la relatividad de Einstein y la maleabilidad del espacio-tiempo. Los volúmenes se definen mediante el claroscuro de la pintura tradicional. La hora marcada, las seis de la tarde, se considera una hora surrealista. Un reloj de bolsillo boca abajo con hormigas simboliza la muerte y el tiempo perdido. Dalí, con su arraigo en la tradición, emplea una perspectiva tradicional con puntos de fuga.