Pedro García Cabrera: Vida y Obra de un Poeta Canario
Pedro García Cabrera, autor del poema «Un día habrá una isla», es uno de los escritores más importantes de la literatura canaria. Nació en 1905 en Vallehermoso, La Gomera, pero cuando era pequeño se trasladó a Tenerife, donde pasó gran parte de su vida. Cursó los estudios de magisterio en la Universidad de La Laguna, y su interés por la escritura comenzó pronto. Se afilió al PSOE cuando era joven y, tras una larga trayectoria dentro del partido, llegó a la concejalía del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.
Estos ideales políticos le traerían problemas con el estallido de la Guerra Civil, ya que fue deportado a África y, posteriormente, lo detuvieron y pasó unos años de su vida en una cárcel de Granada. La Guerra Civil y estos acontecimientos interrumpirían su carrera literaria y serían determinantes en el carácter literario del autor, más intimista y social, en la línea de otros autores como Blas de Otero. Murió en Santa Cruz de Tenerife en 1981.
Contexto Literario y Evolución
En el ámbito literario, Pedro García Cabrera se interesaba por la poesía de Bécquer, se sentía vinculado al Modernismo y fue coetáneo de los autores vanguardistas y de la Generación del 27. De todas las tendencias literarias de este momento, le atrajo el surrealismo. En su primera etapa como escritor, destacamos Líquenes, la primera obra que publica, y la revista canaria Gacela de Arte, que funda en las islas y que tiene un marcado tinte surrealista. El periodo que pasa en la cárcel culmina con la publicación de La esperanza me mantiene y Las islas en que vivo, publicado en 1971, donde se ubica el poema que nos ocupa. En este último libro se percibe un marcado tono social en el que se aprecia, además, el paisaje isleño. El poema «Un día habrá una isla» se considera una síntesis de los temas más tratados en la obra de nuestro autor.
«Un día habrá una isla»: Temas y Estilo en la Obra de García Cabrera
Las islas en que vivo es un libro con un marcado tono social en el que las ideas de solidaridad y lucha por la libertad están muy presentes, pero esto no impide que aparezcan frecuentemente imágenes del paisaje isleño, especialmente el mar.
Temas Centrales del Poema
El poema en cuestión puede considerarse una síntesis de los temas más importantes del autor, a excepción de aquellos de tono más intimista. Aparece aquí el tema de la esperanza («manos de esperanza»), esa esperanza que lo ayuda a luchar por la libertad, otro de los temas fundamentales del poema. También destaca la solidaridad de los oprimidos, «los que lloran de rabia», que viven en una isla en la que ansían la libertad ya mencionada («Un día habrá una isla»).
Métrica y Estructura Poética
Con respecto a la métrica, nos encontramos ante una silva, donde se combinan versos endecasílabos y heptasílabos que podemos dividir en tres partes:
- Primera parte (cuatro primeros versos): El poeta manifiesta un sentimiento de anhelo y de seguridad plena ante la hipótesis de que en un futuro «habrá una isla» libre. Es un deseo personal, manifestado en primera persona («me entierren», «mi libertad»).
- Segunda parte (hasta el verso 13): Se muestra una vertiente solidaria, ya que siente que debe compartir dicha libertad con los demás porque, como afirma, «Solo no estoy». Pasa del «yo» poético a un «nosotros» que luchan por los mismos ideales del poeta, que luchan por la libertad: «aquellos que no cesan», «aquellos que no pierden». Gracias a la anáfora de estos versos y a la estructura paralelística, el autor rinde homenaje a las personas que se encuentran en esa lucha («mirarse la cara en sus heridas»).
- Tercera parte: Vuelve al intimismo para hacer de nuevo referencia a su deseo de libertad, que reitera con la misma metáfora «silencio amordazado», destacando de esta manera la estructura circular del poema, es decir: comienza y finaliza con la misma idea.
Lenguaje y Simbolismo
El lenguaje empleado en el poema es sencillo, característica fundamental de la poesía social, ya que el interés del escritor es llegar al mayor número de lectores. A pesar de que se reconocen algunas imágenes fuertemente simbólicas, que veremos a continuación, no se dificulta su comprensión. Esta característica nos remite a su vinculación con las vanguardias y la Generación del 27. El léxico es claro y aparece claramente dividido en dos vertientes: un léxico que designa elementos positivos como «libertad», «esperanza», «alegría»; y un léxico con connotación negativa, «amordazado», «huidas», «tormentas». Estos conceptos simbolizan la esperanza, por un lado; y el sufrimiento ocasionado por la dictadura, por otro (respectivamente).
A lo largo del fragmento se aprecian varias metáforas, la más impactante, ya que prácticamente inicia el texto y lo finaliza, es «silencio amordazado», haciendo alusión a la falta de libertad de expresión con la que vivía la sociedad. De manera opuesta, reconocemos la metáfora «la alegría del mar», representando esa libertad que tanto espera para su isla. Finalmente, podemos destacar una paradoja en «el combate en que muero y que vivo», refiriéndose a esa lucha que te quita la vida pero que vale la pena porque nos puede recompensar con la libertad.
Sin embargo, los elementos más importantes son los símbolos. Teniendo en cuenta una característica fundamental de su obra, el paisaje isleño, el autor simboliza de manera positiva la «isla» (con ese tono esperanzador de libertad) y el mar, representado por las «orillas» (la frontera por donde se entra o sale, el «horizonte»). Además, destaca notablemente la simbología con intención solidaria: «manos de esperanza» y «cuantos partan su pan». A todos los que esperan, los que han sufrido la guerra y la dictadura, y «los que nos pierden el corazón y el rumbo», el autor les ofrece «horizontes y manos de esperanza» y «la alegría del mar».
Antonio Machado: Trayectoria y Legado Poético
«A un olmo seco» es uno de los poemas más conocidos de Antonio Machado y se encuentra incluido en una de las obras más representativas del poeta sevillano: Campos de Castilla.
Nació en Sevilla en 1875 (y murió en 1939 en Francia) y podemos considerarlo, sin duda alguna, uno de los poetas más influyentes en la España del siglo XX. Este poema fue compuesto en 1912, tras la muerte de su esposa Leonor, quien falleció a los 18 años después de una larga enfermedad. Este trágico acontecimiento marcó profundamente la vida del autor.
Evolución Literaria y Temas Recurrentes
Como poeta, atraviesa diversas etapas y toca distintos temas. En Soledades, su primera obra publicada, encontramos poemas en la línea del Modernismo y escritos desde un punto de vista intimista, donde tratará temas como el paso del tiempo, la melancolía y la muerte; mientras que en Campos de Castilla, además de estos temas anteriormente citados, aparecerá el tema de la filosofía, la religión y el nacionalismo (qué es ser español), siendo Castilla la representación de España. Podemos dividir la obra en dos partes: la enfermedad y muerte de su mujer, por un lado; y el nacionalismo/patriotismo, por el otro. Es en este periodo de su escritura donde se alejaría del Modernismo para acercarse a cierto simbolismo, muy del gusto de la Generación del 98, por lo que podemos incluir al autor en la nómina de escritores de esta generación. Su relación con los demás autores de este grupo radica en la expresión de la preocupación por España y el tratamiento que da en sus obras al paisaje castellano. Su defensa leal de la República le obligó a huir a Francia, donde pasó la última etapa de su vida.
En la poesía de Machado ha sido siempre esencial el tema del tiempo, y aquí lo comprobamos desde el primer verso «A un olmo viejo», que más adelante será «centenario».
«A un olmo seco»: Simbolismo y Estructura
Temas y Significado Alegórico
Sin embargo, la conciencia del tiempo que pasa irremediablemente no es lo más importante, pues la naturaleza será en este poema el tema esencial («olmo», «lluvia», «sol», «hormigas», «arañas»…). Y es bajo este concepto que la naturaleza nos ofrece ese sentimiento de esperanza presente desde el principio («algunas hojas verdes han salido») hasta el final («otro milagro de la primavera»). Indagaremos más sobre el tema de la naturaleza cuando describamos la simbología empleada por Machado.
En la línea simbolista, podemos hablar del significado alegórico que envuelve todo el sentido del poema. El «olmo» va a representar la enfermedad y la cercanía de la muerte, lo contrario que «los álamos» y los «ruiseñores» que serán la vida, reforzado todo ello por el léxico escogido que analizaremos a continuación. Ante el inminente final de su joven esposa, Machado no pierde la esperanza de «anotar» en su «cartera» ese milagro que tanto espera.
Métrica y Estructura Poética
Teniendo en cuenta que nos encontramos ante una composición poética, analizaremos el carácter literario del mismo. «A un olmo seco» consta de treinta versos en una combinación libre de versos heptasílabos y endecasílabos, aunque algunos autores señalan la importancia de que, a su vez, y teniendo en cuenta la forma, se puede dividir en dos: un soneto en los catorce primeros versos (con rima propia y un segundo verso que descuadra la métrica clásica del primer cuarteto) y una silva en los siguientes (también con rima libre).
Símbolos y Figuras Literarias
Desde el punto de vista del contenido, el poema se puede dividir en tres partes. Tres son los símbolos empleados por el poeta para describir sus sentimientos ante la enfermedad de su mujer; si bien forman parte de los elementos propios de la naturaleza, los podemos dividir en dos grupos:
- Símbolos con connotación negativa: Describen el estado en el que se encuentra el olmo: «rayo», «podrido», «carcomido», «polvoriento», «hacha» y «torbellino».
- Símbolos de esperanza: Reflejan el sentimiento del escritor que no abandona la esperanza de que esa situación personal que está viviendo cambie de rumbo: «lluvias de abril y sol de mayo», «hojas verdes», «la luz», «la vida», «la rama verdecida». Estos últimos se emplean en la tercera parte del poema, donde concluye con su monólogo interior: «quiero anotar en mi cartera / la gracia de tu rama verdecida», y espera «otro milagro de la primavera».
Además, destacamos el uso de algunas figuras literarias relevantes para expresar esta idea, como por ejemplo con la metonimia «álamos cantores», haciendo alusión a los árboles que están sanos y que invitan a los pájaros a anidar en sus ramas, o la metáfora «antes que el río hasta la mar te empuje», reflejando la inevitable llegada de la muerte. También podemos destacar la anáfora «Antes que» que define toda la segunda parte, aportando de esa manera ritmo y rapidez en la lectura, la misma rapidez de que se produzca el desenlace.