Fundamentos de la Filosofía Antigua: De los Presocráticos a Sócrates

Presocráticos

Periodo Cosmológico

El Periodo Cosmológico se centra en el estudio de la totalidad de lo existente. Se denomina así porque la filosofía comienza cuando el hombre, al observar lo que sucede a su alrededor, intenta dar una explicación racional de ello; es lo que se ha llamado el paso del mito al logos. ¿Cómo es posible que, a pesar de existir multiplicidad de seres, parezca que todos ellos comparten una naturaleza común? ¿Cómo es posible que, a pesar de la multiplicidad de los cambios, sea posible observar en ella regularidad? ¿Cómo es posible que bajo el aparente caos haya orden? Porque todo está interconectado, porque todo, en definitiva, es uno y la misma cosa, de la cual todo proviene y a la cual todo retorna. Esa realidad es lo que los primeros filósofos denominaban «Arjé»: origen de toda la realidad, primer principio del cual surgen los seres conocidos, es la sustancia de lo real. En tanto que está siempre presente en la realidad, sustentando la existencia, manteniendo la identidad por debajo de los cambios. También se conoce como logos o principio rector de lo real.

Tales de Mileto (S. VIII a.C.)

Considerado el fundador de la filosofía, de la ciencia de Occidente tal y como la conocemos ahora, y de la primera escuela filosófica. Con Tales se produce lo que se ha conocido como el paso del mito al logos, que supone el abandono de la explicación mitológica de la realidad universal en favor de una explicación empírica y racional. Tales afirma que todo en la realidad es, en última instancia, agua, de la que todo proviene y a la que todo tarde o temprano retorna (concepción cíclica de la realidad). El agua tiene carácter divino, ya que al no tener ni principio ni fin se asocia con los dioses, únicos seres infinitos. Todo está rodeado de dioses (panteísmo). El hilozoísmo es la doctrina que sostiene que todo lo animado está vivo; la realidad es dinámica, no estática, está regida por ese principio de vida que es el agua, ya que es el elemento más necesario de los cuatro (Tierra, agua, aire y fuego). El monismo materialista es la doctrina que sostiene que hay un único principio de lo real. Se le oponen los pluralismos, que sostienen varios principios de la realidad. Todo llega al ser por generación y todo deja de ser por corrupción; es el cristianismo el que introduce el término ‘creación’ de la nada, pues nada puede provenir sino de un ser que ya existía.

Anaximandro de Mileto

Discípulo de Tales y, por tanto, monista materialista, panteísta e hilozoísta. Está de acuerdo con Tales en que solo hay un único principio de lo real, pero no está de acuerdo en que ese principio sea el agua. Un elemento nunca podrá generar su contrario; lo húmedo no puede generar lo seco, y lo frío no puede generar lo caliente. Así que el Arjé debe ser una realidad que, careciendo de cualidades, pueda generar cualquier cualidad; ha de ser una realidad carente de determinaciones: «lo Ápeiron», lo indeterminado, que gobierna la realidad. La ley de retribución de los opuestos establece que debe existir equilibrio o armonía entre todos los seres de la realidad, de tal modo que si en algún momento algún ser prevalece sobre su contrario, este debe pagar pena o culpa por su exceso, permitiendo que su contrario prevalezca en la misma medida hasta que se restablezca el equilibrio.

Anaxímenes de Mileto

Discípulo de Anaximandro y, como él, panteísta, hilozoísta, monista y materialista. Anaxímenes va a restablecer como Arjé de nuevo uno de los cuatro elementos clásicos, pero esta vez va a ser el aire. A pesar de elegir el aire, representa un avance, ya que lo elige por su capacidad para condensarse y rarefactarse. La idea de que todo se debe a la rarefacción y condensación del aire representa la reducción de lo cualitativo, que es exactamente lo que hace la explicación científica acerca de la realidad. Las características que diferencian a los seres no se deben a una diferencia de su naturaleza, sino a la cantidad de elementos presentes en ese ser. Con él se acaban los representantes de la escuela milética.

Pitágoras y la Escuela Pitagórica

Pitágoras, fundador de la escuela pitagórica, nace en Samos hacia 570 a.C. Funda no solo la escuela filosófica de los pitagóricos, sino que dicha escuela puede considerarse una especie de secta, ya que en ella el **secreto iniciático** se convierte en la regla de oro y el fundador en una especie de dios al que atribuir todos los descubrimientos de la secta. La escuela pitagórica no está tan interesada en explicar la realidad natural como en dar razón al destino del hombre. La vida espiritual y la búsqueda de un modo de conducta que nos lleva a la salvación es el objetivo primordial de la escuela. Esto último se consigue a través de la concepción del universo como **Cosmos**; la contemplación y búsqueda de la verdad o **Theoria**; y la purificación o **Katharsis**, que es la liberación de las pasiones que encadenan el alma. Para el pitagorismo, todos los seres vivos están emparentados porque poseen un alma inmortal que transmigra a otros cuerpos, en lo que se conoce como **metempsicosis** o reencarnación. Es decir, vivimos vidas sucesivas en un proceso del que solo nos liberamos a través de la sabiduría. Solo el sabio puede romper el ciclo de sus reencarnaciones, y para ello no solo hay que buscar la verdad, sino que hay que purificar el alma siguiendo una serie de reglas de abstinencia que nos llevan a vivir en total austeridad. Para el pitagorismo, el cuerpo es la cárcel del alma, del espíritu (**Soma sema**), y solo se libera si sigue los preceptos de la comunidad y si se cuida de no atentar contra los congéneres. Esta prohibición y recomendación tiene sus fundamentos en la idea de que al morir nos reencarnamos en uno u otro ser dependiendo de nuestro comportamiento en vida, de manera que se puede pasar de ser amo a ser esclavo. En este sentido, la metempsicosis es políticamente peligrosa porque iguala entre sí a todos los hombres: el campesino puede ser rey y el rey campesino. ¿Cómo es la realidad? La respuesta constituye la llamada **metafísica del número**. La metafísica constituye aquella parte de la filosofía que estudia el ser último de la realidad, se pregunta qué es o quién es el ser y cómo es ese ser. Según los pitagóricos, toda la realidad puede explicarse desde la **unidad**, desde lo uno. La **multiplicidad** se explica por su relación con la unidad, así que el ser último de lo real es la unidad. De hecho, la unidad o **mónada** genera la díada (dos veces la unidad), la tríada (tres veces la unidad) y la tétrada (cuatro veces la unidad). Estos cuatro números constituyen, según los pitagóricos, los números primordiales que configuran la **Tetraktys** o década divina, tan sagrada que los pitagóricos juraban por ella. La unidad representa el punto; dos puntos, la recta; tres, el plano; y cuatro puntos, el espacio. Los cuatro números son los que generan toda la realidad. A cada realidad le corresponde un número que lo identifica y distingue de lo demás, de manera que hasta cosas abstractas como la justicia o la nobleza pueden ser representadas en términos matemáticos.

La Escuela de Elea: Parménides

Parménides de Elea (Italia), 540 a.C. Se le considera el fundador de la metafísica como tal y del racionalismo filosófico (doctrina filosófica que sostiene que todo lo real es racional y viceversa), a pesar de que ya encontramos cierto racionalismo en Jenófanes, que influye directamente en Parménides. Aborda la pluralidad y la multiplicidad desde la perspectiva de la unidad del ser y la entidad. El primer filósofo como tal, puro, fue Parménides. Parménides prescinde tanto del discurso religioso acerca de la realidad como del discurso empírico (el discurso basado en la observación o experiencia) para apoyarse exclusivamente en la razón, y la razón tiene un primer principio inmutable.

Metafísica

El principio de no contradicción establece: No puede ocurrir que se dé una cosa y su contrario a la vez. Según el principio del tercero excluido, las cosas o son o no son, pero nunca son y no son a la vez. Así, si se sigue el principio racional y lógico, Parménides afirma que el ser, lo que es, es; del mismo modo que lo que no es, no es. La nada, el no-ser, no es, luego no cabe hablar de ella. De lo único que cabe hablar es del ser, siendo así, ser y pensar son la misma cosa, y lo que puede pensarse, es. De la nada, nada puede provenir. De manera que todo lo real es racional, todo lo racional es real. El principio de lo real es el ser, y ese ser es **único**, **eterno**, **inmutable**, **infinito** e **inmóvil**, porque la razón y la lógica así lo establecen. Para ello, Parménides construye una serie de argumentos lógicos que pretenden demostrar indefectiblemente cada una de las características del ser. Una **reducción al absurdo** consiste en suponer lo contrario de lo que se quiere demostrar; si esa suposición conduce a una contradicción, entonces dicha suposición es falsa, siendo verdadero lo contrario, lo que se quería demostrar. Si hay un tercer ser, el problema persiste con la misma pregunta, casi hasta el infinito. ¿Qué distingue entre sí a esos infinitos seres? La nada no puede ser, pero tampoco otro ser, porque ya están todos. De modo que tendríamos que admitir el ser del no-ser, la nada, lo que es contradictorio. Por lo tanto, nuestra tesis de dos seres es falsa, demostrando que **el ser es único**. Eterno es aquello que no tiene límites en el tiempo. Vamos a suponer que el ser tiene límites temporales; antes y después debía haber o la nada o otro ser. La nada no puede ser, así que sería otro ser, con lo cual se estaría afirmando la existencia de dos seres, negando la teoría de la unidad del ser ya demostrada. Así que tiene que ser **eterno**. Y por esta reducción al absurdo podemos demostrar también la **inmutabilidad** y la **inmovilidad** del ser, único y eterno.

Gnoseología

¿Cómo conoce el hombre la realidad? A través de la razón. Hay dos vías para conseguirlo: la **opinión** y la **verdad**. La primera está constituida por certezas y la conforman verdades parciales que configuran la opinión de los hombres, de las que no podemos estar seguros porque no proporcionan una visión absoluta de la realidad y se apoyan en la experiencia. La segunda es la auténtica vía de conocimiento, la única que conduce a verdades absolutas y se apoya en el conocimiento racional, la **verdad**. La **certeza** es el grado de seguridad con el que afirmamos algo, que no necesariamente coincide con la verdad. La **verdad** es objetiva, con independencia de la seguridad con la que la defendamos.

Heráclito de Éfeso (El Oscuro)

Nace en una familia aristocrática, pero renunció a los derechos como noble. Está convencido de que Parménides está totalmente equivocado, considerado el primer empirista de la historia. La experiencia nos dice que la realidad está en permanente cambio: «todo fluye», expresión con la que Heráclito resume su idea de que la realidad no es estática como decía Parménides, sino dinámica. Identifica ese ser con el **fuego** creador que se prende o apaga según medida, y la medida es la justicia que depende de la retribución de los opuestos, de la **dialéctica**. Retribución que elimina o genera seres. Todo proviene del fuego y todo vuelve al fuego en la **Ekpirosis** final o **conflagración universal**. El fuego representa el logos, la razón universal que gobierna toda la realidad, el ser último de lo real, el Arjé. Y este logos gobierna la realidad conforme a la constante oposición de los contrarios o **dialéctica**. En la dialéctica hay una **tesis** (una afirmación) y una **antítesis** (una negación de la afirmación). El mérito no está en la elección del fuego como Arjé ni en la idea de que son los opuestos los que intervienen en la configuración del mundo. Su originalidad consiste en el valor que confiere a la oposición, a la **dialéctica**, que es la que da sentido a los opuestos, ya que el uno sin el otro no es nada. Los opuestos son la cara y la cruz de una misma realidad; no puede existir el uno sin el otro. Por tanto, «la **guerra es el padre de todas las cosas**», en tanto que son y de las que no son, en tanto que no son. La guerra es eterna porque la dialéctica es binaria; la oposición es la responsable de las cosas que existen y evita que surjan otras. Cree haber resuelto la relación de la unidad y lo múltiple por la tensión entre la tesis y la antítesis.

Mecanicistas (Anaxágoras y Empédocles)

Todos coinciden en separar la materia de lo que está configurado el universo de la fuerza o principio que lo rige. El universo funciona como una máquina; no hay una voluntad que establezca el funcionamiento, sino que hay una serie de leyes o fuerzas que lo permiten. La realidad está en cambio conforme a leyes inamovibles, por la intervención de fuerzas que no dependen de una inteligencia o voluntad.

Atomismo (Leucipo y Demócrito)

Para ellos, la realidad no proviene de un único elemento, sino de la composición de un número infinito de elementos, independientes entre sí, únicos e indivisibles. Los **átomos** están en permanente movimiento por el **vacío**. Los átomos se diferencian entre sí por su forma, su tamaño y su posición en el vacío. Somos un compuesto atómico; los átomos que nos configuran son distintos. Los seres llegan a ser por congregación de átomos. En contra de lo que puede parecer, el atomismo no es indeterminista, es **determinista**: todo está causado. Las cosas son así por **necesidad**, porque un determinado choque atómico produce siempre el mismo efecto: a determinadas causas, determinados efectos. Que las cosas suceden por necesidad estaba previsto que sucediera así.

Sócrates de Atenas (S. V a.C.)

De educación sofista, Sócrates reacciona contra el relativismo y escepticismo sofistas porque entiende que representan un peligro para la organización de la polis, para el buen funcionamiento de la ciudad-estado. La bondad y la justicia que deben imperar en el gobierno de la polis no pueden depender de la opinión que sobre lo bueno y lo justo tengamos cada uno de nosotros; eso solo conduce a la desorganización y al caos.

Pero es más, si se observa la realidad, se encuentra que, a pesar de las diferencias, hay seres que tienen algo en común, aquello que les hace ser como son: su **esencia**. Las cosas son bellas porque participan de la belleza, pero la belleza es una; las cosas son buenas, pero la bondad es una. De manera que deben existir las esencias, que son eternas e inmutables y, por tanto, son absolutas, válidas para todo tiempo y lugar. La **verdad**, por tanto, existe. La cuestión ahora es: ¿Podemos conocerla? Sí, siempre que encontremos un método de conocimiento fiable: la **dialéctica**.

Gnoseología

La **dialéctica** es el método de conocimiento por el cual, mediante un sistema de preguntas y respuestas, se va depurando una definición hasta alcanzar la **intuición** o visión directa de la verdad. Consta de dos momentos: **ironía** y **mayéutica**. La **ironía** consiste en hacer ver al interlocutor que no sabe lo que creía saber, porque nadie busca la verdad si ya la conoce. Solo cuando reconoce su ignorancia, reconoce la búsqueda de la verdad. Así que el conocimiento debe empezar por la toma de conciencia de la propia ignorancia: «Solo sé que no sé nada». Y una vez que se ha admitido, se puede iniciar la búsqueda de la verdad, es decir, la **mayéutica**. Significa ‘traer a la luz’, ‘dar a luz’ la verdad. Sócrates decía que él tenía el mismo trabajo que su madre (partera o matrona). Que culmina en la **intuición**. ¿Y para qué se quiere conocer la verdad? Para conocer la justicia y el Bien, y garantizar así el buen gobierno de la polis. Porque solo el que intuye la verdad y la justicia puede gobernar conforme a ellas. Nadie que conozca el Bien actuaría mal; el hombre no es malo por naturaleza, sino por ignorancia. Cuando el hombre busca el mal es porque ignora el Bien; si lo hace, es porque no sabe en qué consiste el Bien. Defiende el **intelectualismo moral**.