El Bienio Reformista (1931-1933): Transformaciones Clave de la Segunda República Española
Reforma Educativa y Secularización
Muchas de las medidas secularizadoras aprobadas se alineaban con el repertorio legislativo de los países avanzados. Se decretó la disolución de la Compañía de Jesús y la prohibición de la enseñanza a las congregaciones religiosas. Estas medidas, impulsadas por los dirigentes republicanos formados en la Institución Libre de Enseñanza, se reflejaron en los primeros decretos de abril de 1931. Para 1933, se crearon numerosas nuevas escuelas primarias y se aumentó significativamente el sueldo de los maestros.
Reforma Militar y Reorganización de las Fuerzas Armadas
El gobierno republicano abordaba la tarea de modernizar el Ejército, cuya abundancia de mandos, escasa formación de los soldados y material anticuado le habían restado capacidad técnica. Las primeras decisiones de Manuel Azaña, ministro de la Guerra en el gobierno provisional, incluyeron la oferta de jubilación anticipada con sueldo íntegro a los oficiales. Aproximadamente la mitad de los oficiales optaron por esta reconversión. Se redujo la jurisdicción militar en beneficio de la civil y se suprimió la Academia General de Zaragoza, dirigida por el general Franco. Aunque la República no disolvió la Guardia Civil, sí procuró limitar su hegemonía en cuestiones de orden público, optando por crear la Guardia de Asalto, una fuerza leal entrenada como policía urbana.
La Urgente Reforma Agraria
La reforma agraria era una necesidad imperante, arrastrando graves problemas desde hacía dos siglos. La existencia de extensos latifundios en Extremadura y Andalucía, junto a la situación de campesinos hambrientos y arrendatarios explotados, demandaba una solución urgente. Se consideraba vital aprobar una ley que permitiera la expropiación de grandes fincas para su reparto entre los campesinos sin tierras. En agosto de 1932, el fracaso del levantamiento monárquico del general Sanjurjo contra la República fortaleció la posición de Manuel Azaña, quien aprovechó la coyuntura para impulsar la aprobación de la Ley de Bases de la Reforma Agraria el 9 de septiembre de 1932. Este texto legal, de aplicación inicial en solo catorce provincias, autorizaba la expropiación de tierras con indemnización.
Avances en la Legislación Laboral
Con idéntica urgencia, el gobierno republicano implementó una ambiciosa política laboral bajo la dirección del ministro socialista Francisco Largo Caballero. Entre las medidas destacaron la extensión de la jornada de ocho horas al campo, la prolongación de los contratos de arrendamiento de tierras para evitar abusos patronales, y el laboreo forzoso de tierras en zonas con braceros en paro. La creación de jurados mixtos, compuestos por empresarios y obreros y dotados de competencias en materia laboral, impulsó un notable aumento de los salarios agrarios. La confianza de la UGT en Largo Caballero contribuyó a la disminución de la conflictividad crónica en el sector, ya que el sindicato socialista buscaba el consenso con la patronal, actuando como interlocutor frente al radicalismo de anarquistas y comunistas.
Estatutos de Autonomía: Cataluña y el País Vasco
El 9 de septiembre de 1932, Azaña impulsó la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña, que había encontrado resistencia en el Congreso por parte de la derecha y el centro. El intelectual madrileño lideraba un Gobierno que no solo construía escuelas y reformaba el ejército, sino que también reforzaba los vínculos de Cataluña con la República democrática a través de la renovada Generalitat. En el País Vasco, la división de opiniones ciudadanas respecto a la autonomía regional presentaba un panorama político distinto al catalán. El espíritu autonomista se concentraba principalmente en las filas del nacionalismo vasco; para socialistas y republicanos, el estatuto de autonomía era un asunto de menor relevancia. La derecha vasca, por su parte, carecía de interés genuino en el proyecto autonómico, aunque lo instrumentalizó con el fin de sabotear el régimen.
La Guerra Civil en el País Vasco (1936-1937): Resistencia y Caída
División Territorial y Primeros Combates (1936)
El 18 de julio de 1936, el País Vasco se dividió en dos zonas: Álava, a excepción del valle de Ayala, se alineó con el bando nacional junto a Castilla y León y Navarra; mientras que Bizkaia y Gipuzkoa se mantuvieron leales a la República, al igual que Santander y Asturias. Tanto en Álava como en Navarra, la actuación del requeté, milicia carlista, fue determinante. En Gipuzkoa, algunos militares derechistas, junto a la guarnición de los cuarteles de Loyola, se sublevaron, pero fueron sofocados por las milicias de izquierda y la Guardia Civil. En Bizkaia, el gobernador civil, Echeverría Novoa, logró mantener la tranquilidad en la provincia, evitando disturbios. El nacionalismo vasco, a excepción de las juntas de Navarra y Álava, se mantuvo fiel a la República. Se constituyó la Junta de Defensa de Gipuzkoa, integrada por fuerzas del Frente Popular, el PNV y la CNT. Sin embargo, los desacuerdos internos generaron disputas entre anarquistas y nacionalistas. A finales de agosto, el coronel Beorlegui, al mando de voluntarios navarros y gipuzkoanos huidos, emprendió una ofensiva que culminó con la toma de Irún el 4 de septiembre. Esta conquista significó el aislamiento de la zona norte republicana de Francia. Irún fue incendiada para evitar su uso por las fuerzas nacionales. En San Sebastián, los anarquistas estaban decididos a defender la ciudad casa por casa, pero los nacionalistas eran partidarios de abandonarla ante la imposibilidad de defenderla. Tras la conquista de la capital donostiarra por los navarros el 13 de septiembre, Gipuzkoa quedó a merced de las fuerzas nacionales. A finales de ese mes, el frente se estabilizó en el valle del Deva.
El Gobierno Vasco Autónomo y su Ejército
El 12 de agosto se había formado la Junta de Defensa de Bizkaia, con mayor participación que en Gipuzkoa. Sin embargo, el 7 de octubre, las principales competencias pasaron al Gobierno Vasco, constituido tras la aprobación del estatuto por las Cortes, y Manuel de Irujo se convirtió en el primer nacionalista en formar parte de un gobierno español. El nacionalista José Antonio Aguirre fue proclamado lehendakari de un gobierno mixto de nacionalistas y republicanos de izquierda (cuatro del PNV, tres del PSOE, uno de Acción Nacionalista Vasca, uno de Unión Republicana y otro del PCE). El aislamiento del territorio permitió una independencia de facto, que fue aprovechada por el Gobierno Vasco para crear una moneda propia, una policía (la Ertzaintza), la ikurriña como bandera autonómica (no de partido), una política internacional y la formación del Ejército Vasco o Euzko Gudarostea, que contaría con veinticinco batallones anarquistas y del Frente Popular, y veinte nacionalistas o gudaris. En noviembre, el Gobierno Vasco emprendió una ofensiva contra Villarreal, punto clave del dispositivo defensivo alavés, cuya ruptura habría significado la caída de Vitoria. Sin embargo, la dura resistencia de los defensores locales y la llegada de refuerzos convirtieron el avance en una derrota.
El “Cinturón de Hierro” y el Bombardeo de Gernika
La derrota obligó a adoptar posiciones defensivas y a preparar el “Cinturón de Hierro”, un sistema de fortificaciones diseñado para proteger Bizkaia, especialmente su zona industrial y, en última instancia, solo Bilbao. El general Mola lideraba el Ejército del Norte, compuesto principalmente por navarros, y su objetivo era la conquista de Bizkaia para obtener la riqueza industrial que la España nacional, predominantemente agraria, necesitaba con urgencia para proseguir la guerra. El avance nacional fue arduo debido a la difícil orografía vizcaína, y la aviación tuvo que romper el frente de forma continua en Ochandiano, Durango y Gernika. En Gernika, el 26 de abril de 1937, el bombardeo alemán ocasionó un centenar y medio de muertos. Este trágico evento fue hábilmente aprovechado por la propaganda republicana para demostrar los horrores de la guerra. Picasso, con su célebre cuadro, convertiría a Gernika en la ciudad víctima por excelencia.
La Caída de Bilbao y el Pacto de Santoña
La muerte del general Mola en un accidente de aviación no alteró los planes de las fuerzas nacionales. El general Dávila reemplazó a Mola y emprendió el ataque contra el Cinturón de Hierro, que no resultó tan eficaz como se esperaba. Esta situación se agravó cuando los nacionales conocieron los puntos débiles de la fortificación a través de Alejandro Goikoetxea, ingeniero jefe del cinturón y derechista clandestino. Con la ruptura de la línea del frente, las fuerzas nacionales cercaron la villa bilbaína y, por Archanda, llegaron hasta la ciudad portuaria, tomada el 19 de junio de 1937. Los desmoralizados soldados vascos abandonaron Bizkaia y se instalaron en Santoña. Mientras los soldados izquierdistas querían seguir luchando mientras quedase territorio republicano, los nacionalistas, abatidos por la pérdida de la última provincia vasca, decidieron deponer las armas ante los voluntarios italianos en el llamado Pacto de Santoña. La derrota republicana en el norte estaba sentenciada por el aislamiento del resto del territorio republicano, la pérdida de contacto con Francia, el bloqueo naval impuesto por los nacionales y las disputas políticas internas. La represión de la derecha local afectó a sus propios partidarios, en su mayor parte carlistas y el clero. El colaboracionismo de la burguesía vasca con el franquismo puso a disposición de los nacionales el potencial industrial vasco, un elemento determinante para que pudiesen ganar la guerra.