Evolución de la Poesía Española desde el Exilio hasta la Actualidad

1. Poesía del Exilio: Es importante mencionar, antes de hablar de estas tendencias poéticas a partir de 1936 en España, a los autores exiliados que, desde fuera del país, continuaron su obra lírica entre los temas recurrentes. En su producción están el tema de España y el del mundo personal de los poetas. En ese exilio se confunden poetas pertenecientes a diversas generaciones por ser tan desesperanzador: novecentistas, como Juan Ramón Jiménez y León Felipe; poetas del 27, como Guillén, Salinas y Alberti; y otros poetas que apenas habían iniciado su obra antes de la guerra o que la compusieron toda en el exilio, como Juan Gil Albert, Juan Rejano y Arturo Serrano Plaja.

En cuanto a la poesía publicada en España, encontramos a partir de los años 40 tendencias similares a las que predominan en la novela y en el teatro, por lo que el análisis se hará en función de las décadas. Pero antes, es muy importante analizar la obra de un autor al que es difícil encuadrar en ninguna de las tendencias de la poesía de la época: Miguel Hernández. La obra de este poeta, en realidad, se desarrolla casi en su totalidad en la década de los 30 y consta de un lazo de unión entre la poesía del grupo del 27 y la poesía posterior. Por edad, pertenecería a la llamada generación del 36, pero su muerte en 1942 truncará su posible relación con ese grupo literario. Lo más destacado de la poesía de Miguel Hernández, que tiene una sorprendente fuerza expresiva y en la que destaca el uso de la metáfora, es la unión de compromiso social y sencillez y sinceridad humanas. Entre sus obras hay que citar Perito en lunas, El rayo que no cesa (poemario en el que se incluye la estremecedora elegía a Ramón Sijé), Viento del pueblo y Cancionero y romancero de ausencias.

Años 40:

A los autores de la generación del 36 se les atribuye, entre otros rasgos, una rehumanización de la poesía, ya que prefieren, por lo general, las formas métricas clásicas, especialmente el soneto. Se puede hablar de una generación dividida en función de la ideología de los autores, y muchos la han denominado la generación escindida. Entre las tendencias en la lírica de los años 40 destacan las siguientes:

  • 1) La poesía arraigada (neoclásica): Se trata de una tendencia que no pone de manifiesto las horrorosas consecuencias de la guerra, sino que se refugia en el intimismo. Sus autores encuentran sentido a la vida y se enfrentan a un mundo que consideran armónico, con un tono optimista. Publicaron en revistas de la época como Garcilaso, y su enraizamiento (de ahí el término poesía arraigada) brota de la fe y del ideario en el que creen. Entre los temas habituales sobresalen el amor, la belleza y la religión. Entre los poetas arraigados puede mencionarse a Leopoldo Panero, Luis Rosales (La casa encendida) o Dionisio Ridruejo.
  • 2) La poesía desarraigada (existencial): Surge como una reacción a la poesía arraigada y su concepción del mundo. Los poetas de esta corriente, que se agrupan en torno a la revista Espadaña, ven el mundo como un caos en el que el hombre es un ser desválido y describen la realidad sin adornos e incluso con crudeza. Los temas más habituales son el hombre y los problemas existenciales. La métrica es más libre que la tendencia arraigada, y el tono trágico y el empleo de lenguaje cotidiano, mucho menos formal que el de la poesía arraigada, son constantes. La poesía desarraigada comienza con la publicación en 1944 de Hijos de la ira de Dámaso Alonso; también en 1944 se publicó Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre, que, con un lenguaje surrealista, insiste en el tono existencial.

Años 50:

El panorama poético abierto en la década anterior, con la poesía desarraigada de Hijos de la ira, va a dar sus frutos en los 50, con la acentuación del compromiso ideológico y el tono anti formalista. El punto de partida fundamental es la concepción de la poesía como instrumento de solidaridad que busca cambiar el mundo, concepción opuesta a la de la poesía pura y enemiga de toda neutralidad. Los temas predominantes serían España y la libertad, la injusticia, etc. En cuanto a la métrica, se emplea desde el clásico soneto hasta el verso libre, aunque a veces se cayó en el prosaísmo. En general, se mantuvo un alto nivel técnico y estético. Los máximos exponentes de esta tendencia son Gabriel Celaya, José Hierro y, sobre todo, Blas de Otero, con quien la poesía social llega a sus más altas cotas de calidad en poemarios como Pido la paz y la palabra. Antes de la poesía social, había cultivado una poesía eminentemente existencialista, como la que se observa en Ancia.

Años 60:

Alrededor de 1960, empiezan a aparecer una serie de obras de autores que, aunque se habían iniciado en la poesía social, no se encuentran satisfechos con las derivas de esa tendencia. Manifiestan un inconformismo y una preocupación por el hombre similares a los de la poesía social, pero huyen del tono patético y conciben la poesía como forma de indagación moral, de conocimiento. Los temas más frecuentes suponen un retorno al intimismo: las vivencias pasadas, el paso del tiempo, lo cotidiano, el amor. En el estilo, se rechaza el prosaísmo, a la vez que se emplea un tono cordial y conversacional en el que destacan el humor y la ironía. En general, se valora lo estético y se exploran las posibilidades del lenguaje. Entre los autores sobresalientes de esta nueva poética están Jaime Gil de Biedma, Ángel González, José Agustín Goytisolo, Francisco Brines y Claudio Rodríguez. La obra de Ángel González funde su mundo personal y las preocupaciones sociales con un estilo que va de la ironía conversacional al juego con las palabras.

Años 70:

En 1970, José María Castellet publicó una antología titulada Nueve novísimos poetas españoles que tuvo mucha repercusión y que dio nombre a un grupo de poetas que representan una nueva sensibilidad y que irrumpen con el deseo de renovar el lenguaje poético. Se trata de poetas nacidos después de la guerra que rechazan la poesía comprometida y proclaman la independencia de la poesía, que consideran un fin en sí misma. En general, sus obras se caracterizan por un marcado culturalismo. Los temas más frecuentes son lo personal y lo público. En lo que respecta al estilo, el prosaísmo habitual es frecuente, el tono coloquial y la provocación son constantes. Se ha hablado de cierto vanguardismo en la poesía de los 70 por la tendencia experimentalista y el poco interés por la métrica tradicional. Algunos poetas de estos años son Pere Gimferrer, Guillermo Carnero, Antonio Colinas, Leopoldo María Panero y Ana Mª Moix.

La poesía desde 1975 hasta hoy:

Marcada por el eclecticismo, ya que conviven muchas y muy diferentes tendencias. La cercanía en el tiempo hace especialmente difícil sistematizarla, pero entre las corrientes más cultivadas pueden mencionarse las siguientes:

  • La poesía de la experiencia: Poesía de expresión de vivencias personales en la que se aborda lo cotidiano con un tono coloquial (Luis García Montero, Habitaciones separadas).
  • La poesía del silencio: Poesía anti retórica y reflexiva (José Ángel Valente, Clara Janés).
  • Reciente: Pese a su enorme eclecticismo, se reúne en torno al simbolismo (poetas influenciados por la literatura extranjera): Antonio Lucas, Elena Medel.