Marxismo, Anarquismo y las Internacionales Obreras: Orígenes e Historia

Socialismo Científico o Marxismo

El marxismo es un pensamiento complejo que analiza y contiene elementos de filosofía, política, economía e historia, dando una visión global y novedosa sobre la cuestión obrera. Marx y Engels eran dos miembros destacados de la llamada “Liga de los Justos” (luego “Liga de los Comunistas”), organización con ideas igualitarias fundada en 1836 por exiliados alemanes en París.

Las aportaciones fundamentales del marxismo se pueden sintetizar en tres conceptos clave:

  • En lo económico, el concepto de “plusvalía”: es el valor añadido a un bien o producto por el trabajo del obrero. Dicha plusvalía quedaba casi toda en manos del empresario capitalista, debido a los ínfimos salarios que se daban a los trabajadores. Ahí radica la injusticia social del sistema capitalista, y por dicha injusticia —el trabajador apenas se beneficia de lo que aporta en el sistema productivo— la lucha obrera está plenamente justificada.
  • En la concepción de la historia, Marx introduce el concepto de “lucha de clases” como el motor del proceso histórico. Él resume la historia según diversos modos de producción —modo de producción esclavista, modo de producción feudal, modo de producción capitalista—, los cuales suponen la hegemonía de una minoría —los patricios, los señores feudales, los burgueses— sobre una mayoría, que es explotada. Inevitablemente, la historia llevará a la clase obrera a luchar contra la burguesía por el poder, igual que esta clase se lo había arrebatado a la nobleza feudal. Una vez en el poder, y tras un periodo transitorio (Dictadura del proletariado), se hará efectiva una sociedad sin clases (sociedad comunista), donde se le dará a cada cual según su necesidad y capacidad, limando con ello las desigualdades e injusticias. En síntesis: la historia lleva inevitablemente a la conquista por los obreros —mediante la revolución— del poder político y al establecimiento final de una sociedad igualitaria.
  • Por último, la frase clave del Manifiesto Comunista es toda una arenga: ¡Proletarios del mundo, uníos! Con ello, Marx y Engels vienen a señalar a los obreros la necesidad de actuar conjuntamente como clase social, superando las barreras nacionales. Fruto de ello, tiene lugar la fundación de la…

I Internacional Obrera o AIT (Londres, 1864)

Fue un intento de dar unidad a la acción obrera y sindical de toda Europa, pues aquí se encontraban representantes obreros de todo el continente (tradeunionistas británicos, representantes de trabajadores alemanes, sindicalistas franceses, etc.). En poco tiempo, la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) tuvo representaciones “regionales” en muchos países. Pese a ello, muy pronto se demostró que la tarea no iba a ser fácil, pues había conceptos muy dispares de cómo llevar adelante la lucha obrera. Así, mientras Marx era partidario de promover huelgas como instrumento de lucha y de presionar para que los estados legislaran aspectos como la jornada laboral o la prohibición del trabajo infantil, otros eran partidarios de la insurrección general. En este sentido, la I Internacional hace patente otra vertiente ideológica obrera, que es el…

Anarquismo (Socialismo Antiautoritario)

Dicha teoría política tiene sus bases en Proudhon pero, sobre todo, en el ruso Bakunin. Su idea clave es la oposición a cualquier forma de institución u organización centralizada —estatal, política o religiosa—, pues estas condicionan y limitan la libertad del individuo. Propugnan una insurrección popular, y si fuera necesario recurrir a la violencia y los atentados. Buscan también establecer una sociedad sin clases, pero en su caso el Estado será sustituido por una libre federación de colectividades. Al no creer en organizaciones centralizadas —partidos políticos, por ejemplo— los anarquistas se organizan sobre todo en sindicatos —en España, la CNT (Confederación Nacional del Trabajo)—, donde no solo hay obreros, también estudiantes, campesinos, etc.

La Comuna de París (1871)

A esta división ideológica en el seno de la AIT debemos añadir el fracaso de la Comuna de París de 1871. La Comuna surgió tras la derrota de Sedán, que supuso el fin del II Imperio francés (Napoleón III) tras ser derrotados por los prusianos. El vacío de poder consecuente —el gobierno huyó a Versalles y negociaba una rendición que no convencía a gran parte de la población parisina— dio lugar a la primera revolución socialista de la historia, haciéndose con el control de la capital un gobierno obrero revolucionario —la Comuna— compuesto preferentemente por anarquistas y socialistas (apodados “communards“). Entre las medidas que llevaron a efecto citar las siguientes:

  • Disolución del Ejército regular, sustituyéndolo por la Guardia Nacional democrática.
  • Expropiación de los bienes de quienes huyeron de la ciudad ante el cerco militar prusiano.
  • Control de los alquileres por la municipalidad, fijándose un tope máximo.
  • Limitación de sueldos de los miembros del gobierno, igualándolos al sueldo medio de los trabajadores, teniendo prohibida la acumulación y aprovechamiento propio de sus cargos.
  • Establecimiento de la educación laica, gratuita y obligatoria.
  • Plena libertad de prensa, de reunión y asociación.

Finalmente, Bismarck —temiendo la difusión de la revolución al resto de Europa— dio a Thiers —presidente del gobierno oficial francés— las tropas necesarias para sofocar la Comuna parisina, lo que llevó a una sangrienta lucha calle por calle en París, con un saldo de varias decenas de miles de muertos —entre la batalla y los fusilamientos posteriores—. Este fracaso, y la expulsión de Bakunin de la Internacional en 1872, debilitó en gran medida a la AIT, que decide disolverse en 1876.

II Internacional (1889-1914) – Internacional Socialista

Con todo, en las décadas finales del siglo XIX y primeras del XX surgen con fuerza los partidos socialistas en toda Europa, de modo paralelo a la ampliación en no pocos países del sufragio: los socialdemócratas alemanes (SPD), el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), el PTS francés (Partido Trabalhista Socialista), el Partido Laborista inglés, etc. Ello explica que, en 1889 (aniversario de la Revolución Francesa y mientras se celebraba en la capital francesa una Exposición Universal) se celebrara en París la II Internacional.

En los sucesivos congresos de esta II Internacional, los representantes de los diversos partidos socialistas lograron fijar algunos puntos comunes, como celebrar el 1 de mayo como jornada reivindicativa —en origen, se exigía un máximo de 8 horas diarias de trabajo—, y establecer el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Pero las divisiones ideológicas en su seno seguían siendo notables. De modo general, el socialismo europeo se dividió entre el modelo de la socialdemocracia alemana (SPD), que defiende la vía reformista y parlamentaria como mecanismo para mejorar la situación de la clase trabajadora; y el modelo revolucionario en el que creen los socialistas rusos —bolcheviques— que ven que el acceso al poder debe hacerse mediante una insurrección. En el caso español, el PSOE aceptó la vía parlamentaria o de la socialdemocracia, mientras que los comunistas (PCE, Partido Comunista de España, desgajado del PSOE) creían en la vía revolucionaria. Esto mismo ocurriría en distintos países europeos, sobre todo tras triunfar la revolución bolchevique en Rusia (1917), que acabaría con el régimen zarista.

La II Internacional se deshace con el estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914, cuando los intereses nacionales de los partidos se anteponen a la lucha de clases. La propuesta de la II Internacional de detener la guerra mediante una huelga general de todos los obreros ante una “guerra de intereses burgueses” demostró ser una utopía.

III Internacional (Internacional Comunista o Komintern)

Ya con el fin de la guerra y el triunfo de la revolución rusa en el contexto de esta Primera Guerra Mundial, tendría lugar la gestación de la III Internacional o Internacional Comunista (Komintern) en 1919, que en realidad vino a suponer la subordinación de la política de los distintos grupos comunistas europeos a las directrices y pautas que marcaba el gobierno soviético de Stalin. Se mantuvo hasta la Segunda Guerra Mundial.