La Monarquía Hispánica de los Austrias Mayores: Carlos V y Felipe II
El Reinado de Carlos V (1516-1556)
Carlos I fue coronado emperador del Sacro Imperio en 1519 bajo el nombre de Carlos V. La política exterior del emperador estuvo marcada por un pensamiento medieval sobre la organización de la política europea. Su idea era una monarquía universal y cristiana dirigida por un doble poder: el espiritual, que concierne al Papado, y el terrenal, que correspondía al emperador. Desde esta perspectiva se explican los principales problemas de su reinado:
- El enfrentamiento con Francia, la otra gran potencia de Europa, por territorios en el viejo continente. La victoria española en Pavía (1525) y el saqueo de Roma (1527) como castigo al Papa por su alianza con los franceses, condujeron a la firma de la Paz de Cambrai (1529).
- El problema con el Imperio Otomano, que suponía un peligro para las posesiones en Austria, amenazaba el control del Mediterráneo occidental y apoyaba la piratería.
- La expansión del protestantismo. La reforma iniciada por Martín Lutero en tierras del Sacro Imperio amenazó la unidad cristiana. El apoyo de algunos príncipes alemanes y la rápida expansión del protestantismo agravó la situación. A pesar de la derrota de los príncipes en la Batalla de Mühlberg (1547), el emperador acabó reconociendo la libertad religiosa de estos en la Paz de Augsburgo (1555).
En 1556 Carlos I cedió el título de emperador y los territorios de la casa de Austria en Alemania a su hermano Fernando y abdicó en su hijo Felipe el resto del Imperio.
El Reinado de Felipe II (1556-1598)
Felipe II fue el monarca más poderoso de su época, sobre todo a partir de la “unión ibérica” con Portugal en 1580. El mantenimiento de la hegemonía en Europa y ultramar y la defensa del catolicismo se tradujeron en numerosos conflictos:
- Felipe II liquidó los asuntos pendientes con Francia derrotando en la batalla de San Quintín (1557).
- En 1566, en los Países Bajos comenzó una rebelión contra el dominio hispánico. Felipe II envió al Duque de Alba, que ejerció una severa represión, dando paso a un feroz conflicto que duró ochenta años. Finalmente, las provincias del norte declararon su independencia, conformando las Provincias Unidas, que se convertiría en una gran potencia marítima, rival de España.
- Inglaterra. La llegada al trono inglés de Isabel I (1558) tensó las relaciones con la Monarquía Hispánica. Inglaterra, que no admitía el monopolio comercial español en América, lanzó continuos ataques corsarios contra los barcos españoles, al tiempo que apoyaba a los rebeldes protestantes flamencos. Para cortar la ayuda inglesa a los sublevados flamencos, Felipe II organizó la invasión de Inglaterra con una gran flota, la Armada Invencible (1588). La expedición fracasó e incrementó el poder naval inglés.
- El Imperio Turco volvía a avanzar con fuerza por el Mediterráneo amenazando las posesiones españolas y las del Papado y Venecia. Con la colaboración de estas potencias se formó la Santa Liga y se preparó una enorme flota: la victoria de Lepanto (1571) consiguió frenar el avance turco.
La Agricultura en la España del Siglo XVIII
La agricultura fue durante el siglo XVIII la base de la economía española. Apenas hubo modernización y, si aumentó la producción, fue porque se pusieron más tierras en cultivo.
La Propiedad de la Tierra y las “Manos Muertas”
En cuanto a la propiedad, gran parte de las tierras cultivables estaba en manos de la nobleza y de la Iglesia y se les denomina “manos muertas”, porque no se podían vender ni repartir y además los grandes propietarios mantenían ciertos derechos señoriales de origen feudal sobre las tierras de los campesinos.
Propuestas de Reforma Agraria Ilustrada
Esta situación explica que los ilustrados se plantearon la necesidad de una reforma agraria a la que se opondrían la nobleza y el Clero. Para ello se hicieron diversas propuestas, pero la ley nunca se promulgó. El camino a seguir se planteó en El tratado de la regalía de amortización (1765) de Campomanes, y ya en el reinado de Carlos IV, el Informe sobre la Ley Agraria (1794-1795), de Gaspar Melchor de Jovellanos.
Objetivos de la Reforma Agraria
Estos planes señalaban un triple objetivo:
- Aumentar la producción agraria y lograr un mercado libre de trabas institucionales (precios intervenidos, peajes, etc.) que incrementara los beneficios de los agricultores.
- Fomentar la estabilidad social, creando un sector de propietarios rurales que trabajan para aumentar los beneficios. Este sector enriquecido daría, además, su apoyo al Gobierno.
- Elevar los ingresos del Estado procedentes de la agricultura, estableciendo una contribución sobre la renta agraria, es decir, un impuesto sobre las compras y las ventas realizadas. Se preveía que, al existir más propietarios agrícolas, se incrementaría el número de contribuyentes.
Para conseguir estos objetivos se propusieron varias medidas, aunque no todas se llevaron a la práctica, en especial la modificación de la estructura de la propiedad. Esta medida se sugirió, pero no se abordó. Los ilustrados manifestaron que las tierras vinculadas a señoríos y mayorazgos o en manos de la Iglesia debían ser objeto de compraventa. Sin embargo, no se adoptó ninguna decisión al respecto, y la propiedad agraria permaneció inalterada. Solo se hicieron repartos de las tierras que pertenecían a los concejos y estaban sin cultivar. Sin embargo, estas propiedades acabaron en manos de las oligarquías locales, ya que los campesinos que carecían de capital no podían explotarlas.
Medidas Promovidas para el Desarrollo Agrícola
No obstante, se promovió el desarrollo agrícola con otras medidas:
- Libre comercio de cereales. Hasta 1765, el Estado controlaba los precios de estos productos mediante tasas. La liberalización del mercado provocó fuertes subidas de precios, que estuvieron en la raíz de los motines de 1766. Como esta medida no iba acompañada de cambios en la propiedad, los campesinos no se beneficiaban y solo lo hacían los propietarios: la nobleza y el Clero; en 1804 la libertad de precios fue suprimida.
- Limitación de los intereses ganaderos de la Mesta. La ganadería competía con la agricultura; fuera de la franja cantábrica y del litoral mediterráneo predominaba la ganadería trashumante. Inmensos rebaños de ovejas recorrían la Península alimentándose de pastos emplazados a lo largo y ancho de la Meseta. Los propietarios de estos ganados, miembros de la Mesta, tenían derecho de preferencia en el arrendamiento de tierras para pastos, que podían prorrogar indefinidamente. El alza de los precios de los cereales y el creciente valor de la tierra destinada a la agricultura, incitaron a los propietarios de las tierras arrendadas por la Mesta a luchar por recuperar la libertad de uso. También la Mesta se vio afectada por las medidas liberalizadoras, ya que al incrementarse el precio del cereal, los propietarios prefirieron invertir en cultivos y no en ganado.
- Colonización de tierras despobladas. En 1767, bajo la supervisión de Pablo de Olavide, se puso en marcha un plan para colonizar comarcas de Sierra Morena deshabitadas e infestadas de bandoleros. Para ello se emplearon españoles, pero también inmigrantes católicos alemanes y flamencos a los que el Estado les proporcionaba gratuitamente casa, mobiliario, herramientas, ganado y semillas. La colonización dio lugar a las llamadas nuevas poblaciones (La Carolina, Santa Elena, Guarromán, en Jaén, entre otras), diez años después ya había más de 10.000 campesinos en las zonas repobladas.