El Comportamiento y la Conciencia Humana: Ausencia de Instinto y Ser de Coherencias
La diferencia principal entre el animal y el ser humano reside en el desarrollo del sistema nervioso y, simultáneamente, en las ventajas de la socialización y el desarrollo cultural, que han permitido la variedad y complejidad de la conciencia humana. Se suele decir que la superioridad humana se debe a tres factores clave:
- La desespecialización orgánica: Se refiere a la ausencia en el hombre de adaptaciones orgánicas específicas para determinados medios o exigencias peculiares de supervivencia. Desposeído de medios de defensa y adaptación de este modo, es más vulnerable que el resto de animales. No obstante, el hombre posee un sistema nervioso, una habilidad manual y un comportamiento social que compensan todo lo demás.
- El nacimiento prematuro y la lentitud del desarrollo ontogénico: Esto hace al individuo humano totalmente desvalido en sus primeros años y durante un tiempo prolongado, volviéndolo completamente dependiente del grupo social.
- La ausencia de instintos: Señala a la inteligencia, la necesidad innovadora y la libertad como características fundamentales del obrar del ser humano. Toda la conducta humana es inteligente y carece de instintos. Toda conducta que responde a pautas fijas o aprendizajes sociales es una elaboración inteligente. La falta de instintos está suplida por la cultura; el hombre necesita aprender.
Libertad e Inteligencia como Formas de Comportamiento
Frente al instinto, el hombre se define por la inteligencia y la libertad:
- Inteligencia: El hombre inventa.
- Libertad: El ser humano debe decidirlo todo porque carece de instintos y no posee respuestas preestablecidas ante los problemas; por lo tanto, debe inventar y decidir. Es un ser de naturaleza indefinida, que se hace a sí mismo, responsable de sí y de la humanidad. Desde el comienzo de la Edad Moderna, esta ha sido la idea fundamental propuesta sobre el hombre: la libertad y el entendimiento, junto con la necesidad de autoconstrucción, definen su esencia.
Las Tres Dimensiones de la Inteligencia Humana
1. Inteligencia Práctica: Capacidad de Solución de Problemas
La inteligencia, en contraposición al instinto, es la capacidad de solucionar problemas de forma propia y original, gracias a una comprensión profunda de la situación. Se define como la capacidad de dar respuestas a problemas nuevos. Es flexible, creativa, original y comprensiva. Queda libre del instinto, sin pautas ni estereotipos, evitando soluciones repetitivas. Implica la comprensión de los elementos de un problema y su posterior resolución.
2. Inteligencia Simbólica: El Pensamiento Lógico Abstracto
La inteligencia característica humana es lo que denominamos pensamiento lógico abstracto, conceptual y lingüístico. Se distinguen dos tipos: la inteligencia práctica (ya explicada) y la inteligencia simbólica o pensamiento. Esta última ofrece una capacidad ilimitada para resolver problemas porque implica la conciencia de la realidad. Pensar es conocer mediante conceptos y manejarlos en la conciencia, sirviéndose de representaciones simbólicas para comprender la realidad. Pensar es manejar la realidad en la mente, haciéndonos conscientes de la realidad como tal. El entendimiento es un proceso de abstracción que se divide en: conceptos, juicio y razonamiento, elevando lo conocido a lo desconocido y lo presente a lo latente.
3. Inteligencia como Conciencia Objetiva y Sentido del Ser
La inteligencia como conciencia objetiva es la capacidad de comprender la realidad como tal, tomando las cosas per se como realidades. En última instancia, la inteligencia nos hace conscientes de la realidad, del mundo, de nosotros mismos y de las cosas como entidades con estatuto ontológico. Esta es la diferencia cualitativa entre el animal y el hombre, no solo en la conducta, sino también en la mente. Tener sentido de lo real y del ser mismo es la esencia de la inteligencia. La conciencia implica la autoposesión de nosotros mismos y la capacidad de decisión. Esto supone la capacidad de asumirse y de conducirse, permitiendo la detención en el mecanismo de la acción para optar por hacer o no hacer algo, de quererlo o no quererlo, e incluso de negarse, aunque estuviésemos obligados a realizarlo.
La Inteligencia y la Dimensión del Espíritu
La inteligencia como conciencia objetiva no es un mero recurso al servicio de la vida, sino que sitúa al hombre en una nueva dimensión: la del espíritu. Denota un modo de ser y de comportarse, así como un tipo de aspiraciones que difieren y superan con creces las de la vida o las de los puros organismos vivos. Marca una diferencia cualitativa: no se mantiene en el interés de lo puramente vital, sino que manifiesta otro tipo de intereses y fines: el interés por el ser, la verdad, el sentido y el valor. Esto nos sitúa en el plano del espíritu. El ser humano no solo busca la satisfacción de una necesidad vital, sino también la preocupación y la necesidad de ser un ser consciente, buscando la verdad y dándole un valor a la vida.
¿Qué es el Espíritu?
El espíritu no es una sustancia o cosa. Es un nuevo nivel de realidad que se diferencia cualitativamente de lo material o inorgánico. No debe pensarse como una sustancia que se une o forma lo corpóreo vital, sino más bien como un modo de ser. Lo material en el hombre es la base y condición de lo espiritual, que, sin embargo, no se reduce a ello. Es un tipo de conciencia no ligada a lo material; es un modo de ser que, asentándose en la materia, la trasciende.