Impresionismo: Exploración Profunda del Arte, Técnicas y Maestros

El Impresionismo: Orígenes y Fundamentos de un Movimiento Revolucionario

El Impresionismo es un movimiento pictórico de transición entre la pintura tradicional y la pintura contemporánea. Al estudiar este movimiento, debemos tener en cuenta dos aspectos fundamentales:

  • Como constante del arte: Centra su atención en el estudio de la realidad, al igual que lo hicieron los renacentistas. De hecho, no rompe con la perspectiva tradicional y continuó la línea de investigación pictórica del siglo XIX, que en su día iniciara Eugène Delacroix, basada en el estudio del color y de la luz.
  • Como fenómeno de su época: Recibe la influencia del positivismo y se siente atraído por los descubrimientos científicos en óptica y fotografía.

Novedades Temáticas en la Pintura Impresionista

El Impresionismo exploró dos temas fundamentales: el paisaje y el realismo.

El Paisaje Impresionista: La Pintura al Aire Libre

Desarrolla la pintura en plein air, iniciada por los pintores ingleses John Constable y J.M.W. Turner, y continuada por los realistas y los pintores de Barbizon (como Jean-Baptiste-Camille Corot y Théodore Rousseau). Fija su atención en los aspectos más efímeros del paisaje: el mar, el cielo, las nubes, el sol, entre otros. Los impresionistas tenían la costumbre de ejecutar series de un mismo lugar con la intención de captar lo fugaz, como así sucede en las continuas vistas de La Grenouillère de Claude Monet y Pierre-Auguste Renoir. Todos los paisajes se expresan mediante la luz y el color, y muestran un desdén por la composición geométrica academicista, prefiriendo composiciones asimétricas.

El Realismo en el Impresionismo: Capturando la Fugacidad de la Vida

El impresionista busca la máxima expresión del realismo, la captación de la fugacidad de la vida, lo que se convierte en la gran paradoja del Impresionismo: al pretender ser tan realista, acaba trascendiendo el naturalismo.

Innovaciones Técnicas del Impresionismo: Color y Luz

El Color: Predominio y Yuxtaposición Cromática

Los impresionistas son defensores del predominio del color sobre la línea; sus figuras carecen de contorno, como se aprecia en obras como El hotel de las Rocas Negras en Trouville de Claude Monet. Fueron muy conscientes de la complementariedad de los colores que Eugène Delacroix intuyó, y que Michel Eugène Chevreul corroboró científicamente. Si en la pintura tradicional los colores se mezclaban en la paleta, los impresionistas los yuxtaponían directamente sobre el lienzo (sin superponerlos ni mezclarlos), permitiendo que la retina del espectador generara el color resultante. Preferían la utilización de los colores tal y como salían del tubo, ya que muchos artistas pintaban al aire libre y el tiempo de secado no permitía mezclas complejas. Confeccionaban la perspectiva basándose en la gradación de los colores y no mediante reglas de geometría.

La Luz: Disolución de Formas y Colores

La luz se convierte en un instrumento de principal importancia, hasta el punto de disociar y disolver los colores, como se observa en las series de Nenúfares y Catedral de Ruan de Claude Monet. Abandonaron el claroscuro, es decir, la concepción de la luz como una fusión de negro y blanco.

Los Artistas Impresionistas y su Legado

El punto de partida del movimiento se sitúa en las tertulias del Café Guerbois, donde Édouard Manet se convirtió en el promotor de la vanguardia por haber fundado en 1863 el Salón de los Rechazados. Manet protagonizó continuos escándalos artísticos mediante obras como El almuerzo sobre la hierba; fue el primer pintor en acabar con la atmósfera y pintar en un solo plano, como vemos en El pífano, y el primero en destruir el relato, como muestran Un bar del Folies Bergère y El balcón.

Al Café Guerbois acudían artistas como Claude Monet, Camille Pissarro, Paul Cézanne, Alfred Sisley, Pierre-Auguste Renoir, además de escritores, críticos y el fotógrafo Félix Nadar.

En 1874, los artistas rechazados del Salón Oficial constituyeron la Sociedad Anónima de Artistas Pintores, Escultores y Grabadores (conocida como la Asociación de Artistas Impresionistas), una institución de carácter gremial que funcionó de forma intermitente, pero que permitió a cada artista conservar su fuerte carácter individual. Juntos organizaron su primera exposición en los talleres del fotógrafo Nadar. El fracaso fue absoluto, y un crítico, con afán despectivo, acuñó el término “Impresionismo” basándose en la obra de Claude Monet Impresión, sol naciente.

A pesar de ello, los artistas continuaron trabajando y realizaron varias exposiciones paralelas a las de los Salones Oficiales, enfrentando enormes dificultades económicas. El grupo acabó disgregándose en 1879, y solo se mantuvieron activos Camille Pissarro y Edgar Degas, conocido por sus representaciones de caballos y bailarinas. De su repertorio, destaca la obra Mujer desnuda, de espaldas, peinándose.

A partir de 1886, en la exposición “de los Independientes”, comenzaron a surgir varias tendencias diferenciadas del mismo movimiento: los impresionistas “puros”, los neoimpresionistas (como Georges Seurat y Paul Signac), y los simbolistas.

La Escultura Impresionista: Renovación y Nuevas Formas

A partir del siglo XIX, todas las manifestaciones artísticas se hallan vinculadas entre sí. Por ello, el Impresionismo también influyó en la escultura, la música y la literatura. La escultura vivía en esos tiempos una fuerte tradición académica que había llevado a la crisis del lenguaje clásico, tanto en su forma, como en su significado y función.

Auguste Rodin renovó la escultura, cultivando el modelado de la luz sobre las superficies y los volúmenes. Sus personajes se estudian individualmente, y la forma se funde con la materia prima de la que procede, como se aprecia en obras como Los burgueses de Calais, El beso y Danaide.

Algunos escultores posteriores optaron por una recuperación del volumen, como es el caso de Aristide Maillol, autor de La Noche, cuyos postulados están próximos a los de Paul Cézanne.