Colección de Diez Novelas Breves: Pasión, Venganza y Destino
Novela Primera: La Copa de Oro
Tancredo, príncipe de Salerno, tuvo una hija que, en retrospectiva, hubiera deseado no haber tenido.
Tanto amor le tenía a su hija Ghismunda que, aunque ella ya estaba entrando en años, no la casaba. Finalmente, decidió casarla con el hijo del duque de Capua, pero al cabo de un tiempo ella quedó viuda y regresó con su padre.
Ghismunda era una mujer hermosa de rostro y cuerpo, y viendo que el padre no decidía casarla de nuevo, decidió buscarse un amante. De todos los hombres que frecuentaban la corte, ninguno le gustaba, hasta que se enamoró de Guiscardo, un joven paje. Al enterarse Guiscardo de que ella le correspondía, solo pensaba en ella. Para poder verse, la joven se acordó de que había una gruta sobre el palacio. Tras tres días de limpiar las zarzas y las malezas de la puerta, le mandó una carta al paje para que se reuniera allí con ella. Ella le explicó que llevara una cuerda para poder subir.
Esa noche, ella se despidió de sus doncellas y fingió tener sueño. Se retiró a su habitación, abrió el portón de la gruta y bajó hasta encontrarse con Guiscardo. Permanecieron juntos hasta gran parte del día con su grandísimo placer, y dispuestos a llevar su relación en secreto. Tancredo solía acudir muchas veces al dormitorio de su hija para conversar con ella, pero esa noche no la encontró y se quedó dormido. Por desgracia, ella había mandado a llamar ese día a Guiscardo. Ella entró calladamente en su habitación y abrió la puerta de la gruta a su amado, sin percatarse de que su padre estaba allí. El padre despertó y los encontró a los dos en la cama, y se calló. Cuando se fueron, saltó por la ventana y se fue a su habitación.
A la noche siguiente, Guiscardo fue llevado ante Tancredo y este lo encerró. Luego, fue a hablar con su hija. Tras una larga charla, ella le dijo que si él mataba a su amante, ella se suicidaría. El padre mandó matar a Guiscardo, le hizo arrancar el corazón y se lo mandó a su hija en una copa de oro. Ella había preparado un brebaje por si esto pasaba. Lloró sobre el corazón en la copa y echó el brebaje dentro también. Sin que su padre le diera tiempo de ver aquello, llegó, y su hija le dijo que, si tanto la quería, los enterrara a Guiscardo y a ella juntos. El padre, con mucho dolor, tuvo que hacerlo.
Novela Segunda: El Salvaje
Esta novela trata de un hombre de Imola de vida criminal y corrupta llamado Berto de la Massa, a quien nadie creía en su pueblo. Desesperado, Berto se trasladó a Venecia, donde creyó encontrar otro escenario para sus maldades. Se hizo fraile y se hizo llamar Fray Alberto de Imola. Allí se hizo amo de la Iglesia, consejero y custodio del dinero.
Comenzó a confesar a la gente, sobre todo a las mujeres, y se enamoró de una mujer a la cual le hizo creer que un ángel llamado Gabriel se había enamorado de ella y que, a través de su cuerpo, el ángel Gabriel le pedía estar con ella, y así le perdonaría la impertinencia que le había dicho el día anterior en el confesionario. La mujer le creyó y lo invitó unas cuantas veces a su casa. Ella creía que a través del fraile se acostaba con el ángel Gabriel.
Un día, la mujer, picada por el comentario de una amiga hacia su belleza, le dijo que se acostaba con el ángel. La amiga no tardó en divulgarlo por todo el pueblo. Los cuñados de la señora acecharon y le vieron entrar una noche al tal ángel. Al ser sorprendido con la mujer en la cama, saltó por la ventana y se tiró al canal. Cuando salió de él, se refugió en una casa cercana donde un hombre le dio cobijo. Este hombre, al enterarse de quién era, le pidió dinero a cambio, y le ayudaría a salir de allí. Pero este hombre le engañó y se divulgó en el pueblo que quien quisiera ver al ángel Gabriel que fuese a la plaza del pueblo. Allí se llevó al fraile tapado, y cuando le destapó la cara, la gente lo reconoció y lo abuchearon, insultaron y lo apedrearon. Los frailes, al enterarse, vinieron en su busca y se lo llevaron al convento, donde lo encerraron y esposaron, y donde se cree que murió en la miseria.
Novela Tercera: La Huida de Creta
Esta novela cuenta la historia de tres jóvenes señoritas llamadas: Ninetta, Magdalena (que era melliza) y Bertella, que eran hijas de un hombre muy rico llamado Arnald Civada. Una de ellas, Ninetta, se enamoró de un joven muy pobre llamado Restagnone, y llevaban su amor en secreto. Magdalena y Bertella se enamoraron de dos jóvenes ricos llamados Folco y Ughetto.
El joven pobre habló con ellos y les propuso que, para poder irse con Ninetta, ellos le cedieran una parte de su riqueza cada uno para que él también fuese rico y así poder marcharse los tres a escondidas con las tres hermanas a donde nadie les conociera y empezar una nueva vida. Se lo propusieron los tres a las chicas y una noche las hermanas abrieron el arcón de su padre, sacaron joyas y dinero, y escaparon con sus amados.
Se fueron a vivir a Creta, donde con el dinero que llevaban compraron mansiones y empezaron a vivir como grandes señores. Pero tanta riqueza y abundancia *cansaron* al joven Restagnone, quien, a pesar de haber dicho amar a Ninetta, se buscó una amante. Ninetta, al enterarse, cayó en una gran tristeza y a la vez ira, y decidió vengarse con la muerte de Restagnone, encargándole a una vieja griega un veneno para matarlo. Una noche le dio el veneno porque él tenía sed, se lo bebió y murió.
Cogieron a la mujer que preparó el brebaje para que confesara, y ella dijo que lo hizo para Ninetta. Una noche, el duque de Creta se llevó presa a Ninetta. Folco y Ughetto se enteraron ocultamente a través del duque por qué habían apresado a Ninetta, y esto se lo contaron a sus mujeres. Para ellas fue un gran disgusto y harían lo que fuera para salvar a su hermana de la hoguera. A Magdalena se le ocurrió, después de muchas súplicas al duque, que como él estaba enamorado de ella, si le hacía el favor de acostarse con él sin que se enterara nadie, él pondría en libertad a Ninetta. El duque accedió al trato y dejó en libertad a Ninetta, pero con la condición de que se marchara de allí y nadie supiese nada de ella.
Los maridos creyeron que Ninetta había sido arrojada al mar y consolaron a sus mujeres, pero el marido de Magdalena sospechó que Ninetta estaba viva y estaba allí, y obligó a Magdalena a decir la verdad. Ofuscado, la mató con su espada y la dejó tirada allí. Huyó con Ninetta y le hizo creer que Magdalena se lo había pedido para salvarse, y ella le creyó y huyeron de allí.
Cuando el duque se enteró de que Magdalena estaba muerta, prendió a la otra hermana y a su marido, los cuales no tenían la culpa de nada. Compraron a sus guardianes y huyeron de noche a Rodas, donde vivieron, no mucho tiempo, en la pobreza y en la miseria.
Novela Cuarta: La Princesa Muerta
En esta historia se cuenta que Guillermo II, rey de Sicilia, tenía dos hijos: una hija llamada Constanza y un hijo llamado Ruggiero. Este murió antes que el rey, pero le dejó un hijo llamado Gerbino que su abuelo educó y se convirtió en un joven hermoso, famoso y cortés. Su fama se extendió por toda Sicilia y llegó hasta oídos de una hija del rey de Túnez que, sin conocerlo, se enamoró de él, y este de ella, porque también hablaban bien de la chica.
Él, para conocerla, fue a Túnez y se vio varias veces con ella, pero el rey de Túnez casó a su hija con el rey de Granada y ya tuvieron que dejar de verse. El padre de la joven, temiendo que Gerbino hiciese algo por recuperar a su hija, le dispuso un barco a su hija y la mandó fuera. Pero Gerbino, al enterarse, zarpó en otro barco y esperó a que llegase allí. Abordaron el barco y Gerbino solo pedía que le devolvieran a su amada. Se negaron y pelearon hasta que cogieron a la joven, la mataron y la lanzaron al mar. Gerbino contempló la crueldad, subió a la nave y degolló al que se le ponía a su paso.
El rey de Túnez, al perder a su hija, exigió al rey Guillermo que él mismo matara a su nieto para no perder su reinado. Este lo mandó matar.
Novela Quinta: El Amor que Mata
Cuenta la historia de tres jóvenes hermanos, ricos mercaderes, y una hermana llamada Lisabetta.
En los almacenes que tenían los hermanos trabajaba un joven llamado Lorenzo que se enamoró de Lisabetta y con ella pasaba placenteros ratos sin que se enteraran sus hermanos. Un día, uno de los hermanos los pilló juntos y se lo contó a los otros hermanos. Estos callaron, y cuando tuvieron ocasión, cogieron al joven Lorenzo, lo mataron y lo enterraron fuera del pueblo. Lisabetta lloró porque Lorenzo no regresaba de viaje como siempre solía hacer, y sus hermanos le dijeron que si no dejaba de llorar le dirían lo que se merecía oír.
Una noche, Lisabetta soñó con el joven Lorenzo y en el sueño él le decía que no llorara más por él, porque estaba muerto, y le dijo dónde estaba enterrado. Ella fue y cortó su cabeza y se la llevó a su casa a escondidas para llorarle. La escondió en una maceta donde plantó albahaca, y todos los días le lloraba. Sus hermanos, al percatarse de ello, le quitaron la maceta y vieron lo que había en ella y se la escondieron. Ella lloró hasta que murió de pena. Los hermanos huyeron tras percatarse de lo que había en el tiesto, y la acusaron de ello. La gente del pueblo se enteró del suceso y alguien compuso una canción.
Novela Sexta: La Monja
En esta historia se cuenta que en una ciudad llamada Brescia, un hombre llamado Micer Negro de Ponte Carraro tenía entre sus hijos una hija llamada Andreuola que se enamoró de un vecino llamado Gabriotto. Con la ayuda de su sirvienta, supieron ambos que se amaban mutuamente. Estos se veían a escondidas en el jardín, y se convirtieron en secreto en marido y mujer.
Una noche, ambos tuvieron unos sueños en el que a uno le apartaban del otro por una cosa oscura. Uno se lo contó al otro lo que le había pasado esa noche y los dos coincidían. Cuando él le estaba contando su sueño a su mujer, suspiró y, abrazándola, le dijo que se moría, y al cabo de un rato murió. La mujer y la sirvienta lloraron y no sabían qué hacer. Decidieron envolverlo en un paño de seda con una almohada debajo de la cabeza y lo cubrieron con rosas. Se lo llevaron a la puerta de su casa para que no supieran que había muerto en su casa, con la mala suerte de que las cogieron los guardias y ella contó lo que pasó.
Después llegó a oídos del Micer Negro, quien fue en busca de su hija. Supieron que no había sido ella y la soltaron. Le hicieron un gran funeral a Gabriotto, llevándolo a la sepultura con gran honor. Ella y su sirvienta se hicieron monjas y vivieron en un convento mucho tiempo.
Novela Séptima: Una Hoja de Salvia
Esta historia narra que en Florencia hubo una joven pobre que trabajaba hilando lana. También había un joven trabajando con ella llamado Pasquimo, el cual estaba enamorado de ella. Se hicieron novios y se invitaban uno al otro. Un día quedaron en el jardín y allí hablaron de una merienda que iban a hacer y otras cosas más. El joven cogió una rama de salvia que había a su lado y se limpió los dientes con ella. Al rato se hinchó y murió.
Creyeron que ella había matado al joven y la acusaron, pero ella, para que le creyeran que no lo había hecho, hizo la misma acción que el joven y se limpió los dientes, y murió también. Así vieron que era inocente. Decidieron cortar la mata de salvia y quemarla, descubriendo que el culpable de todo esto era un sapo venenoso que había debajo de la mata, y lo quemaron también.
Novela Octava: Silvestre
Narra la historia de un rico mercader llamado Leonardo Sighieri y de su mujer, quienes tuvieron un hijo llamado Girolamo. Tras varios asuntos, el hombre murió. Los tutores del niño y su madre se ocuparon de él. Creció con sus vecinos, donde conoció a una niña, hija de un sastre, de su misma edad, de la cual se enamoró. La madre, para que no se vieran, le dijo a los tutores que lo mandaran fuera con alguna excusa. Lo tuvieron dos años en París engañándolo. Pasado ese tiempo, volvió, pero ya la chica se había casado con otro chico y al verlo hizo como si no lo conociera y no le hacía caso.
Un día que el matrimonio estaba fuera, él entró en la casa y se escondió en la alcoba. Cuando la mujer se acostó, él salió y le dijo que le dejara un lado de la cama para así quitarse su pena. Ella accedió y el chico, al verse así ya tan feliz, murió en el acto. Ella llamó al marido y le explicó lo ocurrido, y llevaron el cuerpo a la puerta de su casa, para que lo enterraran. Más tarde, la gente llevó el muerto a la Iglesia para velarlo.
La mujer y el marido decidieron meterse, uno entre los hombres y la otra entre las mujeres, para ver qué decían sobre este asunto. Ella se acercó al muerto con remordimiento por no haberlo querido y lloró sobre él. Las mujeres le dijeron que se levantara sin saber aún quién era, pero se la encontraron que había muerto allí mismo. El marido se enteró de lo ocurrido y lloró. Todos supieron lo sucedido entre aquella mujer y el joven, y los sepultaron en una misma sepultura, ya que no se pudieron amar en vida, lo hicieran en la muerte.
Novela Novena: El Suicidio
Cuenta la historia de que hubo en Provenza dos nobles caballeros llamados Guillermo de Rosellón y el otro Micer Guillermo de Cabestaing. Este se enamoró de la esposa de Rosellón. Al enterarse, Rosellón se enfureció y planeó matarlo. Lo invitó a cenar una noche y la esposa, impaciente por que llegara, mientras el marido salió a su paso. Él y el de Cabestaing, que iba desarmado con sus dos hombres, se abalanzaron sobre él y lo mataron. Los hombres huyeron hacia el castillo a dar la noticia de lo sucedido sin saber quién era el que le había matado.
El que mató a Cabestaing cogió el corazón, se lo llevó al cocinero y le dijo que lo cocinara y lo sirviera en una bandeja de plata. Cuando hubo que cenar, él dijo que no tenía hambre y la mujer se lo comió entero. Cuando terminó de comer, este le dijo que lo que había comido era el corazón de su amante. Y así ella, sin mediar palabra, se levantó y se lanzó por la ventana y murió. Los enterraron y sobre su sepultura se escribieron versos diciendo el modo y la razón de su muerte.
Novela Décima: El Cofre
Hace mucho tiempo hubo en Palermo un médico cirujano llamado Mazzeo de la Montagne. Era ya un señor muy viejo, que se casó con una joven muy hermosa y noble. El médico, al ser tan mayor, no podía complacerle todo lo que ella quería, y ella salió a la calle a buscar lo que necesitaba. Encontró a un hombre llamado Ruggieri de los Aieroli, un hombre de mala vida, que gracias a la criada podían estar juntos. Ella le reprochó la mala vida que llevaba y le ofreció dinero para que dejara esa mala vida.
Mientras tanto, al señor Mazzeo le llevaron un enfermo que tenía un trozo de hueso cortado en la pierna, porque si no moriría. Para poder hacer la intervención, mandó destilar cierto compuesto para que al beberlo se durmiera y así podría hacerle la operación. Ordenó llevar la garrafa a casa mientras él atendía una llamada de unos grandes amigos, porque había una niña herida.
Su mujer, al saber que su marido no iba a volver esa noche a casa, metió a Ruggieri en su alcoba y le hizo esperar hasta que todos se fueran a dormir. Mientras tanto, al chico le entró sed y se bebió el agua de la garrafa, sin saber que eso era lo que el marido había preparado para dormir al enfermo. Cayó en un profundo sueño. La señora, al verlo así, pensó que estaba muerto y que se armaría un escándalo. Entre la criada y ella lo metieron en el arca de un vecino suyo que era carpintero y estaba en la calle. Pensaron darle cuchilladas para parecer que era un robo, pero la sirvienta dijo que no, y lo dejaron en la calle.
Por aquellos días fueron a vivir a una casa unas vecinas jóvenes, que como no tenían muebles robaron ese día el arca y se lo llevaron a su casa. Ruggieri, al despertar, no sabía lo que había pasado; se movió dentro del arca y esta se rompió. Las jóvenes acudieron al golpe y al verle creyeron que era un ladrón, acusándolo de que había entrado a su casa. Lo llevaron hasta el magistrado y lo condenó, para otro día ser ahorcado.
Para que no lo hicieran, la señora ideó un plan para que lo absolviera. Pidió a su criada que hablara con su marido el médico y le dijera que este hombre era su novio y que, aprovechando que él no estaba en su casa, lo llevó a la alcoba sin que se enterase la señora. Le dio sed a media noche y fue a la habitación de los señores a buscar agua, encontrándose por desgracia la garrafa que tenía preparada para el enfermo.
El médico accedió a hablar con el magistrado y contárselo, porque después de todo había hecho mal en haber dejado la garrafa allí. El magistrado lo entendió y absolvió a Ruggieri. Después de hacer varias averiguaciones, las mujeres que robaron el arca tuvieron que pagar por el robo.
Ruggieri agradeció todo esto y la señora y la criada se reían y celebraban que la criada no quisiera darle la cuchillada, y así la mujer y el hombre siguieron con su amor.