La Prosa Romana: Historiografía y Oratoria con Autores Clave

Historiografía Romana: César, Salustio y Tito Livio

Características de la Historiografía Romana

La historiografía es el género narrativo por excelencia de la literatura romana. La historia es para los romanos, como para los griegos, materia literaria. Con ella nace la prosa romana.

La historiografía romana fue mucho menos rigurosa que la griega y de intención más moralizante. El romano no transmitía objetivamente los hechos antiguos, sino que los juzgaba y los describía desde su propio punto de vista. No se buscaba la objetividad; cada autor daba su punto de vista. En este género se busca la exaltación del sentimiento patriótico.

Los grandes maestros de los romanos fueron los griegos. Entre ellos, destacan Polibio (s. II a.C.), que vivió durante años en Roma, y Tucídides (s. V a.C.).

Los primeros historiadores romanos, llamados analistas por contar los acontecimientos por orden cronológico (*annus*), escribían en griego. A partir de Catón, el censor (s. III-II a.C.), la historiografía se escribe en latín y se abandona el orden cronológico de los anales. Se le considera el fundador del género con su obra Orígenes.

La historiografía romana no es universal, sino exclusivamente romana.


Cayo Julio César (100 – 44 a.C.)

Julio César representaba perfectamente el ideal romano: intelectual, político y militar.

Su obra literaria abarca desde tragedias hasta un tratado de gramática, si bien aquí solo hablaremos de sus textos históricos:

  • Comentarios a la Guerra de las Galias (*Commentarii de Bello Gallico*): Narra en siete libros las campañas de César en las Galias de 58 al 52 a.C. Incluye:

    • Sus enfrentamientos con los belgas y germanos;
    • Su expedición a Britania;
    • La rebelión del jefe galo Vercingetórix;
    • Y su rendición en Alesia.

    Es el modelo de los comentarios: sobrios, sin artificios y técnicos en su narración. Es probable que César escribiera esta obra al año o a los pocos años del final del periodo que describe (*commentarius*).

  • Comentarios a la Guerra Civil (*Commentarii de Bello civili*): Relata en tres libros el conflicto entre él (César) y Pompeyo.

    • El paso del Rubicón.
    • La guerra de Farsalia.
    • La guerra de Alejandría.
    • Las campañas contra los ejércitos de Pompeyo en Hispania.
    • El asesinato de Pompeyo.

    La obra es más superficial y menos cuidada que la anterior.

Su propósito al escribirlas fue sobre todo político ya que trataba, con la primera, de conseguir una prórroga de sus poderes consulares y justificar unas campañas militares que nadie le había pedido que hiciera y, con la segunda, de excusarse de toda responsabilidad en la guerra civil, presentando al Senado y a Pompeyo como responsables del conflicto.

César fue un genial propagandista de sí mismo y logró sus propósitos mediante varios recursos:

  • Una narración de aparente simplicidad y objetividad.
  • El recurso de la tercera persona para referirse a sí mismo. Nunca habla en primera persona.
  • La explicación previa del relato desde su propio punto de vista.
  • La omisión de detalles que podrían resultarle desfavorables.

Cayo Salustio (86 – 35 a.C.)

Fue contemporáneo de César, además de su protegido. Desarrolló su carrera política al amparo de este y, por ello, la muerte de César significó el fin de su carrera política.

Es autor de dos monografías, Bellum Iugurthinum (*La guerra de Yugurta*) y De Catilinae coniuratione (*La conjuración de Catilina*), y de unas Historias de las que solo han pervivido algunos fragmentos.

  • La conjuración de Catilina: En esta obra exalta la democracia, ataca a Cicerón (que era el cónsul en el momento de la conspiración, en el año 63 a.C., y fue el que la desató) y defiende a César contra la inculpación de estar implicado en la conjura. Catilina pretendía usurpar el poder con un levantamiento armado y matar a Cicerón, pero fue descubierto.

  • La guerra de Yugurta: Narra la guerra que Mario ganó en el norte de África a Yugurta, usurpador del trono de Numidia (111 – 105 a.C.) y le proporcionó la posibilidad de ser cónsul varias veces.

Salustio denuncia en su obra la corrupción política y elogia las costumbres de los antepasados. Acusa a una senectud ilícitamente duradera sin hijos de haber dejado que la política se hundiera por la falta de propósitos y ambiciones nobles.

  • Elige hechos muy cercanos en el tiempo y contemporáneos, sobre los cuales tiene información de primera mano.
  • Destacan especialmente los retratos, de gran *penetración psicológica*, y los discursos que pone en boca de los personajes. En este último, tiene como modelo al historiador griego Tucídides.
  • También escribe monografías que giran en torno a un personaje y un hecho, y no historias narradas.
  • Entre los rasgos de estilo que lo caracterizan destacamos:
    • Uso abundante de la expresión. Usa el infinitivo histórico.
    • Léxico arcaizante, con muchas palabras en desuso.
    • Brevedad, concisión y estilo entrecortado.
    • Arcaísmos (uso de la desinencia -ere para el pretérito perfecto en lugar de -erunt; desinencia de acusativo plural -is en lugar de -es).

Salustio fue el primer historiador reconocido como clásico entre los historiadores romanos.


Tito Livio (64 ó 59 a.C.-17 d.C.)

La historiografía latina siempre tuvo un carácter *moralizante* y político, pero a partir del Imperio estas características se acentúan. Habrá historiadores adictos al nuevo régimen y enemigos acérrimos de este.

Tito Livio escribió su obra durante el reinado de Octavio Augusto, es decir, en los primeros años del Imperio. En Ab urbe condita (*Desde la fundación de la ciudad*) narra la *historia de Roma* desde la fundación de la misma hasta el año 9 a.C. La obra se componía de 142 libros agrupados en décadas, de los que solo conservamos treinta y cinco.

Se le reprocha que no tenga un método histórico muy riguroso, ya que utiliza como fuentes a historiadores anteriores sin recurrir a documentos auténticos.

Su obra refleja un intento de revitalización de la historia romana exaltando las antiguas *virtudes republicanas*, la sencillez, la austeridad y la moderación, a la vez que censura la decadencia moral y el lujo posterior; así contribuye a crear las condiciones intelectuales para la reorganización del Imperio por Augusto.


Ejemplo de texto: Julio César, Guerra Civil, III, CII

César, dejándolo todo, consideró que debía perseguir a Pompeyo, fuera cual fuera el lugar en que se refugiara tras su huida, para que no pudiera preparar nuevas tropas y reanudar la guerra; y avanzaba diariamente, todo lo que de camino podía hacer con la caballería, y ordenó a una legión seguirle en marcha más lenta.


Oratoria Romana: Cicerón y Quintiliano

Introducción a la Oratoria Romana

La oratoria o el arte de hablar con elocuencia estaba muy presente en el mundo grecolatino, porque en la acción política (en la asamblea) y en la jurídica (ante un tribunal) el dominio de la palabra jugaba un papel fundamental. Por ello, los jóvenes griegos y romanos debían aprender el arte del discurso, es decir, la retórica. No se debe confundir retórica con oratoria; la primera es el arte teórico del discurso, mientras que la segunda es su aplicación práctica.

En Roma las escuelas de retórica empezaron a asentarse en el siglo I a.C. A partir de entonces, los jóvenes, al acabar sus estudios primarios y secundarios, pasaban al *rhetor*, con el que aprendían todas las técnicas de la oratoria.

Las partes que debía tener el discurso eran:

  • Exordium: introducción para atraer la atención del público y hacerlo benévolo (*captatio benevolentiae*). Debe ser rápida, estar estrechamente unida al tema y tener alguna anécdota, chiste o frase impactante que atraiga al público.

  • Narratio: explicación del asunto que se va a tratar.

  • Argumentatio: desarrollo de los argumentos favorables (*confirmatio*) y refutación de los argumentos contrarios (*refutatio*).

  • Peroratio: resumen y conclusión. Debe ser breve, enérgica e impactante.

El escritor de discursos debe contar con los siguientes elementos:

  • Inventio (invención): Búsqueda de argumentos apropiados.

  • Dispositio (disposición): Ordenación y colocación de los argumentos adecuados.

  • Elocutio (elocución): Cuidado en la forma de expresión, uso de las mejores ideas (el arte de escribir).

  • Actio o pronuntiatio (acción o pronunciación): Modulación de la voz y el movimiento del cuerpo, los gestos, etc.

  • Memoria: Capacidad de retener los argumentos.


Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.)

Es el máximo exponente de la oratoria romana tanto en lo que se refiere a la *práctica* como a la *teoría*.

Vivió el fin de la República y fue coetáneo de César. Sin embargo, durante la Guerra Civil, se alineó con Cneo Pompeyo y el partido de los *optimates*. Cuando César venció, regresó a Roma.

Estuvo ligado a la política: fue cónsul (63 a.C.) y sufrió una conjura orquestada por Lucio Catilina. Sufrió el exilio (58 a.C.), acusado por Publio Clodio de haber hecho ejecutar a los partidarios de Catilina sin un juicio previo.

Murió a manos de los partidarios de Marco Antonio.

De los tratados de retórica destacan:

  • De oratore: Expone sus opiniones acerca de la formación del orador.

  • Orator: Traza el retrato del orador ideal.

  • Brutus: Hace una historia de la elocuencia romana y esboza un intento de crítica literaria.

Por lo que se refiere a sus discursos, se pueden clasificar en judiciales y políticos según fueran pronunciados ante un tribunal o ante el Senado o el pueblo:

  • Los más importantes entre los políticos son:

    • Las Catilinarias (*In L. Catilinam orationes*), pronunciadas ante el Senado contra Catilina y los suyos.
    • Las Filípicas contra Marco Antonio tras la muerte de César (*In M. Antonium orationes Philippicae*), llamadas así por analogía con las Filípicas que el griego Demóstenes pronunció contra Filipo II de Macedonia.
  • De sus discursos judiciales podemos destacar:

    • Las Verrinas (*In Verrem*), pronunciadas contra Verres. Los sicilianos encomiendan a Cicerón la defensa de sus derechos a causa de la extorsión y el abuso de un exgobernador, Verres. Consiguió que el gobernador se exiliara voluntariamente.
    • Entre otros, el discurso de defensa de Milón, Pro Milone. Milón y Clodio eran enemigos y un día se encontraron en un cruce. Clodio perdió la vida y Milón fue acusado de su muerte. Cicerón, amigo de Milón, se expresó en su defensa del promotor del enfrentamiento. Sin embargo, la presión del ambiente impidió que el discurso de Cicerón tuviera la convicción y fuerza necesaria en el juicio, a pesar de que fue redactado por él mismo.

Quintiliano (c. 35 – c. 95 d.C.)

Quintiliano (nacido en Calahorra, actual La Rioja) fue un abogado famoso en su tiempo y profesor de retórica que tuvo entre sus alumnos a Plinio el Joven, Suetonio, Juvenal y Tácito.

Su obra principal fue De institutione oratoria (*Sobre la formación del orador*). En ella se exponen las técnicas de la retórica clásica. Su estilo es claro, ordenado y se observan unas indudables cualidades pedagógicas.

La postura que defiende Quintiliano es la del clasicismo, un regreso a los valores literarios de la época de Cicerón, a quien toma como modelo.

Sin embargo, en esta época, donde no hay libertad política ni debate de ideas, la educación en la retórica no tiene razón de ser.


Ejemplo de texto: Quintiliano, Sobre la formación del orador, III, 3, 1-3

El sistema completo de la oratoria, como han transmitido la mayoría de los autores más sobresalientes, consta de cinco partes: la búsqueda de argumentos (*inventio*), la organización (*dispositio*), el estilo (*elocutio*), la memoria (*memoria*) y la representación (*pronuntiatio*) o puesta en escena (*actio*) (pues de ambas formas se dice). Todo enunciado, a través del cual se expresa alguna intención, es preciso que tenga contenido, tema (*rem*) y expresión formal, palabras (*uerba*). En caso de que sea breve y limitado a un único período, acaso no exigiría ninguna otra cosa; pero un discurso más extenso requiere mucho más. En efecto, no importa solo qué decimos y cómo, sino también en qué lugar; hay necesidad, por tanto, de una organización. Mas no podremos decir todo lo que demanda cada tema ni en su posición adecuada si no es con el apoyo de la memoria. Por consiguiente, esta será a su vez la cuarta parte de la oratoria. Todo este conjunto, sin embargo, lo desvirtúa y lo echa prácticamente a perder una representación inconveniente por la voz o por el gesto; por ello, se debe asignar a la puesta en escena el quinto lugar.