La Fábula y la Historiografía Latina: Autores Clave y Evolución del Género en Roma

La Fábula: Definición y Orígenes

La fábula, como género literario referido a Fedro, designa una narración en la que generalmente intervienen animales que, por ser considerados miembros del mundo de los seres animados, se equiparaban a los hombres. La fábula tiene raíz popular y, como tal, parte de la contemplación de un mundo ingenuo con fin moralizante. El carácter ejemplarizante es la nota esencial de este género literario, tal como lo encontramos en Fedro. Estas narraciones, leyendas o apólogos, eran muy antiguas y más o menos anónimas. Muchas de ellas nacieron en Oriente y en Egipto y fueron difundidas por comerciantes y esclavos entre los países del Mediterráneo. Esopo, autor griego del siglo VI a.C., fue el primero que les dio forma literaria. Escribe en prosa y es el modelo que seguirá Fedro, aunque este emplea el verso.

Fedro (15 a.C. – 50 d.C.): El Maestro de la Fábula Latina

Fedro nació en Macedonia hacia el 15 a.C. Llegó a Roma como esclavo de Augusto, que le concedió la libertad, y murió en la época de Claudio, en el 50 d.C. Se conservan unas cien fábulas de este autor, contenidas en cinco libros. Los personajes son animales que representan las costumbres, las virtudes y los vicios de los hombres, y, más en concreto, de la sociedad de su tiempo. Se acusa al poderoso que abusa del débil (la parte del león), al astuto y mentiroso (la zorra), al malvado (el lobo y el cordero), etc. Esta crítica social le acarreó numerosos problemas judiciales porque algunos personajes poderosos de la época se vieron reflejados en estas composiciones. Las fábulas de Fedro son narraciones sencillas, amenas y divertidas, y terminan con una moraleja que resume la enseñanza moral que trata de transmitir el autor. Este estilo sencillo y conciso, al que no le falta en ocasiones colorismo en las imágenes descriptivas de personajes (animales) y situaciones, está muy alejado de la poesía épica y lírica contemporánea de Virgilio y Horacio. Se trata de una poesía de raíz popular, de fondo satírico, que refleja un mundo sencillo y natural muy alejado de los dioses y de los héroes de la épica. El carácter universal de esta obra despertó el interés de autores de distintas épocas, como La Fontaine, en Francia, del siglo XVII, o los españoles Iriarte y Samaniego, del siglo XVIII.

La Historiografía Latina

Orígenes y Precedentes Documentales

Como precedentes de la historiografía latina pueden considerarse una serie de documentos muy antiguos de carácter público o privado.

Documentos Públicos

  • Foedera regum: Son documentos mitad jurídicos y mitad religiosos, ya que se firmaban con el ofrecimiento de un sacrificio a los dioses y con unos ritos y fórmulas especiales.
  • Actas de los magistrados: Solían registrar los acontecimientos más importantes relacionados con el desempeño de las funciones de los magistrados. Se guardaban en los archivos oficiales y constituían una fuente histórica de primer orden. Los más importantes de estos documentos eran los elaborados por los pontífices: los Libri Pontificum o Annales Maximi. En ellos se incluían, año por año, los sucesos más dignos de recordarse, sobre todo los relacionados con la religión y el culto, y era especialmente destacable la publicación del calendario anual, que señalaba las fechas de comienzo y final del año, los días laborables y no laborables, las fiestas, los aniversarios, etc. La colección de estos calendarios constituyó una preciosa fuente de noticias para los historiadores romanos.

Documentos Privados

  • Laudationes fúnebres: Discursos en alabanza de un difunto, que solían ser pronunciados en los funerales por un miembro muy allegado de la familia.
  • Tituli imaginum: Inscripciones grabadas debajo de los retratos o mascarillas de un difunto y que contenían su nombre, sus hazañas, sus magistraturas, etc. Ambos tipos de documentos privados estaban guardados en los archivos familiares de las familias más importantes y constituían una especie de historia de dichas familias.

Nacimiento de la Historiografía Latina: Los Analistas

El primer analista romano es Fabio Píctor, que escribe a finales del siglo III a. C. Sus anales abarcan desde la llegada de Eneas al Lacio hasta la Segunda Guerra Púnica, época en la que vivió el autor. Tanto él como sus inmediatos sucesores escriben sus historias de Roma en griego, tal vez para que llegaran a los mismos lectores a los que había llegado una visión antirromana de los mismos sucesos. Cincio Alimento, que fue prisionero de Aníbal en la Segunda Guerra Púnica, escribe en griego acerca de los enfrentamientos bélicos de Roma y Cartago animado por intereses claramente propagandísticos, igual que Fabio Píctor. A pesar de estos precedentes remotos, se considera a Marco Porcio Catón el verdadero fundador de la historiografía latina. Nacido en Túsculo en el 234 a. C., se alistó muy joven en el ejército para combatir en la guerra contra Aníbal. Inició después una brillante carrera política que lo condujo al consulado en el 195 a. C. Luchó siempre contra la corrupción en las costumbres y en la política y fue enemigo de todo lo griego.

Catón es el autor de Origines, compuesta por siete libros que abarcan desde el primitivo período monárquico y la fundación de ciudades griegas en la península itálica hasta los comienzos de la Segunda Guerra Púnica. Catón no se ciñe a la historia de Roma, sino que abarca la de toda Italia. No menciona nombres de caudillos ni de héroes; el héroe de su historia es el pueblo romano. También esto lo distingue grandemente de los analistas, que convirtieron la historia de Roma en una historia de las grandes familias (a veces, sus propias familias) y de los grandes generales.

La Historiografía Republicana

Julio César (100 – 44 a. C.)

Nació en Roma, recibió una excelente formación literaria y se dedicó desde muy joven a la vida política. En el 60 a. C. formó, junto con Pompeyo y Craso, una alianza conocida como Primer Triunvirato, que se repartió el poder en Roma. Siendo ya cónsul (59 a. C.), inició una serie de brillantes campañas militares que lo llevaron a conquistar toda la Galia hasta el Rin. En el año 49 a. C. decidió avanzar con su ejército hacia Italia y cruzar el río Rubicón, lo que equivalía a una declaración de guerra civil. Tras varios enfrentamientos en Hispania y los Balcanes, Pompeyo cayó derrotado finalmente en Farsalia (año 48 a. C.). De regreso en Roma, César se hizo nombrar dictador vitalicio, tribuno de la plebe y pontífice máximo, concentrando de este modo en sus manos el poder político, militar y religioso. Esta situación provocó la alarma de los sectores republicanos de Roma, que temían que César intentara proclamarse rey. Por este motivo se conjuraron contra él y en los idus de marzo del año 44 a. C. fue asesinado, irónicamente, a los pies de la estatua de Pompeyo en la Curia romana.

Producción Historiográfica de César

  • Comentarios sobre la guerra de las Galias: Fue compuesta por César entre el 52 y el 51 a. C. Comprende ocho libros en los que se describen las operaciones militares de la campaña de conquista de los territorios galos llevada a cabo entre los años 58 y 52. En ellos se narra desde la expedición contra los Helvecios y la derrota de su caudillo Ariovisto (libro primero) hasta la sublevación general de los pueblos galos bajo el mando de Vercingetórix y su derrota final (libro séptimo). El libro octavo, en el que se relatan las últimas operaciones y el final de la guerra, parece ser que no fue escrito por César, sino por uno de sus oficiales, llamado Aulo Hircio.
  • Comentarios sobre la guerra civil: Obra elaborada por César hacia el año 47 a. C. para contar los pormenores de su enfrentamiento militar con Pompeyo entre los años 49 y 48. Se compone de tres libros que relatan, sucesivamente, la conquista de Italia por César, la persecución de Pompeyo hasta Dirraquio, las luchas en Hispania contra los generales pompeyanos Afranio y Petreyo, el asedio de Marsella y la batalla de Farsalia. El último libro, que se considera incompleto, concluye con la llegada de César a Alejandría, donde le es comunicada la muerte de Pompeyo.

El título de Commentarii que César dio a sus obras alude a los informes militares enviados por su propia mano al Senado, así como a resúmenes y apuntes personales redactados facile atque celeriter (de forma rápida y sencilla), como él mismo dice. Sin embargo, el título no debe inducirnos a considerarlas sin más un trabajo documental, ya que estas obras han sido cuidadosamente estructuradas y sometidas a un estudiado proceso de elaboración literaria. Abundan los datos de tipo geográfico y etnográfico y los discursos retóricos. En ambas obras se puede apreciar una evidente intencionalidad apologética y propagandística de su propia figura, de sus hazañas militares y de su actuación política, aunque esta distorsión nunca llega a falsear la realidad de los datos históricos. No hay duda alguna de que quiso explicar sus actos del modo que le era más favorable. En definitiva, con César hay que aprender a leer siempre entre líneas. Desde el punto de vista estilístico, las obras de César destacan por la pureza, la simplicidad y la elegancia de la lengua latina. Su prosa se caracteriza por la claridad sintáctica, la ausencia de anomalías gramaticales, la selección de un léxico claro y la renuncia a la sinonimia o a los términos arcaicos o raros.

Cornelio Nepote (c. 100 a. C.)

Nació en Ticino. Amigo de Catulo y de Cicerón, consagró toda su vida al cultivo de la literatura. Escribió una historia universal titulada Chronica y una colección de anécdotas, denominadas Exempla. Su obra más importante es De viris illustribus (Sobre hombres ilustres), el primer libro romano de carácter biográfico que se conoce. En esta obra recogió las vidas de personajes romanos y extranjeros famosos y las comparaba: reyes, oradores, generales, historiadores, poetas y gramáticos. Se conservan las biografías de veinte generales griegos y también las de Catón y Ático. Nepote no se consideraba a sí mismo historiador y De viris illustribus tiene un carácter más retórico, encomiástico y ejemplarizante que historiográfico.

Salustio (86 – 35 a. C.)

Nació en Amiterno, en la Sabina. Se dedicó a la política y llegó a ocupar diversos cargos públicos: cuestor, tribuno de la plebe y pretor. Participó en la guerra civil, en las filas del bando cesariano, y gracias a su amistad con César fue nombrado gobernador de la provincia de África Nova, donde amasó una inmensa fortuna. A su vuelta a Roma, en el 45 a. C., fue acusado de corrupción y malversación de fondos públicos, pero quedó libre de todo cargo gracias de nuevo a la protección de César. Con la inmensa fortuna obtenida en África compró unos terrenos en el Quirinal y se hizo construir una lujosa villa, adonde se retiró tras la muerte de César, en el 44 a. C., para dedicarse al cultivo de la literatura hasta su muerte.

Producción Histórica de Salustio

De la producción histórica de Salustio tan solo se conservan dos obras completas:

  • La conjuración de Catilina: Gira en torno al intento frustrado de Catilina, un noble ambicioso y sin escrúpulos, de hacerse con el poder mediante un golpe de Estado durante el consulado de Cicerón (63 a. C.). Salustio enriquece la narración central de estos hechos con la adición de un prólogo programático, digresiones históricas o políticas, discursos, etc., que contribuyen a explicar las causas de los acontecimientos o a intensificar la acción dramática de la obra. En toda ella se observa la intención del autor de mostrar la decadencia política y moral de la República tardía y, sobre todo, la corrupción y la arrogancia de la nobleza.
  • La guerra de Yugurta: Aborda la intervención romana en el reino de Numidia para restablecer la sucesión dinástica legítima a la muerte del rey Micipsa (111 a. C.), ya que su sobrino adoptivo, Yugurta, había asesinado a los dos hijos del soberano y pretendía hacerse con el trono. El verdadero objetivo de Salustio es señalar el fracaso de las operaciones militares emprendidas por el representante de la corrupta e indolente aristocracia romana, el cónsul Metelo, y destacar el triunfo sobre Yugurta de Mario, con cuya tendencia política se identifica el autor.
  • Historias: Se conservan diversos fragmentos, discursos y cartas que nos permiten reconstruir su contenido primitivo. Abarcan el período comprendido entre la muerte del dictador Sila (78 a. C.) y el año 67 a. C. Estaban formadas por cinco libros, en los que se narraban importantes sucesos de la historia romana, como las luchas de Pompeyo contra el rebelde Sertorio en Hispania, los combates de Marco Antonio contra los piratas o la guerra contra Espartaco y los esclavos sublevados en Sicilia.

Salustio se revela como un maestro consumado en la caracterización psicológica y dramática de los personajes. Si tiene que trazar algún retrato, lo traza al detalle. Los discursos en boca de los protagonistas están al servicio de una mejor comprensión de los acontecimientos. Desde el punto de vista estilístico, su prosa se caracteriza por la tendencia a la brevedad, la variatio (fónica, morfológica y sintáctica) y la tendencia a la eliminación de la simetría sintagmática y oracional. Abundan en sus obras las antítesis, los arcaísmos fonéticos y morfológicos y frases de contenido moralizante. También son características de Salustio las digresiones. Salustio será, en la historiografía latina, el primer gran historiador político; se interesa por el porqué de los mismos; es el historiador de la revolución romana; y es moralista. Con Salustio se cierra la historiografía de la época republicana.

Historiografía Imperial

Tito Livio (59 a. C. – 17 d. C.)

Tito Livio nació en Padua. Se trasladó a Roma para completar su formación literaria y filosófica. Dedicó toda su vida a componer la monumental obra Ab Urbe condita libri (Historia de Roma), desde los orígenes de la ciudad hasta la muerte de Druso en el año 9 a. C. Alcanzó una enorme fama como literato y al final de su vida regresó a Padua. Su gran obra, Ab Urbe condita libri, estaba formada por 142 libros, de los que solo han llegado hasta nosotros los libros 1 a 10 y 21 a 45. De los volúmenes perdidos se conservan resúmenes y extractos que nos permiten conocer cuál era su contenido. Los libros 1-15 contienen la leyenda de la fundación de Roma y los sucesos acaecidos durante el período republicano hasta el final de la incursión de los galos en el 293 a. C.; los libros 16-30 narraban las dos primeras guerras púnicas; y los libros 31-45 comprenden el período de las guerras macedonias (201-167 a. C.) hasta la batalla de Pidna.

Tito Livio coincide con Nepote y Salustio en el sentido ejemplarista y moralista de la historia. Y tiene una característica propia: la exaltación de Roma por encima de todo. Las virtudes que quiere que su obra infunda en sus conciudadanos son el amor a la patria, el respeto al mos maiorum (costumbre de los antepasados), la concordia civil y la religiosidad profunda, todo lo cual coincide punto por punto con el programa restaurador de Augusto. Su concepción de la historia está dominada por un amor a la patria y sentido del deber, la observancia incondicional de las leyes y la misión providencialista y universalista de Roma. La historia de Livio es nacionalista; el protagonista es el pueblo romano. En su obra Tito Livio ha trazado la imagen del romano ideal: heroico, trabajador, constante, amante de la tradición, respetuoso con sus dioses. El fatum, el destino cuyos hilos parecen mover los propios dioses, se utiliza a veces para explicar determinados acontecimientos. En cuanto a su método histórico, Tito Livio no se muestra habitualmente demasiado crítico en el empleo de las fuentes y suele recoger muchas leyendas transmitidas por historiadores y analistas anteriores. Livio elabora su historia sobre materiales que en muchas ocasiones son de segunda mano; obras de autores que no conocemos bien, de donde ha ido seleccionando y eliminando a su conveniencia. Su amor a Roma hace que conceda crédito a cualquier información, por hinchada que esté, que redunde en prestigio y gloria de sus antepasados. Pero hay que tener en cuenta que para llevar a cabo la redacción de su monumental obra, Tito Livio se encontró con tres dificultades:

  • La falta de información, especialmente en todo lo referente a la época primitiva.
  • La imposibilidad de acceder a los archivos públicos y privados; varios documentos oficiales se hallaban dispersos, escritos a veces en lenguaje poco claro y, en consecuencia, ofrecían serios problemas de interpretación.
  • Livio carecía de formación política de tipo práctico. Jamás había desempeñado cargos públicos; le faltaba experiencia para emitir juicios e interpretar datos que no tienen a veces el significado simple que en una primera lectura pueden aparentar tener.

Hay quien le criticó el empleo de modos dialectales o locales en la composición de su obra, pero lo cierto es que Tito Livio es todo un modelo de prosa latina clásica. Su estilo contrasta con el de Salustio, ya que Tito Livio contrapone la amplitud y la riqueza de los períodos sintácticos y el ornato propio de la prosa artística. Otro rasgo distintivo de su estilo es el color poético que tiñe su prosa. Está influido por los grandes poetas augústeos y el carácter poético de su prosa se percibe especialmente en los primeros libros. Incluso invoca a los dioses al comienzo de su obra, como los poetas épicos.

Historiografía en Época Postclásica

Cornelio Tácito (c. 50 d. C. – c. 120 d. C.)

Cornelio Tácito debió de nacer en el norte de Italia o bien en la Galia. En el 77 d. C., contrajo matrimonio con la hija de Julio Agrícola, un alto funcionario imperial. Recibió una excelente formación oratoria y se dedicó a la carrera forense. Durante el reinado de Vespasiano, comenzó su actividad política, convirtiéndose en pretor y después en cónsul. En el año 112, el emperador Trajano le concedió el cargo de procónsul de Asia. Su muerte se produjo durante el reinado de Adriano. La producción historiográfica de Tácito está formada por:

  • Agrícola (De vita et moribus Iulii Agricolae): Es una biografía de tipo encomiástico de su suegro Julio Agrícola. La obra contiene abundantes digresiones de tipo geográfico e histórico sobre Britania. Constituye también un violento ataque contra la tiranía de Domiciano. Especialmente notable es la figura de Calgaco, en cuya boca pone el historiador un discurso con la denuncia probablemente más dura escrita por un autor latino contra el imperialismo romano; impresiona la comprensión de Tácito hacia las razones de un pueblo enemigo en pro de su resistencia contra Roma.
  • Germania (De origine et situ Germanorum): Es una monografía de tipo geográfico y etnográfico sobre los pueblos germanos. En la primera parte de la obra se hace una descripción de Germania y de su población en general, con la vida y costumbres de sus habitantes; en la segunda parte, se hace una descripción particular de cada una de las tribus germanas. Los germanos constituían una amenaza para Roma y contra ellos combatieron César, Tiberio, Germánico y el propio Trajano. Tácito pinta de forma expresiva el contraste entre la rudeza primitiva, el valor y las costumbres sanas de este pueblo y la decadencia y corrupción de los romanos.
  • Historias (Historiae): Constituyen una crónica de la historia de Roma durante la dinastía Flavia, desde la muerte de Nerón (68 d. C.) hasta el final del reinado de Domiciano (96 d. C.). Constaban de catorce libros, de los que solo se conservan los cuatro primeros.
  • Anales (Annales): Estaban formados primitivamente por dieciséis libros, de los que solo se conservan los seis primeros, que abarcan desde la muerte de Augusto hasta la de Tiberio.

En sus obras históricas, Tácito manifiesta su deseo de narrar los hechos sin rencor ni parcialidad, y para ello recurre a multitud de fuentes que maneja con cuidado: los analistas anteriores, las actas del Senado, los diarios oficiales y los archivos de palacio. Para Tácito, el historiador es un investigador que debe ser imparcial. Tácito pretende serlo, pero no lo es: en los Anales no deja títere con cabeza, fustiga el régimen imperial, condena la violencia, repudia la adulación servil de los senadores, detesta la vulgaridad y la incultura de la plebe. Los héroes no existen; quienes dan su vida por la libertad mueren inútilmente; el Imperio es una especie de túnel al final del cual no parece vislumbrarse la luz. Tácito se caracteriza por el predominio de los personajes individuales como motores de la historia. Rasgos muy acusados de sus obras son el pesimismo y la falta de confianza en la condición humana. Tácito es un verdadero maestro de la caracterización psicológica de personajes y situaciones. Sus retratos literarios adquieren un profundo tono dramático más propio de la tragedia que de la Historia. Tácito tiene una concepción moralista de la historia, cuya función es, según sus palabras, “preservar del olvido a la virtud y refrenar los vicios”. Desde el punto de vista estilístico, Tácito coincide con Salustio en su predilección por la brevedad. El afán de concisión de Tácito se refleja, por ejemplo, en el abundante uso que hace de la elipsis de formas verbales y el empleo del discurso indirecto libre. Hoy por hoy, la mayoría de las llamadas novelas históricas son deudoras de su obra.

Eutropio (Siglo IV d. C.)

Historiador latino tardío, del siglo IV d.C. Oriundo probablemente de la Galia (de Burdigala, actual Burdeos), tras su educación retórica fue secretario del emperador Constancio II (que murió en el 361 d.C.) y formó parte de la campaña contra los persas (363) de su sucesor Juliano. Desempeñó importantes oficios públicos bajo Valente: en el 369 magister memoriæ (secretario particular para asuntos de peticiones) y procónsul en Asia en 371-72. Fue acusado de traición, pero absuelto; posteriormente, fue prefecto del pretorio en el Ilírico bajo Teodosio (380-81) y cónsul como colega de Valentiniano II (387). Es decir, fue un senador que durante un período extenso de tiempo desempeñó muy altos cargos bajo diferentes emperadores. Vivió muy acomodadamente, con posesiones en Asia Menor. Restauró edificios en Magnesia. En materia de religión, fue pagano.

Obra Historiográfica

Se ha conservado de Eutropio un Breviarium ab Vrbe condita (literalmente, “Resumen de historia desde la fundación de Roma”). Fue escrito por encargo del emperador Valente, a quien la obra está dedicada. En diez breves libros (equivalentes a un total de 100 páginas impresas), presenta un panorama de la historia romana, desde la fundación de Roma por Rómulo (año 753 a.C.) hasta la muerte del emperador Joviano y la ascensión de Valente (364 d.C.). El período monárquico y republicano se trata en los libros 1-6 (en el 5, la historia llega hasta la guerra civil entre Sila y Mario; el 6 finaliza con la muerte de Julio César); los libros 7-8 cubren el período imperial desde Augusto. La cronología de los hechos, en general bastante exacta, se indica por un doble método: desde la fundación de Roma y por los cónsules de cada año. Eutropio usó fuentes variadas, a veces difíciles de identificar. Para la República se basó en algún epítome (resumen) de Tito Livio. Para el período del Principado sigue a Suetonio y una “Historia imperial” hoy perdida (en la que se basó también Aurelio Víctor). Para los acontecimientos últimos aprovecha también su experiencia personal como estadista. La obra de Eutropio se inscribe en el contexto del florecimiento de la historiografía pagana que tuvo lugar durante el siglo IV d.C. (con representantes como Nicomaco Flaviano, la “Cronografía del año 354”, Aurelio Víctor o Amiano Marcelino). Desde un punto de vista historiográfico, Eutropio se muestra generalmente equilibrado e imparcial. La obra es breve, pero concienzuda y bien estructurada; atiende a los hechos fundamentales, sin engolfarse en la anécdota frívola (como Suetonio y Aurelio Víctor). Por ello, Eutropio es el más valioso de los epitomizadores. El estilo es claro y sencillo, sin pretensiones retóricas, de acuerdo con la intención didáctica del autor de informar al emperador clara y someramente sobre la historia romana (dicha sencillez estilística explica que el texto de Eutropio se usara posteriormente como libro escolar). Ideológicamente, la obra ofrece la visión de un senador pagano, en pos de la glorificación de Roma y de sus clases dirigentes. El cristianismo no se menciona. Eutropio propugna la colaboración del Senado y del emperador para el bien del Imperio. Cuando el puesto de emperador es usurpado por militares (en lugar de por senadores) el resultado es catastrófico.

Pervivencia y Legado

La sencillez y utilidad de la obra le procuró un éxito inmediato. Fue usada por el autor, o autores, de la Historia Augusta, y por Amiano Marcelino. Peanio la tradujo al griego contemporáneamente. Capitón de Licia la adaptó también en griego en el siglo VI (su adaptación se ha conservado casi íntegra). También Eutropio sirve de fuente a Orosio, Jerónimo de Estridón e Isidoro de Sevilla. La edición príncipe del texto latino es de 1471 (Roma). Luego se tradujo al español en 1561 y al inglés en 1564. Durante generaciones, y todavía hoy, se usó la obra de Eutropio como texto escolar sencillo para iniciar a los estudiantes en la traducción de la prosa latina.

Suetonio

Fue secretario personal de Adriano y disponía de información de primera mano que le permitió incluso contar detalles curiosos y desconocidos de algunos personajes, llegando incluso al cotilleo. La única obra que conservamos de él es De vita Caesarum (La vida de los Césares), las biografías de los doce primeros emperadores. Obra de concepción anecdótica y de estilo claro y sencillo.

Fue secretario personal de Adriano y disponía de información de primera mano que le permitió incluso contar detalles curiosos y desconocidos de algunos personajes, llegando incluso al cotilleo. La única obra que conservamos de él es De vita Caesarum (La vida de los Césares), las biografías de los doce primeros emperadores. Obra de concepción anecdótica y de estilo claro y sencillo.