Grandes Historiadores Romanos: Obras y Estilo

Grandes Figuras de la Historiografía Romana

Catón

Catón fue un autor que destacó en la historiografía y reaccionó contra la tendencia filohelénica de su tiempo escribiendo en latín su obra Orígenes, en la que no solo relató los orígenes de Roma sino también los de los pueblos itálicos, mostrando una visión social de la historia. No se interesó por las individualidades aristocráticas, sino que consideró protagonistas de la historia a los pueblos, lo que supuso una novedad para la época. Introdujo sus propios discursos en la narración, lo que dio a su obra un tono vivo y colorista, aunque, como los analistas anteriores, su estilo literario no alcanzaba la perfección.

Cicerón

Cicerón, aunque no escribió historia como tal, sentó las bases teóricas de la historiografía latina en obras como Orator, Brutus y De legibus, donde defendió que el historiador debía investigar causas, analizar consecuencias y embellecer la narración con elementos literarios. Para él, la historia debía tener un valor moral y educativo: era una “maestra de la vida” que ofrecía ejemplos de conducta.

Julio César

Julio César, nacido en el año 100 a.C., fue un político y militar de gran inteligencia que, tras una fulgurante carrera política, alcanzó el poder absoluto y fue asesinado en el 44 a.C. Sus obras más importantes son los Comentarios sobre la guerra de las Galias y los Comentarios sobre la guerra civil. En ellos narró cronológicamente, con claridad y precisión, sus campañas militares. Aunque estas obras tienen un valor documental notable, también respondían a fines propagandísticos, ya que César buscaba justificar su política y exaltar sus logros, minimizando a sus adversarios. Su estilo es sobrio, elegante y directo, con un gran dominio de la narración.

Salustio

Salustio, nacido en el 87 a.C., fue un plebeyo que participó activamente en la política, alineándose con el partido democrático. Tras ser excluido del Senado, participó junto a César en la guerra civil y, más tarde, se retiró a escribir historia. Su primera obra importante, La conjuración de Catilina, escrita hacia el 47 a.C., narra la fallida conspiración de Catilina en el 63 a.C. y presenta al protagonista como un personaje demoníaco movido por una ambición desmedida. Su segunda obra, La guerra de Yugurta, escrita poco después, relata la guerra entre Roma y el rey númida Yugurta (111–105 a.C.), y destaca por su conocimiento del país africano, su análisis de la corrupción nobiliaria y su estudio de la lucha entre clases. Más tarde escribió las Historias, en cinco libros (hoy fragmentarios), que abordaban las consecuencias de la dictadura de Sila, mostrando la corrupción y los conflictos sociales del periodo. Salustio cultivó una historiografía moralizante, influida por Catón y Tucídides. Su estilo es conciso, con frases cortas, elipsis, asíndeton, arcaísmos y estructuras asimétricas, lo que le da gravedad y dramatismo.

Tito Livio

Tito Livio, nacido entre 64 y 69 a.C. y fallecido en el 17 d.C., vivió en tiempos del emperador Augusto. Su gran obra, Ab urbe condita, en 142 libros, narra la historia de Roma desde su fundación hasta su tiempo. De ella solo conservamos las décadas I, III, IV y parte de la V, pero conocemos su contenido por resúmenes antiguos. Los diez primeros libros relatan desde los orígenes hasta la tercera guerra samnita (293 a.C.) y otros tramos tratan temas como la segunda guerra púnica o la expansión romana en Oriente. Livio, republicano en política e influido por Cicerón en lo literario, escribió una historia nacionalista centrada exclusivamente en Roma. Su narración es dramática y rica en discursos compuestos retóricamente. Sus retratos son vivaces y se apoyan en la opinión pública de la época. Utiliza un lenguaje culto (urbanitas), con arcaísmos y licencias poéticas, y adapta su estilo según la intensidad del relato.

Tácito

Tácito, nacido entre 54 y 56 d.C., fue un destacado político y escritor que, después de haber ocupado altos cargos, se dedicó a la historia. Sus obras principales son las Historias y los Anales. Las Historias, iniciadas en 106 d.C., narran el periodo convulso desde la muerte de Nerón hasta la de Domiciano (68–96), aunque solo se conservan los primeros cinco libros. Los Anales, escritos hacia 117 d.C., cubren el periodo entre la muerte de Augusto y la de Nerón (14–68), de los que conservamos libros I–IV y XI–XVI, más algunos fragmentos. Tácito concebía la historia como un instrumento de denuncia del deterioro moral y político del imperio. Aunque su método era riguroso y se basaba en fuentes fiables, a menudo moldeaba la realidad según su visión personal, lo que disminuía su objetividad pero aumentaba su profundidad humana. Su historia es dramática, centrada en los conflictos de la corte imperial, los retratos psicológicos de sus protagonistas y el despertar de los pueblos bárbaros. Su estilo es denso, vigoroso y poético, con frases concisas y estructuralmente variadas. Frente a la elocuencia ciceroniana, Tácito crea una prosa cargada de emoción y profundidad, reflejo de su genio y de su visión pesimista del poder y la condición humana.