Evolución de la Historiografía Romana: Figuras y Épocas Clave

Definición y Orígenes de la Historiografía

Podríamos definir este género literario como el estudio y narración de los hechos pasados. Es, probablemente, el género más antiguo, pues, desde siempre, se han transmitido oralmente los recuerdos de la tribu y de la genealogía familiar. El paso de un sencillo proceso de transmisión acrítica a una reflexión más profunda sobre la autenticidad de la información tuvo lugar en Grecia con Tucídides, que introdujo en la Historia el concepto de aitía” (causas de los hechos históricos) como Hipócrates en la Medicina científica (causas de las enfermedades).

La Historiografía Romana: Características Iniciales

La historiografía romana es un género literario en prosa utilizado como instrumento político, que ensalza, frente a otros pueblos, la historia de Roma: sus orígenes míticos, instituciones y grandeza.

Los primeros historiadores romanos son conocidos con el nombre de “analistas”, pues solían narrar los sucesos “año por año”. El primer analista romano es Fabio Píctor, que a finales del siglo III a.C. escribe sus historias de Roma en griego. Será Marco Porcio Catón (s. III-II a.C.) el que escribirá la primera historia de Roma con categoría de tal y en latín: Origines.

Historiografía de la Época Republicana

En el siglo I a.C. escribirán sus obras históricas César, Nepote y Salustio, este último ya un historiador de verdadera talla. Son los tres historiadores más notables de finales de la República y los primeros que cuentan como tales en la literatura latina. Son también los primeros de los que se conserva su obra o una parte apreciable de ella:

Gayo Julio César (100-44 a.C.)

Gayo Julio César, nacido en Roma en la ilustre familia de los Julios, llevó a cabo una carrera política y militar deslumbrante. Desempeñó todas las magistraturas y otros cargos públicos, como el de Pontífice Máximo. Formó con Pompeyo y Craso el primer triunvirato, conquistó las Galias y derrotó finalmente a Pompeyo en la guerra civil, asumiendo todos los poderes hasta que fue asesinado en los idus de Marzo del año 44 a.C. Fue el más grande de los generales romanos y uno de los más importantes de la historia militar de todos los tiempos.

Pero combinó las armas con las letras y destacó como gran orador y escritor de obras de diversos temas. Las únicas que nos han llegado son sus dos producciones históricas: De bello Gallico (Sobre la guerra de las Galias) y De bello civili (Sobre la guerra civil).

De bello Gallico consta de ocho libros, cada uno de los cuales corresponde a un año de campaña (58-51 a.C.), pero el libro octavo no lo escribió César, sino su lugarteniente Aulo Hircio. Tras la descripción geográfica de la Galia, el autor va narrando paso a paso sus conquistas y enfrentamientos con los diversos pueblos: helvecios, suevos, belgas, vénetos, aquitanos, germanos, britanos, eburones.

De bello civili. En esta obra narra César en tres libros los avatares de esta guerra cruel. En el libro primero, las causas de la guerra civil, el paso del río Rubicón por César, el intento fallido de reconciliación con Pompeyo y la huida de este a Grecia. El libro segundo comprende la campaña de Hispania contra las tropas y jefes pompeyanos, y el asedio y posterior capitulación de Marsella. El libro tercero narra el nombramiento de César como dictador y su paso a Grecia persiguiendo a Pompeyo, la batalla de Farsalia, con la derrota de Pompeyo y la huida de este a Egipto, donde le asesinan los sicarios de Ptolomeo.

Las obras de César durante siglos gozaron de la máxima objetividad, pero hoy se considera que intentó y consiguió escribir una obra maestra de propaganda política, especialmente en la guerra civil: la narración en tercera persona contribuye a repetir constantemente el nombre de “César” y constituye un recurso lingüístico para presentar una falsa objetividad.

La pureza de la lengua en el léxico y en la sintaxis hacen que César forme, con Cicerón, los dos modelos más destacados de la prosa latina clásica.

Cornelio Nepote (c. 95 – c. 25 a.C.)

No se conocen con certeza la fecha de su nacimiento ni la de su muerte. Originario de la Galia Cisalpina, fue amigo de Catulo y de Cicerón y no participó en las luchas políticas.

Se ha conservado, aunque sólo en parte, su obra De viris illustribus, que inaugura en la literatura latina el género histórico de la biografía. Constaba de dieciséis libros, pero sólo se han conservado veinte biografías de generales griegos (Temístocles, Alcibíades…) y dos de cartagineses (Amílcar y Aníbal).

La historia de Nepote tiene un carácter ejemplarista, esto es, pretende presentar unos modelos a los que imitar o rechazar. Su valor histórico es deficiente y su lengua es correcta, pero sin brillo. Sin embargo, sus personajes están bien caracterizados y las virtudes de los héroes aparecen cuidadosamente expuestas conforme a las normas de la retórica.

Gayo Salustio Crispo (87-35 a.C.)

Nacido en Amiterno, marchó a Roma muy joven e inmerso en la política y, gracias a la amistad con César, ocupó algunos cargos públicos y fue nombrado gobernador de la provincia romana de África, donde acumuló una inmensa fortuna. Después de la muerte del dictador, se retiró de la vida pública y se dedicó a escribir sus obras históricas.

La obra mayor de Salustio la constituyen sus Historiae, perdidas, y sus dos monografías, conservadas, De Coniuratione Catilinae (Sobre la conjuración de Catilina) y Bellum Iugurthinum (La guerra de Yugurta).

Historiae: Era su obra más ambiciosa, que abarcaba en cinco libros los doce años transcurridos entre la muerte de Sila (78 a.C.) al 67 a.C. En esta obra arremetía contra el régimen de Sila, pero de esta obra sólo nos quedan fragmentos, cuatro discursos y dos cartas de diversos personajes.

De coniuratione Catilinae: Narra el intento de Catilina de hacerse con el poder por la fuerza durante el consulado de Cicerón (63 a.C.): las causas lejanas e inmediatas de la conjuración, las ambiciones de Catilina, noble degenerado y sin escrúpulos, el intento de asesinato de Cicerón, el encarcelamiento y ejecución de los principales conjurados y la muerte de Catilina en la batalla de Pistoia.

Bellum Iugurthinum: El rey de Numidia, Micipsa, deja como herederos, al morir, a sus dos hijos y a su hijo adoptivo Yugurta. Este asesina sucesivamente a sus dos hermanos y se proclama único rey, contra la voluntad de los romanos, que le declaran la guerra.

Salustio es el primer gran historiador latino, comparable a Tucídides en la historiografía griega. Es el historiador de la “revolución” romana, de la ruina de las antiguas instituciones y el surgimiento del nuevo Estado. Salustio considera que las causas profundas de esta revolución son las ambiciones, el egoísmo y la depravación de la nobleza romana, y, para él, Catilina será el mejor símbolo de esta aristocracia corrompida.

Salustio es también un moralista: reflexiona sobre la brevedad de la vida humana, la superioridad del espíritu sobre el cuerpo, la corrupción de las costumbres y el desprecio de los bienes materiales, afirmaciones poco convincentes en boca de quien había amasado una inmensa fortuna por su falta de escrúpulos en su gobernación de África.

Salustio tiene un sentido dramático de la historia que le lleva a elegir situaciones y personajes conflictivos. La caracterización de los personajes se logra mediante los retratos que el autor dibuja y los discursos que pone en boca de dichos personajes. Destacan los retratos de Catilina, César y Catón. También son características de Salustio las digresiones, como la descripción de la geografía de África.

El estilo de Salustio, voluntariamente opuesto al de Cicerón, se caracteriza por la concisión, la asimetría o variatio y el gusto por el arcaísmo. Su prosa resulta así solemne y austera.

Con Salustio se cierra la historiografía de la época republicana. Con la llegada al poder de Augusto se inaugurará en Roma la época imperial.

Recapitulación y Transición a la Época Imperial

…con Tucídides, que introdujo en la Historia el concepto de “aitía” (causas de los hechos históricos) como Hipócrates en la Medicina científica (causas de las enfermedades).

La historiografía romana es un género literario en prosa utilizado como instrumento político, que ensalza, frente a otros pueblos, la historia de Roma: sus orígenes míticos, instituciones y grandeza.

Los primeros historiadores romanos son conocidos con el nombre de “analistas”, pues solían narrar los sucesos “año por año”. El primer analista romano es Fabio Píctor, que a finales del siglo III a.C. escribe sus historias de Roma en griego. Será Marco Porcio Catón (s. III-II a.C.) el que escribirá la primera historia de Roma con categoría de tal y en latín: Origines.

En el siglo I a.C. Julio César, Nepote y Salustio son los tres historiadores más notables de finales de la República y los primeros que cuentan como tales en la literatura latina. Son también los primeros de los que se conserva su obra o una parte apreciable de ella.

Con Salustio se cierra la historiografía de la época republicana. Con Augusto se inaugura en Roma la época imperial. Augusto se traza un programa a la vez político, religioso y moral, que pretende la restauración de las virtudes primitivas del romano campesino, austero y religioso. Los hombres de letras que rodean a su ministro Mecenas sintonizan con estos ideales y le ayudan a implantarlos y propagarlos.

Los principales representantes de la historiografía romana imperial son Tito Livio y Tácito.

Historiografía de la Época Imperial

Tito Livio (59 a.C. – 17 d.C.)

Nació y murió en Padua. De familia acomodada, amante de las tradiciones y de la paz, marchó a Roma hacia el 30 a.C., pero no para emprender la carrera política, sino para dedicarse de lleno a escribir la inmensa historia de Roma que había concebido.

En su obra Ab urbe condita (“Desde la fundación de la ciudad”) narra en 142 libros toda la historia de la ciudad de Roma desde su fundación por Rómulo (753 a.C.) hasta la muerte de Druso (año 9 a.C.). Sólo se nos han conservado los libros 1-10 y 21-45, con algunas lagunas; en total, treinta y cinco libros. Dada la enorme extensión de la obra (Marcial decía que no le cabía en su biblioteca), pronto surgieron compendios y epítomes de uso escolar, que sustituyeron a la obra original, difícil de adquirir y manejar, y sujeta a pérdidas en la Edad Media.

Se trata de una historia nacionalista; afirma que “jamás hubo una nación más grande, más pura, más rica en buenos ejemplos, pero luego las riquezas y la ambición la corrompieron y es preciso estudiar su historia para imitar lo bueno y rechazar lo malo, causa de la decadencia actual” (sentido “ejemplarista” y “moralista” de la historia, como Salustio y Nepote). Añade además una característica propia: la exaltación de Roma por encima de todo: las virtudes que quiere infundir en sus conciudadanos a través de su obra son el amor a la patria, el respeto a la mos maiorum, la concordia civil y la religiosidad profunda, todo lo cual coincide con el programa restaurador de Augusto.

Tito Livio utiliza como fuente a los “analistas” y a Polibio. Su altísima categoría como escritor es indudable y es el que mejor encarna la concepción ciceroniana de la historia, esto es, un género literario sujeto a los preceptos y recursos de la retórica. Su estilo es el reverso del de Salustio: frente a la concisión, la abundancia transparente con períodos largos y cadenciosos.

Otros Historiadores del Siglo I d.C.

En el siglo I d.C., además de Tito Livio, destacan los historiadores Veleyo Patérculo, Valerio Máximo y Quinto Curcio (Historia de Alejandro Magno).

Publio Cornelio Tácito (c. 55 – c. 120 d.C.)

De familia distinguida, estudió retórica y filosofía; fue excelente orador, abogado y desempeñó cargos públicos, incluido el consulado. Su producción histórica consta de dos obras menores y dos mayores (estas últimas conservadas parcialmente):

  • Agrícola. Es una biografía apologética de su suegro Julio Agrícola, ilustre general, conquistador de Britania. Está llena de reflexiones filosóficas e históricas y es también un ataque violento a la tiranía de Domiciano y un elogio de la libertad recuperada con Nerva y Trajano, en cuyo reinado escribe Tácito.
  • Germania. Es una monografía etnográfica. Consta de dos partes: en la primera, se hace una descripción de Germania y de su población en general, con la vida y costumbres de sus habitantes; en la segunda, una descripción particular de cada uno de los pueblos. Los germanos constituían una amenaza para Roma y Tácito pinta el contraste entre la rudeza primitiva, el valor y las sanas costumbres de este pueblo y la decadencia y corrupción de los romanos.
  • Historiae. Es una de las dos obras mayores de Tácito. Constaba de catorce libros y abarcaba desde la muerte de Nerón hasta la de Domiciano. Conservamos los cuatro primeros libros y fragmentos del quinto.
  • Annales. Escrita después de las Historiae, se refiere al período anterior al de estas, es decir, a los reinados de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Constaba de 16 libros, de los que conservamos los libros I-VI y XI-XVI (este último incompleto).

Tácito revela un afán de sinceridad y objetividad en la interpretación de los hechos que se resiente con su pesimismo, que lo inclina siempre a ver los móviles más mezquinos e indignos.

Como Salustio y Tito Livio, tiene una concepción moralista de la historia, cuya función es “preservar del olvido a la virtud y refrenar los vicios”.

En su lengua y estilo descuella por encima de todos los historiadores latinos. Como Salustio, destaca por su brevedad o concisión y por el gusto por la asimetría en la construcción de frases y períodos. A diferencia de Salustio, la prosa de Tácito es, a la vez que sobria y austera, vivaz y apasionada. Si la prosa de Tito Livio presenta un tono épico, la de Tácito tiene un tono trágico y dramático, destacando sus retratos psicológicos, sus primeros planos y sus escenas dramáticas. Tácito llevó la sintaxis latina a su máxima riqueza y esplendor, representando una cumbre en la literatura latina.

Historiadores Posteriores y Decadencia

Historiadores del Siglo II d.C.

Después de Tácito, en el siglo II, merecen mencionarse los historiadores siguientes:

  • Suetonio: Con su obra De vita Caesarum (La vida de los doce Césares).
  • Floro: Con su Epitome de Tito Livio bellorum omnium annorum DCC libri duo (conocida como Historia de las guerras de Roma).
  • Justino: Con sus Epitoma Historiarum Philippicarum Pompei Trogi (conocida como Historiae Philippicae).

Historiadores del Bajo Imperio (Siglo IV d.C.)

En el Bajo Imperio, la historia entra en franca decadencia. Solamente citaremos del siglo IV:

  • Aurelio Víctor: Con su Liber de Caesaribus.
  • Eutropio: Que resumió toda la historia de Roma en su Breviarium ab Urbe condita, de gran aceptación en la Edad Media e incluso hoy.