La Guerra de Independencia de Estados Unidos
Primera Fase (1775-1777)
Los insurgentes, dirigidos por George Washington, se enfrentaron a los británicos empleando tácticas de guerrilla. La victoria clave de esta fase fue en Saratoga (1777).
Segunda Fase (1778-1782)
Las tropas británicas fueron derrotadas decisivamente en Yorktown (1781), gracias a la creciente profesionalización del ejército de los colonos americanos y al apoyo internacional (especialmente francés).
La Constitución de Estados Unidos
Tras la independencia, se estableció un nuevo marco político:
Poder Legislativo
Residía en un Congreso bicameral, compuesto por el Senado y la Cámara de Representantes.
Poder Ejecutivo
Era ejercido por un Presidente, elegido mediante un sistema de Colegio Electoral (el sufragio se iría ampliando progresivamente).
Poder Judicial
Era independiente del poder político, con el Tribunal Supremo como máxima instancia.
La Revolución Francesa
La Asamblea Nacional
El 5 de mayo de 1789 se reunieron en Versalles los Estados Generales, en sesiones presididas por el rey Luis XVI. Tradicionalmente, cada estamento (nobleza, clero y Tercer Estado) deliberaba por separado y emitía un único voto. La nobleza y el clero sumaban dos votos, mientras que el Tercer Estado solo tenía uno. La disputa sobre la forma de votación fue el detonante de la Revolución, ya que el Tercer Estado, en sus cuadernos de quejas, exigió el voto por cabeza.
Ante la negativa, el Tercer Estado se autoproclamó Asamblea Nacional. Al serles impedido el acceso a su sala habitual, se reunieron en la Sala del Juego de Pelota (Jeu de Paume), jurando no disolverse hasta dotar a Francia de una constitución. Por esta razón, pasó a llamarse Asamblea Nacional Constituyente.
La Convención (1792-1794)
Ante la amenaza austro-prusiana y la sospecha de traición del rey, las masas populares asaltaron el Palacio de las Tullerías en agosto de 1792, del que huyó la familia real. Los asaltantes más radicales eran conocidos como los sans-culottes.
La Asamblea Legislativa suprimió la monarquía y convocó elecciones por sufragio universal masculino para una nueva asamblea, la Convención Nacional.
Facciones Políticas:
- Girondinos: Dirigidos por Brissot, representaban a la burguesía comercial y eran revolucionarios moderados.
- Jacobinos o Montañeses: Liderados por figuras como Robespierre, Danton y Marat, representaban a la pequeña burguesía y las clases populares; eran más radicales.
- La Llanura o el Pantano: Grupo mayoritario sin una ideología definida, fieles al espíritu inicial de 1789 pero oscilando entre las otras facciones.
Luis XVI fue juzgado por traición y ejecutado en la guillotina en enero de 1793, lo que provocó la formación de una coalición de las casas reinantes europeas contra la Francia revolucionaria y el inicio del período del Terror.
La República Conservadora (Directorio)
Tras la caída de Robespierre (golpe de Termidor, julio de 1794), la burguesía moderada deseaba encauzar la Revolución instaurando una república conservadora y censitaria, buscando frenar tanto a los extremistas jacobinos como a los realistas.
La Constitución del Año III (1795) propugnaba un “gobierno de los mejores”, es decir, de la burguesía propietaria. Era una constitución más conservadora que la de 1793 y restablecía el sufragio censitario.
El Directorio (1795-1799)
El poder ejecutivo recayó en un Directorio de cinco miembros, mientras que el legislativo se dividía en dos cámaras (Consejo de los Quinientos y Consejo de Ancianos). Este período se caracterizó por la inestabilidad política, las dificultades económicas y las conspiraciones.
El Ascenso de Napoleón y el Imperio
El Consulado (1799-1804)
En este contexto de inestabilidad, Napoleón Bonaparte, un joven y ambicioso general que había logrado gran fama por sus victorias en las campañas de Italia y Egipto, dio un golpe de Estado (18 de Brumario, noviembre de 1799) y estableció el Consulado, inicialmente con tres cónsules, aunque pronto él se convertiría en Primer Cónsul y luego Cónsul Vitalicio.
El Consulado inició una política pacificadora interna (fin de las revueltas) y externa (paz con Austria y Gran Bretaña, aunque temporal). Normalizó las relaciones con la Iglesia mediante el Concordato con la Santa Sede (1801) y promulgó el Código Civil (1804).
El Imperio Napoleónico (1804-1815)
En mayo de 1804, mediante un plebiscito, Napoleón fue nombrado Emperador hereditario. El Reino Unido, temeroso del poder francés, organizó nuevas coaliciones. Rusia y Austria se unieron a la Tercera Coalición. Inmediatamente estalló la guerra.
Expansión y Caída
Napoleón logró importantes victorias (Austerlitz, Jena), extendiendo su dominio por gran parte de Europa. Sin embargo, su ambición le llevó a cometer errores fatales.
En 1812, Napoleón invadió Rusia. Esta campaña fracasó estrepitosamente debido al invierno ruso y la táctica de tierra quemada, y la retirada del Grande Armée fue una catástrofe.
En España, la ocupación francesa en 1808 provocó la Guerra de la Independencia. La resistencia española, apoyada por los británicos, fue un factor decisivo en el desgaste de las tropas napoleónicas.
Tras la derrota en la Batalla de Leipzig (1813) y la invasión de Francia, Napoleón abdicó en 1814. Regresó brevemente (Imperio de los Cien Días), pero fue derrotado definitivamente en Waterloo (1815).
La Restauración y las Revoluciones Liberales
La Santa Alianza
Tras la derrota de Napoleón, las potencias vencedoras (Austria, Rusia, Prusia, Gran Bretaña) se reunieron en el Congreso de Viena (1814-1815) para restaurar el Antiguo Régimen y reorganizar el mapa de Europa. La Santa Alianza fue una coalición formada inicialmente por los monarcas de Rusia, Prusia y Austria (Francia se uniría más tarde), que perseguía el mantenimiento del absolutismo y la defensa frente a la amenaza liberal, basándose en principios cristianos y el derecho de intervención.
Las Revoluciones de 1830
Francia
La oleada revolucionaria de 1830 comenzó en Francia y se extendió a otros países. En Francia, Carlos X (sucesor de Luis XVIII) intentó restaurar políticas absolutistas (Ordenanzas de Julio). La revolución estalló en París (“Las Tres Gloriosas Jornadas”) en medio de una crisis agrícola y financiera. La presión de los liberales moderados llevó a la abdicación de Carlos X y a la proclamación de Luis Felipe de Orleans como rey (“rey ciudadano”), instaurando una monarquía constitucional más liberal pero aún censitaria.
Independencia de Bélgica
Bélgica formaba junto con Holanda el Reino de los Países Bajos desde 1815. Sin embargo, existían serias divergencias: religiosas (Bélgica católica frente a una Holanda mayoritariamente calvinista), lingüísticas y económicas. La revolución de 1830 en Bruselas llevó a la declaración de independencia de Bélgica, que fue reconocida internacionalmente.
Polonia
En Polonia, hubo un levantamiento nacionalista y liberal contra el poder absoluto del zar ruso (Nicolás I), que fue duramente reprimido por el ejército ruso.
Las Revoluciones de 1848 (“La Primavera de los Pueblos”)
Las revoluciones de 1848, de mayor extensión y radicalidad, se debieron a un conjunto de causas: crisis económicas (malas cosechas de 1846-47, crisis industrial y financiera de 1847), descontento social (crecimiento del proletariado industrial) y auge de las ideas democráticas (sufragio universal), nacionalistas y socialistas.
Francia
La revolución comenzó nuevamente en Francia en febrero de 1848. La prohibición de un banquete republicano desencadenó barricadas en París. La presión popular obligó a Luis Felipe de Orleans a abdicar y se proclamó la Segunda República, con un gobierno provisional que incluía liberales, demócratas y socialistas (Louis Blanc). Se estableció el sufragio universal masculino y se crearon los Talleres Nacionales para dar trabajo a los parados.
Balance de las Revoluciones
Aunque las revoluciones de la primera mitad del siglo XIX fueron fundamentalmente movimientos liberales y nacionales, en 1848 también tuvieron un importante componente democrático y socialista emergente.
A pesar de su fracaso generalizado a corto plazo (la mayoría fueron reprimidas), las revoluciones de 1848 cerraron definitivamente el ciclo de la Restauración y abrieron una nueva etapa. Marcaron la separación entre la burguesía liberal (que se volvió más conservadora) y el movimiento obrero organizado. Además, las aspiraciones nacionalistas en Italia y Alemania cobraron un impulso decisivo.
Las Unificaciones Nacionales
Unificación Italiana (Risorgimento)
1ª Fase (1849-1860)
Desde 1849, Víctor Manuel II de Saboya, rey de Piamonte-Cerdeña (el único estado italiano con un régimen liberal tras 1848), dirigió el proceso unificador. Contó con la habilidad política de su primer ministro, el Conde de Cavour (desde 1852). Cavour modernizó el Piamonte y buscó apoyos internacionales. Se alió con la Francia de Napoleón III para luchar contra Austria, que dominaba Lombardía y Véneto. Austria fue derrotada en las batallas de Magenta y Solferino (1859). Piamonte obtuvo Lombardía. Poco después, mediante plebiscitos, Parma, Módena, Romaña y Toscana se unieron al Piamonte. Se creó un Parlamento común en Turín.
2ª Fase (1860-1861)
En 1860, los campesinos sicilianos se sublevaron contra el rey de Nápoles (Reino de las Dos Sicilias). Cavour aprovechó el descontento y apoyó tácticamente la expedición de los “Mil Camisas Rojas”, una milicia de voluntarios al mando del republicano Giuseppe Garibaldi, que conquistó Sicilia y Nápoles. Para evitar que Garibaldi proclamara una república en el sur, Cavour envió tropas piamontesas. Garibaldi cedió los territorios conquistados a Víctor Manuel II tras plebiscitos. En marzo de 1861, el Parlamento reunido en Turín proclamó a Víctor Manuel II Rey de Italia.
3ª Fase (1866-1870)
La guerra de Prusia e Italia contra Austria (1866) finalizó con la derrota austriaca. Austria cedió Venecia a Italia. Finalmente, Roma, defendida por tropas francesas, quedó unida a Italia y fue proclamada capital del reino en 1870, aprovechando la retirada de las tropas francesas debido a la Guerra Franco-Prusiana. Sin embargo, el Papa Pío IX no reconoció la anexión y se consideró prisionero en el Vaticano, lo que planteó la llamada “Cuestión Romana”, que no se resolvería hasta los Pactos de Letrán en 1929.
Unificación Alemana
Antecedentes y 1ª Fase (Guerra de los Ducados, 1864)
Los estados alemanes, excepto Austria, habían formado en 1834 una unión aduanera (Zollverein) impulsada por Prusia, que fomentó la cooperación económica y fortaleció el liderazgo prusiano. En 1862, Otto von Bismarck fue nombrado canciller de Prusia por el rey Guillermo I. Bismarck, partidario de la “Pequeña Alemania” (unificación sin Austria) y de lograrla “por el hierro y la sangre”, modernizó el ejército prusiano. En 1864, Bismarck intervino, aliado con Austria, en la crisis de los ducados daneses (Schleswig, Holstein y Lauenburgo), arrebatándoselos a Dinamarca (Guerra de los Ducados).
2ª Fase (Guerra Austro-Prusiana, 1866)
Prusia se enfrentaba a la rivalidad de Austria por la hegemonía sobre los estados alemanes. Bismarck provocó deliberadamente un conflicto por la administración de los ducados conquistados. La decisiva y rápida victoria prusiana sobre Austria en la Batalla de Sadowa (o Königgrätz) en 1866, gracias a su superioridad militar y estratégica, excluyó definitivamente a Austria de los asuntos alemanes. Prusia anexionó varios estados del norte y creó la Confederación Alemana del Norte (1867), bajo su liderazgo.
3ª Fase (Guerra Franco-Prusiana, 1870-1871)
Bismarck firmó alianzas militares secretas con los estados alemanes del sur. Napoleón III de Francia veía con recelo el creciente poder prusiano y se opuso a una posible candidatura de un príncipe Hohenzollern (pariente del rey de Prusia) al trono vacante de España. Bismarck, mediante la manipulación del famoso Telegrama de Ems, provocó que Francia, sintiéndose insultada, declarara la guerra a Prusia en julio de 1870. Los estados alemanes del sur se unieron a Prusia. La rápida y aplastante victoria prusiana y alemana, sellada en la Batalla de Sedán (septiembre de 1870), donde el propio Napoleón III fue capturado, llevó a la caída del Segundo Imperio Francés y la proclamación de la Tercera República. Como resultado de la paz, Alemania se anexionó las regiones francesas de Alsacia y Lorena, ricas en carbón y hierro y de población mayoritariamente germanófona, lo que generó un profundo resentimiento en Francia (revanchismo) que sería una causa latente de la Primera Guerra Mundial. En el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, el 18 de enero de 1871, Guillermo I de Prusia fue proclamado Emperador (Káiser) de Alemania. Nacía así el Segundo Reich alemán, un estado federal y potencia dominante en Europa continental.